Small Roads
Sinopsis de la película
En Small Roads , Benning filma 47 caminos de los Estados Unidos. No sólo vastos paisajes atravesados por trenes, sino también senderos estrechos donde sólo pasa ocasionalmente un vehículo o un animal.
Detalles de la película
- Titulo Original: Small Roads
- Año: 2011
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
7
94 valoraciones en total
No estoy para nada de acuerdo con que esto sea cine de museo . Ya me pasó con Ten Skies y me ha vuelto a pasar con ésta: me interesa, me emociona y, si se quiere, me engancha mucho más que las dos últimas películas que he visto (Barfly y Te doy mis ojos), por ejemplo, que son consideradas lo suficientemente narrativas como para ser estrenadas más allá de los museos.
Por otro lado, cada vez estoy más de acuerdo con una frase que escuché a Lisandro Alonso, que decía algo así como el cine que más me interesa es aquel que no entiendo, el que me requiere activo y pensando , pero voy incluso más allá, creo que cada vez me interesa más el cine que, aparentemente, menos cuenta, menos narra en superficie.
No hay historia en Small Roads y, sin embargo, cuando uno hace el ejercicio de poner la cámara en un trípode frente a una carretera, ¿no está sino contando infinitas historias a un tiempo? ¿No es el cine, también, lo no-filmado, el fuera de campo o, directamente, fuera de metraje?
En una de las desiertas carreteras de Small Roads hay un coche con los warning puestos en una cuneta. Si uno está atento a la película, es absolutamente imposible no prestar toda atención a ese coche, es una novedad, es una incógnita, ¿qué digo? ¡Es muchas incógnitas!
Small Roads está rodada en 2011 y, por tanto, es una película para mi: para un espectador habituado a más de un siglo de lenguaje cinematográfico y de infinitos referentes acumulados en la memoria. Y de la memoria también se alimenta el cine. Como he visto tantas películas desde que nací, tanto cine americano, tanto cine de intriga, tanto cine negro, ese coche con los warning es todo un mundo de incógnitas:
¿Y si hay un cadáver en el maletero?
¿Está vacío o hay alguien dentro?
Espera, ¿qué es eso?
Una figura lejana se mueve a la derecha de cuadro (¿ha estado ahí todo el tiempo?), ¿qué hace?
Va hacia el coche.
Pero se para.
Se agacha.
Hace algo en el suelo.
Ya está, viene de enterrar el cadáver.
La asesina se sube al coche. Tarda en arrancar.
Si pudiéramos ver su primer plano, posiblemente estaría mirando hacia el lugar donde acaba de enterrar a su marido.
O quizá está haciendo una llamada: Its done .
Por fin arranca. Se va.
Siguiente carretera.
Todo ese drama no filmado (que no por ello no contado) tiene, además, un plus de emoción: se nos ha dicho que el film es de corte documental, luego los eventos son reales. Todo lo que hemos visto es real. Y lo más maravilloso es que es una experiencia total y absolutamente única. Irrepetible. Si mañana vuelvo a ver la película, en otras condiciones, en otro estado de ánimo (o incluso en las mismas condiciones), ¿qué vería en ese plano? Quizá nada: una mujer volviendo, muy probablemente, de una parada para estirar las piernas o de hacer sus necesidades, entrando en su coche y yéndose.
Esto hace de Small Roads una película infinita con tantas narrativas como visionados.
Al final, los extremos se tocan. Y cuanto menos cuenta una película, en realidad, más está contando, pues más libre es el espectador de hacer con el metraje lo que quiera.
Y esto no desmerece el resto de cines, las lágrimas formando caudalosos ríos en mis mejillas durante el final de Los puentes de Madison suponen una experiencia gigantesca que ensalza el cine a las más altas cotas artísticas, pero yo, personalmente, creo que Small Roads debería estrenarse en las mismas salas que Los puentes de Madison.