El payaso
Sinopsis de la película
Benjamim (Selton Mello) y Valdemar (Paulo José) forman la fabulosa pareja de payasos Pangaré y Puro Sangue. Benjamim es un payaso sin documento de identidad ni certificado de residencia. Lleva una vida ambulante en compañía del divertido grupo del circo Esperanza, recorriendo ciudades del interior del estado brasileño de Minas Gerais. Pero Benjamim cree que perdió la gracia en una aventura vivida durante un sueño.
Detalles de la película
- Titulo Original: O Palhaço
- Año: 2011
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
5.8
26 valoraciones en total
Película nominada al Oscar por Brasil. A mí eso ya da me da que sospechar, que cada vez lo hacemos peor. Tal como nos ha contado la productora de la película, en Brasil hace no tanto tiempo se rodaban unas tres películas al año. Ahora, como obligan a las cadenas de televisión a financiar cine y el Gobierno está aflojando la guita, hacen muchas más.
¿Pero qué pasa cuando una película de un país poco habitual traspasa fronteras? Llama positivamente la atención que no sea una película sobre la miseria, la delincuencia y las favelas…
Lo que hacemos peor, que decía al principio, es la creación de este estándar de película multipremiada. Ya sé de qué pie cojea una película que va para los Oscar y que premian en festivales de todo el mundo y que, por primera vez en muchos años (palabras de la productora), concilia a público y crítica en Brasil. En Brasil o en la Patagonia.
El protagonista… que ya, mientras veía la película, pude intuir que era el director… que estas cosas se ven… Selton Mello define su propia obra como delicada y sensible. Por eso le sorprende el gran éxito de taquilla: no se trata de un blockbuster. A mí no me sorprende, porque donde el ve delicada y sensible yo veo pomposa y falsamente trascendente. Esto último es un éxito de taquilla garantizado. Esas películas que, se supone, dan qué pensar. ¿Cómo van a dar qué pensar si anuncian sus tesis, en ocasiones toscas, en ocasiones ramplonas, a cámara?.
(continúa en spoiler sin spoiler)
Avalada por sus 12 premios de la academia brasileña, su nominación por parte de ésta a los Oscars para representar a su país y los 1,5 millones de espectadores que pasaron por las salas de cine de su país, ahora aterriza en España, y con dos años de retraso, El payaso, la segunda película como director de Selton Mello.
Realmente, ya había pasado por la península ibérica, en concreto en el Festival de cine Iberoamericano de Huelva, donde ya encandiló a los espectadores y crítica española llevándose tres premios, entre ellos el del público. Ahora, ya comercialmente, se nos brinda la oportunidad de acercarnos al cine sudamericano, en concreto el brasileño, que pocas veces tenemos la oportunidad de ver en nuestros cines.
Selton Mello es un reconocido actor en su tierra natal, forjado sobre todo en la televisión, pero que en 2008 dio el salto tras las cámaras dirigiendo su primera película, Feliz natal, en la cual también actuaba.
Ahora, repitiendo papel delante y detrás de las cámaras (aparte de dirigir, co-escribe el guión, y colabora en la edición de la película) saca adelante su segundo trabajo, El payaso, que ha cosechado muy buenas críticas.
La película narra la historia de Valdemar y Benjamin, padre e hijo respectivamente, dos payasos que trabajan en el Circo Esperanza recorriendo toda Brasil. Pero un día a Benjamin le entran las dudas de su realmente es ésta la profesión que desea para su futuro: poco estable y sin rumbo fijo. Y es que… ¿Quién hacer reír al que fabrica las risas?
Con una sabia mezcla de comedia y melodrama, Selton sabe hacer sonreír cuando toca y ponernos tiernos cuando la situación lo requiere, sin abusar de ninguna y sin que la mezcla sea indigesta.
El personaje de Benjamin es rico en matices, alegre en su trabajo y melancólico fuera de él, buscándose a sí mismo. Los secundarios aportan calidez al conjunto, aunque se echa de menos un mejor desarrollo de cada uno para así conocerlos más extensamente.
La sencilla historia encuentra su mayor acierto en el recurso de pequeños pero brillantes detalles, véase una casa decorada con cuadros de cabras, la historia del gato Lincoln o la búsqueda incesante de un ventilador y un sujetador XXL, momentos tan sencillos como memorables. Quizás si con este mimo se hubiera rematado la historia del protagonista (el final parece un tanto precipitado) así como la partida un tanto precipitada de uno de los secundarios, hablaríamos de un guión notable.
Aun con todo, estos leves baches no dificultan que al final de la película uno salga con la impresión de haber pasado una hora y media bastante satisfactoria, ya que las pocas pretensiones han sido satisfechas plenamente.
Dentro ya del apartado más técnico, cabría destacar una lograda fotografía amarillenta, de tonos cálidos y cercanos, muy acorde al mundo circense, así como la buena banda sonora que la acompaña, fusionándose perfectamente a la imagen, sin salirse nunca del tono buscando y sin remarcar en exceso las emociones.
En definitiva, una grata sorpresa la película de Selton Mello, un canto a la búsqueda de la motivación personal en el trabajo y de la digna profesión del payaso, hecha con mimo, cariño y buen hacer.
A pesar de las risas que Fastidio despierta cuando se encuentra en el centro de la pista como protagonista absoluto del circo, en los ojos de Benjamín se deja notar la tristeza y el desencanto que se esconden tras la sonrisa de pintura que le disfraza de payaso. La historia de Benjamín es la historia de cualquier otra persona, que no es feliz haciendo lo que hace, y que anhela algo casi inalcanzable, una meta, un objetivo, en el que deposita toda su esperanza como ruta de escape, en este caso un simple ventilador. Pero como casi siempre que subordinamos nuestra propia felicidad a algo externo, cuando nos hacemos con ello, o volvemos a tropezar con la misma piedra y repetimos el proceso de manera cíclica, o nos damos cuenta de lo estúpido de nuestra suposición, y por fin uno se percata de que la propia dicha, la satisfacción vital, la felicidad, recae sólo en nosotros mismos. Sólo una vez que se reconoce a esta última como algo intrínseco, sita en nuestro interior esperando que la despertemos y la alimentemos con la paz con lo que hacemos mejor que nadie, con disfrutar junto a las pequeñas personas que siempre nos han acompañado y que amamos, con la aceptación de la propia identidad, podremos conseguirla completamente. ¿Y quién me hará reír a mí? , se pregunta Benja, mucho antes de darse cuenta de que él mismo puede conseguirlo, tan sólo cogiendo el maquillaje y dibujándose, que es lo mejor que sabe hacer, una sonrisa en la cara.
Maravillosa, cautivadora, y como la vida misma, un poco absurda, O Palhaço es una oda a la alegría, una sinfonía de sonrisas que consigue contagiarlas durante todo el metraje con sus encantadores personajes, con su extraña y extravagante familia, y con su mirada adelante pase lo que pase. El espectáculo debe continuar, así que mejor disfrutarlo.
Film costumbrista con vocación de cine social, incluyendo una leve crítica política. Se apoya en una fotografía de cierta calidad, que da a la película un look adecuado a la historia que cuenta y a los paisajes rurales que recorre. La atractiva banda sonora incluye algunas canciones que deben ser fácilmente reconocibles en Brasil.
El director (Selton Mello, también actor principal) narra una historia pequeña y lo hace con sensibilidad. No hay alardes cinematográficos (salvo el alegre travelling final), pero sí elegancia y estilo en la dirección. El protagonista es Benjamin, un payaso de un circo rural ambulante que entra en crisis al replantearse el sentido de su vida. Ha perdido la ilusión y cada día crecen sus dudas respecto a su capacidad para hacer reír a la gente. Añora formar una familia, la estabilidad que ve en otras personas… y disponer de un ventilador (esta persistente idea es de lo más logrado de la película).
Con estos elementos y la muy buena actuación del actor/director, la película podría haber sido sobresaliente, pero -en mi opinión- se queda en el notable. Y esto por la ausencia de un guión más consistente, un ritmo poco ágil en varios pasajes y la falta de definición de caracteres de los extravagantes/entrañables secundarios, que se muestran prácticamente como caricaturas.
Brasil la ha seleccionado para competir por el Óscar 2013 a la mejor película en habla no inglesa, y ha sido presentada en España en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva 2012.
Yo hago reír a la gente…¿pero quién me hace reír a mí? . Esta frase resume la esencia de la película brasileña que acaparó 12 premios de la academia brasileña de cine (incluidos los de mejor película, guión, director y actor) y que ha sido seleccionada para los Oscars por este país. La sencilla historia de un payaso de circo rural que trata de encontrarse a sí mismo y que quiere saber cuál es su lugar en el mundo, sirve para espolear una película donde la comedia suave y el drama edulcorado combinan en un maridaje perfecto de complicidad con el espectador, donde se pueden encontrar risas, emociones y tristeza .
Protagonizada y dirigida por Selton Mello (con un trabajo loable en ambas facetas) el personaje del payaso Benjamín resulta redondo en su complejidad, capaz de expresar las más profundas simpatías en el escenario y de transmitir una honda tristeza, basada en los anhelos no alcanzados, en su desesperación por llegar a ser un tipo corriente. Una situación que apela al lado más sensible del espectador con certera puntería. No ocurre lo mismo, sin embargo, con el resto de personajes que aparecen en la cinta, tanto sus compañeros del circo, como algunos de los personajes con los que se cruzan en su deambular por las pequeñas poblaciones brasileñas en esta especie de road movie rural, están caricaturizados y están más marcados por estereotipos que por una identidad propia. Este tipo de personajes más planos alcanzan su mayor grado de desidentidad en los alcaldes de las poblaciones que van visitando, donde Mello aprovecha para intentar realizar una crítica a la política y al tráfico de influencias, que no resulta nada sutil.
Pero al margen de esto, la película resulta maravillosa, con un guión simple pero elegante y bien dosificado, que avanza impulsado por los detalles, por pequeñas transformaciones que afectan a Benjamín y a sus sueños, al payaso y a quién se esconde detrás del maquillaje. Lo realmente significativo del guión es que consigue que objetos tan cotidianos como un ventilador o un sujetador sean determinantes para una historia y logren congregar emociones en torno a estos. Eso por no hablar del propio circo cuyo nombre, Esperanza, lo dice todo.
La música es otro de los prodigios que nos ofrece esta cinta. Las composiciones propias con un triste aire circense resultan más que evocadoras, y a estas hay que sumar una gran selección de canciones cargadas de melancolía que resultan perfectas para acompañar las vicisitudes del payaso protagonista.
Destacar también tanto la fotografía como la escenografía, muy cuidada en ambos casos. Tanto en el caso de las brillantes pero un tanto lúgubres luces del circo, como en el de los polvorientos caminos que recorre el camión circense en busca de un nuevo espectáculo.
Una película para divertirse con buenos golpes de humor, para emocionarse en la introspección de su personaje principal y para disfrutar en su estética valiente y bien moldeada. Un lujo.