El secreto de Santa Vittoria
Sinopsis de la película
Santa Victoria, un tranquilo pueblo del norte de Italia, es famoso por su delicioso vino. A punto de terminar la II Guerra Mundial (1939-1945), es ocupado por tropas alemanas, cuya misión es requisar un millón de botellas del preciado caldo. Pero resulta que, tras la muerte de Mussolini y la caída del fascismo, hay en el pueblo un nuevo alcalde que encuentra la solución para evitar el expolio: esconder las botellas antes de la inminente llegada de los alemanes.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Secret of Santa Vittoria aka
- Año: 1969
- Duración: 140
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Opinión de la crítica
Película
6.9
80 valoraciones en total
Deliciosa película para una fría tarde de domingo en el sillón de tu casa, con una mantita en los pies. Los tiempos, los paisajes, la trama, la interpretación, la definición de cada papel, diálogos y momentos exquisitos. Soberbio Anthony Quinn, papelón de Anna Magnani, que belleza Virna Lisi, espectacular Hardy Kruger…uff…para los amantes del vino y la tranquilidad. Recomendado
La sana intención de Stanley Kramer es desdramatizar el contexto bélico en el que sitúa a Santa Victoria, una población modesta italiana que se dispone a sufrir la ocupación alemana en la IIªGM, y lo hace a través de una historia inverosímil y simpática con la que cuenta con el mejor protagonista posible. Lo de Anthony Quinn en esta película es para no olvidar, al menos para mí siempre quedará en mi memoria su labor como alcalde improvisado de su pueblo, su portentosa presencia, sus sonrisas y ya lo diré, una interpretación que lo hace tan próximo que hasta dan ganas de conocerlo y tomarse una copa de vino con él.
No hay nada malo en que en una película ambientada en la sangrienta IIªGM el único líquido de color rojo que aparezca delante nuestro sea el vino, no hay nada malo en que en esta ocasión, cuando hablamos de cifras de más de un millón, lo hagamos en referencia a las botellas y no a los cadáveres. El gran éxito de Stanley Kramer es contar con Anthony Quinn, ya lo he dicho, pero eso no es todo, no cae en la demagogia, no lo atrapa la estupidez absoluta cuando aparecen los alemanes y la comedia rueda y rueda de la mano de los habitantes de Santa Victoria.
El personaje de Quinn acapara toda la atención, con sus disputas domésticas, con las decisiones que toma él y sus colaboradores, pero su actitud viaja paralela a la de los ciudadanos del pueblo, que se unen de forma loca para conservar el vino. Nada menos que el vino, ver para creer. Y lo mejor es que me lo he creído, aun sabiendo que la comedia arrincona a la realidad y que el ejército alemán nada más llegar hubiera fusilado a unos cuantos en la plaza y después hubiera preguntado dónde está el vino. Stanley Kramer opta por la no violencia y la sonrisa. Los ciudadanos de Santa Victoria prefieren ser mártires antes de que se les lleven su vino. Y el mayor defensor es Quinn, insisto en ello, alguien que desprende magia, alguien que aferrado a su botella se crece y es imposible que caiga mal. Menos su mujer, claro, que lo lleva aguantando desde que se casaron.
Voy a subrayar algo necesario para que una película de casi dos horas y media funcione, y es que lo que suceda en el primer cuarto de hora ha de funcionar tanto como si el resto de película dependiera de ese inicio. El borracho de Anthony Quinn se encarama a lo alto de una torre para borrar una proclama fascista y ahí arriba se queda, con una taja como un piano. Después de conseguir bajar a tierra firme es aclamado por el gentío y proclamado alcalde… Yo desde ese momento me quiero quedar, en ese momento decido que la película me ha ganado. Lo que sigue raya al mismo nivel, Quinn por aquí, Quinn por allá, la cadena humana de ciudadanos-hormiga para salvar el vino, la llegada de los alemanes. Para no perdérsela.
¡Esta película es un tesoro! Con un enorme sentido del humor (entendido éste como esa disposición serena y jocosa frente a aquello que perturba la paz del mundo) y una encantadora ambientación en un pueblo italiano que va a quedar para siempre en nuestra memoria, veremos transcurrir una deliciosa y aleccionadora historia que vuelve a demostrar el enorme placer de Vencer sin Pelear. Me recuerda esos magníficos vídeojuegos que me ha compartido mi hijo, en los que se te presentan dos opciones: Puedes matar a todo oponente que se atraviese en tu camino o puedes superarlos mediante el sigilo o simplemente noqueándolos… como ya imaginarán, ¡esta segunda opción me encanta, porque, esto es lo que yo llamo Valor! Dense la oportunidad (cuando la situación lo permita) y verán lo grandioso que es vencer sin hacerle daño a nadie.
>. Es un juego de sutilezas, de solidaridad y de trabajo mancomunado que resulta imposible de olvidar. Ya se ha dicho muchas veces y seguirá siendo una eterna verdad: Los pueblos que se unen son un poder invencible, y la gente de Santa Vittoria -tan subestimada por la fierecilla Rosa (Anna Magnani, en toda su salsa), la mujer del nuevo alcalde… y también por los alemanes que van a llegar como Juan por su casa, en plan de llevarse la reserva de vino-, va a demostrar que, cuando se trata de una causa común, no hay quien los iguale para convertirse en las más laboriosas hormigas-humanas.
Por esta razón, es que me he sentido de maravilla viendo, <
Es un verdadero gusto conocer a Italo Bombolini (un genial, Anthony Quinn), el beodo al que la gente ha tomado por bufón, pero, que -con ciertas ayudas, incluyendo la de, El Príncipe de Maquiavelo- va a dar cuenta de unos valores que nadie imaginaba. Encantadora, Catherina Malatesta (Virna Lisi), la condesa enamorada del desertor Carlo, dispuesto, éste, a servir con ahínco a la causa del pueblo… y también para recordar, el capitán von Prum (Hardy Kruger), el oficial nazi cuya suspicacia está siendo puesta a prueba.
El guion de William Rose y Ben Maddow, basados en el bestseller, The Secret of Santa Vittoria (1966), de Robert Crichton, exalta magníficamente la labor del pueblo, describe con gran agudeza a cada personaje… y habrá momentos (como el traslado del millón de botellas de vino o la potente escena cumbre) que son realmente gloriosos.
Una frase para recordar:
Es triste la casa en la que el gallo está siempre mudo y la gallina es la única que cacarea.
082/06(05/03/10) Deliciosa cinta americana que juega a evocar el espíritu del gran cine italiano, dirigida por el siempre eficaz Stanley Kramer que gustaba de convertir sus films en espectáculos épicos y de debate de ideas, botones de muestra son ‘La hora final’, ‘La herencia del viento’ o ‘El juicio de Núremberg’. Esta ‘El secreto …’ es un canto a la vida y a la unidad de los oprimidos en contra del invasor, donde el vehículo son los habitantes y el pueblo que da nombre a la película, es el brioso relato de cómo en una villa vinícola italiana los fascistas que están en el poder ante la caída de Mussolini colocan en la alcaldía al borracho del pueblo, Bombolini (colosal Anthony Quinn), que ante la responsabilidad del cargo sufre una transformación, que se acentuara ante la inminente llegada del ejército nazi, el pueblo con millón y media de botellas en sus bodegas listas para mandar a la compañía Cinzano teme que los alemanes se lleven su tesoro enólogo, por lo que Bombolini idea esconderlas, el llevarlo a cabo supondrá para la localidad una misión faraónica. El guión no es un desecho de originalidad pero hay otros muchos elementos que hacen atractiva la película, como su aliento vital que sobrevuela lo que vemos, una descomunal puesta en escena que tiene sus ejemplos en la vasta coreografía de las masas de gente que perecen un ballet sincronizado y unos actores protagonistas en estado de gracia, sobresaliendo un Anthony Quinn carismático, es un actor que asemejo a John Wayne, solo hacían un rol, pero con eso les bastaba para traspasar la pantalla y ensombrecer al resto, es una explosión de júbilo de la alegría de disfrutar de la vida, Anna Magnani también brilla de forma maravillosa, es el complemento perfecto al personaje de Bombolini. Recomendable a todos los que gusten de chutes de vitalidad. Fuerza y honor!!!
Con este genial diálogo se explica toda una filosofía de vida, tradicionalmente asociada a las regiones ribereñas mediterraneas: no hay patria, ni preocupación mientras tengamos vino (o paella). Y alrededor de esta idea se teje una divertidísima y entrañable comedia que deja en ridículo todos los esfuerzos alemanes por hacer parecer su guerra como dura y seria.
La película entra de lleno en toda una corriente de películas post bélicas que trataban de explicar las auténticas motivaciones de las personas por encima de las pátrias o las glorias, que no son otras que nuestras pequeñas e inconfesables miserias y vicios .
En esta corriente se inscribe otra joya como puede ser Los violentos de Kelly , en la que el frente aleman se rompe no por los ideales de los soldados, sino por el oro que hay en un banco más allás de las líneas enemigas.
Imprescindible la actuación de Anthony Quinn y la Magnani.