Dos mujeres y un amor
Sinopsis de la película
Julie Eden (Carole Lombard), una joven viuda que tiene una hija, trabaja como dibujante publicitaria. Un día, conoce al rico y apuesto Alec Walker (Cary Grant), que está unido a la pérfida Maida (Kay Francis) por un matrimonio de conveniencia que lo hace muy desgraciado. La felicidad de Alec depende de conseguir el divorcio y casarse con Julie.
Detalles de la película
- Titulo Original: In Name Only
- Año: 1939
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
6.5
40 valoraciones en total
Buen largometraje de John Cromwell, un estimable director muy reconocido en los años treinta y cuarenta, pero que hoy en día ha pasado al olvido más absoluto.
En esta ocasión logra un sensible y a ratos (el final) emotivo trabajo, donde el drama y el romanticismo se dan la mano de forma elegante y sutil. Una lograda adaptación de la novela de Bessie Breuer.
Los amorosos sentimientos de los dos enamorados nos son mostrados desnudos, sin tapujos, sin que por ello resulten sensibleros.
Por su parte, los de la esposa del protagonista (excelente Kay Francis) lo hacen de forma clara y dura, pero sin resultar excesivos. Tan sólo le basta a la actriz miradas y dureza en su expresión para mostrar su pétreo corazón, donde sólo cabe la codicia y la maldad.
Una bonita película, entretenida en todo momento, con ocasionales momentos de humor y que ofrece elegancia formal y exquisitas interpretaciones.
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Una película innovadora y polémica en su momento por tratar temas de infidelidad y divorcio abiertamente, pero que hoy ha perdido parte de su atractivo y razón de ser.
Se trata, sin duda, de una película correcta en todos los aspectos, pero que a la vez no llega a destacar en ninguno de ellos. En mi opinión, uno de los fallos de la película es que no se llega a establecerse convincentemente en un género determinado, sus momentos dramáticos son demasiado ligeros y los momentos cómicos no tienen la suficiente chispa. Para colmo, Cary Grant, un actor que ha demostrado su gran versatilidad en otras películas, no consigue dar la talla en esta. Da la impresión de encontrarse un poco desubicado y no sabes si está tratando de hacerte reír o llorar. Me explicaré: En escenas de supuesto clímax dramático, no ofrece un repertorio de sus mejores gesticulaciones faciales que tanto nos hacen reír en sus comedias, con lo que la escena en la que supuestamente deberías sentirte conmovido, acabas sonriendo. La actriz que hace de su fría y calculadora mujer, no parece ni fría ni calculadora, solo una mujer pava, sosa y sin chispa. Aunque, tal vez sea esa su gran ventaja: nunca llegarías a sospechar de que te vaya a dar una puñalada por la espalda. Quizá sea la protagonista, Carole Lombard, la que más da la talla con su papel de mujer buena y paciente, pero fuerte y luchadora a la vez.
Recomendada a los admiradores de Cary Grant o Carole Lombard que quieran ver una película más en la que salgan ellos. Por lo demás, solo decente, un poco sosa.
LO MEJOR:
– Nada.
LO PEOR:
– Nada.
Seria película que se inicia como una peripecia romántica pero que, poco a poco, va destilando su dosis de dramatismo con ribetes de sentido del humor, hasta conformar una historia con destellos de enredo e inesperadas situaciones que J. Cromwell administra proporcionando verismo y contundencia a la trama.
Hace gala de una rara habilidad -equilibrio- para conseguir que todo parezca verosímil gracias a su destreza para que cada escena posea la relevancia justa en el contexto general.
Sobresaliente las intervenciones de C. Lombard y de K. Francis en su respectivos papeles.
Y también resulta excelente la actuación de C. Grant que se adapta perfectamente a los cambios de registro de su personaje.
Drama romántico basado en una novela de Bessie Breuer y dirigido por todo un especialista en el género como John Cromwell, un gran director de mujeres que estuvo casado con cuatro actrices a lo largo de su vida (Alice Indahl, Marie Goff, Kay Johnson -con quien tuvo al larguirucho actor James Cromwell- y Ruth Nelson) y que pronto se especializó en el melodrama sentimental, aunque alguna vez se adentró en el género de la aventura, con bastante acierto además, dirigió una divertida adaptación de la maravillosa novela Las aventuras de Tom Sawyer (1930), con Jackie Coogan, el chico de Chaplin, como el golfillo personaje de Mark Twain. Cromwell tiene un buen puñado de películas interesantes, siempre rodadas con tacto, sensibilidad y elegancia formal, entre ellos a mí, además de la mencionada, Las aventuras de Tom Sawyer, me gustan especialmente: Cautivo del deseo (1934), El pequeño Lord (1936), El prisionero de Zenda (1937) El lazo sagrado (1939), El hijo de la furia (1942), Desde que te fuiste (1944), Callejón sin salida (1947), Sin remisión (1950) o El soborno (1951), y seguro que aún me dejo alguna sin mencionar, que la memoria ya nos va jugando sus malas pasadas.
Nos encontramos ante la típica historia de triángulo amoroso, aunque aquí realmente no tenemos a un hombre que duda entre el amor de dos mujeres, aquí tenemos a un hombre atrapado en su matrimonio, que no quiere a su mujer, y que encuentra el amor en otra. Este simple argumento está servido de forma sumamente interesante por John Cromwell, quien maneja todos los elementos del mismo para hacer creíble la historia. Tanto que casi 80 años después apenas ha perdido un ápice de su frescura, y digo apenas, porque hay cosas que chirrían un poco, como la utilización de algún que otro personaje muy secundario, y que está muy exagerado, o la rapidez con la que concluyen el relato. De hacerse en la actualidad, cosa harto imposible, para el final habrían empleado tres cuartos de hora como mínimo. Es algo a los que nos han acostumbrado mal, por lo que cuando se visionan uno de estos clásicos títulos, tan en las antípodas, nos da la sensación de que todo sucede muy deprisa, cuando en muchas ocasiones, esa supuesta rapidez suele ser un ejemplo de narración eficaz, en la que no se dejan nada en el tintero. Cosa que ocurre en este film, por el que prácticamente no han pasado los años, a pesar de un par de defectos bien visibles.
Pero lo que es una enorme gozada, a parte del buen hacer del señor Cromwell, son las interpretaciones de su pareja protagonista, o habría que decir trío. Cary Grant, quien ya empezaba a convertirse en un auténtico galán, y que ya había participado en alguna de las mejores películas de Howard Hawks, y por lo tanto de toda la Historia del Cine, interpreta de forma magnífica a ese hombre decidido a darlo todo por la mujer que ama, pero atado a las terribles maquinaciones de una mujer realmente despreciable. Grant está soberbio en el papel, un papel dramático que le permite lucir su lado serio, y que aquí no mezcla con su vena para la comedia. A su lado Carole Lombard, una de las grandes, y también de las más bellas, esa mujer enamorada, pero con terribles dudas, es una de sus grandes composiciones, una de tantas a las que nos tenía acostumbrados esta gran actriz que dejó al cine sin una gran mujer de forma muy prematura. En este film mide sus fuerzas con Kay Francis, menos conocida pero que está impresionante en su personaje de pérfida mujer del protagonista, Francis da un verdadero recital de maldad disfrazada de bondad en uno de los papeles femeninos más malvados de toda la historia del melodrama, sencillamente inolvidable.
Una película muy interesante, característica de toda una época en la que abundaban este tipo de films, y que hoy en día ya no se hacen.
Producción en b/n de la RKO, realizada por John Cromwell. Se basa en la novela Memory Of Love (1935), de Bessie Breuer (Elizabeth Freedman). Se rodó en San Marino (CA), con un bajo presupuesto. Se estrenó el 18-VIII-1939 (EEUU).
La acción tiene lugar en Ridgefield (Conneticut) y NYC, entre agosto y diciembre de 1938. Narra la historia de Alec Walker (Cary Grant), hijo único de una familia acaudalada, casado con Maida (Kay Francis), fría, codiciosa y manipuladora, que le sedujo con engaños y le arrastró a un matrimonio sin amor, atraída por su fortuna y posición social. Deprimido y desilusionado, un día de verano se topa a orillas de un lago de Ridgefield con Julie Eden (Carole Lombard), viuda desde hace 4 años y madre de una niña de 5 años, que trabaja como dibujante publicitaria. Ambos se sienten fuertemente atraídos.
La película desarrolla un relato melodramático, de pasiones intensas, en el que intervienen malvados, que ocultan su perversidad bajo un falso manto de bondad, personas de buena fe engañadas por maniobras siniestras, personajes desgraciados en el amor y personas innocentes y sinceras, que encarnan el bien. La obra se apoya en un cruce complejo de amor, odio, egoismo, engaños, manipulaciones, dolor, desolación y lucha entre quienes buscan el amor verdadero y los que han renunciado a él por razones espúreas, como el afán de riqueza y prestigio. El desarrollo argumental responde a los gustos de la época y se ajusta a los códigos éticos, morales y legales del momento: rechazo social del divorcio, condena de la separación matrimonial, crítica de las relaciones de amistad del cónyuge desgraciado con personas del otro sexo, difícil tramitación del divorcio y necesidad práctica del benepácito del cónyuge culpable. El film presenta un triángulo entre un hombre y dos mujeres, que constituía en el momento del estreno una osada novedad en pantalla. Cuando el divorcio ha dejado de ser un motivo de estigmatización y la legislación permite tramitaciones en plazos y formas razonables, los motivos del film parecen gratuitos y exagerados. La obra constituye por si misma un documento interesante sobre costumbres, hábitos, modas y otros parámetros de la época. Se defiende y justifica el divorcio libre como medio y garantía al servicio del matrimonio por amor.
La música describe y explica los sentimientos de los protagonistas. La fotografía sitúa la acción en un maco de lujo que contrasta bien con el tono melodramático. El guión hace uso frecuente de sobreentendidos y elipsis que acortan adecuadamente la duración del film. El paso del tiempo ha devaluado la fuerza del argumento y ha aumentado su valor testimonial. La interpretación de Kay Francis es excelente y son muy interesantes las de Grant y Lombard, fuera de sus regristos habituales de comedia. La dirección trabaja con esmero y elegancia.
Película para aficionados al cine clásico.