Echoes: Pink Floyd
Sinopsis de la película
Live at Pompeii es un documental musical de la banda británica Pink Floyd, dirigido por el director Adrian Maben y grabado durante el mes de octubre de 1972 en el anfiteatro en ruinas de Pompeya, Italia. Las interpretaciones de Echoes , One of These Days y A Saucerful of Secrets fueron filmadas entre el 4 de octubre y el 7 de octubre de 1971, mientras que el resto de canciones fueron filmadas en un estudio de París junto con proyecciones del anfiteatro de Pompeya. Estas secuencias de París fueron grabadas a finales de 1971 y comienzos de 1972, y pueden distinguirse por la ausencia de barba de Rick Wright. Esta versión fue distribuida a los teatros en septiembre de 1972 y también se incluye en la versión en DVD como extras. En agosto de 1974 se publicó otra versión que combina el material de Pompeya con grabaciones durante las sesiones del disco The Dark Side of the Moon en los estudios Abbey Road.
Detalles de la película
- Titulo Original: Pink Floyd: Live at Pompeii (Pink Floyd à Pompéi)
- Año: 1972
- Duración: 85
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes descargarte una copia de esta película en formato HD y 4K. Seguidamente te detallamos un listado de fuentes de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
8.3
31 valoraciones en total
Un mes antes del lanzamiento de Meddle (Capitol, 1971), los Floyd contactaron con el director francés Adrian Maben para discutir la posibilidad de rodar un concierto del grupo. La idea, cuenta Maben, era hacer una especie de película anti-Woodstock, donde no habría público y la música, el silencio y el anfiteatro podrían llegar a decir lo mismo o más que una multitud de un millón de personas. Por tanto, la banda, el director y el equipo técnico se trasladaron del 4 al 7 de octubre a Pompeya, Italia, para grabar algunas de sus canciones en el solitario anfiteatro de la ciudad. El resultado es un fascinante documento audiovisual donde podemos disfrutar de la música de unos Pink Floyd que pocos meses después presentarían al mundo su Dark Side Of The Moon (Capitol, 1973).
La cinta se abre y cierra con una magistral interpretación de Echoes, pieza esencial del rock progresivo y uno de los mayores logros artísticos de Waters, Gilmour, Wright y Mason. Entre medias se atreven con A saucerful of secrets, una estremecedora Careful with that axe Eugene y One of these days (en esta última la cámara se centra prácticamente en la batería de Mason debido a problemas técnicos). Hacia el final nos ofrecen una curiosa versión de Seamus donde Gilmour se pasa a la armónica y Wright sujeta el micro para que Mademoiselle Knobs, una bonita perra, aúlle un blues espacial. Set the controls for the heart of the sun, tema clásico del repertorio de la época, encaja a la perfección con la atmósfera de todo el film añadiendo ciertas dosis de oscuridad a cargo de un inquietante Roger Waters.
No todo fue grabado en Pompeya, algunas partes de la película se completaron con imágenes tomadas en el estudio Europasinor de París entre el 13 y el 20 de diciembre. Concebido para la televisión continental europea, Live at Pompeii se estrenó en el Festival de Edimburgo de 1972 pero, por problemas de contrato, se lanzaría oficialmente dos años después. Durante ese periodo Maben incluyó en la cinta material que mostraba a la banda grabando el Dark Side of The Moon y entrevistas con los componentes del grupo en los estudios Abbey Road. En esas conversaciones, entre otras cosas, los Floyd se defendían de aquellos que los tachaban de utilizar las nuevas tecnologías como ingrediente habitual en sus composiciones. Comenta Waters al respecto que es como decir: dadles una guitarra Les Paul y se convertirán en Eric Clapton. No es cierto. Y si les das un amplificador y un sintetizador no se convertirán en nosotros.
La edición de Live at Pompeii editada por Universal en 2003 incluye el concierto original y el montaje del director (donde sobran las bochornosas animaciones en 3D), galerías de fotos, entrevista con Adrian Maben y alguna que otra chuchería más. Tal vez, y junto a The Wall (aunque el concepto y la música disten considerablemente), este DVD se encuentre entre lo mejorcito del vasto material editado sobre el grupo.
Para los amantes de la música de Pink Floyd (sobre todo la de su primera época, con el legado de Syd Barret aún presente), este documental rebasará sus expectativas: un anfiteatro romano para ellos y su equipo de producción, y a tocar. Sin público. Durante día y noche.
Para añadir mayor profundidad histórica al asunto, el dvd se mezcla con entrevistas durante las sesiones de grabación de The Dark Side of the Moon (disco del cual Alan Parson fue ingeniero de sonido) en los estudios Abbey Road. En dichas entrevistas, algunas insulsas (el momento de la comida no aporta mucho, a mi parecer), los miembros de la banda se posicionan sobre las críticas recibidas acerca del sonido creado y de cómo llegaron hasta él, sobre drogas, o sobre su prohibición de entrar en Sudáfrica por apología de la droga en su música.
Realmente imprescindible para los amantes de Pink Floyd.
Posiblemente uno de los mejores conciertos documentales de la historia, a cargo como no, de una de las bandas más grandes de la historia del rock.
Un concierto documental imprescindible.
Larga vida a Pink Floyd!
Ecos como sonidos que lejos de perderse vuelven como lejanos y ancianos viajeros en una ciudad ahogada por su volcán. Pink Floyd aparece en el centro de un anfiteatro donde la hierba crece en el lugar que el público debería ocupar su música, instrumentos y sintetizadores son suficientes para sincronizar la magia del perfecto directo.
Porque muchos pensarán que la música es cuestión de suerte y compás cuando se utilizan ayudas externas que transforman los sonidos a sintéticos tonos, pero sólo quedaría decir a esas personas: ¡eh! ten cuidado con ese hacha, Eugene , si te pusieras frente a esas máquinas sin idea alguna, no sabrías por donde cogerlas, la boca pierde y como todo en esta vida, el control cuesta.
Este joven grupo era capaz de sacar continuadas melodías en las que el trance parecía una parte de su esencia, pues cómo ignorar que cuando un músico disfruta, a saucerful of secrets se desvela en su concentración como un hechizo. Porque todavía me encuentro inmersa en esa mezcla de destrucción despejada y rock progresivo que cualquiera podría apreciar, somos todos, sois vosotros y ellos los que encontraremos el camino adecuado para acercarnos a este experimento sin recelos.
Tal y como avanza la proyección sólo te queda decir: un día de estos te voy a cortar en pequeñas piezas incesante sonido, para que comprendas que los cuatro lords ingleses sabían cómo prolongar sus notas para realizar discos que podían escucharse como una continuación sin pausa, enlazados como caballeros que extienden su mano hasta la de una tal mademoiselle Nobs que no quieren soltar mientras bailan en algún pasaje de un libro que hable sobre planetas y estrellas, escrito por alguien a quien le retumban las palabras en la cabeza y escribe compulsivamente como si se tratara de un daño cerebral , pero que sólo lo hace porque no deja de pensar en esos planetas y esas estrellas que le gustaría conocer para así cada noche ajustar los controles hacia el corazón del sol donde laten estas canciones. Donde arde la locura consentida de una idea maravillosa y de difícil repetición en la que un grupo como Pink Floyd, un equipo, múltiples cámaras, un travelling y unas melodías contrastadas con una Pompeya ancestral y perdida, nos dejan boquiabiertos al comenzar el espectáculo llamado grandeza.
…
Si alguien en el siglo XX ha estado cerca de la perfección, musicalmente hablando y en mi humilde opinión, esos han sido Pink Floyd y este es un documento impagable sobre como eran cuando estaban en su mejor momento, jóvenes, llenos de creatividad y energía.
Su música hipnotiza, es suprema y atemporal, solo por esos momentos de éxtasis, de placer extremo ha valido la pena, da igual que a veces se pierdan en improvisaciones propias de su época, su música se impone y a uno solo le queda admirarlos como lo que fueron unos putos genios.