El caballo de dos piernas
Sinopsis de la película
Un hombre de la ciudad llega a un pueblo muy pobre y ofrece trabajo a un joven campesino. Sin embargo, antes de conseguir el puesto, el joven, deberá competir con otros chicos para saber quién es capaz de llevar a un niño al que una mina le voló las piernas. El joven campesino gana. Por un dólar diario lleva su carga al colegio, echando carreras con los burros en la calle, baña al niño, juega con él, se ocupa de él, pero el pequeño minusválido quiere que su padre le compre un caballo de verdad. No quiere a otro niño.
Detalles de la película
- Titulo Original: Asbe du-pa (Lenfant-cheval)
- Año: 2008
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
5
25 valoraciones en total
Hija del famoso Mohsen Makhmalbaf, Samira es el último exponente de ese cine iraní que encandila a occidente, de hecho, con tan solo 4 películas la directora ha conseguido llevarse dos premios de Cannes, la misma cantidad que figuras como Martin Scorsese o Akira Kurosawa. Pero, ¿que tiene su filmografía para ejercer esta atracción? historias locales, grabadas la mayoría de las veces con actores no profesionales, con un ritmo pausado y contemplativo, duras pero humanas…
Pero no, es cine mal grabado. Estamos hablando de técnica, una técnica pobre y arcaica, cosa que daría exactamente igual si la historia , el guión o las interpretaciones estuvieran bien y fueran interesantes o entretenidas. Nada de eso.
Los interpretes infantiles de El Caballo de Dos Piernas son insoportables (es culpa del guión, me imagino), sabemos que los niños con deficiencia mental tienen derechos, nos conmueve su condición y sabemos que su situación en países como Afganistán debe ser calamitosa. Y sí, no hablan normal, lo hacen de forma rara, lo sabemos todos y lo respetamos, pero poner al chaval a gritar en primer plano durante tantos (y tantos) minutos de la película es cruel con él y con los espectadores y además no tiene el más mínimo sentido dramático. Y del tullido para que hablar, hace un papel de niño desagradable, condición que la película se esfuerza en mostrar en todos y cada unas de las escenas en la que sale (casi todas).
En fin, el juego dialéctico que el sector intelectual de occidente, en especial Europa, mantiene con respecto a las cinematografías periféricas es devastador. Una película nunca es lenta, esta planteada con otro ritmo distinto al del frenético y comercial ritmo de Hollywood, Nunca tiene un guión malo, o unos diálogos flojos, esta planteada con una sencillez que a los alienados espectadores occidentales nos puede costar comprender, No esta mal hecha o mal rodada, es artesanal, No es boba y cursi, es pura. Así nos va.
Los Makhmalbaf son una familia de cineastas. La hermana mayor de Hana, Samira, nos presenta ahora El caballo de dos piernas (Asbe du-pa), ayudada por el padre, Mohsen, un productor y director de gran prestigio en Irán. Los dos protagonistas del film son auténticos mendigos de las calles de Afganistán (donde Makhmalbaf se vio obligada a rodar porque en Irán se lo habían prohibido).
La historia (y sin querer introducir el elemento político), algo así como el más privilegiado en medio de la pobreza, resulta ser la metáfora (el tirano niño jinete y otro disminuido psíquico contratado como un caballo de dos patas) acerca de las desgracias de quienes no tienen nada, pero que, existen otros más infelices, entre quienes no se tienen piedad, pero que ambos, absurdamente constituyen el desamparo y la amargura, de quienes nunca tendrán nada y no habrá preguntas a uno mismo acerca del sentido de la vida.
Así de real resulta esta película más bien cargada de reflexiones de la niñez en la pobreza, que por momentos el relato resulta reiterativo. Si bien algunas veces se está a favor de historias que cuenten una realidad social, con una cámara bien incisiva, creo que en esta oportunidad, el espectador sale de la sala de cine con cierta congoja. Y es que si la vida tiene momentos difíciles, para otros (imagínese si es niño) resulta ser la eternidad y un día.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
Una película sórdida y sombría, que comienza prometiendo algo y acaba encallada en una sucesión de planos repetidos, y lo que es más importante, sin transmitirle al espectador apenas nada del terrible drama que presenta.
Teniendo todos los elementos para hacer llegar el mensaje, con evidente torpeza, consigue ir difuminándolo hasta el extremo de que lo único que se vaya a recordar sea la gratuidad de los últimos quince minutos. Es esta parte final la que hace que pensemos que el film se le ha ido de las manos, que ya era suficiente lo visto como para captar la cuestión, que esa concatenación de salvajismos son innecesarios y, en mi opinión, hasta indignantes.
Surge, desgraciadamente para su directora, la comparación con la excelente Buda explotó por vergüenza y esto hace recordar el entusiasmo y la emoción que el año pasado inundó la misma sala tras su visionado. Cómo entonces con tan poco se pudo transmitir tanto, y cómo ahora la equivocada perspectiva lastra unas buenas intenciones. Ejemplo de no saber cómo contar una historia. Una pena.
Funciona en parte por la crudísima exposición de los hechos narrados, donde aparece la enorme pobreza y miseria humana (en todos los sentidos) de los personajes y su ambiente, así como la crueldad con los seres más desvalidos y miserables, en este caso el caballo del título, un adolescente mentalmente retrasado por el que el niño mutilado que le cabalga no siente la menor compasión o empatía, tratándole literalmente como a un animal.
El problema es que lo que daba como mucho para un mediometraje de una hora o menos, se estira excesivamente hasta los cien minutos, provocando reiteraciones innecesarias y situaciones redundantes que ya han sido expuestas en varias ocasiones durante el metraje. No es este un problema inédito en el cine iraní en particular y tercermundista en general, que tiende a caer en la reiteración debido principalmente a la ausencia de un desarrollo narrativo adecuado y a lo anecdótico de las propuestas argumentales que ofrece.
Funciona también al menos visualmente, y la labor de dirección con los jóvenes actores no es mala, además de que contiene secuencias e imágenes lo suficientemente duras para mantener mínimamente la atención por momentos, pero debido a lo comentado antes no puede evitar que aparezca el tedio, el que se hubiera evitado con una duración más precisa y ajustada al escuetísimo argumento que se desarrolla en la película.
Durísimo alegato contra la tiranía que estira el drama hasta el hastío, repitiendo una y otra vez la misma idea cruel y aberrante. Tiene personajes bien construidos e interpretados (un retrasado mental y un discapacitado víctima de una mina antipersona) tiene los terribles escenarios naturales que siempre da Afganistán, y una idea para criticar, pero la reiteración de añadir más y más sal a la herida hace que logre el efecto contrario, que te fijes más en la herida que en el arma que lo produce y ni siquiera produce la reflexión final con la que el cine iraní suele asaltar las conciencias. El filme se va de las manos en el guión diciendo lo mismo de una forma cada vez más hiperbólica. Para colmo, la habitual sencillez narrativa con la que se suele resolver este tipo de películas en esta encuentra un montaje que trata de ser innovador, repitiendo secuencias, deslavazando otras que la sacan de su orden natural, y establece paralelismos un tanto vastos por su sencillez. De una buena idea con una aptitud crítica surge una película caótica, atroz y poco convincente.
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