El festín de Babette
Sinopsis de la película
Siglo XIX. En una remota aldea de Dinamarca, dominada por el puritanismo, dos ancianas hermanas, que han permanecido solteras, recuerdan con nostalgia su lejana juventud y la rígida educación que las obligó a renunciar a la felicidad. La llegada de Babette, que viene de París, huyendo de la guerra civil, cambiará sus vidas. La forastera pronto tendrá ocasión de corresponder a la bondad y al calor con que fue acogida. Un premio de lotería le permite organizar una opulenta cena con los mejores platos y vinos de la gastronomía francesa. Todos los vecinos aceptan la invitación, pero se ponen previamente de acuerdo para no dar muestras de una satisfacción que sería pecaminosa. Pero, poco a poco, en un ceremonial intenso y emotivo, van cediendo a los placeres de la cocina francesa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Babettes gæstebud (Babettes Feast)
- Año: 1987
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
7.4
69 valoraciones en total
Una bellísima película que demuestra lo grande que puede ser el cine intimista. Sin un gran presupuesto ni elevadas pretensiones, apoyada en un guión perfecto y unas interpretaciones grandes por lo comedidas (!qué hermosas Stephane Audran y su mirada¡) es una de las pequeñas joyas del cine. No solo disfrutas viéndola, sino que te deja un agradable poso para reflexionar. Maravillosa.
Me la recomendaron y estaba deseando verla, una película hecha con un gusto y una sensibilidad tremenda.
Muestra muy bien el lado hiperpuretano del luteranismo, pero sin despreciar a los personajes porque llegas a comprenderlos y a amarlos tal y como son, pues en cada uno nos podemos sentir identificados.
El personaje de Babette es mágico (sin demasiado protagonismo pero imprescindible), recuerdo una recomendación que hizo Jesucristo: No olvidéis la hospitalidad, porque por ésta algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles .
Y este personaje de Babette parece un ángel, en su comportamiento, en su agradecimiento, en su humildad y en su forma de verse ella misma y a los demás.
Al igual que Fej Delvahe (una opinión anterior a esta)la frase de una artista nunca es pobre es maravillosa, que pena que hoy en día haya tantos babosos y babosas en busca de la fama y de la pasta a costa de todo, sin impórtales hacer daño a otras personas y lo que es peor, sin darse cuenta que se están destruyendo ellos mismos.
La forma de ver su vida de Achille Papin después de ya pasados muchos años y recordar lo que vivió con estas personas, reconociendo que la fama quedó atrás y que hoy en día ya nadie se acordaba de el, admirando la decisión de ella de no querer esa tipo de vida, debería hacernos meditar sobre el afán que hay hoy por la búsqueda de la fama, el éxito y el poder.
Recomendada desde mi corazón…
Babette (gran Stéphane Audran) huye de París por líos de la Comuna y llega a las dunas de Jutlandia, a una aldea luterana de pescadores puritanos y amojamados que se alimentan de bacalao seco y sopas de pan.
Aunque las solteronas hijas del pastor protestante no necesitan sirviente, la acogen en su casa.
Al cabo de 14 años de monótona paz Babette, en realidad virtuosa cocinera profesional, recibe de Francia una gran suma y decide ofrecer a sus benefactores un excelso banquete.
La película, ajustada al breve texto de Dinesen, se plantea con una modestia que permite la muy progresiva expansión, se va encendiendo e iluminando despacio. Ventajas de adaptar un relato (como Huston en Los muertos) en vez de una novela, que obliga a comprimir.
Tiene un retardadísimo arranque, tras largo flashback introductorio, como un avión que despegara después de rodar una hora por las pistas y a continuación se elevase lento, pero constante y seguro.
La comida es tema central, se prescinde de aventura, pasiones, romance, violencia y, aun así, hay tensión e incertidumbre.
Incertidumbre porque ¿quiénes son estos 12 comensales? ¿Cómo van a reaccionar ante semejante arte y talento culinarios? ¿Van a tener paladar a la altura de las delicias?
No sabemos si son las fuerzas vivas de la aldea, el recaudador panzudo, el comisario local, sus ínfulas intelectuales porque lee, las respectivas señoras, que enmascaran los olores corporales con agresivos perfumes y en apretada competencia describen al detalle achaques propios y ajenos…
Han puesto la condición de no hablar de la comida, no apreciarla, para no caer en pecado de gula y hedonismo, y no sabemos si están preguntándose cuánto cuesta todo, si ellos van a tener que apoquinar algo, si podrían recuperarlo vendiendo las sobras, si los porteadores tendrán los papeles en regla, si se habrán pagado los derechos aduaneros de tanta mercancía exótica, si la cocinera estará liada con algún porteador, si no daría lo mismo las sopas de pan y el bacalao seco de costumbre y no esas francesadas que igual alimentan menos y sientan mal, a ver si se cree que nos va a arrancar un elogio, una complacencia, a lo mejor han puesto una droga para robarnos, para sacarnos algo, someternos a tocamientos contra nuestra voluntad…
Comprueban por debajo de la mesa que las monedas siguen ahí, en el billetero oculto, las cuentan al tacto a través del bolsillo con los dedos nerviosos mientras hablan del tiempo, las lluvias que se avecinan, un robo en el huerto, una vaca que enfermó, lo tacaños, mezquinos y cotillas que son los del partido rival…
Ahí se crea vibrante y auténtica tensión, acerca de si prevalecerán el recelo y la cazurrería y se confirmará que no se hizo la miel para la boca del asno, o si por el contrario se romperá el duro hielo, y con dulcificación, exquisitez y buenos vinos se logrará la conversión del banquete en genuino ágape, verdadera comunión espiritual: epifanía.
Película, sorprendendentemente sencilla, religiosa y artística. Con un mensaje principal que la trasciende: lo humano quiere decir arte y ser artista, hacer resonar por todo el mundo el corazón del artista que implica lo humano, la religión no tiene por qué consistir en negar lo humano (el ser artista), pues precisamente la mejor manera de ir realizando ya el Reino de Dios en este mundo es ofreciendo a los demás nuestra mejor versión de lo humano: dando nuestros talentos, nuestro arte, lo cual no sólo no nos empobrece ( Un artista nunca es pobre ) sino todo lo contrario, nos enriquece y hace felices.
Es una crítica acerca de la religión empeñada en que para ganarnos el «más allá de este mundo» tenemos que ser infelices sobre la Tierra. Por esto, cuando Babette decide gastarse todo su dinero en un banquete para la gente que le ha acogido, la cual cree que la religión requiere de un vivir en la infelicidad adormeciendo los sentidos y el goce de la diversión, dichas personas religiosas reaccionan con la miope visión existencial de no querer saborear la comida, de no ser «in situ» felices, de no dejar a sus sentidos alegrarse más de la cuenta, dado que religiosamente consideran que el disfrute en demasía pertenece al «Más Allá». Sin embargo, el goce biológico del organismo en no pocas ocasiones también es digno de ¡aleluyas!
El festín de Babette conlleva el mismo sentido que el proceder artístico de Jesús de Nazaret: se puede ser misericordioso, religioso, amar, y a la par gozar bebiendo y comiendo, pues no siempre vamos a disponer de esta vida ni de estos sentidos, y aunque creamos en un paraíso en el «Más Allá», en este mundo somos artistas y ello significa dar realización a nuestros dones, talentos o artes, algo que implica en ocasiones generar cierta felicidad, o dicho de otra manera, disfrute, goce, contento de tal manera que los sentidos de nuestro cuerpo se sientan vivos.
Importante película que hay que ver, degustar y reflexionar, contiene un gran mensaje de fondo que puede pasar desapercibido entre una realización aparentemente sencilla.
Fej Delvahe
Un pequeño prodigio presentado con una sencillez abrumadora y hermosa. Una lección de humildad bajo la batuta tierna y acogedora del danés Gabriel Axel, que ha sabido tocar el registro más suave y la campanada más gozosa para el corazón de una espectadora como yo.
Joyas como la presente, ofrecidas bajo un aspecto modesto, sin grandilocuencias, saben desgranar una filosofía de vida que es alimento para el espíritu y alas para el sentimiento.
Con su mirada amable, optimista y sorprendentemente sensible, Axel retrata el alma colectiva de una comunidad luterana y puritana asentada en una aldea costera de Dinamarca. Gentes dedicadas a su sincero culto a Dios y a promulgar la austeridad exterior para el enriquecimiento interior y la convivencia pacífica en la que las tentaciones terrenales son vencidas por medio de una intensa fe.
Axel podría haberse decantado por derroteros de insatisfacción personal de las tres protagonistas, basándose en la extrema austeridad de sus vidas, pero no lo hace. Las abnegadas y encantadoras hermanas Filippa y Martina derraman tanta bondad y encuentran tanto consuelo en su fe y en su afecto espontáneo hacia el prójimo, que es inconcebible que puedan sentir insatisfacciones profundas. Renunciaron al amor y cambiaron el curso del destino de dos hombres que hallaron en ellas una fuente de paz y armonía en un momento crucial de su pasado, para llevar en adelante existencias mucho más ricas y satisfactorias espiritualmente. Axel no intenta disimular el hecho de que ellas llegaron a plantearse en aquel momento de su juventud el concederse una oportunidad para el amor, y que tal vez sienten nostalgia por lo que dejaron marchar. Pero si hubo en ellas alguna añoranza de aquello a lo que renunciaron, sin duda la compensaron con su vida dedicada a la alabanza de Dios y al servicio a sus semejantes.
La llegada de Babette, una mujer francesa maltratada por los acontecimientos de su país, supone un soplo de aire renovado en la comunidad. Sola en el mundo, aferra con adoración la caritativa y desinteresada mano que las dos hermanas le tienden, y se integra con agradecimiento en la minúscula aldea. Y un día tendrá la oportunidad de devolverles a todos las atenciones recibidas… Y lo hará a su manera especial y única, enseñando a esas gentes sobrias a valorar un poco más los pequeños placeres.
Sobresaliente drama filosófico y espiritual que, equiparando las delicias gastronómicas a la satisfacción del alma, invita a disfrutar de lo que la vida nos regala. A aprender el don de saber dar y saber recibir. A sentirse en paz con uno mismo.
No es necesario ser especialmente creyente para que nos llegue el mensaje de esta bonita historia que trasciende más allá de lo religioso y alcanza la misma esencia de la búsqueda del equilibrio personal.