Goodbye, Berlín
Sinopsis de la película
Maik, un muchacho de 14 años marginado por su clase, crece en el seno de una familia rica y disfuncional en Berlín. Durante las vacaciones veraniegas, su alcohólica madre ingresa en rehabilitación mientras su padre se ausenta con su joven ayudante por un presunto viaje de negocios. Maik está solo en casa, en su piscina, hasta que un nuevo compañero de clase llamado Tschick, joven inmigrante ruso, aparece con un coche robado. Juntos se lanzan a la carretera sin plan aparente.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tschickaka
- Año: 2016
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
6.3
75 valoraciones en total
Las sensaciones más inesperadas se pueden encontrar de las formas más raras.
Sobre todo en la adolescencia, ese erial de certeza, cuando ansiamos lo inmediato y atractivo, sin pararnos a pensar nunca en su verdadero valor.
Dejándonos antes conquistar por una emoción sencilla, que en esa época lo parece todo, que por profundizar en cualquier otra cosa.
Así le sucede a Maik en su instituto, cautivado por su compañera Tatiana, con la simple esperanza de que ella le quiera invitar a su fiesta que anuncia el comienzo de las vacaciones.
Tiene poco tiempo y atención para su nuevo compañero de pupitre Tschick, pues ya desde el principio ha sido juzgado por su aspecto, por sus maneras, y no merece que gaste en él ni un solo minuto de los que dedica a hacer un dibujo de Tatiana, para resaltar que se lo ha currado, que la quiere aún a pesar de que para ella es invisible.
Los días avanzan embargados en ese esfuerzo, entre padres ausentes e intentos por destacar, fructificados en una chula chaqueta con dibujo de dragón que parece su cura contra la invisibilidad. Y entonces llega el verano… con la promesa de ser solo un paréntesis para curar la decepción de no ser invitado.
Goodbye Berlin echa una mirada muy particular al desencanto juvenil, y a la vez inicia una búsqueda para averiguar qué es lo realmente importante a esa edad, qué es lo que nos hará madurar mañana.
Pero tampoco endulza ni idealiza: Maik puede sentirse decepcionado, pero quizás tampoco ha mirado en los lugares adecuados.
Concretamente a su derecha, donde se sienta Tschick, el único que ha reparado en cómo mola su chaqueta, el único que le molesta e incomoda pero a la vez le reta e impulsa.
No nos han invitado a la fiesta, y qué: Tschick juzga que esta vida es para colarse en fiestas, sin haber sido invitado, solo para decir lo que quieres decir. Después te marchas, diciendo que tienes planes más importantes, pero es que, por una vez, esa extraña pareja que son Maik y él los tienen de verdad.
Un viaje de carretera casual a Valaquia se acaba convirtiendo en la aventura de sus vidas, donde aprenden a convivir y abrirse, pero siguen sin dejar de lado la inconsciencia de una adolescencia que por fin están disfrutando como se merece.
Sin reprimirse, sin echar la vista atrás, sin arrepentirse de que esa chica especial no ha apreciado su dibujo. Se hizo, y puso todo de su parte para hacer un bello retrato de Tatiana.
Lo demás es secundario, y así debería ser siempre.
Maik, en su omnipresente voz en off, menciona que no se puede contener la respiración para siempre .
Una verdad evidente, que cobra significado cuando vemos que estos adolescentes van a donde quieren, viviendo como quieren… y por primera vez ganan.
Sin salidas fáciles, sin arreglos mágicos, ellos siguen siendo los de siempre, dos marginados de un instituto que no les presta ninguna atención. Pero en su viaje se convierten en los reyes del día, sin más límites que el horizonte.
Por el camino, quedan envoltorios de comida rápida, préstamos al margen de la ley, heridas que revelan otras más profundas, baños en un lago que dan pie a una madurez inesperada.
También otras personas, como Isa, la misteriosa autoestopista que se encuentran, que como amor platónico deja más impacto que cualquier chica de fiesta veraniega.
Todo para confirmar que las mejores personas que conoces son las que se quedan poco tiempo, por mucho que su presencia nos pueda durar años.
El tono ligero y casi superficial de la propuesta nos podría despistar.
Pero no nos equivoquemos: este es uno de esos viajes que deja su huella, aunque nunca la hayamos querido.
Cuando esta tarde a última hora comencé a verla, creí encontrarme ante una de esas propuestas que rozan la lateralidad, los primeros minutos presentan el final de curso de unos adolescentes, con un verano por delante, y ciertas ideas arriesgadas.
A partir de ahí nada nuevo, la trama se fue diluyendo sin desarrollo, todo muy visto, alejado del asombro, sumido en el descubrimiento sorpresivo que se manifiesta en la adolescencia, cuando la vida sale al encuentro, se busca y se necesita en sus emociones mas primarias.
Una lástima porque prometía, y esa voz en off de los primeros minutos, ayudaba a crear el clima adecuado a lo que hubiera podido ofrecerse, como una gran historia.
Maik está lejos de ser un chaval popular en su clase. Ni siquiera se atreve a entablar la más mínima conversación con Tatjana Cosic, bella joven de la que está secretamente enamorado y que sí posee unos altos índices de reconocimiento entre sus compañeros. Parece obvio que la situación no se puede desatascar sin un impulso en la personalidad de nuestro protagonista, impulso que le llegará de la mano de Tschick, un adolescente de origen ruso que tampoco consigue la aprobación inmediata de sus compañeros, pero con la diferencia de que a él no le importa y prefiere dedicarse a vivir la vida. La amistad surge entre estas dos almas solitarias y les llevará a experimentar un viaje nada sencillo de realizar… ni de olvidar.
Goodbye Berlin (Tschick) es como se titula esta película alemana que dirige Fatih Akin, realizador que por su currículum (Contra la pared, Al otro lado, Soul Kitchen…) parece veterano, pero que en realidad apenas cuenta con 43 años de edad. Esta cinta, como bien se vislumbra en sus primeras escenas, pretende realzar el valor de la amistad y de la confianza en la personalidad de uno mismo, ignorando a aquellos que se rigen por falsos y prepúberes estándares sociales. Un carpe diem, en definitiva, que nos muestra un espíritu de libertad (y casi de libertinaje) que si hubiera que compararlo con alguna obra famosa sería con Cuenta conmigo (Stand By Me), film ochentero nostálgico por excelencia.
La obra de Akin no deja de ser una road movie que lucha por alejarse de las convenciones sociales con algo de rebeldía, a lo Easy Rider, aunque por el camino caiga en algunas cinematográficas. Véase la sibilina aparición del personaje de Isa, cuyo notable interés inicial se diluye al zambullirse en la espiral desatada en torno a la figura del protagonista, verdadero epicentro del relato. De hecho, tampoco Tschick, pese a dar nombre al título original, llegaría a adquirir un rol protagónico absolutamente esencial de no ser por el curioso perfil con el que está proyectada su personalidad: un tipo de su estilo jamás puede pasar inadvertido para el espectador. La honestidad que desprende el joven es lo que le hace cobrar un sentido especial, en cierta manera reproduciendo ese patrón ya visto en ocasiones y que señala a un héroe-protagonista humilde y callado mientras que es su fiel compañero quien asume el humor y la franqueza, consiguiendo con ello el mayor reconocimiento por parte del público.
Lo que no se debe menospreciar en Goodbye Berlin es su curiosa capacidad para sorprendernos con la amplia y a veces excéntrica variedad de situaciones y personajes que aparecen allá donde se dirigen los protagonistas. La despedida de estos de la capital alemana ya tiene un punto de disfrute que engancha, y que no cesará en otras variopintas escenas como, por rescatar alguna, la de la comida con la gran familia de pueblo.
Por motivos como los citados en el párrafo anterior, Goodbye Berlin consigue captar toda la atención de los que estamos frente a la pantalla. Prácticamente todo está medido de tal forma que lo excéntrico no llegue a rebosar los límites de lo creíble, no es tan difícil imaginar que dos adolescentes se monten en un coche y no miren atrás, ni tampoco que uno de ellos toree a un policía. Lo que más descoloca es la ya mencionada aparición y evolución de Isa, que sí se asemeja más un producto de fantasía que a algo que pudiera ocurrir al doblar una calle cualquiera.
De cualquier modo, merece la pena dirigir la vista hacia una película que, con sus arreglos, sabe divertir a la par que no renuncia al punto de naturalidad que siempre es necesario para no convertirse en un relato que alcance el tedio por su irrealidad. Goodbye Berlin logra aquello que pretendía y nos deja acompañar a sus protagonistas por la espiral aventurera en la que voluntariamente se sumergen.
Álvaro Casanova – @Alvcasanova
Crítica para Cine Maldito
Fatih Akin dirige esta road movie con dos protagonistas atípicos. En la flor de la vida pero marginados y con una situación complicada. En Maik (Tristan Göbel) y Tschick (Anand Batbileg), que es el nombre de la película original, veremos el proceso multicultural de Alemania, la disfuncionalidad de la familia y la adolescencia en sí misma narrada con una sencillez pasmosa, pero no por ello menos interesante y contundente. Interesante la lectura sobre la madre que hace Maik en clase y le sirve para conseguir marginarse todavía más. Sin embargo, la llegada de Tschick, un asiático inmigrante ruso hará que ese verano sea diferente y revelador para ambos.
No se les ocurrirá otra cosa que robar un coche y viajar con él hacia donde les lleve, encontrándose en situaciones variopintas y con un aprendizaje convertido en una huida hacia adelante que, si bien acaba siendo una película feel-good, nos muestra los clichés de la sociedad y el poder de la amistad más sincera. El amor de la chica más popular de la clase se le resiste a Maik, que cuando esta ni siquiera le invita a su cumpleaños ve cómo su vida entra en barrena. Fatih Akin, su director, carga GOODBYE BERLÍN en las espaldas de ambos con gran acierto, puesto que tanto Tristan Göbel como el desconocido Anand Batbileg dotan al filme de gran carisma y personalidad.
TSCHICK es un golpe de aire fresco en la cartelera que, si bien no aporta nada nuevo y tiende hacia el optimismo, supone un gran entretenimiento y buenas dosis de reflexión para los que sepan ir más allá de la sencillez que parece proponer. Familia, educación, inmigración, amistad… Una road movie que sabe divertir y tiene grandes dosis de humor, es magnética y reveladora en un mundo en el que los adolescentes solo se preocupan por la cantidad de likes y me gusta que reciben por unas fotos retocadas en redes sociales.
En defintiva, GOODBYE BERLÍN es una buena película, divertida, sencilla y con carisma. Su banda sonora también es apropiada y su guión, aunque sencillo, nos va despedazanda trocitos de una sociedad Alemana que no dista demasiado de la nuestra. Mismos problemas y grandes dosis de optimismo para una etapa de la vida en la que somos más vulnerables que nunca. Quizás todo el mundo debería realizar un viaje así para darse cuenta del valor de la vida y de lo que importa de verdad. No os la perdáis.
El pasado martes tuve la suerte de poder asistir al preestreno de la película Goodbye Berlín gracias a Golem Distribución y, aunque inexplicablemente mi nombre no apareciese en la lista, pude disfrutar de esta aventura en carretera porque le caí bien a la señora del mostrador. ¿Estamos ante la hermana cómica de Heartstone, película presentada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla 2016?
Goodbye Berlín es una simpática comedia sobre dos adolescentes que deciden adentrarse en una aventura veraniega dejando su ciudad, dando lugar a un sinfín de situaciones cargadas de humor tratadas de un modo excepcional. Por suerte, esta cinta alemana no juega a ser tan astuta como Chicas Malas ni tan inteligente y pasional como Hacia Rutas Salvajes. Goodbye Berlín decide crear una atmósfera independiente con sus personajes y situaciones naturalistas, dotadas de algo de locura para no dormir al espectador. Sin embargo, pierde el norte a la hora de llevar al extremo la descripción de alguno de los personajes (como el padre del protagonista) y peca de informar de manera escasa sobre otros que podrían haber dado mucho juego (como su madre alcohólica). A pesar de todo, este largometraje dirigido por Fatih Akin consigue salir del paso de manera efectiva, logrando que el espectador llegue a disfrutar en muchísimas ocasiones de este viaje.
Es por eso por lo que Goodbye Berlín decide enfocar este viaje desde el punto de vista de los adolescentes, narrando siempre en primera persona a través del personaje protagonista y evitando meterse en camisa de once varas. Maik y Tschick viven una aventura edulcorada e inocente en coche como si de Thelma y Louise se tratasen. Además, el coche que toman prestado (sic.) supone un escenario idóneo para descubrir las emociones de ambos personajes: el hecho de ser inadaptados sociales, sus primeros amores, problemas familiares o cómo plantar cara al nuevo año tras las vacaciones. Desgraciadamente, y a pesar ser un metraje de tan solo 90 minutos, su guión se desinfla en excesivas ocasiones, haciéndonos creer que nos hemos perdido y llevamos dando vueltas a una rotonda durante más de quince minutos.
Su guión yerra de excesiva inocencia y de costumbrismo independiente. El pasar por alto temas como el bullying o la homosexualidad es uno de los grandes errores de esta cinta. Aunque claro, si no sabes torear, no te metas, que diríamos a cierta serie de Netflix. El director no ha sabido jugar con la enorme cantidad de elementos cinematográficos que puede llegar a aportar una película de carretera: su fotografía no provocan ganas de viajar, su dirección acaba resultando plano contra plano y los dos jóvenes actores no son capaces de soportar todo el peso de la película. Por mucho guiño cómico que el guión contenga o por mucho dramatismo que intente alcanzar, su irregularidad acaba pasándole factura.
En definitiva, Goodbye Berlín supone una comedia entrañable que peca de torpeza, tanto en dirección como en guión. A pesar de que en ocasiones consigue encontrar un camino sin baches, acaba resultando más similar a compartir coche con un desconocido en BlaBlaCar que una aventura veraniega con tus amigos.
Nota: 5,25 / 10