El árbol
Sinopsis de la película
El periodo de luto que viven una mujer (Charlotte Gainsbourg) y sus hijos, después de la repentina muerte del marido y padre, sirve para mostrar la relación entre el esfuerzo del ser humano para recuperarse de una tragedia y la energía de la naturaleza, representada por una higuera gigantesca en el centro de una Australia salvaje.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Tree (Larbre)
- Año: 2010
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
6
60 valoraciones en total
Delicada y bella reflexión sobre las ausencias de los seres queridos, sobre la arrolladora fuerza de la vida y nuestro instinto de subsistencia, único e intransferible, sobre los refugios reales o imaginarios a donde acudimos cuando no tenemos donde apoyarnos. Bertucelli nos regala esta fabula, adaptación de la exitosa novela de Judy Pascoe, Nuestro padre que estas en el árbol, cambiando el punto de vista de la niña a la madre, ambas bien interpretadas por la sorprendente Morgana Davies a la que habrá que seguirle la pista y la ya consagrada Charlotte Gainsbourg. Con mimo Bertucelli posa su mirada respetuosa sobre todos los personajes y su mágico entorno en una Australia que aún es capaz de transmitir los últimos latidos de la simbiosis desigual entre el ser humano y la tierra. La escena con la medusa y la niña es impresionante. Al final me vienen a la memoria los versos de Machado: …. se hace camino al andar, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar .
jcelziete.blogspot.com
La película intenta en todo momento moverse por el filo de lo poético, de la exaltación de lo bello. De lo bello que encierra lo cotidiano y no siempre nos damos cuenta. Junto a ello, la forma de presentarlo le confiere aire de sensibilidad, de intimidad. A veces, suspira por una grandeza que no consigue, eso es cierto.
Se nos revela una forma de superación del color con tintes poéticos, si bien en principio, la de la persona de la madre, Dawn (Charlotte Gainsbourg), escenifica el dolor tal y como lo conocemos, tal y como se siente ante la muerte de un ser querido, pero posteriormente se desarrolla de forma muy distinta, ligado, muy ligado a lo enigmático que encierra la naturaleza. La película gira entorno al sentimiento y a la vida de la madre, supervivencia, superación.
Simone, la hija, trata de superar la pérdida estableciendo un vínculo esencial con la higuera, a través de la cual su padre se comunica con ella, adquiriendo tal amor por el árbol, que hará lo posible por evitar su tala. El dolor refugiado y oculto, lo refleja uno de los hijos, que deja de hablar.
¿Vicios? Los tiene, claro que sí. Algunos: sensiblera por momentos, no acabo de ver a la Gainsbourg de ama de casa en un ambiente cuasi-rural (si la viese su padre!!) y tratar de pescar en unas cotas para las que no tiene caña ni anzuelo.
Como ya hemos comentado casi todo el peso recae en su protagonista, la cual, si tratamos de abstraernos del vicio ya comentado, podemos afirmar que confecciona un traje bastante lucido y bonito.
Todos los aspectos visuales son relevantes e importantes y ya desde el comienzo del film, se observa su importancia, con planos medios-largos, giros de cámara muy descriptivos entorno al árbol, planos que buscan dar la sensación de amplitud, de inmensidad, de soledad, de dolor,… sí, podemos decir que lo visual sirve de principal sustento a esta especie de relato de amor, de lección de vida.
Digamos que no es apta para todos los públicos, pero el aprobado lo merece y por tanto, sabiendo que no soy de muchas notas, creo que estamos en disposición de recomendársela, para disfrutar de un ejercicio de tranquilidad, calma y sosiego, pese al dolor que en sí desencadena todo.
Nota general: 5,0 sobre 10.
Larbre es una película singular. La madre que interpreta Charlotte Gainsbourg pierde a su marido de forma inesperada, y a partir de aquí el luto da paso a la degradación de una casa, símbolo del padre fallecido, amenazada por el árbol que rodea la entrada de la propiedad. El árbol, además, será el refugio de la hija pequeña, llegando incluso a sentir y a poder hablar con su padre con sólo subirse a las recias ramas de la planta. Larbre, con ese símbolo que esconde otros tantos, es una película de halo místico y de poética bizarra, un cuento que asombra más por todo lo que deja de contar que por lo que realmente vemos. Al lío monumental hay que sumarle una no definición del espacio donde transcurre la historia, una Australia agreste y solitaria, una tierra desnuda y unos cielos esplendorosos que llevan Larbre al terreno del western familiar. Gainsbourg, cuya presencia poco a poco va encerrando un género cinematográfico por sí solo, defiende una historia de muerte y vida, raíces metafóricas y titubeos con la fantasía melancólica, sentimientos extremos y naturaleza salvaje. Aunque a veces la historia parece un jardín lleno de malas hierbas en el que uno no sabe distinguir qué le están transmitiendo al espectador. Pero esa falta de lógica, culminada en la excelente tormenta final, dan un toque mágico, casi bíblico, en todo caso cíclico, a Larbre, una película que termina convertida en parábola del dolor y el largo proceso posterior de interiorización y cicatrización. Eso sin que el truco se intuya a los cinco minutos, sin que sus responsables busquen a propósito la rima del poema.
Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Oh yo, sólo soy un árbol, mis raíces están con ella. Pero mis hojas son mías amigo.
Canción inicial de la película
A mí hijo Camilo por ser la semilla y el árbol.
Por: John Harold Giraldo Herrera
[email protected]
Una película como El árbol termina siendo un acierto para mostrarnos de una manera simple las cadencias de la vida. Todo empieza en la película francesa, con una escena fresca, una pareja comparte su espacio de la casa en una hamaca en medio de un diálogo amoroso, luego un padre comparte con su hija Simone de modo espontáneo y cariñoso en una especie de lugar paradisiaco alejado de la ciudad. El padre muere. La familia -4 niños de diversa edad más la madre- sufren la ausencia. Entonces toda la película girará en torno a la ausencia del padre.
Desolación, formas de cambiar la corporalidad de un ser prioritario, angustias, reconstrucción, la vida en sus lados opuestos serán la manera cómo la trama se apoderará del espectador.
Lo más crucial de una película es convertir en poética aquello que no se muestra, pero que está ahí incluso tan presente como lo que vemos. La niña que más siente el vacío de su padre, Simone, adquiere una relación fuerte, impulsiva y fantasiosa con un árbol, tan frondoso como simbólico. La película desarrolla entonces una serie de relaciones duales que van desde el adentro y el afuera, la presencia y la ausencia, la necedad y el adaptarse, el terminar y volver a empezar, los matices de la vida en un lugar y con unos personajes que la vuelven agónica, común, noble, emotiva. En La poética del espacio, Bachelard dice: El más acá y el más allá repiten sordamente la dialéctica de lo de dentro y de lo de fuera: todo se dibuja, incluso lo infinito. Se quiere fijar el ser y al fijarlo se quiere trascender todas las situaciones para dar una situación de todas las situaciones. Se enfrenta entonces el ser del hombre con el ser del mundo, como si se tocaran fácilmente las primitividades. Se hace pasar a la categoría de absoluto la dialéctica del aquí y del allá.
Es así como la película construye un estar afuera con un estar adentro, una casa son el adentro, un árbol el afuera, ambos parecen intricados, la casa es el árbol, el árbol es la casa, una situación son todas las situaciones. Una familia se debate en construir y seguir de nuevo, mientras un duelo se va dando.
Un film de la ganadora del gran premio del jurado en el festival de Cannes, Julie Bertucelli (por Cartas de París, en 2003). Basado en una novela de Judy Pascoe, El Árbol parece un excelente reflejo de un texto literario en imágenes, aunque a mi parecer falla en la adaptación a la pantalla grande.
Demasiado lírica, por momentos la mirada atenta es insostenible, y tampoco pueden evitarse los suspiros que exigen el avance del film. Tiene sus buenos momentos, sobre todo desde las interpretaciones de Charlotte Gainsbourg y Morgana Davies. El uso de lo icónico es fabuloso y el acompañamiento de la música no se queda atrás.