El hijo de la pradera
Sinopsis de la película
Un vaquero, acostumbrado a ir solo por la vida sin más techo que el cielo y más casa que las verdes praderas, conoce a una chica y se enamora. Así, decide luchar por conseguir un terreno donde vivir junto a ella. Para conseguirlo deberá tomar parte en una loca carrera hasta alcanzar la tierra prometida. Considerada como la Obra Maestra del western en lo que respecta al cine mudo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tumbleweeds
- Año: 1925
- Duración: 78
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Opinión de la crítica
Película
6.2
61 valoraciones en total
El hijo de la pradera constituye el corolario y la obra maestra de ese western primigenio surgido en los albores del séptimo arte con Asalto y robo de un tren (The Great Train Robbery, 1903) y donde rompieran sus primeras lanzas rutilantes estrellas ulteriores, caso de Gary Cooper, John Wayne o, precisamente, el gran renovador del género, quien lo llevaría de su fuerte mano irlandesa a la mayoría de edad: John Ford.
Compendio de las virtudes y defectos no sólo del western, sino de casi todo el cine en sus años mozos, se trata de una delicia maniquea e ingenua, infantil como el espectador de entonces, fascinado todavía por el joven invento, maravilla de barraca de feria hacía no tanto. Los personajes son planos como las oceánicas praderas americanas, con un seráfico héroe al que ayuda un bobo de honda raigambre clásica y una damisela en apuros cuyos orígenes cabe también remontar hasta —por lo menos— las canciones trovadorescas. Enfrente, dos villanos de la cabeza a los pies, desalmados como un príncipe maquiavélico y dispuestos a cualquier cosa a fin de lograr sus turbias metas. Evidentemente, recibirán su merecido. Con todo, se trata de un film muy divertido, sabia mezcla de aventura, melodrama y comedia a la que adorna un notable sentido del espectáculo, señas de identidad del cine comercial made in USA . La multitudinaria galopada de los pioneros a la búsqueda de la Tierra Prometida en montaje paralelo al confinamiento y huida del protagonista, así como los brevísimos planos de detalle que la preceden suponen un prodigio técnico a la altura de Eisenstein. Casualidad o no, su icónica El acorazado Potemkin (Bronenosets Potyomkin, 1925) le es coetánea.
A la cabeza del reparto y produciéndola de su propio bolsillo encontramos a William S. Hart, quien junto a Tom Mix encarnara el arquetipo inaugural del cowboy, precedente del antedicho Wayne, James Stewart, Randolph Scott y tantos otros. Se trata, de hecho, de su mutis por el foro, conviene recordar que debutó —en la gran pantalla, pues antes había hecho teatro shakespeareano— a la tierna edad de 49 años. Para su reestreno en 1939, se rodó un breve prólogo con un anciano Hart ataviado de vaquero y balbuceando incoherencias. A mi juicio, se lo podrían haber ahorrado.