Igelak (Ranas)
Sinopsis de la película
Narra la historia de Pello (Gorka Otxoa), un director de sucursal detenido por delitos económicos. Tras ser abandonado por el superior que le enredó en el delito, huye para evitar la cárcel y se convierte en fugitivo. Sin documentación ni dinero y sin familia ni amigos de confianza, Pello consigue sustituir su identidad para poder seguir escondido durante un tiempo. Con esa falsa identidad y por azar acabará escondido en un edificio ocupado por desahuciados en lucha. El protagonista se gana la confianza del colectivo con el objetivo de robarles el dinero suficiente para pagarse una documentación falsa, huir al extranjero y empezar una nueva vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: Igelak
- Año: 2016
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
4.3
75 valoraciones en total
Realmente me ha gustado mucho esta película. Mejor de lo que me pensaba. Pese a ser Vasca es una película muy guay para ver en todo el país. Gorka Otxoa interpreta el mejor papel de su carrera.
La música se fusiona perfectamente con la película, cuentan con unos músicos geniales.
Me ha sorprendido muchísimo la nota de la película. No es un peliculón pero tampoco es una película que pasa sin pena ni gloria. La fábula de la rana y el escorpión es sencilla, pero ¿por qué no cambiarla?
Mención especial a la banda sonora. Simplemente impresionante!!! Que hace que el empaste junto con el argumento sea brutal.
La intención es buena, pero se queda en eso, en intención. Los chistes de esta película no hacen gracia (quiero pensar que los hay), los enredos no hilan fino y son poco creíbles, un final infantil, y todo amenizado con unas canciones horribles.
Muchas otras cosas chirrían en esta película, pero tampoco quiero cebarme. Quizás con un final menos infantil, más elaborado, hubiese sido generoso y le hubiese dado el aprobado, pero no ha conseguido remontar. Lo siento por los actores, que le ponen ganas, pero el guión no da para más.
Las actuaciones están todas bien, excepto las de Gorka Otxoa y el tipo que hace de director del banco, que son sobreactuadas.
En fin, este es el nivel que subvencionan nuestras administraciones…
Es simpaticona y hasta un tanto novedosa en su presentación y primeros compases: fábula + musical + denuncia social + comedia dramática. Se agradecen la frescura y la liviandad, la libertad y el poco fuste. Esa primera buena impresión dura un rato, quizás hasta la mitad se mantiene en pie si le echas buena voluntad. Pero se alarga y se le ven las costuras y su verdadera esencia. Es como un capítulo muy estirado de una teleserie española no muy inspirada. Por todo, por la estética vaciada de contenido, por las interpretaciones funcionales (él está majete, en su registro habitual, el que domina y siempre le toca), por el aire sermoneador, por el humor simplón, por la dramatización rudimentaria, un conjunto adocenado pese a unos apuntes de originalidad que terminan arrumbados por una tibieza paupérrima que arrasa con todo. Naíf, kitsch, blanca, sencilla y finalmente adormecedora.
Debieron haber apostado más todavía por la música y el disparate y menos por el drama y el asunto social. Lo primero prometía algo de cachondeo y alegría, lo segundo aseguró simplezas al por mayor, parecía por momentos clase de economía para cortos de entendederas, que seguro que lo somos la mayoría, pero no tanto, sobre todo nos gustaría que no nos tratasen como a tales, que disimularan un poco más.
Todo el desarrollo argumental es pedestre, básico y plano. Los personajes no tienen entidad ninguna, la explicación de las distintas situaciones es infantil, el mensaje obvio y el tono general es famélico y cursi.
Los banqueros son malos y los perroflautas (así los llama el protagonista, pero más bien parecen grupo nutrido de senderistas en pleno domingo montañero, defensores de los jabalís ermitaños -sí, seguro que los hay-, amantes del círculo polar ártico o seguidores tardíos de María Ostiz) buenos. Los primeros llevan corbatas y son fríos como el hielo, los segundos viven en una especie de comuna hippie y son generosos, amorosos y muy bondadosos.
Quizás debería tener un rótulo que advirtiera que es una película solo apta para menores de diez años, quizás como cuento para que vayan cogiendo el sueño podría funcionar. A película de verdad, a cine, casi que ni llega.
Resumo: las buenas intenciones y el oficio bonachón no impiden que el espectador acabe pidiendo la hora entre enternecido y narcotizado, esperando que lleguen los anuncios y que por fin se pueda levantar para hacer esas cosas en esos ratos.
La pena es que se toma demasiado en serio a sí misma. No había motivo ni sustancia para ello, era todo demasiado escaso.
Patxo Tellería nos presenta una película llena de color, pletórica y vital, que entretiene al mismo ritmo del que se aleja de la amargura de los problemas sociales que vertebran el filme. Tiene un contenido musical importante, del que quizás se hace un uso escesivo por restar cierto dramatismo a la obra. En definitiva una bocanada de aire fresco para el cine en Euskera, pero es una película superficial que roza el absurdo.