Happy Times
Sinopsis de la película
Zhao es un pobre y maduro solterón que no ha tenido suerte en su vida amorosa. Cuando piensa que al fin ha encontrado a la mujer de sus sueños, la engaña haciéndole creer que es un hombre rico y accede a celebrar una boda por encima de sus posibilidades. Desesperado, tratará de conseguir el dinero como sea con tal de no decepcionar a su amada.
Detalles de la película
- Titulo Original: Xingfu shiguang
- Año: 2000
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
7
90 valoraciones en total
En este inmenso río llamado cine, llevo visto mucho, la mayoría de las veces arrastra guiones repetidos con pequeños cambios en sus meandros, por ello, encontrar algo que vaya a contracorriente es siempre un placer y una delicia para mis sentidos.
Happy Times a simple vista es como muchas, pero en su discurrir se descubre su hermosura. Los personajes se mueven dentro de ella como pez en el agua, tan naturales que uno observa toda su naturaleza sin ver las sobreactuaciones asiáticas de antaño. Como todo río, su curso está plagado de cascadas y lagunas, donde los peces tienen sus buenos momentos, pero también los malos, donde lo único cierto es el pasar del tiempo, pero no los acontecimientos, gracias a su libertad.
Todo desemboca en un final que hará que el espectador sienta que ha visto algo diferente y se quede con ganas de más, sabiendo que ese pequeño río ha sido una delicia, que haga que se quede con el nombre de su creador, creador de grandes ríos a su vez, Zhang Yimou.
Mezcla drama y comedia a partes iguales. Yimou siempre se fija en los clásicos, pero no los plagia, sólo los adapta, y muy bien, por cierto. En este caso el maestro es Chaplin. No se esperen nada similar, simplemente la idea del personaje que se desvive por una chica. El resto es bien distinto: ahora no es por amor auténtico, sino por egoísmo (al menos al principio), para conseguir casarse con la madre de la chica. Hay puntos realmente graciosos y las situaciones, aunque no todas te arranquen la carcajada, están muy bien pensadas y te dejan una media sonrisa permanente.
Zhang Yimou no puede hacer una película mala ni a posta. Bueno, quizás le pase como a Kurosawa cuando llegue a su senectud, pero eso sería comprensible y perdonable. (Si antes hablo… Me equivoqué, hizo La casa de las dagas voladoras en el 2004, aunque tampoco me parece una basura impresentable.)
Yimou se sale de lo que nos tiene acostumbrados de manera exitosa con este film. Una especie de fábula moderna, en un mundo cada vez menos altruísta.
Un hombre casualmente queda a cargo de una joven ciega, lo que en un principio supone una carga para su, ya de por si difícil vida, hará que, poco a poco, su día a día cobre un nuevo sentido, y se vea inmerso en una espiral de mentiras con tal de hacer feliz la pobre existencia de su joven compañera, manteniéndola al margen de su precaria situación.
Se dice que el hambre suele unirse con las ganas de comer, pues bien, algo parecido ocurre en la historia de esta película: la necesidad de un hombre maduro sin familia ni hijos imantándose hacia una muchacha ciega sin familia ni padre que a su vez se ve imantada hacia ese hombre que por un tiempo la cuidará y la hará feliz como el mismo título indica.
Es una película aceptable, pasable, interesante e incluso buena, sin ser de las que han hecho destacar a Zhang Yimou en el mundo. La fotografía sin embargo es pésima y la filmación del argumento algo pesado y deprimente. Ahora bien, Zhang Yimou tiene el mérito de haber sabido escoger para el papel de muchacha ciega a la actriz Dong Jie, de descubrirnos a nuestros ojos occidentales a una auténtica joven cautivadora por su belleza casi de muñeca china, con una estética de auténtica frágidad o preciocidad casi de porcelana, a la cual se le toma especial cariño de principio a fin llegando a sentir el espectador hacia ella los mismos sentimientos que el protagonista masculino u hombre maduro, quien al verse en el compromiso de tener que cuidarla, poco a poco va desarrollando hacia la muchacha un tipo de enamoramiento o ternura paternal, que potencia en una sobre-protección y una dedicación extraordinaria, entre otras cosas porque es lo que esta linda criatura motiva y genera desde su delicada juventud y feminidad en un hombre que anda carente de amor, de familia, de hijos, pero que a la vez posee mucho amor en su interior, para dar u ofrecer.
Ella, Dong Jie, con su actuación es la que salva la película, pero también la maestría del director en saber concluir la historia con un toque valiente, cargándola con carga positiva y sentido teleológico, abierto al no rendirse, a la esperanza, a tener fe en el devenir y el universo.
Fej Delvahe
Hay, en este mundo, muchos padres, hermanos o abuelos que dan, pero dan siempre con rabia, sobre todo cuando se trata de sus seres más cercanos. Su generosidad está cargada de menosprecio, de disgusto, y yo creo que de autofrustración, por no haber logrado hijos o nietos más afortunados o más comprometidos con ellos mismos. Este dar vale muy poco, porque quien recibe se siente humillado, y es odio y no afecto lo que logra sembrar en su corazón. Primero por él mismo, por verse obligado a recibir de quien lo mancilla, y segundo, por aquel que le da, porque sabe que, en el fondo, le desprecia.
También hay en este mundo, y por fortuna, gente que está ávida de dar y de servir porque así se siente desempeñando el rol para el que ha nacido, pues, cuando se da de corazón, no hay nada más gratificante para el ser humano, que sentir que ha sacado a alguien de un apuro o que le ha ayudado a mejorar su calidad de vida.
El ser que realmente da, no espera recompensas, pues el simple fluir lo hace sentir pleno, y en vez de desear agradecimientos, es él quien los da por hallarse en estado de abundancia. El acto sincero y amoroso de dar es un acto de creación porque está sembrando bien, confianza y esperanza.
Es a esto a lo que llega Zhao, un hombre ya mayorcito quien, deseando formar pareja con una rolliza mujer de conflictiva existencia, acaba conociendo a Wu Ying, una dulce e invidente adolescente quien, huérfana de madre, y abandonada por su padre junto a su madrastra, comienza a sentir que, ésta mujer, le está cobrando el resentimiento que siente por su volátil padre. Zhao, tomará entonces a su cargo a la bella Wu e iniciará una larga aventura para lograr que ella acceda a los tiempos felices, mientras consigue darle un sentido a su existencia.
La película de Yimou, no tarda en remitirnos al clásico de Charles Chaplin Luces de la Ciudad, pero su toque personalizado y muy oriental, logra que el filme se sienta suyo y con un cierto encanto, aunque – hay que decirlo -, sin la inmensa magia y la poética calidez que posee la ya clásica obra de Charlot.
Con todo, al final uno siente que, con gracia y sabiduría, TIEMPOS FELICES, ha mostrado un sendero que da sentido a la existencia, y por esto, bien que se merece nuestro más sincero aplauso.