Diner
Sinopsis de la película
En Baltimore, durante el invierno de 1959, cinco veinteañeros pasan su tiempo en Diner. Allí, se refugian en los buenos momentos que han pasado juntos, tratando de eludir complicadas relaciones sentimentales, problemas de juego y matrimonios difíciles que la madurez les exige afrontar.
Detalles de la película
- Titulo Original: Diner
- Año: 1982
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
6.5
98 valoraciones en total
180/07(15/05/09) Primer film de Barry Levinson, con un argumento que intenta ser un canto a la amistad en una etapa crucial en las vidas de un grupo de muchachos de Baltimore, al final de los 50. El argumento recuerda a la anterior American Graffiti y a la posterior Beautifull girls , pero al contrario que estas dos esta no termina de funcionar, no tiene la suficiente fuerza, por momentos resulta aburrida y le cuesta levantarse, le pesan sus mediocres interpretes, unos actores carentes del carisma necesario, valga como ejemplo el nefasto Steve Guttenberg que en un episodio de Los Simpsons, ya lo decía la logia de Los Canteros que ellos habían conseguido hacer que todo el mundo creyera que este tío era un actor, en todo lo dicho la excepción es un Mickey Rourke colosal, ensombrece a todos sus compañeros, su trabajo traspasa la pantalla, es lo mejor de esta cinta. Otro de sus aciertos es la recreación de una época con la banda sonora que envuelve esta película. Tenía depositadas muchas esperanzas en este film por las críticas tan buenas que llevaba pero para mí está sobrevalorada, pues no llega a calarte, de hecho ya se me olvidado, menos el trabajo de Rourke.. Recomendable a los que gusten de historias de amistad nostálgicas. Fuerza y honor!!!
Barry Levinson, demostró en su debut tras las cámaras poder plasmar sus emociones en la gran pantalla. Para ello se rodeó de un grupo de jóvenes actores -la mayoría dando sus primeros pasos en esto del cine- y juntos, director e intérpretes, realizaron un notable trabajo. Apoyándose, eso si, en un notable guión que consiguió una nominación al Oscar.
En Diner hay mucha nostalgia. De un tiempo pasado en el que las cosas, no siendo fáciles, si eran más sencillas. Esa añoranza del pasado se percibe en el tono general pero también en el particular, en el de los personajes principales. El personaje que interpreta Steve Guttenberg -Eddie- a punto de casarse, con miedo ante la nueva etapa que debe afrontar y recordando e intentando revivir las aventuras pasadas con alguno de sus compañeros de juergas.
O en el comportamiento de Boggie -Mickey Rourke- y Shrevie -Daniel Stern. El primero, asistiendo a la universidad únicamente para ligar con chicas y debiendo dinero a tipos peligrosos a causa del juego, mientras que el segundo, casado con su novia del instituto -Ellen Barkin-, pero anhelando las aventuras y confidencias con sus amigos.
Frente a ellos, el personaje de Billy -Tim Daly-, el único que ha salido de Baltimore y que regresa para asistir a la boda de su amigo Eddie. Un tipo más responsable, asentado y dispuesto a afrontar la obligaciones que puedan aparecer. En ese sentido, se nos muestra el hecho de haber salido de la ciudad que les vio crecer como grupo, como un efecto diferenciador frente a sus amigos.
Y de eso trata la película. De la transición a la vida adulta, de asimilar el cambio y afrontarlo, y no por ello, dejar de disfrutar. No por casarte, tener hijos o echar muchas horas en el trabajo, hay que dejar de tener contacto con tus amigos. Porque con ellos es con quien compartes algunos de los mejores momentos de tu vida.
Diner es un bonito y sincero canto a la amistad, en donde caben momentos cómicos -discusiones sin sentido y sin fin, el momento del cine, en el local de striptease-, y dramáticos. Que esté basada en episodios autobiográficos de su director, hace que sea percibida con mayor veracidad.
La estética de finales de los 50 y la banda sonora con auténticos éxitos de esa época, junto con unos actores que, a pesar de su falta de experiencia están sobresalientes, hacen que este sea un filme para volver a ver con el tiempo. Podría decirse que coge el testigo de American Graffiti y se sitúa como hermana mayor de Beautiful Girls. Estos tres títulos son, en mi opinión, los mejores retratos sobre la amistad grupal que ha hecho la industria de Hollywood.
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Que la secuencia más recordada del debut del sobrevaloradísimo Barry Levinson sea la de la polla en el cartón de palomitas dice mucho de un film que se revela hoy como fruto de su tiempo, esos ochenta tan míticos, aunque la película transcurre en un aburridísimo Baltimore de los cincuenta. Lo mejor es, como es habitual, Mickey Rourke, genial como siempre aunque más maquillado que la misma Ellen Barkin.
Diner es una obra de culto con la que el guionista Barry Levinson debutaba en el 82 como director. Su guión recibió una nominación al Oscar y a partir de entonces su carrera como director fue meteórica durante esa década. Aquí nos cuenta los avatares de un grupo de amigos veinteañeros cuyas vidas están a punto de cambiar para siempre. Están en un momento crítico a partir del cual ya nada será como antes.
Es sobre todo una película sobre la amistad y de cómo ya nada será igual cuando empiecen a casarse, otros a ir a la universidad o a trabajar. Son varias historias de unos personajes sólidos y creíbles que conmueven al espectador que se va dejando arrastrar por los derroteros que toman sus vidas. Al principio tarda un poco en arrancar pero enseguida simpatizamos con unos tipos maravillosamente encarnados por sus distinguidos actores, casi todos ellos a punto de convertirse en estrellas y de los que sobre todo destaca el gran Mickey Rourke años antes de tirar su carrera por el retrete. La película también supuso el debut de Ellen Barkin.
Por su argumento dicen que Diner es un cruce entre Rebelde sin causa y American Graffiti. A mi personalmente me ha gustado más Diner, estrenada en una época en la que se recordaba con añoranza los felices años cincuenta. El final de aquella década supuso muchos cambios para la sociedad estadounidense y los personajes al igual que el país están a punto de cambiar para siempre. Las inquietudes de los jóvenes de entonces son similares a las de los ochenta que se sintieron identificados con los personajes de la historia. Todo ello regado por temazos de los años cincuenta que suenan sin cesar a lo largo del film cuando los protagonistas se reúnen en su local favorito, el Diner, para hablar de lo que se tercie, fútbol, música, chicas, etcétera.
Lo que más pena me da es que la juventud actual es tan poco estimulante que no podría hacerse una película sobre sus preocupaciones e inquietudes. La última propuesta interesante en ese sentido fue la de El club de los cinco.
Baltimore, Maryland, diciembre de 1959: un grupo de jóvenes amigos que se preparan para pasar a la vida adulta se junta de nuevo para recordar el pasado y pensar en el presente y en el futuro. Éste es el resumen de lo que cuenta el primer largometraje para el cine de Barry Levinson, que presenta tintes autobiográficos -el director nació en esa ciudad en 1942- y que es una aburridísima concatenación de diálogos que se pretenden graciosos, inteligentes, nostálgicos, entrañables, trascendentes, o algo así, y que, sin embargo, carecen, en general, de interés. Mickey Rourke demuestra ya aquí lo que ha demostrado a lo largo de su carrera, que es un actor malísimo, mientras que Steve Guttenberg, Kevin Bacon, Tim Daly y Ellen Barkin demuestran al menos que saben actuar.
Esta ópera prima de Barry Levinson me parece una película increíblemente sobrevalorada.