El decamerón
Sinopsis de la película
Pasolini recrea con su personal estilo los divertidos cuentos eróticos de El Decamerón de Boccaccio. Entre otros, está el cuento de Andreuccio de Perugia, que se deja convencer por unos ladrones para quitarle un rubí al cadáver de un arzobispo. Entre los cuentos de carácter licencioso está, por ejemplo, el de Masetto de Lamporecchio, un hortelano que se finge sordomudo y loco para entrar al servicio de las monjas de un convento y disfrutar con ellas de las delicias del lecho compartido.
Detalles de la película
- Titulo Original: Il Decameron
- Año: 1971
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
6.7
100 valoraciones en total
Este film es el segundo que veo del (ahora convencida) grande, grande, Pasolini.
Todas las historias eróticas y pícaras que se desarrollan en la película, tienen como ambientación una época medieval. Lo cual las hace tener ese encanto que las hace tan especiales, y tan maravillosas artísticamente hablando.
Nos introduce en un mundo hipócrita, donde el más fuerte se hace vencedor, pero con un cambio de roles muy ameno y que hace a cualquiera esbozar una sonrisa. Aunque, por supuesto, no pierde su estilo habitual, el atrevimiento y la osadía son factores que destacan en esta película, no hay más que ver la historia del cura, quien pretendía conseguir mantener relaciones sexuales con una joven a base del engaño (tomen mensaje oculto). Y de las monjas, las cuales, sedientas de sexo, contratan a un apuesto y a la vez poco avispado hombre. En fin, todo un placer para los sentidos, y tiene el mejor de los finales, véanla, véanla.
Mi despertar al sexo contiene —como el de tod@s— numerosos y variados flashes visuales difíciles de olvidar. Pero si existe un relato que me marcó profundamente en aquellos años de fogosas y estimulantes alteraciones hormonales ése fue, sin lugar a dudas, El Decamerón. Un divertidísimo compendio de historietas que transcurren en la Italia renacentista y que, como no podía ser de otra manera, comparten humor, sexo y crítica social como nexo común de vital importancia.
Obviamente, ha llovido mucho desde que leí la novela de Bocaccio. Treinta años, quizás. Pero ayer noche, viendo la peli de Pasolini por primera vez, tuve la sensación de haber acabado de leerla recientemente. Como si esos treinta años hubieran sido tres meses. Y eso, naturalmente, es ‘culpa’ de Pasolini. De su espíritu gamberrete, transgresor, osado y procaz. Un espíritu que casa extraordinariamente bien con el tono disoluto y lascivo de la novela y que, trasladado a la gran pantalla, se materializa en una peli tan controvertible como jocosa, audaz y cachonda.
Siete merecidas estrellitas, pues, para un cineasta con fama de gafas que siempre fue a contracorriente y que, con pelis como El Decamerón, constató que jamás se le caerían los anillos por codearse con el vulgo y describir con toda la alegría y desenfado del mundo los más bajos y terrenales instintos de la especie humana. Como dirían algunos: ¡¡¡a follar, a follar, que el mundo se va a acabar!!!.
Quienes leímos El Decamerón de Giovanni Bocaccio en años de despertares, podríamos formularnos similar pregunta a la que Giotto-Pasolini se hace al final de la película: ¿Porqué ver esta película si los sueños son más hermosos?. Aquellas lecturas casi prohibidas nos abrían de forma apenas perceptible una ventana a un mundo donde ¡sorpresa! existía el sexo, pero no el sexo amordazado y encerrado en sórdidas mazmorras tipo Jean Valjean ni el sexo de confesionario y tres avemarías como penitencia, sino el sexo alegre, desenfadado, cómico, pícaro y divertido.
Pasolini-Giotto en el 1971 pone imágenes a los sueños y lo hace bien, francamente bien, con la libertad que le da su ateísmo y sus propias tendencias sexuales y con esa clara huella de lo real y cotidiano que tiene su cine. Sus personajes, o mejor, su visión de los personajes bocaccianos es una visión francamente terrenal, suburbial si me apuran, muy alejada de nobles engalanados, intrigas palaciegas y bailes de salón. Es la visión de la plebe azotada por la peste negra, la visión de un pueblo que entre bromas y picardías encierra sus desdentadas miserias. Una visión, en definitiva a la que debemos definir como pasoliniana sin ningún género de dudas.
Sensualidad mecida por canciones de época y envuelta en vivos colores que resaltan la carnalidad. Ese es el fresco que Pasolini-Giotto dibuja en nuestras retinas.
La primera entrega de la Trilogía de la vida . Un tremendo retrato de la época renacentista de la ciudad de Nápoles y sus alrededores. Toda las historias están narradas de una forma fabúlica y condimentadas por unas irónicas interpretaciones de sus intérpretes y no intérpretes. La película tiene alma, no es forzada ni efectista, es totalmente naturalista y con una humilde y agradable sensación de amor a la vida, y siempre mostrando una sensible opción a la reflexión, la redención y al perdón. Mención especial al excelente trabajo de diseño del siempre excelente Dante Ferretti.
Refrescante.
Estando hasta el gorro de contemplar una y otra vez en el cine norteamericano a la venganza como máxima argumental, aquí me encuentro con una obra europea, relatada pese a su ironía en el único contexto que conoció el autor de nombre Boccacio: el cristianismo católico, dónde la venganza es pecado y no un fin en sí mismo, aunque se consuma igual igual. Bueno, igual igual que en Israel no. Igual igual que en el cine norteamericano en manos judías no. Y eso me parece, cuando menos, refrescante.
Y por ello en el primer cuento no existe tal simpleza y nuestro amigo resuelve su delicado momento existencial gracias a la suerte, destino, dios o diablo. Y no vuelve atrás para cargarse con un par de katanas a quienes le han ofendido. Y lo agradezco mucho. Y en todos los cuentos, en mayor o menor medida, aunque terminen mal, no hay venganzas por ningún lado.
Y por ello Pier Paolo Pasolini (a pesar de Saló) me cae muchísimo mejor. Y por mostrarme el trabajo que realiza en la historia del mudo. Y por saturar la pantalla con rostros feos en la mayoría de los casos. Y por realizar ese peculiar casting de dentaduras a cada cual más horripilante. Hasta aparece el cuñao del risitas en uno de los últimos planos. Impagable, vamos. Y por mover la cámara como un maestro y disfrutar con la totalidad de sus planos. Y de los cuentos, graciosos, llenos de vida y sobre todo… de vigor. Gracias maestro.