El último deber
Sinopsis de la película
Dos oficiales de la marina tienen que escoltar a un marinero hasta la prisión naval de New Hampshire, donde tendrá que cumplir una condena de ocho años por una falta trivial. Durante el viaje, los tres tendrán la oportunidad de conocerse y de compartir experiencias y situaciones que les llevarán a cuestionarse su visión de la vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Last Detail
- Año: 1973
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.7
70 valoraciones en total
Buddusky (Jack Nicholson) y Mulhall (Otis Young ) son dos experimentados oficiales de la marina que reciben el encargo de tener que trasladar a la prisión militar de New Hampshire a Larry Meadows (Randy Quaid) , un joven marine condenado a 8 años por un inofensivo delito. Al poco tiempo de iniciar el camino, se dan cuenta de que el reo tan solo es un pobre chico, inocente e ingenuo, por lo que se compadecen de él y deciden durante el viaje iniciarle en todas aquellas cosas de la vida que no va a poder descubrir.
Tragicomedia con carácter de road movie, explora la camaradería que se produce entre personas que acaban compartiendo experiencias vitales de diverso índole, llegandose a cuestionar la ética de sus propias obligaciones. Sencilla de ver pero no por ello simple, consigue conmover gracias a la unión afectiva que se forma entre tres personajes bastante distintos.
CURIOSIDADES:
-Jack Nicholson rechazó el papel de El Golpe por rodar esta película.
-Nominada a tres Oscars: Mejor actor (Jack Nicholson), mejor actor secundario (Randy Quaid) y mejor guión adaptado.
Al mundo entero consiguió impresionar Jack Nicholson con su atrevida interpretación sobre un marinero pendenciero, que realizó en el 1973 en la película dirigida por Hal Ashby titulada el último deber. La crítica y los galardones fueron justos con él, y el actor recibió no sólo la nominación en la gala de los Oscars, sino también la nominación en los globos de oro y el premio del festival de Cannes así como la elección del mejor actor del año por parte del circuito de críticos de Nueva York. Pero reducir la película de Ashby a la magnífica interpretación de Nichsolson es sinceramente un error. Muchos de los críticos ponen de relieve que el actor prefirío optar por este papel antes que conseguir el del protagonista en el Golpe, pero aunque El último deber no sea desde luego una película tan grande como la que dirigió George Roy Hill, desde luego tiene una personalidad importante, equiparable incluso al Golpe.
Y es que la personalidad del director Hal Ashby es desde luego bastante llamativa. Aunque su carrera pegó un bajón considerable después de realizar la peculiar Bienvenido Mr. Chance en el 1979, hasta el momento sus películas se movían dentro del reconocimiento académico, pero siempre con un espíritu totalmente independiente que le permitió realizar películas bastante comprometidas. En su segunda película, Harold y Maude (1971), el argumento de la película tira por unos derroteros totalmente surrealistas y únicos desde el punto de vista del cine del panorama cinematográfico de inicios de los años setenta. Harold era un joven con tendencia al suicidio (en la película trata de llamar la atención cometiendo por lo menos una decena de simulaciones de suicidios) que se enamoraba de una anciana que sin embargo estaba repleta de vida.
Después de realizar un film con un desarrollo estrambótico como el comentado, Ashby decide rodar el último deber, un film que mezcla la road movie con el tema del compañerismo y la camaradería. El argumento es a priori sencillo, Jack Nicholson y Otis Young interpretan dos miembros de la marina que se ven obligados por una misión del ejército a trasladar a un preso de la propia marina, interpretado por Randy Quaid, que ha realizado un robo absurdo (de apenas cuarenta dólares) y por el que es condenado injustamente a ocho años de cárcel.
Los personajes que conforman la película son un trío de lo más singular y surrealista. Jack Nichsolon es un hombre que aunque se hace amistoso para el espectador, tiene mucho de canalla en sí, y ese es precisamente uno de los méritos del director, que consigue trasladarnos las historias sórdidas de tres personajes que sin embargo llegan al fondo de nuestro más íntimo. Desde el primer minuto Nicholson se demuestra reacio a completar la misión, y aprovecha la semana de duración que tienen para trasladar al personaje de Randy Quaid para utilizar esa semana casi de manera exclusiva como una especie de vacaciones sabáticas, donde todo esté permitido.
En realidad, la película nos muestra a tres personajes que se encuentran al margen del establishment (pese a que trabajan de manera muy ligada para el sistema), y que odian la vida que llevan. Ashby no se sirve de grandes secuencias ni de complejos giros de guión. La mayoría de secuencias retratan el minimalismo en el que se desarrolla la acción de nuestros tres protagonistas. Muchas de ellas son escenas en las que comparten múltiples cervezas o realizan una simple barbacoa. La grandeza de la película está en retratar estos detalles íntimos como lo que son, la muestra de las ganas de vivir de nuestros protagonistas, aunque la vida se lo impida continuamente. El drama se acentúa en el caso del personaje de Randy Quaid, al que le queda una semana de existencia antes de que ingrese en prisión durante unos largo ocho años
La película recoge un tono dramático que nunca trata de edulcorar. Este realismo empapa todos los aspectos del film, desde el sentido argumental hasta la fotografía triste y oscura que capta a la perfección los ambientes más degradantes de las grandes urbes norteamericanas. Es quizá la baza que deja mejor sabor después de haber visto la película. Por ejemplo, aunque durante mucho tiempo creemos que Randy Quaid va a ser liberado por concesión comercial al espectador, finalmente ingresa en la cárcel, en una secuencia en la que no da tiempo ni de despedirse a los que se habían convertido finalmente en sus amigos. El director podría haber permitido que este huyera pero la triste realidad se impone antes que una cucharada de azúcar cambie el final.
Mediante un humor negro y una deconstrucción de personalidad muy eficientes también observamos como Ashby consigue el objetivo principal de la mayoría de Road Movies: Hacer evolucionar a sus personajes. Una de las cosas más maravillosas que comprobamos cuando ha finalizado la película es como el trío principal del film, ha ido dejando huella cada uno de ellos una parte de su personalidad en el otro.
http://neokunst.wordpress.com/2014/03/10/el-ultimo-deber-1973/
83/26(17/03/11) Entrañable y a la vez dura cinta realizada por el buen Hal Ashby, una tragicomedia que nos habla de lo importante que es saber aprovechar cada momento de nuestra vida, hay que saber disfrutarla. El argumento es una road-movie y nos cuenta como dos veteranos suboficiales de la marina, Buddusky (Gran Jack Nicholson) y Mulhall (correcto Otis Young), tienen la misión de trasladar a un preso, Larry (Magnífico Randy Quaid), desde Virginia a la prisión militar de New Hampshire, está condenado por robo a 8 años de reclusión, y al ver que es un cándido muchacho que apenas sabe lo que es la vida deciden alargar al máximo los días que les han dado para hacer que Larry disfrute al máximo, comienza entonces el despertar de la inocencia de Larry, van parando por ciudades donde se cruzan con todo tipo de personajes que deriva en situaciones comprometidas, nace entre los tres una fuerte amistad, surgen diálogos que se mueven entre lo melancólico, el humor y la tristeza, ello con el amargo telón de fondo de la cárcel. La cinta discurre por parámetros previsibles, pero la fuerza de las interpretaciones hace del relato que te deje poso, Jack Nicholson realiza un trabajo sobresaliente, un tipo cargado de energía, desprende carisma, una personalidad arrolladora que emana simpatía, magnetismo, pero es que Randy Quaid le da replica de modo soberbio, imprime a su rol una ternura e ingenuidad veraz, maneja el lenguaje gestual de modo pasmoso, se mueve por la pantalla con la puerilidad de no haber roto un plato en su vida, sus ojos irradian cariño, entre Nicholson y Quaid se establece una química extraordinaria, con unos diálogos inundados de frescura y chispa. El guión del gran Robert Towne (‘Bonnie & Clyde’, ‘Chinatown’, ‘Yakuza’) es magnífico creando situaciones de gran fuerza dramática sabiendo conjugarlo con un humor sutil, es un retrato humano de unas almas perdedoras, desarrolla un increscendo conmovedor que nos lleva su emocionante final. Destacable es la excelente fotografía de Michael Chapman (‘Taxi driver’, ‘Toro Salvaje’ o ‘El fugitivo’), tonos ocres apagados que transmiten un clima sórdido deprimente muy acorde con la atmósfera amarga del relato. Una tara es el poco peso que tiene el personaje de Otis Young, se lo comen Nicholson y Quaid en cada escena, no guarda ni de lejos el equilibrio que debiera. Me recuerda bastante ‘La última noche’ de Spike Lee, es un argumento con muchos puntos en común. Recomendable a los que gusten de dramas de calado. Fuerza y honor!!!
Los marineros Buddusky y Mulhall son los encargados de custodiar a Meadows, un condenado acusado de hurto, hasta la prisión. Durante el trayecto surge una camaradería entre los tres y los dos marinos deciden que lo más correcto es que el chico disfrute de sus últimos días de libertad y que experimente muchas sensaciones que no tendrá en la cárcel.
Buen trabajo de Hal Ashby, con el que encarará una década de los setenta muy interesante en lo que se refiere a la calidad de sus prestaciones. Quizás el punto más fuerte de la obra sea el guión de Robert Towne, el creador de guiones tan perfectos como los de Bonny y Clyde, Chinatown o Yakuza.
El papel principal cayó a un actor que empezaba a despuntar como un prometedor intérprete y este examen lo saca con matrícula. Jack Nicholson vuelve a hacer un gran trabajo como un temperamental y bienintencionado marine. Tras esta llegarían dos de sus mejores películas: Chinatown y Alguien voló sobre el nido del cuco. Junto a él está Otis Young y Randy Quaid que acompañan bien el papelazo de Jack.
Lo más trascendente de la obra es el sentimiento de compañerismo que desprende en todo momento.
Entrañable historia de amistad, tiene algo de redención. Los dos marineros de algún modo sienten
poder hacer algo por el personaje de Dennis Quaid, en sus últimas horas como hombre libre. se aperciben de que es un niño con cuerpo de hombre. El sentimiento que les aflora es una
mezcla de compasión y tristeza, de impotencia por no poder cambiar las circunstancias, en especial el personaje de Jack Nicholson, que incluso tiene un arrebato por concederle la libertad…
sin duda el muy impulsivo y como su mismo nombre indica bestia es un pedazo de pan en el fondo de su solitario corazón. Recuerda mucho al personaje de alguien voló sobre el nido del cukoo. Lleno de vitalidad, astuto, impulsivo y pendenciero.
Memorable la escena del parque nevado mientras intentan comer unas salchichas, con ese precioso travelling. También conseguida la escena del burdel, así como la de la fiesta, por no mencionar cuando visitan la secta, o la escena del bar con el barman… La cinta esta trufada de humor con una cierta dosis de fatalismo muy bien dosificado.
se nota el toque setentero en que esta rodada. Con dosis de leve critica social. El influjo de Cassavettes por alejarse del rodaje en platos y decorados y elegir lugares reales.
Ante todo la idea que subsiste al acabar es una especie de alivio y tristeza al pensar que a veces, muchas veces la vida no da una segunda oportunidad.
Brillante guión y composición de personajes de Robert Towne, con excelentes diálogos.
Michael chapman filma una adecuada fotografia muy lograda en las secuencias callejeras, al aire libre
logra crear atmosferas muy diferentes:
desde la noche en Boston, en el parque nevado, por la ciudad cuando quieren comer en un restaurau
rante, o la escena en el baño con los marines.
ya habia creado grandes ambientes por ejemplo para Scorsese en Taxi driver o toro salvaje.
en suma deliciosa comedia agridulce, sencilla y nada pretenciosa que deja un poso de claridad y
frescura cuarenta años después.