Guiones cambiados
Sinopsis de la película
En Guiones cambiados un actor secundario llamado Lance (McManus) trabaja como guardián de un hotel, siendo su verdadero trabajo el de gigoló. Una colega está obesionada con él, pero Lance la ignora y evita. Deja su curriculum vitae actoral en el cuarto de una guionista, que está realizando audiciones para un telefilme basado en la historia verdadera de su fallecido hermano. Lo escoge para que interprete el papel protagónico y los dos comienzan un romance. Ella se muestra cada vez más angustiada, pues es claro que el productor está cambiando su historia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Speaking Parts
- Año: 1989
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
6.3
87 valoraciones en total
Exposición—
Película coral que mezcla drama con una pizca de ucronía postmoderna (vídeo como elemento fundacional de una nueva cultura de clase o proyección del inconsciente). Se observan concordancias: Videodrome y W. Wenders, o Antonioni y su introspección vs. acción.
Episodio—
Puesta en escena de personajes disgregados y aislados. Un argumento elusivo e indirecto, de narrativa alineal y caracteres de conducta errabunda. Egoyan estira artificialmente el tempo narrativo porque el supuesto naturalismo de cualquier escena se ve siempre viciado por la presencia de la cámara.
El metraje ofrece una composición musical (repeticiones y resonancias que se amplían, el propio director menciona la fuga como modelo). Fragmentación de las partes en una polifonía de voces –recurso frecuente en su cine– con diferentes niveles de significación. Se hace patente la estructura zapping al final del film, donde las escenas se alternan en cambios de canal.
Tema—
a) La grabación como jerarquía: los poderosos ocupan un lugar privilegiado en la imagen (monitor elevado y centrado: poder de su palabra). Capacidad última de decisión en cuanto a lo que será o no emitido.
b) La grabación como distanciamiento: videoconferencia, vídeo-mausoleo, Lisa viendo escenas donde sale su amante como extra … Todo apunta a la soledad y la herida mal curada.
Sujeto-Contrasujeto—
La imagen de vídeo proyecta la intimidad de los personajes (lo señala el propio realizador y lo recoge A. Weinrichter en su libro sobre el realizador armenio Teorema de Atom). El vídeo como evocación interior de aquello que la narrativa del film deja en el aire, un paisaje etéreo, corte ontológico y cuasi fantasmagórico del inconsciente. Un doble con más capacidad para la introspección que los hechos superficiales: el gesto lacónico del actor cobra importancia por lo que el cuerpo calla.
La mala calidad de la imagen en el monitor (nieve, rayas) es esencial para evidenciar la ruptura realidad-grabación y los niveles añadidos (efecto que destaca en la secuencia donde Lance aparece duplicado en el plano y el monitor a su lado, como un gemelo, hablando a la vez).
Egoyan avisa del poder de desvelamiento en la imagen de video. Tal riesgo aparece en la boda: si no te gusta que te graben (lente cerca del rostro, desarmando y sometiendo a la persona) no se lo hagas a otros .
Stretto—
El espectador debe realizar un leve esfuerzo para unir ambos mundos y acceder a las pulsiones de los personajes: el supuestamente real y el inconsciente que ofrece el vídeo. Leve, porque el diálogo (speaking parts) explica, respetándonos cierta capacidad de interpretación última, muchos de los pormenores.
Coda—
El director, como hicieran desde presupuestos diferentes Wenders y Cronenberg, indaga en la época del vídeo y la cotidianeidad de las imágenes. Nuestras ideologías, pensamientos y sentimientos vienen construidos por un constante batido de imágenes. Nos comunicamos a través de ellas otorgándoles la prerrogativa de explicar lo vivido. Las proyecciones conviven con nosotros como una prótesis o transparencia superpuesta (vídeo doméstico, televisión, videoconferencia…).
Egoyan, así, le entrega al monitor la configuración del subconsciente de sus personajes convencido de que, en esta modernidad líquida en la que estamos, una imagen (de vídeo) vale más que mil palabras.