El chef, la receta de la felicidad
Sinopsis de la película
El joven Jacky Bonnot sueña con triunfar en un gran restaurante. Pero su precaria situación económica le obliga a aceptar trabajos como cocinero que ni siquiera consigue conservar. Un día se cruza en su camino Alexandre Lagarde, un célebre chef, cuya acomodada posición se ve amenazada por el grupo financiero propietario de sus restaurantes.
Detalles de la película
- Titulo Original: Comme un chef
- Año: 2012
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
5.5
53 valoraciones en total
Mientras para mi Ratatoille es casi una obra maestra, El Chef es un entretenimiento de sobremesa, típica película facilona para una sobremesa opípara de domingo.
Pero El Chef es una mala película ? la respuesta es NO, entonces ¿ Que pasa ? pues sencillamente que es una película para pasar el rato y punto, un buen rato pero sin más pretensiones.
Yo que soy fan de Jean Reno ( juan Moreno ) no soy objetivo para analizar su papel, ya que siempre lo encuentro delicioso, y más aquí entre fogones, pero hay que reconocer que lo hemos visto en mejores papeles.
Punto y aparte Santiago Segura que su corto papel, se queda en eso muy corto y demasiado superficial, pero eso si con una crítica velada a la cocina experimental y hilando muy fino a la nueva cocina impulsada por los Ferran Adrià de turno.
En definitiva un plato muy fácil de digerir y que hará sentir una sobremesa agradable justo antes de la siesta.
El éxito de la buena cocina no debería medirse únicamente a través del gozo que sus platos dejaran en el paladar del comensal. Tampoco exclusivamente a partir de la calidad de los ingredientes, sin duda esencial para llegar al punto ahora citado. Lo que también debería tenerse en cuenta es el después, el lapso de tiempo comprendido entre la comilona, propiamente dicha y las cinco horas posteriores. Aquellas en las que el receptor del plato va a toparse, y lo que es peor, a quedarse a solas con la cruda realidad. Solo ante el peligro. Sólo así puede definirse la dura y costosísima digestión sufrida por aquel que, en lo más profundo de su consciencia, sabe que le ha dado al cuerpo mucho más placer del que realmente necesitaba.
El verdadero éxito en la cocina, ya sea tradicional, ya sea moderna, debería ser fruto de la combinación entre el momento de la ingesta y el posterior pacto de no-agresión que ésta permita al siempre atormentable sistema digestivo. Del mismo modo, el que una comedia llegue al final de su relación con el espectador con el status de misión cumplida puede depender precisamente de que la línea de meta se alcance cuanto antes mejor. Hablamos de aquellas cintas sin más pretensiones más allá de conseguir que la audiencia aparque sus preocupaciones durante la proyección. Que al espectador se le dé ese infravalorado lujazo que es el desconectar el cerebro. Si durante el proceso se deja ver alguna que otra sonrisa, por prácticamente imperceptible que sea ésta, mejor que mejor.
El chef, la receta de la felicidad se nos presenta como un filme que hace gala precisamente de esta virtud ahora comentada. Además se suma a la causa el rejuvenecimiento (si es que alguna vez se hizo vieja) de la comedia francesa, con exitazos en taquilla lo suficientemente recientes como para que el gran público deposite ciegamente su confianza en cualquier producto de género presentado bajo la misma bandera. Por si la combinación todavía sabía a poco, se le añade un toque ligeramente picante (por aquello del morbo, que tanto vende) siempre implícito en la participación de una presunta gran estrella -ahora, Jean Reno- viéndose forzada a rebajarse al nivel de bufón de la corte real, perdiendo así su dignidad… si es que a estas alturas le quedaba algo de ella.
Este último punto es el que marca la tónica de la nueva película escrita y dirigida por Daniel Cohen. A su entender, la receta de la felicidad nace de la unión precisa entre la risa fácil y ciertas pizcas de vergüenza ajena, que como se ha dicho, añaden al producto final la dosis justa de morbo. En escenas como la del restaurante japonés (con el número de travestismo imprescindible) o la de la aparición estelar -y totalmente prescindible- de Santiago Segura (con reiterativos y por eso algo cansinos, pero también bienvenidos dardos envenenados lanzados a esa gran farsa llamada cocina molecular) es cuando brillan con luz propia las principales armas de una comedia cuya mayor virtud se encuentra en su absoluta falta de pretensiones.
Solamente así puede lograrse la tan deseada digestión perfecta: aquella que ni se nota. Sale uno de ver El chef, la receta de la felicidad olvidándose, desde el mismísimo momento en que pone los pies fuera de la sala, de casi todos los gags -y no son pocos- que le han caído encima a lo largo de hora y media -ideal- de metraje. Queda en la memoria, eso sí, la buena vis cómica de Michaël Youn, en el papel de súper chef anónimo dispuesto a salvar la carrera venida a menos de un veterano rey de los fogones encarnado por un Jean Reno con una predisposición al ridículo por lo menos encomiable. El argumento y el contexto son tentadores, pero la comparación con Ratatatouille sería insultante (para Brad Bird y su equipo, se entiende)… lo suyo sería tener en mente aquel título bizarro en el que un tal Jackie -importante-, maestro de las artes marciales, se hacía pasar por cocinero para soltar mamporros a diestro y siniestro. Era una soberana tontería, sí, pero divertida a su manera, cumplidora respecto a las bajísimas expectativas que la rodeaban y… ya no recuerdo.
En los fogones del cine francés se han cocinado algunas de las comedias más deliciosas de los últimos años. La capacidad de nuestros vecinos a la hora de hacer un cine con mucho condimento y personalidad es envidiable y renuevan temporada tras temporada todas sus estrellas Michelín. Pero las modas y la crisis apremian y hasta las élites sucumben a los congelados y a la comida rápida. El chef es una película de fácil preparación y digestión fugaz, algo difícil de intuir viendo la estética del plato, con su ramillete de perejil decorativo: los franceses dominan la presentación de sus productos y los defienden a capa y espada. La presencia en el menú de un actor como Jean Reno será suficiente para convocar una larga lista de gourmets en la puerta del restaurante. Aunque el engaño es evidente desde el primer bocado. Aspira a ser una opereta de Louis de Funès pero en verdad su premisa argumental parece salida de un sketch de José Luis Moreno. Ni funcionan las casualidades / confusiones propias de la comedia de enredos ni la trama presenta altibajos inteligentes. Vaya, que si les apetece un film intrascendente y puramente evasivo El chef puede tener un pase. Obviamente suspende, y aquí me pongo como el crítico exigente que valoraba las creaciones de Ratatouille, si tenemos en cuenta la tradición de platos, literales y cinematográficos, con sello francés. El chef es tan discreta que ni gusta ni molesta. El problema viene a la hora de pagar la cuenta, y créanme: El chef no vale los siete – ocho euros, IVA mediante, de la entrada.
@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com
¿Qué hacer cuando eres un cocinero que pasa por una crisis creativa, tiene una hija que come comida basura para pincharte y estás a punto de perder tu negocio por culpa de una dichosa estrella que te pueden arrebatar críticos de salón? Pues contratar a un pintor que conoce mejor que la palma de su mano todos tus trucos, platos y salsas. Ese es el punto de partida de esta nueva comedia francesa que no tarda en hacerse con la mirada cómplice del espectador: Alexandre Vauclair es uno de esos cocineros narcisistas y mandones que no admiten un solo cambio en sus recetas u órdenes, pero con el paso de los minutos se va destapando en él la faceta de buen tipo capaz de realizar varias horas de trayecto en coche con tal de que Jacky Bonnot, el tipo que parece poder sacarle de esa crisis culinaria, recupere a su mujer. De Jacky poco más se puede decir: bonachón hasta la médula e incluso excesivamente inocentón y bienintencionado: imposible que no genere la empatía necesaria como para llevarse el público al bolsillo.
Jean Reno demuestra estar perfectamente desenvuelto en una comedia (género en el que ya tocó en ¡Que te calles! o la mítica saga de Los visitantes) a la que le coge el tono rápidamente y demuestra que más allá de la acción o el thriller hay vida (de hecho, también le vimos hace no tanto cerca del drama en Margaret), en definitiva, que para él no pasan los años y, ya sea en un rol u otro, se desenvuelve sin problema pese al encasillamiento que ha sufrido durante años. Su compañero, Michael Youn, pasa de la marcianísima y fantástica Héros a otra comedia de roles arquetípicos como si nada, quizá sea su porte, o quizá esa cándida mirada capaz de convencer al más pintado, pero la cuestión es que Youn da la talla hasta cuando su personaje debe sacar cierto carácter para no dar manga ancha a los esporádicos brotes de ego de su compañero en la cocina.
Cierto es que Cohen no ofrece nada que vaya más allá de otra de tantas comedias que conocemos tan bien como Jacky conoce las recetas de Alexandre, pero lo cierto es que su resultado final no desluce. El trabajo del galo está salpimentado por un humor que juega con bazas interesantes (ese enfrentamiento entre la cocina clásica y la «nouvelle cuisine») a la par que sabe hacer lucir incluso secuencias que en manos de otro quedarían en agua de borrajas, pero que en El chef se sostienen gracias a la pericia de un cineasta que sabe administrar bien el tempo y casi nunca (hay un par de excepciones que bordean lo estrafalario más de lo que desearían) le pierde la cara a la propuesta que le sirve al espectador con la suficiente diligencia y sonrisas esbozadas como para que la experiencia no resulte un mal trago.
No olvida los típicos y consabidos conflictos familiares a los que ya he aludido anteriormente, pero los resuelve incluso con más gracia de lo habitual por mucho que en el fondo todo el compendio de situaciones que obtendrán resolución en El chef no dejen de resultar de lo más previsibles y livianas, quizá le viene bien, no obstante, ese aire liviano a una cinta que no busca más que la sonrisa cómplice e inlcuso alguna risotada que viene de la mano de una inesperada aparición estelar y del buen jugo que Cohen le saca a todo ese ambiente culinario donde no cocinar con probetas se antoja disparatado, y mucho menos presentar un novedoso y renovado menú servido con ingredientes del colmado de la esquina, algo inviable para un restaurante como el que regenta Vauclair, pero que aquí termina contagiado por una despreocupación que, si el espectador toma como suya, disfrutará con este ligero y agradable entretenimiento.
Crítica para http://www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Tan liviano como resulta ser no es un menú que pueda satisfacer a todos, y mucho menos a quienes tengan el recuerdo de Ratataouille como referencia.
Mentira, mientras la veía, me acordaba de la gran Ratataouille con cariño y simpatía.
Una película no apta para paladares cinéfilos.
Al contrario. Una película dulce, simpática, humana y divertida. ¿Qué tiene de malo? ¿Que no muere nadie? Soy el primero que disfruta conociendo nuevas historias turbias, tristes y dramáticas en el cine, pero que siempre va a degustar con agrado y jubilo esas historias que son pura felicidad. Entre sus muchas virtudes, la de su descompasada vitalidad, que se presenta arrolladora cual un tsunami, sin arraigos que puedan poner impedimento alguno a tal despliegue de plenitud. Asimismo, dinámica, su coreografía de saltos en el guión es digna de alabanzas.