El hijo único
Sinopsis de la película
Una campesina se esfuerza al máximo para que su hijo pueda recibir en Tokio una buena educación. Algunos años después, lo va a visitar, dando por supuesto que será feliz y tendrá una buena posición social. Pero, nada más llegar, se encuentra con la triste realidad: su hijo, que está casado, es profesor de la escuela nocturna y vive sumido en la miseria.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hitori musuko (The Only Son)
- Año: 1936
- Duración: 87
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes conseguir una copia de esta película en formato HD y 4K. Seguidamente te mostramos un listado de opciones de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
Película
7.6
38 valoraciones en total
Como toda la filmografía de Yazugiro Ozu, una temática de gente común se convierte en una obra de arte debido a su carácter intimista, la calidad de la fotografía, sus encuadres, sus actuaciones sin estridencias, el excelente uso de la cámara fija que involucra al espectador en la trama. La filmografía de Ozu me ha acercado a esa portentosa cultura donde la tragedía y comedia de la vida se desarrolla con una gran aconomía de recursos
Sólo el maestro Yasujiro Ozu era capaz de explicar tanto en tan poco tiempo, con tanta sencillez, con tan escasos recursos y como digo, con una profundidad que no se ha visto más en el cine a la hora de tratar cuestiones relacionadas con la ética japonesa. Me ha hecho una ilusión especial observar que la cámara se mueve (al menos dos veces son las que he contado), hay que tener en cuenta que es el Ozu de los años treinta y si se me permite la gracia, estaba desatado.
Ante todo, se trata de una película imprescindible en su filmografía, creo que su cine se entiende mejor si se conoce la conducta propia de los japoneses pero lo que hace mejor a El hijo único es que todos, incluso los occidentales que no tengan ni idea del sistema de pensamiento japonés, pueden entender su mensaje. La raíz de la familia es el sentido del deber, algo que nunca se compensa y con el que se vive siempre, una gratitud imperecedera que une a padres e hijos y que hace que la familia sea un poderoso núcleo que siempre va a juzgar los actos de sus componentes. No es fácil hacer o deshacer, siempre hay un vínculo con el resto de la familia que no deja de empujar nunca. Ozu señala con una precisión asombrosa el sentido de ese agradecimiento filial y como es cine y hablamos de un maestro, trata con tanto mimo a sus personajes que es imposible no sentirse conmovido.
La madre se muestra dura y aparenta sancionar a su hijo por haber fracasado mientras un pequeño incidente le demuestra a ella y a nosotros que realmente ha tenido el éxito esperado como hijo y como ser humano.
Enhorabuena al que llegue aquí, es una película especial incluso por su contexto. Medio planeta estaba afilando cuchillos para hacer toda la sangre posible, si es que no estaban matándose ya. El propio Imperio Japonés estaba en ello. Y sin embargo, Yasujiro Ozu fue capaz de ofrecernos una historia con tanta ternura. Son cosas para no olvidar.
La película me parece una fiel representación del sino japonés. Ozu tiene la capacidad de no filmar una película sino retratar la historia de unas personas reales, que efectivamente vivieron lo que vivieron y él estaba ahí para filmarlo. Dicho de otra manera, maravilloso guión, historia y actuaciones.
La historia y las actuaciones te acarician profundamente, aunque es difícil entrar a la película por esta costumbre occidental de hablar demasiado y moverse tanto, una vez que uno entiende ese modo japonés de contener el cuerpo y guardar silencio, de esperar y reflexionar antes de hablar y actuar, entonces uno puede dejarse ir por la película. De una sutileza y contundencia maravillosa. Una verdadera obra de arte. Me hizo sentir el mismo vacío en el alma como cuando termine de ver Ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica, Nosotros los pobres de Ismael Rodríguez o Las tortugas también vuelan de Bahman Ghobadi. La recomiendo encarecidamente, pero también recomiendo cambiar el reloj interno de occidental a japonés para poderse dejar cautivar. No es que la película sea muy larga (87 minutos), pero sus minutos pasan a lo japonés.
Ozu se adelanta unos cuantos años al neorrealismo italiano con esta historia de una madre angustiada al descubrir que todo el esfuerzo llevado a cabo para que su único hijo goce de una vida próspera fue en vano. Gran retrato de la sociedad nipona, de esos bajos fondos que tan bien sabía mostrar Ozu, con esas historias sencillas y cotidianas, pero a la vez tratadas con la importancia que se merecen.
La historia que nos cuenta el Sr. Ozu en este filme conmovedor —realizado allá en Japón mientras acá en España andaban los españoles desatando sus odios fraternos— es la de una mujer trabajadora, sola y con un único hijo en un pequeño pueblo japonés. Ella trabaja y se sacrifica por obtener algo de dinero para que el muchacho vaya a la capital y haga estudios superiores, todo esto en 1923.
Pasan el tiempo y la acción se traslada al año 1935, cuando la madre viaja desde el pueblo hasta Tokio para visitar a su hijo, al que cree estar gozando de un estatus superior conforme a los estudios que realizó. Pero una vez in situ contempla la cruda realidad de su vástago, descubre que éste sólo alcanzó ser un maestro pobretón en una escuela periférica para muchachos en horario nocturno. Y no sólo eso, además descubre que…