Girimunho, imaginando la vida
Sinopsis de la película
Bastu tiene 81 años y vive en un pueblo del interior de Brasil. Después de la muerte de su marido trata de encontrar una nueva vida. Partiendo de una ciudad real y de su gente, la película explora su universo imaginario para hablar sobre las relaciones humanas y apunta a la coexistencia de las tradiciones y la vida contemporánea, la realidad y el sueño, disolviendo los límites entre estos conceptos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Girimunho (Swirl)
- Año: 2011
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
4.8
20 valoraciones en total
Un buen día dos directores brasileños, Clarissa Campolina y Helvecio Marins Jr., deciden tomar aire y soplar lo más fuerte posible hasta formar un remolino o GIRIMUNHO (así se dice en portugués y así se llama la película) donde viejos y mayores del interior de Brasil puedan volar juntos con sueños y sin límites.
El experimento comienza con un desconcertante baile de figuras humanas a contraluz y al son de los timbales. Los directores se empeñan plano tras plano en demostrar que tienen bien aprendida la técnica. Y aunque los encuadres, la profundidad de campo y los sonidos diegéticos sean de bellísima factura, se han olvidado de dotarlos de intencionalidad narrativa.
En cierta medida es comprensible el tratamiento primitivo de los actores, pero no tanto el tono aséptico y distante de la mayoría de diálogos. Tampoco el abuso de miradas perdidas en busca de lo trascendental. Está bien poner la tilde sobre lo esencial de lo cotidiano en la vida rural. Aún así sería más efectivo tocar pie en un punto intermedio entre lo documental y lo paródico-costumbrista en lugar de nadar a la deriva.
Bastan diez minutos de filme para descubrir que la intensidad dramática no se consigue alargando la duración de los planos sino matizando el contenido de los mismos. Muchas secuencias de la segunda mitad de película son más narcisistas que efectivas y, pese a lo consecuente de mantener el tempo acorde a la atmósfera que describe, la duración final se hace insostenible.
Puede que el ritmo de la vida real sea más lento y que en ella pasen cosas más aburridas, pero demonios: esto es cine. Hay que mojarse y contar historias más allá del retrato, la realidad y el remolino.