El Zorro de París
Sinopsis de la película
En 1944 las tropas aliadas ya han desembarcado en Europa. Francia permanece ocupada por los alemanes que sufren los constantes ataque de la Resistencia y algunos oficiales tratan de impedir el sacrificio inútil de cientos de soldados pasando información procedente del Cuartel General de Berlín a las tropas aliadas. Entre ellos se encuentra el general Quade, que no desea ver como son aniquiladas las divisiones a sus órdenes en el inminente desembarco de Normandía. El capitán Eustenwerth, que actúa como involuntario mensajero de esa información, se enamora de la joven francesa Yvonne y así entra en contacto con la Resistencia. Inesperadamente, los dos idealistas oficiales, cuyos fines no son tan diferentes, se encuentran en ‘bandos’ opuestos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Der Fuchs von Paris
- Año: 1957
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
6.3
41 valoraciones en total
LLevo un rato preguntándome qué puntuación debo ponerle. Creo que se hace necesario añadir decimales. Si eso fuera posible, le habría puesto más de un 6 y medio.
Aunque como se informa al comienzo, los nombres tomados no son reales, el film se basa en un informe verídico de Herbert B. Frersdorf. La acción transcurre en mayo de 1944, en París, que se encuentra todavía bajo el dominio de las tropas alemanas. El día de la invasión aliada no está lejos y el mundo entero se pregunta cuál será la fecha elegida. En este ambiente de crispación, los servicios secretos trabajan a pleno rendimiento.
El protagonista es Hardy Kruger, una especie de Richard Widmark alemán, un especialista en cine bélico como lo demuestra en la logradísima El único evadido, también de 1957. Aquí encarna al Capitán Eustenwetrh, un oficial de tropa llegado a París, tras tres años en el frente ruso, sobrino del lustroso Coronel general Quade (Martin Held, otro actor con experiencia en el género bélico, Almirante Canaris, 1954). Quade tiene una visión enfrentada a la establecida por el Führer, en cuanto a detener la invasión aliada –una de las decisiones más trascendentes de la guerra- y así lo plantea en una solemne reunión de altos cargos, aunque su propuesta será rechazada.
La película combina estrategia militar, el intrigante trabajo sordo de los servicios secretos y un pequeño romance. Gusta por la claridad en la exposición de los hechos, fácilmente entendible para no iniciados en cine bélico en general y en este conflicto en particular, por su elegante dirección y su cuidado en los aspectos técnicos: fotografía, montaje, vestuario. Incluso se permite en el último tramo, algunas tomas de tipo expresionista muy logradas. Los travelling ligeros y sutiles que acaban en perfectos encuadres y los actores perfectamente situados, dan idea de lo bien hecha que está la planificación del rodaje.
Ofrece asimismo bellos, aunque efímeros, paisajes de París, como una espectacular panorámica de los jardines de Versalles o el Sagrado Corazón.
Posee además la habilidad de combinar elegantemente la trama de espionaje con la historia del militar alemán y la chica de la resistencia francesa (una bella Mariane Koch), aunque este punto es posiblemente lo menos logrado.
Merece la pena rescatar este film, basado en informes reales, para conocer que algo se movía dentro de la maquinaria totalitaria nazi, y sobre todo, por seguir la interesante historia del voluntarioso capitán Eustenwerth.
Estupendo film de los años cincuenta dirigido por Paul May y protagonizado por el joven entonces Hardy Krüger padre. Ante todo hay que decir que se trata una película caracterizada entorno a la Francia en 1944 cuando las tropas alemanas ya han desembarcado en Europa. El joven alemán Eusthewert se verá atrapado entre el amor y la lealtad a su bando. Gran película que mezcla de una manera rotunda los sentimientos y la política hasta el punto de que no se sabe si estamos moviendonos en uno o en otro. Nadie sabe para donde tirar ni lo que hacer. El contexto está muy bien recogido y la historia personal tiene un punto de desgarre que gusta. Quizá con algunas escenas un tanto robotizadas, toda vez que es una película con un tema atrevido e interesante. Para amantes de las películas de la segunda guerra mundial sobre todo o simplemente de esas historias en las que el deber choca con los sentimientos.
La permanente tensión en las calle de París poco antes del día D, cobra magnitud solemne en la película que P. May filmó a mitad de los años cincuenta.
Una magnífica ambientación, una fotografía elocuente y el ritmo cadencioso y pautado que conviene al desarrollo del argumento dan vida a la ambiciosa producción.
Planos íntimos y diálogos precisos para enmarcar las relaciones personales, encuadren que expresan sentimientos y emociones y escenas que definen la acción como una intriga permanente consiguen el objetivo de la máxima tensión narrativa.
Pero hay que reconocer que hacia el final del largometraje se entra en una dinámica de cierta ingenuidad que no le favorece.
Película seria a pesar de ello.
Un excelente guion basado en un hecho real permite narrar con claridad clásica la esperpéntica historia de un oficial alemán (Hardy Krüger) que queda atrapado en la tela de araña que tejen las tensiones entre los generales que han de defender la costa de Francia. Ese oficial está destinado a una división en Normandía, pero su tío (Martin Held), general en París, le pide el anecdótico favor de que haga de espía, sin riesgo alguno, por un rato.
Ese es el punto de arranque de uno de los dramas bélicos más angustiosos que jamás haya producido el cine, pues ese rato de espionaje se convierte en una trampa trágica, una especie de callejón sin salida que obliga a un inocente a pasar por traidor ante sus propios mandos.
La película, muy bien realizada por Paul May, no hace ninguna concesión comercial. Incluso el fugaz romance que incluye con una miembro de la Resistencia (Marianne Koch) expresa la frustración que preside el destino de los personajes principales.
La idea esencial del film (idea tomada de la realidad de la II guerra mundial) consiste en el absurdo del heroísmo inútil, en un hombre de honor que tras cumplir con su deber recibe un castigo en vez de un premio. Nadie quiere el mal que recibe el protagonista, pero a su vez todos se ven impotentes para ayudarle a salvarse.
Como ocurre en Senderos de gloria se condena lo injusta que puede ser la guerra cuando un sincero patriota acaba perdido en el maquiavélico laberinto en el que le han invitado a entrar sus propios jefes militares.