In the Wake of the Bounty
Sinopsis de la película
Drama con documental que explora la infame historia del H.M.S Bounty. Secuencias que recrean el último viaje del Bounty como marineros enojados, dirigidos por Fletcher Christian (Flynn), se levantan contra el brutal capitán Bligh (Mayne Lynton), expulsan al capitán de la nave y finalmente se establecen en Pitcairn Island, cerca de Tahití.
Detalles de la película
- Titulo Original: In the Wake of the Bounty
- Año: 1933
- Duración: 66
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Antes de debutar en el cine con esta película, su protagonista, con apenas veinticuatro años, había sido marino, inspector de sanidad, buscador de oro, cultivador de copra y tabaco y tratante de esclavos. Había estado dando tumbos por Asia y Oceanía y había tenido múltiples aventuras con mujeres, tanto blancas como indígenas, por lo general hijas o esposas de padres y maridos no muy comprensivos. Había contraído malaria y gonorrea. Había pescado tiburones con dinamita, había esquilado ovejas y había castrado carneros con los dientes, había sido juzgado y absuelto de una acusación de asesinato. Tras el breve paréntesis de esta película ejerció, además, de ladrón de diamantes, de soldado o de propietario de gallos de pelea con el pico envenenado, y tuvo aún tiempo de dar la vuelta al mundo en barco antes de convertirse, durante una década larga, en una de las mayores superestrellas del firmamento de Hollywood.
No, para Errol Flynn, que había llegado al mundo del cine casi por accidente y movido por la insaciable curiosidad que, según sus propias palabras, fue siempre su mayor enfermedad, meterse en la piel de Fletcher Christian en una película que (al menos sobre el papel) recreaba la historia del motín de la Bounty no debió de ser una experiencia especialmente estimulante. Y más si tenemos en cuenta el resultado final, una hora escasa de metraje con la cual su director, el tal Charles Chauvel, debería ganarse a pulso, si hubiera justicia en el mundo, el título del Ed Wood de los mares del sur.
Se hace difícil comentar nada de un engendro sin pies ni cabeza, pergeñado, seguramente, tras la ingesta de varios barriles de ron, en la que el amigo Chauvel lleva a cabo uno de los más demenciales ejercicios de corta-pega que yo recuerdo haber visto nunca, saltando alegremente y sin previo aviso de brevísimas e histriónicas escenas rodadas entre cuatro paredes de cartón pintadas que el espectador debe ir identificando con camarotes, cabañas o tabernas, más o menos relacionadas con el motín de Christian, a un par de tediosos documentales a ritmo de ukelele acerca de la vida contemporánea en las islas Pitcairn, destino final de los amotinados, rematados con un hórrido melodrama con niñito mortalmente enfermo… a causa de los pecados de sus ancestros, los marineros rebeldes.
No hace falta decir que Flynn, naturalmente, está a la altura de las circunstancias. Ataviado con un horroroso pelucón, se pasa los pocos minutos que Chauvel le deja entre ukelele y ukelele, rígido como un palo, mirando de soslayo y con los brazos cruzados sobre el pecho, mascullando sus líneas entre dientes, tratando inútilmente de ser tomado en serio y no como un simple bufón y anticipando ya, sin saberlo, la que sería su vida a lo largo de los siguientes veinte años. La vida de un rey melancólico y descabalgado de sus sueños de juventud, que, con el mundo a sus pies, añoraba los días en que la vida era todavía una promesa intacta, a la que no había que buscar una explicación.