El muchacho de los cabellos verdes
Sinopsis de la película
En un pequeño pueblo inglés, la policía recoge a Peter (Dean Stockwell), un chaval con la cabeza afeitada que rehúsa hablar ante las preguntas de los agentes. El Dr. Evans, el psiquiatra que colabora con la policía, será con quién el chico cogerá confianza y será el elegido para escuchar su increíble historia: Peter vivía con sus abuelos, unos antiguos feriantes de circo. Un día, mientras ayudaba en el colmado donde trabajaba, se entera que una nueva guerra está a punto de estallar. Ahí es cuando se entera que sus padres murieron en un raid aéreo durante uno de los bombardeos sobre Londres. A la mañana siguiente, Peter se despertó con el cabello completamente verde. Todos los chavales se reían de él, por lo que Peter huye al bosque, lugar donde tendrá una visión: Él ha sido el elegido. Y él, el muchacho de los cabellos verdes, será el encargado de comunicar al resto del pueblo los horrores y los peligros de la guerra…
Detalles de la película
- Titulo Original: The Boy with Green Hair
- Año: 1948
- Duración: 82
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes obtener una copia la película en formato 4K y HD. A continuación te añadimos un listado de posibilidades de descarga activas:
Opinión de la crítica
6.2
42 valoraciones en total
Uno de los principales problemas de esta extraña película del irregular Joseph Losey reside en su elevado valor coyuntural, lo que sin duda no ha hecho más que mermar las (poquitas) cualidades que posee. Y es que si se quiere hablar de los horrores de la guerra en la actualidad se necesita algo más de crudeza y menos monsergas bobaliconas, la lección es la misma, pero para que conserve su fuerza en pleno siglo XXI hace falta poner más carne en el asador. Tampoco hay que ser negativos, la cosa podía haber sido peor, al menos eso se deduce de su desconcertante comienzo, en la línea de good-feel movies modernas como El secreto de los McCan (buff).
Efectivamente, el film arranca con la presentación del chaval protagonista (irreconocible Dean Stockwell) y su relación con su tutor-abuelo Gramps (Pat OBrien, gran secundario americano, componiendo un personaje entrañable), lo cual deriva pronto hacia el terreno del didactismo amable, pues el joven es receloso y ha de aprender todavía mucho de la vida. Total, mucho dulce y buenas palabras que, ya con cierta edad, se hacen bastante cargantes. Pero pronto la narración deja a un lado la melaza infantil para centrar su atención en lo que conforma el núcleo argumental de la película: el estudio de la diferencia como metáfora cristalina (y tanto) del afán del hombre por enfrentarse a otros hombres. Todo plasmado, realmente, como si de una interpretación bíblica se tratase: un pequeño Moisés (el protagonista) recibe la visita de unos ángeles particulares (los niños de la guerra, en una escena cuestionable e incluso algo sonrojante) que le revelan su condición de sujeto elegido para llevar la verdad al pueblo (universal): la absoluta necesidad de un mundo en paz. Esto es lo más insatisfactorio del film, pues si simplemente se hubiera centrado en el rechazo social que sufre el chiquillo -que es donde se encuentran los mejores momentos de la función- podía haber dado algo más de sí. O tampoco, porque después de Freaks sólo unos pocos pueden contar algo nuevo sobre el tema sin caer en el tedio de la repetición (Tim Burton, pocos más…).
¿Y qué queda de bueno en El muchacho de los…? Pues el buen oficio de Losey, un narrador seguro y muy atento a los pequeños detalles, y un acertado uso del Technicolor. Podía haber sido una obra más importante, pero le pierde esa manía de contar el mensaje a voces y con insistencia, algo habitual en el cine de su director. Y le sobran, como a esa compañera fílmica que fue Jack (la peli rarita de Coppola, con la que comparte tanto -incluido un plano de niño marginado mirando desde el ventanal a niños felices jugando), moralejas y buenas intenciones. Muy útiles para proyectar en sesión de colegio, pero totalmente inadecuadas para mentes maduras que saben de qué va todo el asunto. Aún así, se deja ver.
Ópera prima de Joseph Losey, cuenta la historia de un huérfano de guerra al que de repente el cabello se le vuelve verde. A raíz de ahí, lo que antes era un niño totalmente integrado en el pueblo se va convirtiendo poco a poco en recelo, desconfianza y temor hacia lo que es diferente .
Película irregular donde las haya. Losey no sabe por dónde ir con la historia. Lo que en un principio parece que va a ser una fábula al estilo, digamos, del Tim Burton de Big Fish o Eduardo Manostijeras , de repente lo desvía todo hacia un mensaje de mentalidad ONG demasiado directo y obvio, y que resulta muy risible visto hoy en día. Por ejemplo, la escena de los niños víctimas de la guerra que se encuentra en el bosque está totalmente fuera de lugar llegando, literalmente, a dar arcadas por lo infantil del planteamiento, del mensaje y de la situación. Escena totalmente descartable que se podría haber contado desde un punto de vista más adulto o realista sin alejarnos de la fábula y sin pecar de sentimentalismo.
Pese a todo, le película no deja de ser interesante. Hay escenas realmente sorprendentes. El comienzo del relato, por ejemplo, cómo nos cuenta el niño las casas de acogida por las que ha pasado mientras que se nos muestran las fachadas de las mismas para acabar diciendo: tengo demasiados tíos y tías (él no sabe que es huérfano y que no eran sino familias de acogida). O cuando decide contarles a todos algo: no vemos nunca la boca del protagonista, simplemente sus ojos, hablando por si solos.
Por lo demás, destacar las actuaciones del niño (un gran Dean Stockwell) y del tío (un siempre magnífico Pat O´Brian) y del technicolor usado para enfatizar aun más la sensación de que nos están contando un cuento.
Lo mejor: El principio del relato del niño. Y varias secuencias destacables más: la parte de la complicidad del niño con su tío, y la parte del recelo del pueblo entero hacia el niño de los cabellos verdes. También destacar ese tufillo a Tim Burton del film, altamente gratificante para los que somos admiradores del Burton más intimista.
Lo peor: La moralina exagerada del relato y que Losey no sabe por dónde ir con la historia: pasa de la fábula musical a la comedia infantil y al drama con demasiada facilidad, tanto que acaba despistando al espectador que no sabe muy bién qué esta viendo…
En resumen estamos ante una película entretenida e interesante que, como reza el cartel de la película, no he contado el por qué tiene el cabello verde. :-)))
Eso sí, como simple curiosidad, ese primer título de crédito en el cielo azul con nubes que aparece en la peli me recordó a Los Simpsons.
Cuando, en el año 1945, terminó la Segunda Guerra Mundial, lo que conmovía al más duro de los corazones, era recorrer a Europa y descubrir que, las que antes fueran grandes capitales o pueblos pacíficos, ahora eran tierras devastadas, con miles de hogares destruidos, con inmensos cementerios llenos de cadáveres anónimos, ancianos consumidos por la tristeza… y los niños, huérfanos de la guerra, por cientos, por miles, deambulando por las calles en busca de un pan, un vaso de agua, y en especial, un refugio. Las mujeres que seguían vivas hacían lo que podían, pero esto no iba a resolver el problema de tantísimos chicos como se veían a diario.
A la estadounidense, Betsy Beaton, se le ocurrió que podía ayudar escribiendo un cuento y así surgiría The boy with green hair, el cual aparecería en el Milwakee Journal, el 29 de diciembre de 1946, y la historia tuvo tanto éxito que, doce años después, sería llevada al cine con el auspicioso debut de Joseph Losey, quien, desde entonces, se convertiría en uno de esos directores a los que el cine debe un valiosísimo legado.
El guion fue encargado al canadiense, Ben Barzman (otro de los muchos valiosos escritores que fuera perseguido por la HUAC), a quien le tocó irse a Europa en aras de poder seguir llevando una vida digna. Allí -lo que su país debió hacer algún día- fue homenajeado con una retrospectiva en la Cinemateca de París (1982), y tres años después, el gobierno francés lo condecoró con La Orden de Artes y Letras por su valioso aporte a la cultura.
Con la colaboración de Alfred Lewis Levitt, Barzman logra una historia de fuerte sensibilidad, a la que Losey convierte en un bello alegato en contra de la guerra y de la intolerancia. La justificación se centra en los niños, y el cuento, con algo de ensueño y de fantasía, nos alecciona con la perfecta relación que el tío Gramp (carismática interpretación de Pat O’Brien) sostiene con su sobrino Peter (estupendo Dean Stockwell), el chico huérfano que un día amanece con el cabello verde, quizás por alguna razón que, hasta el momento, sólo el universo la conoce.
El filme resulta muy cálido y novedoso, y a fe que consigue hacernos reflexionar sobre el propósito de las guerras, las cuales enriquecen a unos pocos, pero traen desgracia y miseria a millones de seres humanos. La metáfora de la señora Beaton, exalta el valor del verde como símbolo de la esperanza y de que la primavera volverá, y la historia adquiere un tono poético que, por fortuna, Joseph Losey capta magníficamente, sirviéndose de unos tonos en remembranza y de una puesta en escena bastante efectiva.
EL NIÑO DEL CABELLO VERDE es así, un filme para niños y adultos, y muy interesantes reflexiones pueden deducirse de su original historia.
Ha surgido aquí otro notable director.
Debo confesar que Joseph Losey es un director por el que siento bastante inclinación, circunstancia que me hace incurrir en cierta parcialidad a la hora de valorar sus películas, admitido esto, parece necesario aclarar el por qué de esta apreciación, que yo justificaría en la admirable coherencia que desprende la filmografía del citado realizador, siempre crítico y pesimista, por mucho que lo negara personalmente en sus entrevistas.
Y es que las realidades descritas por Losey suelen resultar bastante deprimentes, pues su visión de los hombres y la sociedad acostumbra a ser negativa. Esa perspectiva, que encontrará su cénit en El sirviente o El mensajero , ya está presente en su opera prima, que aquí se comenta. A Peter, un huérfano de guerra, un día los cabellos le cambian de color, volviéndose verdes, tras el pasmo inicial averigüa que ese cambio es algo así como una marca asociada a un destino, en su caso alertar a las gentes de su pueblo de los peligros que una futura guerra traería. Pero su mensaje de paz, unidad y hermanamiento es desdeñado por todos, enormemente alarmados ante la singularidad del muchacho, e intentarán devolverlo al redil .
A muchos usuarios podrá parecerles que la forma en la que Losey expresa aquí sus preocupaciones acerca de la guerra fría, el peligro atómico y la marginación del diferente o discrepante, resulta ingenua y pasada de moda. En este caso yo creo que hay que acercarse al filme con cierto sentido de alteridad, esto es, juzgándolo y valorándolo por lo que su mensaje y la forma en la que lo transmite significaban en su contexto histórico (la posguerra mundial y los albores del conflicto bipolar). Haciéndolo así la película gana enteros y algunos de sus mensajes se tornan proféticos.
Con buenas interpretaciones del pequeño Stockwell y OBrien y un aceptable guión, resulta reseñable el acertado uso de los encadenados a los que recurre Losey al comienzo del relato del chico, así como la concepción y el simbolismo de la secuencia de la peluquería, que se asemeja a una ejecución pública a la que todo el mundo asiste y de la que se retira apesadumbrado. La fuerza emotiva de esta secuencia es muy notable por la universalidad de su mensaje, hasta el punto de que podríamos afirmar que constituye toda una premonición sobre el futuro del director. Y es que en efecto, faltaba muy poco para que, en plena caza de brujas , los cabellos verdes de Losey fueran advertidos, afortunadamente para nosotros, tras su paso por la peluquería, los cabellos verdes volvieron a crecer.
Producción en color de RKO, realizada por Joseph Losey. Basada en un argumento de Betsy Beaton, se rodó en MacKinley Home For Boys (LA) y RKO Studios. El producor fue Stephen Ames y el estreno tuvo lugar el 16-XI-1948 (EEUU).
La acción tiene lugar en una localidad inglesa, donde un chico huraño y deprimido, Peter Frye (Dean Stockwell), de 10/12 años, con la cabeza rapada, recogido por la policía, es requerido por ésta para que facilite su identificación, sin obtener respuesta. El psicólogo Dr. Evans (Robert Ryan) consigue que le cuente su historia desde los 5 años, lo que le convierte en el narrador del relato, dividido en dos prolongados flashbacks.
La película explica una historia vista a través de los ojos de un niño. Se desarrolla como una fábula sencilla, no exenta de simpatía, sobre temas en relación a los que el autor desea mover a la reflexión. Le preocupa la carrera nuclear, los temores asociados a la Guerra Fría, los horrores de la guerra y la intolerancia social de la diferencia (raza, religión, enfermedad). Hace hincapié en tres lineas argumentales: los peligros de las armas nucleares, la tragedia de la guerra y la intolerancia contra las personas diferentes (pelirrojos, los que usan gafas gruesas, los huérfanos de guerra, etc.). En términos didácticos, defiende las actitudes antibelicistas y antinuclearistas y exalta el valor de la tolerancia social de la diferencia. El caudal argumental que hoy se tiene en relación a los temas indicados se halla en un nivel mucho más elevado que el disponible en 1948. Visto con ojos actuales, el film es ingenuo en sus fundamentos, pese a la vigencia de los cuestiones propuestas. El color verde, como símbolo del medio natural y de la vida, es hoy conocido, aceptado y respetado por todos. La sinrazón de la intolerancia contra los diferentes dispone de argumentos más potentes y sofisticados, como el desarrollo del Derecho Internacional Humanitario, el avance de la multiculturalidad, la realidad multiétnica de las sociedades desarrolladas, el avance científico y otros referentes, que señalan que la diferencia no justifica la desigualdad. Es enternecedora la descripción del personaje del abuelo de adopción y relación parternofilial entre éste y el niño.
La música aporta tonos alegres y optimistas, propios de una fábula. Se añaden 3 bonitas canciones: Nature Boy (Nat King Cole), Trend On The Trail Of Me Coat (popular) y How Many Miles To Dublin Town? (tradicional). La fotografía usa encuadres fijos y movimientos sobrios de cámara. Los colores apagados y grisáceos dejan los contrastes en manos de la luz. El guión, pensando para el público de finales de los 40, no se ha de descontextualizar ni enmarcar en la actualidad. La interpretación de OBrian y la de Stockwell ( Levando anclas ) son enternecedoras. La dirección crea una ópera prima casi olvidada, cuyo rescate en DVD constituye un motivo de satisfacción, pese a sus deficiencias técnicas.