El artista
Sinopsis de la película
Jorge (Sergio Pángaro) es un enfermero que pasa de cuidar ancianos en un geriátrico a convertirse en el nuevo niño mimado de la escena artística bonaerense. Tras presentar como propias unas pinturas de uno de los ancianos, su vida simple y monótona se transforma de repente en un constante peregrinar por galerías de arte, universidades, programas de televisión, y reuniones con artistas e intelectuales.
Detalles de la película
- Titulo Original: El artista
- Año: 2008
- Duración: 91
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes descargarte una copia de esta película en formato HD y 4K. Seguidamente te citamos un listado de posibilidades de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.8
95 valoraciones en total
Jorge, un enfermero que trabaja en un asilo, se introduce de buenas a primeras en primera fila del arte de vanguardia. El argumento es mínimo, pero está lleno de detalles y entraña grandes dosis de ironía y de crítica a la pedantería reinante en ciertos ambientes. Está rodada en planos largos, muy bien construidos según esquemas que recuerdan la composición de las artes plásticas. El hecho de no mostrar nunca al espectador la obra del artista añade riqueza a la película y la dota de cieto misterio. Por otro lado, el uso de la cámara como ojo colocado detrás de las pinturas da también bastante juengo, en cuanto que permite ver las reacciones de los visitantes. La historia desarrolla el esquema persona ajena funcionando en un medio que no es el suyo . Algunas situaciones recuerdan las de Bienvenido Mr. Chance , o incluso ciertas escenas de Forrest Gump , en el sentido de que el personaje dice simplezas que son interpretadas por los entendidos como respuestas en clave. Cine argentino en clave distinta a la habitual.
Esta película argentina refleja lo banal del ambiente artístico, revisando el concepto comercial, mostrando en escena la frivolidad en donde se desarrollan estas actividades.
Podría decirse que es una sátira, pero la historia de fondo es la protagonista principal. Un enfermero de un geriátrico, que utiliza las obras de un paciente, el verdadero artista, para ganar dinero y fama.
El film refleja la subjetividad del arte y cómo puede ser visto de diferentes formas, ya sea con verdaderas opiniones o palabrerías, y fundamentalmente, con una cuota de humor importantísima.
En principio el guión de El Artista promete: un enfermero que cuida ancianos descubre que uno de ellos – en silla de ruedas y sin habla (salvo para pedir puchos) – es un genio de la pintura. Sin ningún escrúpulo, decide tomar sus obras y presentarlas como propias amparado en el ensimismamiento del viejo que ignora la situación. Ante el interés del ambiente artístico por su obra, el falso artista comenzará a cosechar la admiración, la fama y el éxito producto de las pinturas. Hasta aquí la sinopsis.
No obstante, creo que con semejante propuesta se presentaba una excelente oportunidad para algo mucho mejor. La primera falla que le encuentro a la película (y la más importante) es la actuación del impostor, protagonista principal de la misma. No hablo necesariamente de una mala actuación, pero su personaje es inexpresivo hasta la exasperación. ¿Hacía falta que fuese así? ¿El hecho de ser un impostor lo convierte en una persona que no trasmite nada de nada? De hecho, para una persona ambiciosa y capaz de semejante deslealtad me imagino otro perfil.
Las otras fallas del film las veo en las desaprovechadas situaciones imprevistas que el falso artista debe subsanar (como cuando el viejo deja repentinamente de pintar suponemos por falta de inspiración). También el final me pareció flojo, como si se lo hubiesen sacado de encima.
Conclusión: Buena idea desaprovechada.
Por sus características, puede decirse que esta película dirigida por la exitosa dupla conformada por Mariano Cohn y Gastón Duprat ( Yo presidente , El hombre de al lado ) es un filme de género inclasificable, ya que a pesar de su constante ironía, la parodia humorística no parece ser su objetivo último, sino apenas un puente para pensar sobre dónde se refugia y cómo se reconoce al artista y su obra en los tiempos que corren.
El argumento cuenta cómo un oscuro enfermero, que trabaja en un instituto neuropsiquiátrico, descubre genialidad en los dibujos de un paciente y logra fama y fortuna con ellos, haciéndose pasar como el autor de los mismos.
Esta peripecia en torno de un usupardor y su paso del anonimato a la fama, da pie para una interesante sucesión de preguntas y observaciones en torno del arte contemporáneo, particularmente sobre la confusión que lo rodea: aquí el genio está en la sombra y el usurpador es quien disfruta de las mieles del éxito.
La película hace circular distintas lecturas al respecto, jugando con la ambigüedad, aunque poniendo el foco más en el entorno que en el arte en sí mismo: en los frívolos estereotipos -casi simpáticos, si no fueran horribles- de marchands, cazadores de talento, críticos, teóricos, colegas envidiosos, admiradores, snobs, vividores y mujeres atractivas que capturan artistas adinerados.
La apelación al humor irónico es una de las constantes del film, que va de la sonrisa a la reflexión, siempre sostenido desde lo formal con la alternancia de la cámara fija y los fundidos que marcan un ritmo propio, en una permanente invitación a la reflexión y a la participación activa del espectador.
Dato adicional: En este filme no trabaja ningún actor profesional pero sí gente vinculada realmente
con el circuito artístico: Sergio Pángaro es un destacado músico, Alberto Laiseca es un conocido escritor en el mundo de las letras y en papeles secundarios y fugaces aparecen personalidades reales del ambiente cultural argentino.
Lo mejor más allá de la premisa, que ya se ha usado otras veces, es ese humor tan contenido, de una irónica muy sutil que está presente en toda la película, algo bastante atípico en el cine argentino cuyas propuestas en lo que a la comedia se refiere, por lo general son las familiares un poco herederas de las comedias italianas de los 60s y 70s, o las vulgares, ese humor vulgar y machista, aquí no solo el argumento y el tono, sino hasta la dirección es diferente, sobria a más no poder, sin destacar ningún plano, con la cámara fija en casi todas las escenas, viendo al protagonista desenfocado.
Lo mejor de la historia es como se burla de los críticos, que no quieren ver lo que tienen frente a los ojos, que interpretan lo que se les da la gana, la historia juega continuamente con qué es el arte y como la gente especializada en ella la analiza o trata de sacar provecho de la misma, lo que ven en Ramiro, el impostor, como interpretan sus silencios, cuando en realidad detrás de ellos no hay nada, pero a ellos les parece ver un mensaje subliminal que los deja extasiados.
Destacable interpretación de Alberto Laiseca, que aunque no dice más que pucho durante toda la película, sabe imprimirle fuerza vital a ese anciano al borde de la muerte, que no habla con nadie, y al que solo le gusta dibujar.