El camino más largo para volver a casa
Sinopsis de la película
Una mañana Joel encuentra a Elvis, el perro de su mujer medio moribundo y sediento. Esto le obliga a salir de casa, algo que lleva evitando desde hace tiempo. Al dejarse las llaves dentro, pasará el día intentando desesperadamente volver a su casa, su refugio.
Detalles de la película
- Titulo Original: El camí més llarg per tornar a casa (El camino más largo para volver a casa)
- Año: 2014
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
5.9
53 valoraciones en total
Es una experiencia de dolor adrenalítica. La ópera prima de Sergi Pérez tiene un claro corte ‘indie’. El camino más largo para volver a casa es expresiva, moderna, sutil y speedíca a ratos. Sigue la moda iniciada por filmes como Stockholm dentro del cine español de armar un guión en el que es el espectador es el que tiene que sacar las conclusiones de lo que ocurre a partir de diferentes pistas que se van dando a lo largo del metraje. Aunque en esencia, toda la trama queda a expensas de la interpretación propia, casi todos llegarán a conclusiones comunes o muy parecidas. Un intento de tratar bien la inteligencia del espectador y de sorprender con detalles, que bien valen un visionado.
El camino más largo para volver a casa, cuenta la odisea de un personaje abatido por el dolor de una pérdida reciente que sale a la calle para llevar a su perro al veterinario después de varios días sin atenciones. Dejarse las llaves dentro le impedirá entrar en el que ha sido su refugio durante los últimos días, lo que motivará a este personaje a llevar a cabo acciones desesperadas para intentar regresar al hogar.
El camino más largo para volver a casa es una cinta estimulante, de una factura moderna, que incluye originales planos dentro del coche viendo el recorrido que hace el personaje, música electrónica, mucho dominio de la cámara y de los espacios y grandes conocimientos del fuera de campo y de la profundidad de campo. Con ello, el director quiere motivar al espectador a descubrir por sí mismo los detalles que va ofreciendo la película sin evidenciarlos. Como director, un prometedor debut de Sergi Pérez que puede marcar futuro en el mundo del cine, si tiene la oportunidad.
Al mismo tiempo es una cinta lacerante, que muestra el poder de autodestrucción de los hombres ante el dolor, de los rincones opresivos en los que uno mismo puede llegar a esconderse para no afrontar una realidad y esto lo hace un guión muy afilado, que en ocasiones puede parecer excesivo y con aristas pero que al fin y al cabo resiste a los embates de la coherencia y la comprensión.
Si prometedor es el debut de Sergi Pérez, esperanzadora también es la actuación de un Borja Espinosa que borda una interpretación, intensa y dolorosa en un personaje nada fácil de encajar por sus conductas antisociales y erráticas. Gran futuro también el que se le puede atribuir a este Borja Espinosa que se come la cámara y hace creíble a este ser deambulante y obsesivo.
Una apuesta arriesgada, subversiva y valiente para el cine español que pone buenos cimientos para el futuro pero que por desgracia no ha logrado la proyección o exhibición en cines que mereciera una cinta de tan alta calidad como esta, perdida en el panorama de una industria española poco dada a los riesgos. Perra vida para el cine español, perra vida para un personaje que pone algo nuevo en el panorama con su desasogante camino para llegar a caso, con su perro vivo en brazos, tratando de encontrarse a sí mismo.
http://www.viveiberoamerica.com/el-camino-mas-largo-para-llegar-a-casa/
@Iberoamericavi
Pretenciosa, vacía y totalmente olvidable. Harto de películas donde seguimos durante dos horas el cogote de un personaje atormentado del cual ni me interesa su vida, ni el director hace nada para que me interese. Empatía cero con el protagonista. El tempo la convierte en un aburrimiento total. Planos gratuitos de espejos y cristales que no aportan nada, como el guión y todo lo demás. Totalmente prescindible.
Escribía yo, el otro día, en referencia a El mundo del silencio (1956), que la película naufragaba a ojos de alguien sensible y delicado como el que suscribe, especialmente por su explícito vandalismo animal (¿a la postre constructivo?). Las recuerdo, mis palabras, porque se avecina una crítica similar.
El camino más largo para volver a casa no maltrata a ningún ser vivo, eso que quede claro, como mucho la espalda del actor protagonista (un más que correcto y creíble Borja Espinosa), sin embargo, determinados espectadores sentirán lástima por el perro que aparece y que durante el inicio del film será trasladado por el bípedo a una clínica veterinaria. Otros tantos ni siquiera entenderán una actitud humana que, durante ciertas partes de la trama, resulta bastante descabellada e inaceptable. Pacma. Elvis, el perro y Joel, el humano (¡hora de aventuras!), viven un viaje paralelo, uno es la metáfora del otro. Mientras Elvis agoniza de hambre y sed, Joel lo hace de afecto y cariño. Casi se diría que el can es su ‹Daimonion›, y todos sabemos qué pasa cuando nosotros, los humanos, nos alejamos de ese trozo de nuestra alma que se muestra como animal, si le golpeas a él, es como si te golpearas a ti mismo, duele igual. En cualquier caso, o se entiende la alegoría al contemplar los actos llevados a cabo por Joel, o se abandona la película.
Cuando esto ocurre, la versatilidad técnica del director, el buen hacer de su actor o el nivel de la producción quedan en un segundo plano. Pienso, mientras la veo, en cómo le podría contar el argumento de El camino más largo para volver a casa a cualquier amigo o conocido, y en cuál sería su reacción, sobre todo. Pacma. No tengo ninguna duda, me dirían que pasan de verla, la mayoría. Y entonces pienso, otra vez (tuve un buen día), que la película merece la pena, que se nota el esfuerzo y que se vislumbra a un buen realizador de cine (este es su primer largometraje). Cuando acaba la película, intentas entender, pues la irracionalidad racional del personaje principal ha hecho que nos caiga mal, pasamos de compadecerle a odiarle, de odiarle a compadecerle y así durante gran parte de la historia. Pienso -estaba a tope ese día, está claro- que el director se puede estar arrepintiendo, a día de hoy, de haber usado un cánido para contar su intriga, pues al final la cinta es eso, un drama que crea sensaciones más cercanas al thriller, sin serlo en absoluto, pero que, más allá del animal a cuatro patas, juega con la baza del desconocimiento casi total de los antecedentes e incidentes acontecidos en la vida de Joel antes de nosotros conocerle, de ahí el misterio, todo se deja a la imaginación del público.
Pienso necesitaba el animal, y un poco de agua, Joel, ¡maldita sea!
Le pregunté, a Sergi Pérez (el director de El camino más largo para volver a casa), a qué hacía referencia el título provisional que tuvo su obra –Els morts (Los muertos)- y me dijo que tenía que ver con James Joyce, pero que al final se arrepintió por sonar demasiado afectado, yo le dije que el guión me recordó, en cierto modo, a la llamada Literatura Bartleby, al vacío existencial, a esa forma de actuar contraria a la correcta, pero a sabiendas. Si me preguntaran, nada más terminarse, si recomendaría a otros ver El camino más largo para volver a casa, respondería que «preferiría no hacerlo», si me preguntaran si Pérez tiene potencial para hacer grandes cosas, diría que sí, y así se lo deseo.
Aviso importante: Esta reseña no incluye ningún mensaje subliminal y ha sido realizada bajo la supervisión de los validadores de críticas de Filmaffinity. Durante la redacción de la misma, ningún animal fue dañado, aunque tuve que rellenar el bol de comida a mi gato y mirar cómo comía, ya que si no le miro, no come. Una persona sin ‹Daimonion› equivale a un ser sin alma, y yo prefiero ver cómo se alimenta.
Notable debut cinematográfico el del catalán Sergi Pérez. La intensidad, la obsesión y la agudeza de su planteamiento escénico nos hace afirmar que nos hallamos frente a una opera prima de esas que permiten atisbar la irrupción de un creador audiovisual de fuste. Realizador de vídeo-clips (para Manel y Mishima, entre otros), de spots publicitarios y estimulantes cortometrajes, Pérez pertenece al grupo de profesionales de lo audiovisual que han ido gestando su carrera al amparo de la ESCAC (Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya). EL CAMINO MÁS LARGO PARA VOLVER A CASA se ha financiado mediante crowdfuding y su rodaje, debido a esa singularidad de producción, se tuvo que dividir en tres etapas durante unos dieciséis días. Lejos de perjudicarle esos parones, el realizador ha confesado que fueron aprovechados en beneficio del resultado final pues tuvo tiempo de subsanar algunos errores e incluir rectificaciones no previstas.
Desde luego, una vez visto aquel cabe referir que tales dificultades previas no se notan en absoluto. Si hubiera que destacar una sola virtud de entre las numerosas que acumula, esa, sin duda alguna, sería la densa cohesión que acumula desde el primero hasta el último de sus planos. Las características temporales que definen su entramado argumental exigían un esfuerzo por parte del realizador a la hora de trazar con aplomo tan progresivo como inquietante el devenir emplazado para con su protagonista. Seri Pérez logra estar a la altura del difícil reto planteado. La implicación acuciativa de su cámara se torna dispositivo ejemplar y necesario para la consecución de ese logro.
EL CAMINO MÁS LARGO PARA VOLVER A CASA nos presenta, en su primer plano, a un joven acostado en la cama. La apariencia denota que la noche previa ha distado mucho de ser pacífica. El polvo acumulado en la habitación hace pensar que el cuidado último de las obligaciones caseras no ha sido cumplido. De pronto, el joven comienza a pronunciar un nombre propio. Al no recibir respuesta se levanta, va hacia el baño y allí se produce un descubrimiento, en principio, bastante sorpresivo para el espectador: el protagonista halla a un perro desmayado, exhausto, sin fuerzas. Rápidamente llama por teléfono a un veterinario. Al serle comunicado que debe ser él quien lleve hasta el centro al animal, aquel sale con apremiante celeridad del hogar con el (voluminoso, pesado) animal entre sus brazos. Al cerrar la puerta, vemos cómo las llaves caen de la cerradura dentro de casa. Éste será el primero de los súbitos incidentes que deberá solventar este hombre con perro abatido entre las manos, al que volver a casa se le va a convertir en un esforzado, continuamente irresoluble calvario, que, poco a poco, dramáticamente, irá desvelando otro de orden muy superior.
Así pues, nos hallamos frente a un film rabiosamente moderno, de marchamo claramente indie, que cuaja una estimable personalidad sin detenerse a cumplir con el protocolo de esta clase de ejercicios, y en el que deviene mucho más importante la siembra de incertidumbres, enigmas y claroscuros que la narración de unos hechos linealmente encadenados. De este modo, la gradación y el tino en lo referente al suministro de ciertos datos se convierte en el principal objetivo tanto del guión escrito como de la puesta en escena pergeñada para solventarlo.
El seguimiento al protagonista (un impresionante, perfecto Borja Espinosa), en ese sentido, es tan adhesivo como intrigante. Sus reacciones ante los hechos sobrevenidos van a ir revelando sugestivas y trágicas informaciones acerca de su pasado más rabiosamente inmediato. El realizador asfixia con eficacia el retrato sorpresivo e incompleto a consciencia (el espectador deberá hacer sus propias suposiciones) de ese personaje central: un hombre que debe hacer frente al día más triste de su vida, que no tiene fuerzas para enfrentarlo, que tratará de evitar su deber y que, por ello, irá sumiendo sus segundos en un caótico precipicio emocional. En definitiva, un estimabilísimo debut de un director que, ya, hemos de tener muy en cuenta.
Ayer un amigo me decía la tendencia que están cogiendo muchas películas, sobre todo españolas, de jugar con las sutilezas excesivas, de que por tanto buscar que tú llegues a conclusiones en vez de contarte las cosas, acabas sin encontrarle interés o profundidad a sus personajes. Y me ponía de ejemplo La isla mínima . Yo no estoy para nada de acuerdo con él, pero me viene perfecto para comparar la que nos ocupa con la aclamada en la última gala de los Goya y en general por crítica y público, al menos en el aspecto que mencionaba. Aunque, el que en El camino más largo para volver a casa tiren demasiado por el imagínate tú que habrá pasado , no es el mayor de sus defectos.
De hecho, como propuesta, me gusta, pero al igual que casi todo en el film, cojea en la ejecución. Desde la primera secuencia, el espectador mínimamente observador, se encuentra con un personaje que parece llevar tiempo sin moverse de la cama, que baja de la misma con ojos cansados de haber llorado hasta la extenuación, que tiene signos de moratones y que busca un perro al que encuentra en un rincón deshidratado por no haber probado bocado en días. Empieza entonces un paseo errático con el perro a cuestas, con dudas entre si matarlo y/o abandonarlo, perdiendo las llaves de casa en el proceso y comenzando una odisea para encontrar unas de repuesto para volver a la misma.
Un personaje principal que causa interés por el misterio de qué habrá pasado pero que no acaba de despejar dudas al respecto. Está claro desde el inicio lo de su mujer y su duelo, factores que motivan la cinta y justifican su comportamiento en muchas ocasiones, aunque queda en el aire el cómo , su relación con secundarios que sienten una mezcla de sorpresa y desgana al verlo aparecer y los conflictos que han llevado a eso y a las heridas que tatúan su cuerpo. Si todo lo demás funcionara, daría un poco igual y sería hasta apasionante el debatir teorías, pero la sensación es de un paseo de la vergüenza y de dolor a la que no te enganchas ni empatizas con él, que cae en la pretenciosidad y que alarga eternamente secuencias y añade otras que no aportan nada, para formar un largometraje que quizá daba para corto.
Y mira que yo soy de derretirme y conquistarme fácil cuando sale un perro…. pero no.
Crítica para El7arte: http://www.elseptimoarte.net/foro/index.php/topic,32177.msg795622.html#msg795622