El último tren de Gun Hill
Sinopsis de la película
El sheriff Matt Morgan (Kirk Douglas) ha jurado llevar ante la justicia al asesino de su esposa, una joven india. Su tarea se complica cuando se entera de que el padre del criminal es un viejo amigo suyo, el ganadero Craig Belden (Anthony Quinn). A pesar de todo, Morgan está decidido a arrestar al culpable y marcharse con él en el tren de las 9:00.
Detalles de la película
- Titulo Original: Last Train from Gun Hill
- Año: 1959
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
7.4
34 valoraciones en total
Muy buena oportunidad para ver en estado de gracia a dos grandes actores que se comen la pantalla. El último tren de Gun Hill conservará siempre el entretenimiento que tantos buscan desesperadamente y nunca encontrarán, hay ciertas escenas que ellas mismas definen el género (especialmente el duelo final, breve, sencillo… maravilloso) y posee una coherencia narrativa que es lo que más destacaría. Hablo de llevar hasta donde haga falta las convicciones de cada uno, el sheriff Douglas por un lado y el terrateniente Quinn por otro: son fieles a su palabra desde el momento en que exponen su visión de los hechos, y lo que es mejor, llevando hasta la práctica sus pensamientos. Y nosotros somos espectadores de esa coherencia, ¿se puede pedir más?
Así que yo les doy la razón a ambos, uno por defender la ley (justicia más bien) y el otro porque no engaña cuando a su manera, con violencia y fuerza, plantea la única resolución al problema. John Sturges va al grano y acierta, hay mucho western sobrevalorado que ni se acercan a éste. La única pega son los secundarios, desaprovechados, no aportan nada y rellenan por rellenar.
Fernando Morales sigue con su interesante. El hombre no da para otra palabra. John Sturges metió a Kirk Douglas en una situación parecida que Delmer Daves a Van Helfin en El tren de las 3:10. El resultado es similar y muy superior al interesante del amigo F.M. John Sturges ha sido un clásico del western y Kirk Douglas un crack del cine. Uno de los escasos actores que con su presencia llenaba una pantalla y un actor que debería estar en la cima. En el top five seguro que está. Y mi top 5 no es igual al 5 de fantomas.
Un año después de que la Columbia alcanzara gran éxito con el western de Delmer Daves El tren de las 3:10, la Paramount contraatacó presentando otra película con similar historia –tanto que algunas escenas parecen literalmente plagiadas-. Dirigida por un especialista del género, John Sturges, El último tren de Gun Hill se une a la larga lista de buenos westerns que dio la cosecha de 1959, uno de los cinco mejores años en cuanto a las películas de vaqueros sin lugar a dudas.
A finales de los años cincuenta resultaba un problema social la delincuencia juvenil y la falta de entendimiento entre padres e hijos y el western hizo de este asunto uno de sus temas favoritos, realizándose bastantes del mismo tipo.
La que aquí comento, tiene muchos de los convencionalismos comunes que esperamos encontrar en este tipo de películas, pero resueltos siempre de una manera brillante. Sin lugar a dudas Sturges se encontraba en su mejor momento, aunque estaba abandonando paulatinamente su etapa más clásica para pasar a una más barroca y manierista, en esta nos brinda una serie de travellings portentosos en especial el último de la estación de trenes.
Aún así su cine resulta magníficamente sencillo. Esa simplicidad a la hora de rodar una escena, sin enfatizar jamás, -por ejemplo el duelo final lo resuelve con un plano general, es decir, la antítesis de Leone-, es lo que le convierten en un director de planos maravillosamente cotidianos, aunque como digo aquí ya va probando otras cosas más novedosas que culminará en trabajos posteriores.
Rodada en Vistavision, uno de los favoritos de Alfred Hitchcock, El último tren de Gun Hill, es un western de gama alta que posee gran fuerza. Con un arranque magnífico, la historia adquiere tensión desde los primeros planos para ir paulatinamente transformándose en un western con aspiraciones a la tragedia.
Los dos protagonistas están perfectos, y aunque muy diferentes están totalmente equilibrados sin que resulte uno con mayor presencia que el otro. Aunque a los puntos creo que Anthony Quinn le gana a Kirk Douglas.
El guión de James Pole, muy interesante, incluso proindio, aunque demasiado cercano a la referida anteriormente de Yuma hace que le reste valor y carezca de originalidad.
Los diálogos son concisos, alejados de charletas y muletillas tan en boga hoy, pero a la vez son agresivos y bastante irónicos.
Culmina John Sturges la década de los cincuenta, como no podía ser de otra manera, con un notabilísimo western que pone colofón a unos años excelentes para el engrandecimiento, glorificación y mitificación de este género por parte del director americano. Tanto la nota como los piropos anteriores están evidentemente puestos desde la admiración personal ante un estilo y una puesta en escena tan característica como única.
Y es Last Train from Gun Hill una de mis preferidas. Por la historia, por el reparto, por la música, por el desenlace…pero sobre todo por todo lo que se pone en juego durante la hora y media de metraje. Rick Belden (Earl Holliman), el hijo del poderoso cacique Craig Belden(Anthony Quinn), y su compañero se cruzan en la vuelta a su rancho con una mujer india y su hijo. El casual y fatal encuentro termina con la violación y asesinato de la que también es mujer del Sheriff Matt Morgan (Kirk Douglas) quien comienza aquí una búsqueda de justicia, que no de venganza. Esto convierte a Matt inmediatamente en un héroe a los ojos del espectador que ve a este antiguo pistolero, ahora defensor de la ley, el único baluarte ante la injusticia y el crimen. El argumento se termina de completar al descubrir a Craig Belden como viejo amigo de Matt y ahora convertido en un ranchero que domina el pueblo, la justicia y la tierras de Gun Hill. Tras conocer la relación entre asesino y su amigo Matt no dudará en ir a Gun Hill en busca de Rick y su compañero para, por supuesto, ponerlos a disposición de la ley. A partir de aquí veremos a un héroe solitario que se tiene que enfrentar al miedo y al silencio cómplice y cobarde de los habitantes de Gun Hill y a la protección de un padre que intentará por todos los medios evitar que su hijo sea capturado. Solo, y al final, contará con la comprensión y ayuda de Linda (Carolyn Jones) una ex-amante del ranchero a la que la valentía de Matt y su despecho hacia Craig termina llevándola al lado de la justicia.
Ni que decir tiene que Kirk Douglas hace de nuevo un trabajo soberbio. Su voz, a veces quebrantada, y sus discursos contenidos en el dolor marcan su actuación y representa con fidelidad un hombre herido pero que antepone la ley a su venganza personal. La réplica se la da un también magnífico Anthony Quinn. De su duelo interpretativo se sacan dos o tres escenas de un altísimo nivel. Una vieja amistad enfrentada por la fatalidad del destino y que ambos asumen comprendiendo la situación del otro pero enfrentándose al cruel reencuentro.
Con la excepcional música de Tiomkin y un desenlace poderosísimo se completa este western que, plagado de influencias de clásicos anteriores ( Solo ante el Peligro o 3:10 to Yuma ), culmina una década que quedará marcada en la historia del cine por el bonito idilio entre Sturges y el western y que tanto hace disfrutar a los amantes del género.
Obra maestra, pieza de sabroso visionado que contiene todo tipo de alicientes: el magistral arranque del filme encierra un plano memorable ( el rostro del violador visto tras la rueda en movimiento del carro ), la parte en la que se presenta al personaje ambiguo interpretado por Anthony Quiin ( nos lo presentan en una sala de estar llena de objetos que le da un aspecto barroco, anticipo de la complejidad del tratamiento psicológico del personaje ), la reflexión subyacente en el subsuelo consistente en cual debe ser el alcance de la venganza, el valor de la amistad y de las relaciones paternofiliales, la debilidad de los aparentemente fuertes, la fuerza del amor…
Se trata de una obra artística de primer nivel que es punto de reunión de actores en estado de gracia, un director sensible y artístico, y banda sonora del maravilloso Dimitri Tiomkin. Por último cabe señalar que comparte su base argumental con otras películas en los años cincuenta ( era tema recurrente en los Western el enfrentamiento de un hombre contra una sociedad sin ideales, la misión que tiene un hombre íntegro de hacer justicia, más en concreto de conducir a un malhechor a un tren para juzgarlo posteriormente en este caso ).
Recomiendo que los espectadores vean también El tren de las 3:10 de Delmer Daves, pues comparte temática con la película comentada pero bajo otro punto de vista y enfoque distinto.