El tiempo de los amantes
Sinopsis de la película
En un viaje en tren, dos desconocidos se miran y sus vidas cambian. Ella es Alix (Emmanuelle Devos), una actriz francesa que va a París a hacer un casting. Él es Doug (Gabriel Byrne), un enigmático irlandés, profesor de literatura en Londres, que va al funeral de una amiga. El azar y la atracción son los ingredientes perfectos para una excitante aventura.
Detalles de la película
- Titulo Original: Le temps de laventure (Just a Sigh)
- Año: 2013
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
5.7
86 valoraciones en total
Sin querer invocar el nombre de David Lean en vano, se me ocurre pertinente el título de mi crítica, no solo por el contenido, en parte común, de esta breve historia de amor, sino porque la calidad de la misma permite no convierte en sacrílega la comparación.
El tiempo de los amantes es una arrebatadora, hiperomántica y existencial historia de amor, tan breve como importante, tan intensa como abrupta, en un momento que parece decisivo en la vida de dos personas. Dos seres humanos que sin conocerse se abren el uno al otro con el tiempo como enemigo, que les marca el límite de su existencia juntos, pero de un nuevo porvenir por separado.
La historia, que a priori podría pecar de cierto inverosimilitud, se hace creíble con la portentosa y llena de matices, interpretación de Emmanuelle Devos y Gabriel Byrne, como dos desconocidos, a la deriva, que se encuentran y se utilizan como una bómbona de oxígeno que les ayude a salir a la superficie.
Una pena la escasa repercusión de una de las mejores historias de amor que ha reflejado el cine en los últimos años. Absolutamente recomendable.
Alix (Emmanuelle Devos), es una actriz de unos cuarenta años que malvive de su profesión, tiene una pareja fantasma con la que apenas consigue comunicar. En un viaje a París para presentarse a una prueba conoce en el tren a un profesor que ha acudido a la capital para un entierro. El encuentro entre dos soledades parece inevitable.
No es un argumento original, ciertamente (extraña conoce a un extraño y tienen una aventura). De hecho, una de las mejores películas en este sentido: Intimidad (Patrice Chéreau, 2011). Pero en esta película la historia funciona, sobre todo por la actuación de los dos. Esos ojazos de Emmanuelle Devos…
Escena curiosa, sencilla e inquietante: cuando Alix sube al hotel y busca la habitación, entre la duda, el miedo, las ganas y el deseo.
Y la escena de Alix con la hermana, en la que la tensión sube hasta la bofetada final…
El film también retrata París, esa ciudad bella, estresante y vibrante a la vez, en esta tarde de 21 de junio, la Fiesta de la Música en todas las calles…
La atracción, ternura, deseo van tejiéndose poco a poco en las escasas horas que pasan juntos.
I really have to go, repite ella. Y uno se pregunta: ¿por qué? ¿Cómo es posible que prefiera su vida que roza la mediocridad, en vez de una historia fresca y plena?
Poco importa que se hable de la crisis mundial en la barra de un bar, con un insoportable bullicio alrededor, ella no presta atención, lo que quiere es no perderle de vista a él. Poco importa que de Ibsen se diga simplemente que se trata de un autor noruego muerto, lo que importa es el paseo de los dos por las calles de París, cogidos de la mano. Ese enlace que mucho más allá del deseo expresa la sed de juntarse con el otro.
Así es la historia de ellos. No buscan una aventura, no buscan sexo. Es un ser con hambre de otro ser… Se necesita poco más para que sus manos/destinos pueden quedar unidos para siempre.
Es la historia de un trampolín, ese momento en que nos encontramos al borde de la plataforma y de pronto sentimos el vértigo. Un pasito más y nos lanzamos al aire. O retrocedemos en busca de tierra firme.
Un desenlace rápido, en el andén de un tren a punto de salir… ¿hacia dónde?
Con fondo musical de Vivaldi y Mozart… Un film delicado, sencillo y cercano.
Las miradas. El buscarse. El saborearse. La pasión que no se puede atrapar y conservar.
La película retrata con sencillez y realismo esos momentos únicos en la vida que nos ocurren milagrosamente en contadas ocasiones…si es que nos ocurren.
Byrne mira con tristeza, con susto y con dolor cómo esos minúsculos segundos de conexión no hay forma de atraparlos…
Los que no saben de qué narices hablo se morirán de aburrimiento. Los que lo han vivido saben lo emocionante que es sentirse tan unido a alguien y lo devastador que es perderlo. Y no importa si ha sido un día o diez años. Esa conexión es posible y cuando se produce, no se olvida nunca.
Llegará Douglas a escribir a Allix?
¡Qué sorpresa la mía! Estas películas de las que no esperas nada… De hecho, todo lo contrario, esperas mucho y mal.
Así fue, con estas expectativas negativas, como se senté en mi butaca a las 11:30 de una sesión matinal. Y, ¡qué sorpresa la mía!
Alix Aubane (Emmanuele Devos) es una actriz que ronda los cuarenta y que se encuentra en crisis emocional, laboral, económica y de pareja. No valoran su trabajo, ni le compensan económicamente. Necesita a su pareja pero él actúa como un contestador automático en el que solo puedes dejar un mensaje sin recibir respuesta.
Y, ¡qué sorpresa la suya! Dos miradas cruzándose en el vagón de un tren, la de un hombre y una mujer, intentando no ser descubiertos el uno por el otro. La otra mirada corresponde a Doug (Gabriel Byrne), un hombre atractivo de mediana edad desolado por una pérdida muy cercana.
La película es bonita, delicada, tierna, furtiva, dolorosa a la par que triste y divertida. En general, El tiempo de los amantes es un film no muy bien valorado, eso sí me sorprende.
Miradas, encuentros, amor, deseo, París… Ingredientes perfectos para hacer una película de mierda, pero… ¡qué sorpresa la mía! guión correcto el de Jerome, con una dirección muy notable y cuidada.
Al final, en una escala de vergüenza, algunos podremos decir que nos ha gustado esta peli.
VVOO – Cine Indie vs. Mainstream
@vvoocine
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La historia que nos cuentan daba para una buena película, pero no ha habido suerte.
El planteamiento inicial es absurdo y no mejora: es difícil encontrar una actitud o una situación creíble en toda la película.
Además, los diálogos son pretenciosos y casi siempre fuera de contexto. Por otra parte, el protagonista parece enfermo de flema británica en fase terminal, y la protagonista se comporta -culpa del guión, no de la actriz – como una trastornada de esas que dan miedo. Y para colmo, no hay conexión física entre ellos, no se dan, por ejemplo, un solo beso que parezca auténtico, más bien da la sensación de que él está esperando terminar, para enjuagarse la boca con un desinfectante y tomarse un té.
La banda sonora, con ínfulas de original, hace juego con lo anterior.
En fin, un chasco.