Esa cosa llamada amor
Sinopsis de la película
James, Miranda, Kyle y Linda Lue son cuatro jóvenes que provienen de lugares muy distantes de los Estados Unidos. Todos ellos tienen el mismo sueño: hacerse un lugar en la meca de la música country, el Bluebird Café de Nashville. La experiencia les enseñará que el éxito es bastante imprevisible y que componer una buena canción puede ser tan difícil como aprender a moverse por los vericuetos del amor. Fue el último trabajo de River Phoenix antes de su muerte.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Thing Called Love
- Año: 1993
- Duración: 116
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Opinión de la crítica
Película
5.9
72 valoraciones en total
Bellísima historia, llena de verdad, de sueños, de tonterías propias de la edad (de qué edad?), pero con personajes reales, auténticos, creíbles al cien por cien. Tanta basura hollywoodense nos vende historias y personajes estereotipados y ridículos, que es increíble como esta pequeña joyita quedó casi en el olvido. El trío protagonista se mete sencillamente en la piel de nosotros, el malogrado River Phoenix, la exquisita Samantha Mathis y personalmente, Dermont Mulroney creo que está excelente, además de cantar sus propias canciones.
Una pequeña joya para redescubrir, una película sobre los sueños, y lo que cuesta alcanzarlos. Probablemente permanecerá en el olvido como decía otra crítica, a pesar de ser una de las últimas interpretaciones de Phoenix, que aparece con cara de torturado, y que demuestra que además de buen actor era un competente cantante, y a pesar de ser una excelente película.
Buenas canciones y buenas interpretaciones, a destacar Samantha Mathis, la estrella de la función, que tuvo unos prometedores iniciós en películas de culto como ésta o rebelión en las ondas, y que protagoniza ese gran momento de la película, cuando con su guitarra anuncia que cantará algo nuevo, ese big dream (god´s a woman too), que se graba en la memoria.
Mi meca era Nashville
y allí me marché
fui con mi guitarra
cargada de fe.
Reencontré el alma
conocí el amor
y tambien el sabor amargo
de una triste canción.
Aprendí de la derrota
a saber levantarme
y que hay otros corazones
dispuestos a ayudarme.
y así sigo en el camino
generando melodías
uniendo letras y frases
que desgranen mi destino.
Nashville Tennessee cuna de mi corazón
me enseñaste a romper el límite
de que si un hombre sabe a poco
por qué no tener dos.
Clásico y encantador film de Peter Bogdanovich, que cuenta con un cuarteto de actores que despuntaban en el momento, aunque a posteriori, tan solo la recientemente oscarizada Sandra Bullock consiguió escalar la cota del éxito. Samantha Mathis está brillante en su papel de joven cantante country recien llegada a la mítica Nashville, dentro de un guión, una dirección y una música llenos de naturalidad y vida.
Como he dicho ya en otras críticas de otras películas, Samantha Mathis me parece una actríz exquisita, y he tratado de encontrar y mirar trabajos que ella haya hecho. Desafortunadamente poco se la ha visto en los últimos años, pienso que trabaja más ultimamente para la televisión, y en esta búsqueda di con esta preciosa película que tiene un título igual de encantador Esa cosa llamada amor .
Es la última cinta que River Phoenix rodó antes de su muerte, acaecida en 1993, que afectó también a Mathis, ya que para ese entonces ellos estaban juntos como pareja.
La historia es sencilla y bonita, esta chica que quiere ir a la ciudad del country para triunfar en grande, y cuando llega se da cuenta que no es tan fácil, y le toca trabajar de camarera en el sitio en donde ella aspiraba poder demostrar su arte. Conoce allí luego de una fallida audición a James Wright, un muy buen cantante, pero con un carácter un poco peculiar, que es precisamente lo que hace que ella se enamore de él, así como también conoce a Kyle y a Linda Lu, que tratan igualmente de entrar en el mundo del espectáculo. Luego de poco tiempo, Miranda (el personaje de Mathis) y James se casan, pero enseguida se dan cuenta de que el matrimonio no es nada fácil. El final es fácil de adivinar, y la historia de amor continúa como cualquier otra historia de amor puede continuar. Lo bello de este film es el mensaje que transmite: luchar por los sueños que uno tenga. Las cosas en la vida no son fáciles, para alcanzar una meta hay que luchar por ella, y no dejarse vencer por las complicaciones que se puedan encontrar en el camino. Este mensaje es válido para todo caso: cuestiones de trabajo, cuestiones de amistad, o las cuestiones de esa cosa que se llama amor.
Es bello escuchar a los mismos actores cantar las canciones, ya que no fueron doblados en este film, sus propias voces son las que se escuchan en el film. La canción de Miranda es lindísima:
With a sweet sound only I can make
And it gets stronger
With every breath I take
And its all apart of making me feel new
Makes me think maybe Gods a woman too
Makes me think maybe Gods a woman too
Lindo film para verlo una tarde fría, con chocolate caliente con canela, y con la pareja de uno al lado, tres condiciones para abrigar el alma y dejar el corazón contento.
Hay películas, modestas en intenciones pero de resultados altamente estimulantes que, sin saber muy bien por qué, pasan desapercibidas y con los años se sumergen en un mayoritario e injusto olvido.
Es el caso, por ejemplo, de las preciosas, tiernas y divertidas Pan y tulipanes , de Silvio Soldini, Last Orders , de Fred Schepisi o Esa cosa llamada amor .
En cuanto a ésta última, probablemente contribuyó también a la indiferencia la mala fama que arrastra Bogdanovich de ser un director que no ha ratificado lo que auspiciaban sus brillantes comienzos. Es posible que en general sea cierta esta aseveración, pero considero que sí vivió a principios de los noventa un pequeño renacimiento artístico, como atestiguan la película que ahora nos ocupa, o la desternillante Qué ruina de función , para mí el film más hilarante de su década, junto con Misterioso asesinato en Manhattan .
Aunque Esa cosa llamada amor no pueda competir, ni como crónica generacional ni como discurso cinematográfico, con la hondura de La última película , ciertamente se eleva más allá de sus apariencias —una historia juvenil de acordes y desacuerdos— hasta erigirse en una agridulce reflexión sobre los sueños y el aprendizaje vital.
En un juego metacinematográfico, se podría establecer un paralelismo entre los cuatro personajes del film, que aspiran a convertirse en estrellas del country, con los actores que los recreaban, en ese momento jóvenes promesas que a su vez esperaban consagrarse como estrellas del celuloide. Quien estaba mejor situado, el por entonces ya ídolo juvenil River Phoenix, perdió la vida en el intento y solo Sandra Bullock lo logró. La vida imita al arte y, de una manera muy hustoniana, los precoces cantautores de Esa cosa llamada amor aprenden a valorar la importancia de la victoria moral sobre el fracaso material.
Finalmente, de directores como Bogdanovich siempre cabe esperar la cita cinéfila. En esta ocasión hay tiempo para revivir el beso entre Grace Kelly y James Stewart en La ventana indiscreta y, sobretodo, en uno de los más bellos homenajes que el cine ha hecho al cine, explicarnos cantando la historia de El hombre que mató a Liberty Valance .