Esos tres
Sinopsis de la película
Karen y Marta, compañeras de la universidad y ya graduadas, convierten una granja que ha heredado Karen de su abuela en un colegio para chicas. Pero un día las dos profesoras y el doctor Joe Cardin, el médico que las animó a construir la escuela, se ven envueltos en un escándalo cuando una alumna perversa se dedica a difamarlos.
Detalles de la película
- Titulo Original: These Three
- Año: 1936
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
7.1
58 valoraciones en total
Increíble lo que una niña aparentemente inocente pero en realidad malvada, resentida y manipuladora como ella sola es capaz de formar.
Veo esta película muchos años después de haber visto por primera vez el célebre remake, magníficamente realizado de nuevo por Wyler, que con el título español de LA CALUMNIA protagonizaron las maravillosas Audrey Hepburn y Shirley MacLaine. Fue una gran película que me pone los pelos de punta cada vez que la veo, y tenía curiosidad por ver esta primera versión, aunque con cierto reparo, ya que sabía que el tema principal que desencadena el drama (una relación homosexual en la obra original de Lilian Hellman) fue alterado (no en vano estaban en los mojigatos años 30) y transformado en un adulterio (y ni siquiera eso porque todavía no estaban casados).
Pues me he llevado una agradable sorpresa. La historia me ha enganchado desde los primeros minutos, cuando las dos amigas, Hopkins y la Oberon, conocen al apuesto McCrea, y ya no he podido dejarla hasta el final. Pese al cambio introducido, éste no modifica en lo sustancial la historia, a saber: la perversidad infantil como detonante del conflicto en una sociedad rural y puritana donde la más mínima desviación -auténtica o imaginaria- de lo moralmente aceptable condena, por disposición de los detentadores del poder en esa sociedad, sin derecho a defensa alguna, a los presuntos infractores al ostracismo y a la alienación sociales. Muy bien escrita, con unos diálogos fluidos y memorables, muy bien interpretada (están todos perfectos, pero me ha llegado al alma el trabajo de la sufrida Miriam Hopkins, y, como no, el de la pequeña Bonita Granville, bordando el personaje de la niña malvada) y maravillosamente dirigida por ese genio polifacético, y no siempre reconocido, llamado William Wyler.
Creo que ESOS TRES no tiene nada que envidiar a LA CALUMNIA, y me ha parecido tan moderna (en el tema, en la fluidez del montaje y de los movimientos de cámara, hasta en la fotografía) como la segunda. ¿De verdad que está rodada en 1936?
Filme poco conocido de Willian Wyler, pero realmente bueno en el sentido psicológico de lo que narra.
El tema es muy interesante pues por más que haya buenistas y crédulos que aún se crean que todos los niños por el simple hecho de serlo son inocentes, dicen la verdad o no son conscientes de las maldades que comenten, hay muchos casos empíricos que demuestran lo contrario —y esto precisamente es lo que pone de manifiesto este filme—. Así, el argumento cuenta como una niña realmente malvada o cabrona, Mery Tilford (interpretada magníficamente por Bonita Granville) difama, calumnia, a una de sus maestras y como suele ocurrir por regla general, dado que es una criaturita aparentemente frágil, su abuela y tutora la cree e igualmente el conjunto de los adultos que forman la pequeña sociedad donde se desarrolla la acción. A partir de ahí los acontecimientos se cargan de suspense y Wyler los va manejando con su habitual maestría y honorabilidad.
El caso de esta película me ha recordado al que pasó acá en R. Dominicana a principios de este siglo, en la localidad de San Rafael de Yuma, provincia La Altagracia, donde una niña y luego otras más acusaron al director de un albergue de infantes, un norteamericano de nombre Rigoberto de Jesús González Padial, de albergar en la institución que administraba todo tipo de orgías sexuales con las niñas allí recogidas, ritos satánicos en los que incluso se sacrificaron bebés, etc. Las acusaciones eran malas hasta límites de asqueamiento, pero por más que la policía levantó y removió la tierra donde según ellas estarían enterrado restos de las personas sacrificadas, nunca se halló nada ni ninguna otra prueba de que las cosas que decían fueran verdad. Sin embargo, la sociedad dominicana y sobre todo los Medios de Comunicación a priori condenaron y demonizaron al acusado creyendo fácilmente a las niñas acusadoras. Aquel hombre fue metido en prisión donde murió a los pocos meses antes de que se celebrara el juicio. En general todo el mundo lo creyó culpable aunque él siempre se declaró inocente y mantuvo que todo aquello era una fantasía montada por algunas niñas terribles. Y viendo esta película uno sospecha que el tal Rigoberto de Jesús bien pudo ser víctima de mentes infantiles muy malvadas, que las hay, por supuesto que las hay, entre otras cosas porque nunca se hallaron pruebas ni contra él ni contra los otros adultos que las niñas incriminaban de manera casi infernal.
Yo desconocía esta película cuando ocurrió aquel caso, pero de haber sabido que existía se la habría recomendado, para que la viera y considerara la importancia de su contenido, a más de un fanático que en aquellos días opinaba cerrilmente que las niñas no podían mentir ni difamar en ningún caso pues eran niñas, frente al director del albergue que por ser viejo, extranjero y religioso les parecía a todos los metidos a jueces el mismísimo Anticristo.
Fej Delvahe
Un espléndido drama intrigante que cuenta con un triángulo muy especial: dos amigas (Miriam Hopkins y Merle Oberon) que acaban de abrir una escuela para niñas, y su amigo doctor (Joel McCrea) enamorado de una de ellas. Las mentiras, los rumores, los tejemanejes y los chismorreos de una niña malcriada y malévola (Bonita Granville) destruirán la vida de los tres y provocarán las dudas entre ellos.
Ligeramente inspirada en la obra de Lillian Hellman The Children’s Hour, Wyler nos ofrece aquí un melodrama muy bien contado donde ya se veían sus cualidades y dominio del lenguaje cinematográfico, con escenas de gran e impactante fuerza dramática que en ocasiones dejan paso a la tragicomedia, con un estupendo empleo de las escaleras y espacios cerrados para aportar información de la psicología de los personajes, con una gran dirección de actores y sobre todo de actrices, y con una cuidada ambientación.
Magníficas interpretaciones, todos cumplen su papel perfectamente en la trama y el casting es perfecto en cada uno de sus personajes. El mayor acierto es la elección de la niña rica, malvada y odiosa del que realiza una portentosa recreación la actriz Bonita Granville, su papel es escalofriante y logra apoderarse de todas las escenas en las que aparece y representar de manera verosímil la perversidad infantil.
Wyler rodó una nueva versión en 1961 con el título La calumnia en la que pretendía atrapar todos los matices que en su momento no pudo reflejar. Aquí las maestras son Audrey Hepburn y Shirley McLaine, fantásticas las dos. Otro trabajo excelente de Wyler como director y una de las primeras películas de Hollywood donde se trataba el tema del lesbianismo.
Primera colaboración de William Wyler (Alemania 1902- L.A./EEUU 1981) con el productor Samuel Goldwyn. El guión, de Lillian Hellman, adapta con variaciones su obra de teatro The Children’s Hour (1934), basada en hechos reales sucedidos (1810) en Edimburgo. Entre noviembre de 1935 y enero de 1936, se rueda en escenarios naturales de Franklin Canyon (Santa Mónica Mountains, L.A.) y en estudio, con un presupuesto relativamente holgado, como ocurre siempre en las producciones de Goldwyn. Nominado a un Oscar (actriz de reparto, Granville), el film se estrena el 18-III-1936 (EEUU). La acción dramática tiene lugar en el campus de una Universidad norteamericana, en una granja de las afueras de Lancet (MA) y en Viena (Austria). Se extiende a lo largo de varios meses de 1934-35.
El film sobresale por la agilidad, eficacia y solidez de la narración que desarrolla. Pone de manifiesto las habilidades del realizador, del que acredita su competencia y fértil imaginación. Combina de modo sorprendente unos diálogos muy bien elaborados, una brillante puesta en escena y un trabajo de cámara rico en recursos y aciertos visuales. Presenta un diseño de planos que con brevedad poco común dicen muchas más cosas de lo que el espectador espera. Son magníficos dos planos en diagonal de la ceremonia inicial de graduación. Emociona el plano de las ruedas en movimiento de un ferrocarril que al pasar deja en el centro de la pantalla la imagen de las dos amigas, componiendo una potente elipsis que en pocos segundos traslada la acción en el tiempo y en el espacio.
En varias ocasiones la cámara explica la acción principal dejándola fuera de pantalla y mostrando en primeros planos las reacciones de quienes la contemplan desde el interior del plano. Otras veces la cámara se sitúa en una posición alejada de la acción principal para mostrar en un plano general las emociones colectivas. Tienen su importancia las acciones que se ven en segundo término o en el fondo del plano. La película reclama ser mirada con atención y con espíritu dispuesto a gozar de unas imágenes concebidas con maestría y filmadas con un agudo sentido de la belleza plástica.
Otra gran virtud de la obra viene dada por la acertada interpretación de los protagonistas. Ofrecen un trabajo colectivo equilibrado, exento de estridencias, contenido y creíble. Hopkins se muestra sensible y convincente. Oberon luce su belleza exótica ofreciendo intervenciones llenas de naturalidad y serenidad. Joel McCrea asume con dignidad el papel de apoyo al lucimiento de las protagonistas. La niña Mary Tilford (Granville) se come la pantalla en casi todas sus intervenciones. Rosalía Wells (Marcia Mae Jones), en un papel de niña frágil y entrañable, se gana la simpatía del público.
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La calumnia es la mentira que se pregona como verdad para atentar con ella contra la dignidad de una o varias personas. Hay calumnias plenas en las que, todo lo que se dice es imaginado hasta la última palabra, y hay calumnias tendenciosas donde se dice la verdad… pero no toda la verdad, y apenas se dice lo que perjudica al inculpado. También hay dos tipos de calumniadores: Los que inventan la falsa imputación y los que se convierten en transmisores de ésta, convencidos de que, lo que les contaron, es completamente cierto.
En todo hecho, por evidente y condenatorio que parezca, hay dos versiones y es imprescindible conocer la del inculpado para poder tener la mejor perspectiva de juicio. Aquellas premisas de que yo a él le creo o de que a los niños hay que creerles, están viciadas de excesos puesto que, es necesario mantener el beneficio de la duda, dado que los mecanismos de defensa y de ataque hacen parte de la estructura psicológica de todo ser humano, y en ocasiones, tales mecanismos poseen características exacerbadas en ciertos individuos (hombre o mujer, adulto o niño).
Basado en su novela, The Childrens Hour (La Hora de los Niños), el guion de la valiente y magnífica escritora Lillian Hellman (de quien veríamos, luego, otros brillantes ejercicios literarios en filmes como Dead End, The Little Foxes, Watch of the Rhine, y otros), nos habla de dos emprendedoras chicas, Martha Dobie y Karen Wright, quienes, luego de graduarse de la universidad se unen para fundar un internado de niñas en la vieja casa que la segunda ha recibido como herencia. Todo parece marchar de maravilla –aunque ande por ahí la muy ligera y entrometiche tía Lily, mejor conocida como la duquesa- e incluso, Karen está a punto de casarse con un médico vecino que se convierte en su mejor aliado.
Pero, entre las alumnas se encuentra, Mary, la nieta mimada de la influyente señora Tilford, y sus constantes improcedencias la convertirán en la piedra en el zapato para la institución y sus comprometidas docentes, hasta que levantará una polvareda que tendrá bastante eco.
La estrechez de la censura de entonces, motivó cambios en el guion que modifican ciertos tópicos que sorprenden en la historia original (estos podrán encontrarse en la posterior y más ajustada versión realizada de nuevo por Wyler, en 1962, con el título original The Childrens Hour ), no obstante, el resultado de esta primera adaptación es óptimo, y con un intachable conjunto de actores (en el que sorprende, Bonita Granville, como la joven Mary), sumado a la brillante labor del maestro, William Wyler, lo que tenemos es un filme de altos méritos y memorable historia.
Título para Latinoamérica: INFAMIA