Campo de exterminio
Sinopsis de la película
Un autocine es en realidad, una trampa del Gobierno para atrapar a los revoltosos Car Boys (y demás escoria indeseable) y retenerlos allí. Así la sociedad se verá libre de los jovenes rebeldes que la incordian. Una vez dentro, y mientras completa el acto sexual con su novia, a Crabs le roban las ruedas del coche de su padrastro. El dueño del autocine, el siniestramente anodino señor Thompson, les informa que no hay manera de conseguir otras de recambio. Allí, además, no llegan taxis, autobuses ni se puede comunicar exteriormente con nadie. Van a tener que quedarse pasar la noche. Y pasa la noche y nada cambia, siguen allí. A su alrededor, todos los punks conviven en una especie de autocine fantasmal, con coches que no funcionan y que han sido convertidos en vivientes para sus habitantes. Todos los días comen hamburguesas, huevos y batidos en la cafetería y a las noches pasan una película de ultraviolencia y sadismo. Pero Crabs tiene una idea, y sabe que pueden huir.
Detalles de la película
- Titulo Original: Dead-End Drive In aka
- Año: 1986
- Duración: 88
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes descargarte una copia de esta película en formato HD y 4K. Seguidamente te citamos un listado de opciones de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
5.5
71 valoraciones en total
En un futuro caótico, las autoridades se dieron cuenta que la mejor manera de controlar las incipientes hordas juveniles, es atrapándolas en una suerte de autocines amurallados, donde les pasan películas y los alimentan con hamburguesas. Y lo que parecía una película delirante y punk-fetichista de lo más entretenida, se vuelve una denuncia un tanto más profunda de lo que parecía.
Me hizo acordar a RepoMan, en tanto los punks son una especie de escoria celebrando el no-futuro en una suerte de loop estéril y, finalmente, oficialista. También me hizo acordar a Warriors, por sus coloridas pandillas callejeras, aunque esta es mil veces más delirante y sorprendente. También tiene algo de MadMax, pero en versión juvenil -más alegre y menos dramática-.
Sea como fuere, ofrece una banda sonora totalmente seductora, imágenes alucinantes, un ritmo entre funky y violento, y esa atmósfera chirriante de motores, humo, y sol que calcina, total desprecio por la vida humana, y, como buena película australiana, planos de coches que dan ganas de masturbarse viéndolos…
¿Qué les pasa a nuestros jóvenes?
No respetan a sus mayores, desobedecen a sus padres. Ignoran las leyes. Hacen disturbios en las calles inflamados con pensamientos salvajes. Su moralidad decae.
¿Qué será de ellos?
– Platón
Siglos después de esa afirmación (e incluso décadas después de esta misma película), no parece que estemos mucho mejor.
Campo de Exterminio es una cinta fácil de desechar, o por así decirlo, tiene un solo uso.
Su estética puramente ochentera y sus exageradas actuaciones podrían ser la perfecta excusa para tirarla a la basura, pero tiene su recompensa ver que más allá de todo eso, y como todas las buenas historias de futuro imperfecto, tiene mucho que decir.
Nada más, y nada menos, que una fábula inesperadamente siniestra y cruda sobre las hordas que se quedan atrás del mal llamado progreso: los jóvenes.
Un futuro de industrialización sin horizonte nos recibe, bandas violentas han tomado las calles, Rambo invade Rusia en los cines (una minúscula prueba de una realidad cinematográfica que se apresura a retratar a la sociedad que la engendra), la ley se lava sus pringosas manos en la justicia…
Problemas habituales para Jimmy Crabs , que ignora todas esas señales de decadencia mientras continúa su rutina de ejercicio, como una costumbre que asegura su supervivencia en un entorno abiertamente hostil.
No importa lo mucho que su madre le recuerde la inutilidad del ejercicio ( eres pequeño Jimmy, como tu padre ), o las peligrosas bandas a las que se enfrenta su hermano desempeñando su trabajo, para él, como para todos los jóvenes, todo se consume en matar el tiempo, sin necesidad de tomarse nada en serio.
Entonces llega la noche de cine junto a su novia Carmen, otro pasatiempo para una juventud que cada vez los necesita más simples y descerebrados.
Por si las sutiles señales de encerrona no nos han convencido (valla electrificada, robo de neumáticos), la mañana siguiente lo deja claro: los jóvenes que allí se encuentran son amablemente invitados a quedarse, con la promesa de diversión infinita, comida rápida y duradero entretenimiento.
Jimmy empezará a buscar una salida, lo más lógico, con el ejercicio como anclaje de cordura, pero vemos también como los tirados de su alrededor no ven problema en esa estancia indefinida.
La distopía levemente apuntada de su inicio encuentra asiento en una realidad quizá demasiado bien retratada, con la que no nos extrañaría encontrarnos algún día.
Hombres vagos, criminales, caraduras, se amontonan en infinitas filas de podredumbre moral, sobreviviendo ociosamente, preocupados por minucias que tienen que ver con la imagen social o la pureza racial. Las mujeres se hacinan en los baños comunales, casi convertidos en vestuarios, preocupadas por su manicura y peinado, exhibiendo sin pudor su desnudez como falsa imagen de una belleza corrompida. Los autos se convierten en hogares improvisados, féretros de metal y entusiasmo, pequeños infiernos de convivencia y libertinaje, una retorcida versión de lo que se puede ver en cualquier festival de música actual.
El gobierno se dió cuenta de que la mano dura ya no tenía efecto, y ha encontrado la perfecta prisión para unos cerdos satisfechos, que ven en el letrero del autocine una casa que nunca tuvieron, antes que un símbolo de represión y conformismo.
Jimmy es el único lo suficientemente preocupado como para temer ese letrero y querer derrotarlo, y eso, más que la alentadora historia de una resistencia, parece una triste sentencia de futuro: es horrible que solo uno de muchos sea capaz de ver la trampa de toda una generación, mientras otros tantos intentan convencerle de que se trata de un mal necesario.
A los demás les basta con diversión todas las noches, sexo, alcohol, y una denuncia (la creciente población asiática) que de vez en cuando les agite las neuronas del inconformismo, sin pararse nunca a pensar en el verdadero problema.
Las generaciones futuras, en un resumen tan ochentero como eficaz.
Ojalá nunca acaben en un autocine prisión, pero que la mera posibilidad consiga convencerte bien merece reivindicar esta película.
Una de las películas mas divertidas, raras, de serie b, con toda la esencia de los 80 reunidos en una magnífica cinta.
Ideal para visionar con los colegas y echarse unas risas, que desde luego las tiene y con creces
Distopía muy entretenida y disfrutable a pesar del paso de los años. Actuaciones más que dignas, guión original e intrigante y una estética formidable, al menos para mi gusto.
Es grato encontrar obras que aguantan el paso del tiempo tan estoicamente y sorprende que además sea una película tan desprovista de fama. También diré que su punto flojo y donde creo que se le nota más el paso del tiempo son las escenas de violencia callejera y/o peleas, que resultan poco creíbles ya que en alguna toma se nota que ni siquiera llegan a tocarse al recibir los golpes o puñetazos.
Me gusta la manera de contar la historia ya que siempre la ves desde la perspectiva del protagonista que está como tú y no sabe muy bien lo que está pasando y tiene la percepción de que todo el mundo está loco y las situaciones son ilógicas, pero aún así sufre del confinamiento como el resto. Tengo que decir que me recordó un poco a The Warriors, película que se me quedó grabada en la memoria por aquellas bandas tan dispares de estéticas exageradas.
No diré que sea una obra maestra pero sí una película muy entretenida y que habla de muchas más cosas de las que parece en un principio.
Mi nota: un 7. Buena película.
Floja, sucia, chapucera, irregular, aburrida, reiterativa, mediocre, penosa, lamentable, bochornosa, absurda, insostenible y terrible producción que parte de una premisa llamativa en la que los protagonistas descubren que han llegado a un lugar del que no se puede salir alegremente.
Campo de exterminio, se me ha parecido intrascendente y chapucera, haciendo que su visionado me haya resultado verdaderamente insoportable. Los responsables de la producción no consiguen dar fluidez y claridad a su desarrollo, haciendo que todo se convierta en una trampa para protagonistas y espectadores.
Malas y mediocres interpretaciones para una historia que no consigue despertar el interés en ningún momento.
Una de esas películas que dura poco y se hacen eternas.