Dos cabalgan juntos
Sinopsis de la película
Los familiares de los prisioneros blancos secuestrados por los comanches presionan al ejército federal para que los rescate. Al cínico comisario de Tascosa, Guthrie McCabe (James Stewart), lo convence el comandante Frazer para que se encargue de negociar con los indios la entrega de los cautivos. Le acompañará en su misión el teniente Gary (Richard Widmark).
Detalles de la película
- Titulo Original: Two Rode Together
- Año: 1961
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
Película
7.4
31 valoraciones en total
A estas alturas no debería pasarme pero cada vez que descubro un nuevo trabajo de Ford vuelvo a sorprenderme con el inmenso talento del director, sorpresa que se vuelve admiración y que a su vez se transforma en la profunda fascinación. El caso de Dos Cabalgan Juntos no es una excepción. Aunque Ford ya se encontraba en la fase final de su carrera (le restaban cuatro largos y un corto), el director del parche en el ojo tenia guardadas varias sorpresas. Con Dos Cabalgan Juntos, lo que Ford nos presenta como un film de apariencia ligera es en realidad uno de los trabajos más valientes y transgresores del género, a pesar de su clasicismo. Al igual que hará al año siguiente con El Hombre que Mató a Liberty Valance y posteriormente en Cheyenne Autumn el director empieza a cuestionar o mas bien hace evolucionar unas normas que el mismo creo con La Diligencia, elevó a arte con Centauros del Desierto y que cerró de la forma mas brillante con El Hombre que Mato a Liberty Valance. Este film ya anuncia en parte esa evolución del western clásico. Y lo mismo que ocurría en Centauros del Desierto, su especial estructura narrativa puede impedir ver la complejidad, elegancia e inteligencia que desprende si se mira con ojos puramente académicos, haciendo por ejemplo que el asunto de la caja de música sea muy evidente desde la primera escena de las tres en la que aparece y sin embargo su resolución sea mucho mas brusca de lo esperado, de una sequedad evidentemente intencionada que consigue un efecto mucho mas demoledor que cualquier escena de exceso melodramático. Sin embargo la visión de Ford en Dos Cabalgan Juntos se vuelve aun mas cínica y negra, manteniendo un singular equilibrio, treméndamente crítico, entre las visiones del ‘hombre blanco’ y de los indios. Los personajes están sólidamente construidos, en especial los de Guth, Jim y Elena, que vuelven a crear ese micro universo fordiano de personajes secundarios maravillosos que en algunas ocasiones se llevan todo el peso dramático (en algunos casos enorme) o incluso escenas cómicas. El film va pasando de forma progresiva de un tono deliberadamente ligero, de diálogos asombrosamente ágiles, a un tono más dramático y pesimista, demoledor en su descripción del ser humano. Y por supuesto además de un magnífico guión tenemos a un Ford cómodo tras la cámara que no solo vuelve a dar una lección de encuadre, de elipsis o de dosificación de los datos mostrados, sino que hace que la película, de por si no muy larga, pase en un suspiro. Un film simplemente magistral que a día de hoy conserva intactos su buen hacer y riesgo, que el tiempo parece haber colocado en su lugar.
Dirigida por John Ford, supuso su primera colaboración con James Stewart. Inspirada en la novela de Will Cook Comanche Captives , obtuvo el tercer premio al mejor actor (J. Stewart) del Laurel Awards Festival.
La acción tiene lugar en Texas a principios de 1880, después de la finalización de la guerra con los indios. Narra la historia de Guthrie McCabe (J. Stewart), sheriff de Tascosa, y del teniente de caballería Jim Gary (Richard Widmark). El primero recibe del comandante Frazer el encargo de adentrarse en la reserva comanche para negociar la liberación de los prisioneros blancos que retienen desde hace 10 años, a cambio de una recompensa elevada por prisionero liberado. El teniente, en desacuerdo con la codicia de McCabe, recibe la orden de desertar y acompañarle en la misión como civil. John Ford, de 67 años, había rodado grandes westerns épicos. En esta ocasión la historia es decorazonadora y amarga: el protagonista es un hombre cínico y corrupto, los colonos que esperan la liberación de sus allegados forman un colectivo resentido, racista e intolerante, y el coronel de caballería que organiza la misión es autoritario y mentiroso. La acción está punteada de detalles de humor, que culminan en la figura caricaturesca del sargento Darío P. Posey. La obra incluye escenas memorables: McCabe, tras encontrar a los prisioneros, se resiste a llevarlos al campamento por considerar que es imposible su adaptación a los hábitos de sus familiares, el baile de gala interrumpido por las palabras angustiadas de Elena de Madariaga (Linda Cristal) al verse estigmatizada por haber sido, durante una parte del cautiverio, esposa de un jefe indio, la de Marty Purcell (Shirley Jones) cuando narra a Jim Gary la historia del secuentro de su hermano poco antes de su trágica identificación.
Las música ofrece fragmentos orquestales de viento y percusión, que acompañan escenas de transición, silencio y baile. Hace uso de melodías country y otras. La fotografía se apoya de modo preferente en largas escenas rodadas a cámara fija. Es notable el desfile de la caravana de los colonos ante la cámara inmóvil. El guión ofrece una narración verbal bien construída y enmarcada en escenarios que resaltan los diálogos y el movimiento de los actores. La interpretción de Stewart, en un papel de villano inusual en él, resulta impecable y convincente. Widmark, en el papel de un militar incorruptible, tiene una intervención sobria, ajustada y correcta. La dirección impone a la obra un crescendo de amargura y desilusión, muy realista, de gran fuerza dramática y emocionante.
Película poco apreciada por el autor, que en sus últimos años habló de errores de guión y reparto. Pese a todo, es una obra consistente, que trata con valentía sanos aspectos autocríticos, poco frecuentes en el cine americano.
A James Stewart se le ve disfrutar con el papel de Guthrie McCabe, una versión oscura del papel que hizo siempre y se sabía de memoria. Aquí es egoísta, corrupto y avaro. Se aprovecha de las personas que le rodean, y en ocasiones las ridiculiza, con esa superioridad que da el poder y un presunto pasado glorioso.
El inicio en tono de comedia es lo mejor de la película, porque sus diálogos son ingeniosos y divertidos.
Es genial su entrevista con el indecente Sr. Wringle. Tras pactar el negocio correspondiente, exclama muy convencido: Ese es el problema del mundo, que hay demasiados Wringles.
Pero…
Lo más discutible viene después y mi sonrisa inicial se ha ido cayendo por el camino.
1-El alegato antirracista en torno al personaje de Linda Cristal es muy elemental, muy alejado del tono profundo y reflexivo que John Ford consiguió unos años antes en Centauros del desierto. Incluso su mensaje puede ser contraproducente al presentar el burdo personaje del chico indio secuestrado de niño y ahora convertido en un asesino descerebrado. Tan contaminado por el indio salvaje que es un caso perdido.
No me queda claro si el mensaje final es antirracista o todo lo contrario.
2-El personaje de Richard Widmark se queda en una comparsa del de James Stewart. Ni él ni su historia de amor parecen interesar mucho al guionista.
3-¿Dónde está la aventura que se presupone en una película del Oeste? No hay ninguna. Y la única situación de tensión se resuelve de la manera más ridícula. Una pena que Woody Strode, tras protagonizar El sargento negro, hiciera el indio de esta manera (spoiler).
En definitiva, estoy de acuerdo con aquellos que califican la película de menor en la filmografía de John Ford.
En mi opinión, a un cineasta se le llega a conocer por su trabajo, jamás por sus entrevistas ni comentarios públicos. Tratándose de Ford, el farsante , me reafirmo más aún en esta idea. Por eso considero que esta película es importante en su filmografía (¿cuál no lo es?), porque se trata de otro aire, se trata de dignificar a esos indios a los que tradicionalmente en el género se tachaba de salvajes –aunque Ford, incluso en algunos de sus anteriores westerns, ya lo hizo, recordemos, por ejemplo, que el verdadero salvaje de Fort Apache es el coronel interpretado por Henry Fonda–.
Por otra parte, me gustaron especialmente las interpretaciones de Stewart, Widmark y Jones, que calzan perfectamente con el tono que se imprime desde la dirección, divertido en su mayor parte (la media sonrisa es casi permanente, y las carcajadas, frecuentes) pero con momentos duros (el linchamiento del chico, las tensiones en el baile… en general, toda la denuncia antiracista de la última parte).
El guión no me pareció malo, pero sí creo que la historia estaba muy vista. Sin embargo, los ágiles diálogos brillan con luz propia.
Parece como si un director afamado no pudiese tener deslices. Y claro que puede tenerlos, y este es un caso claro. Si la película se ve por primera vez, y sin prejuicios, la verdad es que sería difícil terminarla. No hace falta ser Ford para decir que el guión es malísimo, lo es, sin más, a mí me lo ha parecido, y no tenía ni idea de esas declaraciones suyas. Como dice otro comentarista, la mezcolanza que se hace de comedia y tragedia no resulta creíble, eso es un fallo de guión, no de dirección, que al fin y al cabo se limita a rodar lo que tiene entre manos.
El personaje de Stewart no me lo creo nunca como malo , y en esta película más todavía, teniendo en cuenta que si yo hubiese tenido que elegir en aquel momento, y dadas las carreras de los dos protagonistas, sin duda lo habría hecho al revés: el cínico e inescrupuloso tendría que haber sido Widmark, precisamente. Pero como la película arranca con un tono bastante chusco y de comedia ligera (que se mantiene en ese tono más o menos durante todo el metraje), pues parece como si diera igual la elección de actores.
¿Qué queda? Pues la realización, puesto que eso no se olvida de la noche al día, pero desde luego, nada que ver la épica y densidad de un Liberty Valance con este film irregular y poco creíble desde el inicio, ideologías aparte.