Edipo, el hijo de la fortuna (Edipo Rey)
Sinopsis de la película
Edipo, hijo de Layo y Yocasta, reyes de Tebas, es abandonado de niño para que se muera, al conocer por una profecía que será el asesino de su padre. Pero el niño es salvado y adoptado por el rey de Corinto. Sin conocer sus orígenes, regresa a Tebas cuando ya es adulto y se cruza en su camino con Layo. Tras una discusión, lo mata, sin saber que era su padre. Posteriormente contrae matrimonio en Tebas con la viuda del rey, es decir, su propia madre.
Detalles de la película
- Titulo Original: Edipo re aka
- Año: 1967
- Duración: 104
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Opinión de la crítica
Película
6.8
36 valoraciones en total
El prólogo y epílogo se sitúan en el siglo XX. Pasolini quiso trazar una repercusión directa del mito al incluir el elemento autobiográfico (esos insertos contemporáneos tienen que ver con el director) como forma de confesión psicoanalítica. Estas partes, además, introducen la primera pista de la actualización de los mitos clásicos a los pilares de la cultura occidental.
La adaptación de la tragedia clásica emplea un mecanismo de distancia para con el espectador mediante el rechazo de la reconstrucción histórica realista, prefiriendo Pasolini algo así como una interpretación introspectiva y atemporal. Esa irrealidad se manifiesta a través de sucesivos hallazgos:
– La ubicación de la acción en una especie de Tigris y Éufrates indeterminado (pese a los cartelones avisándonos de que por aquí, allá o acullá se va a Tebas). Un eclecticismo magrebí, sumerio, egipcio, etc., que quizás indague en un lugar más representativo de la psique, la culpa y la metáfora ahistoricista, y no tanto una reconstrucción fidedigna.
-El vestuario genera una ilusión de irrealidad casi totémica que encaja con la atmósfera onírica o inconsciente. Cascos y espadas como tallas funerarias de tribus africanas con un contenido, de nuevo, más simbólico que histórico.
-La película incorpora un arco temporal más dilatado que la historia original (vemos sucederse situaciones que en Sófocles se expresan mediante la palabra o el recuerdo). Alegoría del flujo del tiempo y la aridez desértica como elemento latente del ego que va más allá de la tragedia clásica para centrarse en el dolor del mito como, casi, pecado original allende las fechas.
-La separación con respecto a una narración lineal clásica aparece también desde el elemento formal: los carteles mudos sustitutivos de las estrofas y antístrofas de la obra sofocloidea, puesta en escena y fotografía (technicolor, gran angular…) que evocan un despojo que afecta a la continuidad de lo percibido por el espectador: luchas a contraluz, ruptura de la transición entre planos que muestran lugares distintos al ser montados, o alternancia de la perspectiva subjetiva con la que no lo es, etc. El tiempo de lo sagrado en Pasolini de Fernando González es una muy interesante obra que profundiza en estos aspectos.
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Pasolini es uno de los directores imprescindibles si se pretende conocer siquiera minimamente el cine europeo del siglo XX. Pero es difícil acercarse al cine de Pasolini sin saber algo de su propia vida, de su niñez, de sus relaciones familiares y sexuales, de su filiación política e incluso de las circunstancias en que se produjo su propia muerte.
En Edipo Rey trata el tema del síndrome ó complejo de Edipo, tema que, por lo que he podido leer en artículos dedicados al director italiano, le preocupaba en la misma medida que lo padecía. Y lo trata desde una perspectiva intemporal donde mezcla ficción con realidad (no olvidemos que el punto de partida es una obra de Sófocles) y donde , también por lo leído, hace continuos guiños al espectador, guiños que eran claramente entendidos por los espectadores coetáneos y preferiblemente paisanos. Para los de hoy, alejados en el tiempo y, como en mi caso, en el espacio, si no nos lo cuentan no nos enteramos.
Es por ello que, en general, el cine de Pasolini es especialmente difícil. No obstante Edipo Rey es una película que puede seguirse, en sus líneas básicas y fundamentales, sin mayores dificultades por el espectador del 2007 encontrando en ella auténticos valores cinematográficos. Por ejemplo me interesaron y mucho las localizaciones donde se desarrolla la acción, las canciones y lamentos que parecen provenir de allende los siglos. Me interesa como pinta Pasolini la realeza, tan solo un peldaño por encima de la miseria más absoluta. Y sobre todo me interesa el tratamiento de fondo del film que no es tanto el amor innatural por la madre sino la predeterminación y la inexorabilidad del destino.
Hay que hablar también de la interpretación, cargada de tintes dramáticos y sentimientos que se exageran tal vez de forma teatral, pero que se acoplan de forma casi perfecta con la visión de Pasolini de esa sociedad marcada por los oráculos de los dioses y las calamidades consecuentes. Y además la presencia de Silvana Mangano y de Alida Valli son un valor no desdeñable y siempre de agradecer.
Recuerdo que hace años las películas de Pasolini se proyectaban más en salas de arte y ensayo que en otro tipo de salas más comerciales. Por ello, sin darme cuenta se generó en mi un cierto rechazo hacia la dificultad de su cine. Gracias a Edipo Rey he roto un poco esa especie de miedo y seguro que será el principio de una gran amistad…
La reflexión acerca de ésta tragedia nos debe conducir a preguntarnos hacia quién está escrita. El público que la recibió por primera vez (el pueblo griego) era tan fuerte que soportaba la crudeza y el dolor de la historia. Es toda la tragedia un espectáculo, una ventana en donde asomarnos a la máxima tempestad sin que nos toque ni una gota, siendo esto mismo un ejercicio educativo en donde podemos aprender que la vida muchas veces nos conduce por caminos azarosos.
Es mucha la sabiduría que puede esconder una película inspirada en una tragedia griega, pero tal y como la enfoca el intelecto de Pasolini, nos conduce a pensar en la vida como aprendizaje y realización de nuestro personaje asignado por los dioses. Finalmente acabamos donde empezamos, sólo que habiendo cometido infinidad de errores, con un recuerdo de lo ocurrido y con un sentimiento de acabamiento de lo hecho que produce cierta melancolía sin rencores y sin juicios morales.
Pier Paolo Pasolini es uno de los personajes más fascinantes del siglo XX, tanto por su febril actividad creativa como por su permanente compromiso político. Pasolini fue un Leonardo o un Rafael del siglo XX, un intelectual y un artista (en el sentido que tenían hace ya muchos años esos términos) capaz de tocar todos los campos del saber y del arte (poesía, novela, teatro, ensayo, cine, pintura) con una maestría que muchos ni tan siquiera aspiran a alcanzar, pero al mismo tiempo con una modestia y una sinceridad muy alejada del habitual narcisismo, megalomanía y estupidez de los creadores contemporáneos. Pasolini era ante todo un humanista, pero un humanista que sabía que la cultura humanística había desaparecido o estaba en trance de desaparecer, que la barbarie se ha instalado entre nosotros y que la cultura no es una inocente damisela sino una prostituta vendida al mejor postor, al capitalismo y a la sociedad de la abundancia mercantil.
Puede que Edipo re no sea una de las películas más destacadas de la filmografía de Pasolini. No es el neorrealismo crudo de Accattone o Mamma Roma, ni tiene la visión idealista y colorista de la Trilogía de la vida, ni la poesía crítica e hiperpolitizada de Porcile o Teorema, ni tampoco alcanza el nivel apocalíptico, polémico y pesimista de Saló. Decir que Edipo Re es una película de transición es una obviedad, porque todas las películas de Pasolini fueron eso, películas de transición, todas ellas son una búsqueda constante y, en gran medida desesperada, de un lenguaje que sea algo más que cinematográfico, que enganche con la vida y con el proyecto de mejorarla. En ese sentido, todo su cine es un cine extremadamente personal, íntimo, pero puede que Edipo re sea su película más íntima, y no sólo por su contenido claramente autobiográfico (reconocido por el propio Pasolini), sino sobre todo por cómo logra a partir de un mito clásico llevar a cabo una crítica del mundo contemporáneo de una forma que sólo Pasolini puede hacer, con sutileza, con una forma de narrar que lo dice y no lo dice todo, que nos deja la libertad para buscar la verdad por nuestra cuenta.
Realizado y escrito por Pier Paolo Pasolini, el film se basa en las tragedias Edipo rey y Edipo en Colona , de Sófocles, escritas en el s V AdC, y en experiencias personales. Se rueda entre abril y julio de 1967, en Bolonia, Marruecos y la Toscana y en los estudios Dino de Laurentis (Roma). Nominado al León de oro de Venecia, gana dos Nardo dArgento. Se estrena el 7-IX-1967 (Italia).
La acción comienza el año 20 en Tebas (Grecia) y termina en las afueras de Tebas en torno al año 65. La película contiene elementos de análisis autobiográfico, que se concentran en la primera mitad del film. Temeroso de padecer el síndrome de Edipo, Pasolini decide enfrentarse a él con la realización de la obra. La película sitúa al espectador ante una realidad inquietante para provocar en él reacciones de rechazo: la vida es una experiencia dramática y trágica, en la que la frustración y el dolor proliferan y se imponen, la vida es caprichosa y azarosa con los seres humanos, a los que trata como si fueran juguetes del destino, la vida se presenta revestida de una tupida apariencia de fatalismo, engañosa y falsa, que mueve a las personas a renunciar a la gestión de su futuro. El oráculo de Apolo no dice la verdad, el destino no está predeterminado, la fatalidad no es imperativa. A Edipo le falta información sobre sus orígenes y por ello se equivoca. No conoce su pasado y no lo investiga. Ante indicaciones inciertas, huye atemorizado y sin pensar. La parábola del joven Edipo sugiere la necesidad de buscar la verdad y abandonar los mitos fatalistas. Los seres humanos pueden y deben gobernar su destino. La parábola del anciano Edipo ciego sugiere que la ceguera de espíritu del joven Edipo era más terrible. Pasolini retoma el tema en obras posteriores y lo lleva a niveles de paroxismo en Salò .
La narración mezcla ficción y recuerdos personales, en una hilación de secuencias que traslada los hechos de los años 20 en Tebas a los últimos de la IIGM en Bolonia (donde nace en 1922). Hace evidente la distorsión cronológica con indicaciones ostentosas (bandera italiana monárquica colgada en un balcón). Los sucesos de los años 20 a 40, los sitúa en Grecia (Corinto y Tebas) y los de los años 60 los traslada a 1965/67 en Bolonia. La manupación temporal es un recurso que el autor utiliza en otras obras. En este caso le permiten reforzar el sentido autobiográfico, recordar al espectador que asiste a un relato de ficción, despertar en él sospechas de ser objeto de manipulación, moverle a no aceptar el mito e incentivarle a buscar la verdad.
La música incorpora fanfarrias, un fragmento del Cuarteto de disonancias , de Mozart y canciones del folklore de Rumanía, Japón y Marruecos. La fotografía hace uso de una cámara inquieta y observadora, que realiza barridos del paisaje, encuadra perspectivas amplias y profundas y usa con preferencia colores terrosos. El guión, de diálogos escasos, pone en boca de Tiresias afirmaciones sobre la fuerza y la eficacia del saber.