Hasta el cielo
Sinopsis de la película
El día que Ángel habló con Estrella en aquella discoteca, su vida cambió para siempre. Tras una pelea con Poli, el posesivo novio de la chica, éste le anima a unirse a su banda de atracadores de Madrid. Ángel comienza a escalar rápidamente en una pirámide de atracos, dinero negro, negocios turbios y abogados corruptos que le llevarán a ser acorralado por Duque, un incansable detective. Desoyendo los consejos de su gente, Ángel se convierte en el protegido de Rogelio, uno de los tipos que controla el mercado negro de la ciudad. Con éste y Sole, hija del capo, Ángel descubrirá que el precio del poder es alto y que pronto tendrá que decidir entre su futuro como atracador y el amor de su vida, Estrella. Un viaje que empezó en el más sucio de los suburbios y que tiene como principal objetivo lo más alto: el cielo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hasta el cielo
- Año: 2020
- Duración: 121
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Opinión de la crítica
5.4
48 valoraciones en total
Mala hasta decir basta. Pum pum en calzador y sin tiempo para digerir. Parece un videoclip largo y malo.
Solamente puedo salvar a Yuste de la quema. Tosar aparece lo suficiente para poder poner su foto en el cartel promocional, nada más. Miguel Herrán en su línea. Flojo y nada creíble.
Vi la promoción en la Resistencia y me despertaba curiosidad la actuación de Ayax. Pues bien, tenía mi curiosidad pero no consiguió en mí atención alguna. Plano y sin sustancia. Zapatero a tus zapatos.
En definitiva, despidiendo 2020 como el nefasto año que ha sido.
Un saludo,
FQA
2020 ha sido un año complicado en todos los ámbitos, incluido el cine. Apenas han habido películas sobresalientes de esas que se recuerdan con el paso de los años y desde luego Hasta el cielo no es una de ellas.
Sin embargo, eso no quita que está película constituya un thriller entretenido y más que decente. Buenos planos (sobre todo los aéreos), acción trepidante y actuaciones decentes con un elenco secundario más que destacable. Una historia interesante, quizás algo carente de emotividad pese a los intentos reiterados por parte del director. Existen también ciertas incoherencias del argumento en favor de la acción, pero que en cierta medida son pasables y no afectan tanto al desarrollo de la historia como si sucede en otros filmes de género similar.
Si quieres pasar un rato entretenido adelante, no te arrepentirás. Pero tampoco esperes algo inolvidable.
Hasta el cielo le debe parte de su esencia a aquel cine quinqui setentero y ochentero que tanto popularizó a esos personajes barriobajeros, a veces ladrones de poca monta o adictos a las drogas que se convirtieron, a su manera, en mártires de una sociedad que por su condición social los dejaba de lado. Daniel Calparsoro ha cogido ese universo de pobres diablos sin expectativas y lo ha estilizado para presentar una historia de acción y violencia sobre marginados sociales modernos que quieren conquistar el sistema para dejar de sentirse como hormigas.
El peculiar el Meca de José Antonio Valdelomar que presentaba Carlos Saura en Deprisa, deprisa (1981) es sustituido aquí por Miguel Herrán, estrella de La casa de papel y Élite, quien entrega una interpretación más que acertada como Ángel, aquel muchacho analítico, terco y de mirada fría pero buen corazón que se inspira en la figura real de el niño Saez.
Un personaje más que creíble que brilla con especial intensidad cuando está rodeado de secundarios de lujo como Carolina Yuste, Estrella, su amada, o Luis Tosar, Rogelio, el temible capo que urde una poderosa red de influencias que lo hacen intocable, además de su troupe de faenas, compuesta por rostros conocidos del universo urbano como Ajax Pedrosa, Jarfaiter o Dollar Selmouni, este último también colaborador del tema principal de Hasta el cielo.
La película es un puñetazo en la boca del estómago, una dosis de adrenalina cargada de rabia contra un sistema injusto que deja de lado a los que menos tienen. Calparsoro crea una cinta de acción correcta que funciona gracias a sus personajes más que a su guion, que está plagado de incoherencias y situaciones delirantes que, en cualquier película seria –un Plan Oculto de Spike Lee, por ejemplo, o en Tarde de perros–, lastrarían toda credibilidad. Pero estamos ante cine de entretenimiento cuya única pretensión es conseguir que el espectador desconecte de la rutina sin necesidad de pensar demasiado, y eso lo consigue más que de sobra.
No todo es malo en esta producción aunque el lector pueda imaginárselo. Pero sí es verdad que no tiene nada fuera de lo normal, y estamos obligados a decir por qué lo vemos diferente al resto. Daniel Calparsoro ha traído a este final de año una película que expone el cine quinqui en su versión más moderna y la exhibe a través de un guion rápido. Rapidísimo tal vez. Y, quizá, se ha pecado de un excesivo niñaterío que deja a un lado la vena más canalla de la cinta.
Narra la historia de Angelito (Miguel Herrán), un chico que vive en los barrios bajos de Madrid y que anhela llegar a las oficinas más altas de los imponentes rascacielos de la capital. Para ello, se verá inmerso en numerosos actos de violencia y robos para alcanzar lo más rápido posible su objetivo. El desencadenante será una pelea de gallitos en una discoteca por la chica guapa del barrio, Estrella (Carolina Yuste). Una trama fortísima, sí.
Que el cine quinqui sea el reflejo de la vida en los suburbios, de la necesidad de subir en la escala social y de básicos dramas amorosos, no es excusa para idolatrar una película que no pasa de ser una buena opción para un domingo por la tarde. La obra peca a la hora de interpretar a un espectador con pocas exigencias, plano y conformista.
Se desarrolla una trama trillada que se salva por unas escenas de acción muy bien resueltas. Dinamismo y tensión están presentes en estas secuencias llenas de vandalismo a las que se les acompaña de una banda sonora trepidante y que te atrapa. Posiblemente, esto sea el gran artífice de que al final te entretengas viendo la película. Porque tampoco es que sea un tostón, ir al cine y que te mantengas interesado durante todo el visionado no es baladí.
En esto tiene gran parte de culpa Carolina Yuste. La actriz está a un nivel bastante notable plasmando el orgullo choni que representa su personaje. Consigue que soportemos las insoportables escenas de amor quinceañero que tan frecuentes son, y muchas veces solamente con sus gestos y ligeras muecas. Demuestra una garra natural (más acorde a la personalidad que quieren transmitir con Estrella) que la que se ve con Angelito, sus compañeros y sus enemigos, la cual se basa en ver quién la tiene más grande.
En cambio, vemos a un Miguel Herrán que no despierta emociones. Suele ocurrir una tendencia a sobrevalorar la actuación de un actor solo por el hecho de que en otra producción (como La Casa de Papel) ha tenido buena acogida. Angelito no impone, es titubeante y en un intento de controlar la rabia que tiene dentro pretende hacer ver que es el capo de la ciudad y lo tiene todo bajo control. Pero, en realidad, es manipulable e inocente. Y lo hace notar en cada traspiés que se le presenta en su vida de delincuente.
Por otro lado, la película comete una falta de respeto de consideración a un actor de la talla como Luis Tosar. Aparte de pertenecer a una producción que se le queda pequeña, utilizan su figura y su caché para ponerlo como uno de los cabezas de cartel en una estrategia puramente marketera. No solo no tiene la importancia que parecía que podría tener siendo el jefe de todo el cotarro, sino que su personaje es residual. Su presencia en la cinta se limita a tres frases mal contadas y desaprovechan a un actor que podría haberle otorgado mucha seriedad al filme.
Existe también un aspecto que a lo mejor no se tiene mucho en cuenta pero no por ello deja de ser importante. En esta ocasión Calparsoro decide dar la oportunidad a artistas como Ayax, Dollar Selmouni o Jarfaiter. Raperos que defienden en su cotidianeidad este ADN que el cine quinqui expone. Esto puede ser una apuesta valiente y que puede quedar bien resuelta. De hecho, no lo hacen mal. Ayax, por su parte, no actúa, hace de él en sí mismo, Dollar, tres cuartos de lo mismo. Son figuras que encajan, que funcionan. Sin embargo, en muchas ocasiones quedan escenas frías, lineales o predecibles, fruto de la inexperiencia. Y esto es normal, no se le puede pedir peras al olmo.
Lo que sí se puede pedir es que se tengan en cuenta a todos esos profesionales de las escuelas de artes dramáticas, de caracterización, o de escuelas de cine que siguen escondidos en sus búnkeres que impiden que su talento explote. La industria cultural y cineasta en el panorama español está muy limitada, precaria incluso, salvo para las cuatro vacas sagradas que aparecen en todos los sitios. Este intrusismo laboral perjudica enormemente a todas estas carreras profesionales por emerger en una época en la que hay más para elegir que nunca.
Como ya se ha dicho antes, debemos dar las gracias al ritmo rápido y enérgico. El exceso de ese amor adolescente y tóxico propio de un muchacho en su revoltosa pubertad es contrarrestado con la acción en cada uno de los golpes delictivos. Y, aun así, siendo el punto más atractivo de la película, se aprecian enormes saltos temporales que, de no ser una historia predecible, dejaría a cuadros al público.
Hasta el cielo es cumplidora. Entretiene. Tiene lo que necesita para que no te quedes dormido: acción, amor y una trama sencilla. Posiblemente destaque más por ser de las pocas producciones nacionales que se ha creado en este año tan difícil. Pero, por favor, no endiosemos algo por la mera corriente popular.
Las escenas de acción de Hasta el cielo colapsan la retina del espectador con la frenética vigorexia de un monitor de clase de spinning . No hay tiempo para entender lo que ocurre en la pantalla. Más interesado en los efectos que en las causas Calparsoro va directo al grano: atracos, peleas y tiroteos sin planteamiento ni reflexión.
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En todas la películas de Calparsoro la euforia anula la verosimilitud. Por eso no hay quien se crea los universos delincuenciales del director, siempre excesivos, con una transcendencia trágica que roza el folletín y unos guiones más básicos que el lenguaje de un neardenthal. Si pudiéramos trasladar en imágenes los sueños de un portero de discoteca probablemente obtendríamos una película del director.
Lo más irritante del cine de Calparsoro no es la violencia gratuita sino sus pretensiones de estar contando algo muy importante. Esa sensación cargante bigger than life propia de las inquietudes adolescentes. De hecho la gran virtud de Calparsoro (tal vez la única) es su capacidad para identificarse con los valores de la juventud. Hasta el cielo conecta hábilmente con el estilo urbano y la música trap de Bad Bunny, convirtiendo la delincuencia juvenil en un modo de vida deseable, lleno de placeres inmediatos.
El actor Miguel Herrán como guaperas con estreñimiento, muy similar al Mario Casas de Tengo ganas de ti . Por fortuna el magnífico elenco de secundarios nos devuelve a la realidad marginal de extrarradio. En especial la fuerza terrenal de Carolina Yuste, una Amy Winehouse gitana, cuya mirada es al mismo tiempo tristeza y verdad.