Empire Records
Sinopsis de la película
Los jóvenes empleados de Empire Records, una pequeña pero animada tienda de discos, vivirán una jornada de trabajo un tanto especial. La tienda corre peligro de ser comparada por una cadena y el encargado, Joe, está dispuesto a impedirlo. Su idea es comprar el Empire y conservar así el estilo propio del local. Sin embargo, por la mañana descubre que el dinero que debía entregar al dueño de la tienda se lo ha gastado Lucas, el vigilante nocturno, en el casino.
Detalles de la película
- Titulo Original: Empire Records
- Año: 1995
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5.6
72 valoraciones en total
Dicen que el pasado siempre fue mejor y vaya que es cierto, ¡por la puta madre!, que regrese los noventas ya y nos salve de esta mierda generacional que involuciona a pasos agigantados. Empire Records lo es todo, no es tan solo una tienda de venta de discos, no es tan solo una película independiente orientada a adolescentes rebeldes y soñadores, no es tan solo un mundo demente y paradisiaco, Empire Records es un concepto, un conjunto de posibilidades, un cuento de hadas quizá pero con mucho rock, es como si el infierno y el paraíso se mezclaran, es algo indescriptible, es una experiencia de aquellas, inolvidable, una experiencia religiosa como diría Enrique Iglesias. ¿Quién no quisiera trabajar en un lugar donde se escuche música a toda hora, donde puedas bailar y cantar, hasta tocar, cuando te de la puta gana? ¿Quién no quisiera tener como compañeros a aquellos personajes tan singulares, tan originales, tan aputamadrados? ¿Quién no quisiera regresar el tiempo y conocer a Liv Tyler y a Renée Zellweger en sus mejores épocas? ¿Quién no quisiera escapar de su ridícula y monótona vida y experimentar los sucesos más inusuales? ¿Quién no quisiera estar un puto día, una puta hora, unos miserables minutos en ese magnífico lugar? Empire Records, marcaste mi vida. Gracias, Allan Moyle, cosas así no se ven todos los días.
No es que Empire Records haya envejecido peor que cintas coetáneas de similar pelaje, como Solteros (Singles, 1992) y, sobre todo, Alta fidelidad (High Fidelity, 2000), es que lo ha hecho peor aún que Renée Zellweger.
Vista con la perspectiva de las dos décadas y media transcurridas desde su estreno, esta (presunta) comedieta generacional no funciona prácticamente en ningún aspecto. Tampoco creo que en su día lo hiciera, pero el gusto de entonces difería notablemente del actual, eso es evidente. Si a Solteros cabía achacarle el retrato en exceso edulcorado que hacía de la generación X, el que le dedica Empire Records raya en el coma diabético. El pobre guion y la torpísima dirección dan como resultado una especie de sitcom inofensiva, reconcentrada en hora y media de metraje y a la que se hubieran extirpado las risas enlatadas —claro que, respecto a esto último no seré yo quien se queje—. Abundan los pasajes en que se bordea la delgada línea roja de la vergüenza ajena, y eso siendo generosos, porque bastantes de ellos abochornarán hasta al espectador más cursi.
Con todo y eso, y siempre teniendo en mente los usos (y abusos) del audiovisual de los noventa, Empire Records no se ve con demasiado desagrado. Antes al contrario, superada la lógica incomodidad inicial, una leve sonrisa reminiscente nos va a a acompañar hasta ese desenlace a medio camino entre un anuncio de Estrella y un mal viaje de masmelos. La banda sonora es excelente, sin duda lo mejor de la película. Con decirles que la tengo puesta en bucle mientras tecleo estas líneas… El trabajo entregado por su elenco femenino también vuela muy por encima del conjunto. La mencionada Zellwegger, junto a Lyv Tyler y Robin Tunney rebosan carisma y dejan en mantillas a sus contrapartes varones. Contaban 26, 18 y 23 años, respectivamente. Juventud, divino tesoro. Ay.
Primero que nada voy a ser sincero, el único motivo que me llevo a ver esta película fue ver la belleza de Liv Tyler en su máximo esplendor, lo cual fue un grave error.
Tras un (algo) interesante prologo, Empire Records se vuelve una sitcom cualquiera de día domingo, tanto en escenografía como en actuación, llena de escenas inconexas y personajes molestos sin sentido común, el director tenia todos los elementos para hacer un drama realista en un día cualquiera de los 90, usando la trama del cierre de la tienda y la inevitable cesantia de los empleados hubiese funcionado bastante bien, en vez de la pseudo comedia que intento hacer.
Empire Records contiene bastantes ingredientes que la podrían haber convertido en una película de culto, de referencia para una generación, la de los 90s. Su ejecución no obstante, la convierte en una película del montón. Pero a pesar de ello, funciona.
¿Cómo puede ser eso? En primer lugar por la banda sonora, potentísima, repleta de conocidos y pegadizos temas que se van sucediendo sin descanso y que en lugar de importunar, ayudan al avance de la trama. Aportan ligereza en el desarrollo de los acontecimientos.
En segundo lugar, unos personajes que, a pesar de comportarse en la mayor parte de los casos como auténticos imbéciles, tienen carisma. Un don que viene dado por unos jóvenes intérpretes que empezaban a despuntar y a dar muestra del éxito que les acompañaría en posteriores trabajos. Como es el caso de Liv Tyler o Renée Zellweger
Y por último, un final que logra encauzar con habilidad los disparatados acontecimientos que se han ido sucediendo en la frenética jornada de trabajo y que dejan un buen sabor de boca en el espectador. Una sensación de haberse evadido y disfrutado durante hora y media.
¿Es recomendable Empire Records? Para aquellos que se atrevan con cualquier tipo de película, para paladares poco exigentes o para amantes de la música sí. Sin duda. Si buscas un cine más trascendental, reflexivo y que te deje pensando una vez has terminado de ver la obra, la obra de Allan Moyle no es para ti. Pero ya sabéis, no suelo recomendar ninguna de los títulos que aparecen en la cara B de mis películas favoritas, así que avisados estáis.
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A priori sería el público objetivo de esta película. Nacido en los 80, los 90 representan mi principio de adolescencia. Amante de la música, especialmente la no tan comercial, y a la misma vez muy receptivo a la hora de ver películas que, de algún modo, se basan en simplemente mostrar pedazos de la vida común sin una trama demasiado pesada. Tono juvenil, caras reconocibles y una pseudocomedia detrás de todo. Una película que a priori no llegaría al 8 salvo en rara ocasión pero que de alguna manera aseguraría un 6.
Pues no.
Y es que Empire Records me generó más vergüenza ajena que otra cosa. Especialmente terrible el personaje de Ethan Embry, que con cada aparición hacía que me planteara seguir viendo la película. Él es el ejemplo de una película insulsa, sin magia e imposible de empatizar, pero ninguno de los personajes tiene detrás un trabajo acertado que haga que, por lo menos, te caigan bien. Como suele pasar en estas películas que llegan a mí por vías aleatorias y fracasan, una última escena con todos cantando y bailando dando todavía más cringe confirmaba el desastre.