Diálogos de Carmelitas
Sinopsis de la película
En plena Revolución Francesa, la joven Blanche de la Force decide protegerse en un convento y por eso ingresa en la orden Carmelita. Allí conoce a la alegre monja Sor Constance y a la madre Marie, entre otras, y es feliz junto a ellas a pesar de los conflictos externos y de las presiones de su padre para que deje el convento. Film basado en la real y trágica historia acontecida con las dieciséis monjas carmelitas del convento de Compiègne en 1794, y recogida por el escritor francés Georges Bernanos en su obra teatral homónima, que a su vez se inspiró en la pieza La última del cadalso de la escritora Gertrud Von Le Fort.
Detalles de la película
- Titulo Original: Le dialogue des Carmélites
- Año: 1960
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
7.1
44 valoraciones en total
290/36(31/07/21) Sugestivo drama francés que tiene muchos alicientes, como la valentía de atacar la mitificada Revolución Francesa desde una producción gala, arremete contra su fanatismo que tras su slogan de ‘Liberté, Égalité, Fraternité’, quedaban en palabras vacías y demagógicas, la Libertad de credo y fe parece que no eran posible en esta Utopía que derivó en los Años del Terror (diecisiete mil fueron guillotinados durante este aciago tiempo, amén de innumerables ejecutados sin juicio, murieron en prisión o linchados por los ciudadanos), pues como ha pasado en la Historia, tras un régimen tiránico, las supuestas revoluciones para ir a mejor solo traen un régimen peor, ejemplo es la Revolución Rusa. Este es un film basado en hechos históricos se basa en la obra de Georges Bernanos, a su vez adaptada libremente de la novela Die Letzte am Schafott (La última del cadalso) de Gertrud von Le Fort. Es la historia de las Mártires de Compiègne, monjas carmelitas que fueron guillotinadas en la plaza del Trône-Renversé (hoy, de la Nación), de París, el 17-VII-1794 en los últimos días del Reino del Terror durante la Revolución Francesa, después de negarse a renunciar a su vocación (resultado del proceso conocido como descristianización). Co-dirigida y co-guionizada (el texto no es fiel a las estilizadas palabras de Bernanos) por el tándem por Philippe Agostini y Raymond L. Bruckberger (en los únicos créditos de directores de ambos), aunque las funciones de este último son un tanto difusas (más bien fue un acto de altruismo por parte del primero), pues parece fue ‘únicamente’ asesor religioso de Agostini en méritos de su condición de monje dominico.
Un ataque profundo contra los fanatismos, contra la intolerancia al diferente, contra la pena de muerte, contra la corrupción moral, contra los despotismos, una oda a la libertad, a la integridad, a la nobleza de carácter. Todo ello narrado con frugalidad de medios, haciendo de la necesidad virtud por el modo en que se crea en gran parte del metraje sensación claustrofóbica, dando realismo al sobrio trabajo del diseñador de producción Maurice Colasson en ambientación (con el escenario principal de la Abbaye de Royaumont-Val dOise-France) con pocos medios (apoyado por una trémula música compuesta por el pianista Jean Françaix, con profusión de cuerdas, metal y sonidos orquestales, sumándose en el final el electrizante sacral Veni Creator), confrontando la asfixia delos intreriores del convento con las escasas visiones del exterior diáfano e inmenso, donde los silencios expresan sentimientos, con gran manejo de las elipsis y del fuera de campo, con excelente uso del simbolismo, todo para desembocar en un estremecedor rush final, maravillosamente escenificado, de los que cala en el alma. Film que estimulará a los católicos y será más que interesante para los amantes de las libertades, donde la cinta intenta hacer un enfrentamiento entre la Fe y la Ley, cuando (para mí) lo crucial es la Libertad. Pero donde también se pueden ver paralelismos entre el radicalismo de la Revolución y el de las Monjas Carmelitas,
La acción dramática tiene lugar en Compiégne y París, entre mayo de 1789 (unos dos meses antes de la toma de la Bastilla) y el 17-VII-1794 (10 días antes de que fuera guillotinado M. Robespierre y con ello finalizara en el país el Reinado del terror impuesto por los jacobinos). María Genoveva Meunier (buena Anne Doat) y Blanca La Force (buena Pascale Audret) son dos muchachas jóvenes, postulantes del convento de clausura de las carmelitas de Compiègne, que han sido admitidas como novicias. La primera escena del film recoge la ceremonia de incorporación de las dos jóvenes al noviciado y el cambio de nombre de las mismas. En el convento se relacionan, sobre todo, con la priora (Madeleine Renaud), María de la Encarnación (Jeanne Moreau), Teresa de San Agustín (Alida Valli) y el capellán (buen Georges Wilson). Son testigos de las reiteradas visitas del Comisario del pueblo (sibilinamente bueno Pierre Brasseur) al convento.
Durante los difíciles años de la Revolución Francesa, la joven noble Bianca, siguiendo el consejo de su padre, el Marqués de la Force, decidió entrar en el convento de clausura de las Carmelitas de Compiègne. La necesidad de encontrar un refugio seguro va acompañada de una cierta vocación religiosa, pero, a pesar de ello, Bianca tiene miedo de afrontar los sacrificios y el sufrimiento y tiene miedo de no estar a la altura de su elección. Pronto las autoridades revolucionarias y el pueblo comenzarán a molestar a las religiosas, acusadas de reaccionarias, enemigas de la patria, que se apropian de las riquezas y brindan hospitalidad a los prófugos. Obligadas a abandonar el convento, las monjas juran estar dispuestas a sacrificar sus vidas para que la religión católica pueda sobrevivir en Francia.
La secuencia de apertura nos coloca como voyeures penetrando en esta ‘fortaleza’ de clausura de las Carmelitas, donde los civiles solo pueden hablar con las monjas a través de una reja (cual prisión auto-impuesta). Al inicio asistimos a lo que parece una ceremonia de boda en la Iglesia, pero en realidad la unión es de las novicias con ‘Dios’, o sea con este modo de vida ascético. A partir de aquí asistimos a la vida ordinaria en esta abadía, los roces y dudas de las novicias (ese impacto de una monja al entrar en su habitación y ver una calavera sobre la mesa). En esta parte la película resulta demasiado densa, espesa, plomiza. El impulso viene con el advenimiento en el exterior de la Revolución (a cuasi-medio metraje), y como esta sin pretenderlo penetra en los fríos y gruesos muros del claustro. Donde las Carmelitas no pueden ser imparciales o mantenerse al margen, toman partido por su Fe, para defenderla a fuego, sus convicciones frente a las presiones son rígidas e inflexibles, donde el revolucionario comisario llega a comparar la Abadía con la Bastilla, y por tanto es un lugar a derribar y mancillar… (sigo en spoiler)
La primera escena de la película ya es toda una provocación. Una iglesia adornada. Un cura con hábitos solemnes. Ah es una boda porque ahí está la novia. La cámara continúa y… ¿otra novia?
Desconocía que hubiese una adaptación de la obra de teatro de Georges Bernanos. Claro que la obra es también una adaptación de la novela. Curiosamente lo que se pierde en la película son aspectos fuera de diálogo que Bernanos sabe explorar en el alma, sobre todo el sufrimiento descarnado. O ese enlace que logra plasmar entre el intercambio de de muertes, serena o atormentada, en una especie de comunión de los santos que en la película está algo difuminada.
Aún así es un filme notable, con una producción modesta como requería la historia, pero con una buena ambientación de los tiempos revolucionarios. Nos habla de la muerte, del miedo, del orgullo espiritual y de la libertad de Dios.
Mientras a través de las escuelas, universidades — incluidas las católicas –, medios de comunicación y mundo editorial se viene desde hace 230 años mintiendo para la gente con propaganda edulcorada acerca de las maravillas de la Revolución Francesa, películas como ésta, una rareza, muestran el verdadero significado de las palabras liberdad , igualdad y fraternidad para la madre de las revoluciones, cuyo principal objetivo era destruir el orden occidental cristiano e instaurar la cultura de persecución y muerte. Diálogos de Carmelitas es imprescindible para católicos y no católicos que buscan la verdad.
Severo argumento basado en las obras de G. Von Le Fort y de G. Bernanos que el guión traslada a la pantalla grande con enorme virulencia y sentido dramático.
Consiste en una adaptación visceral elaborada con exquisito tratamiento cinematográfico cuya fluidez narrativa y naturalidad expositiva merecen destacarse.
La trama es intensa, acuciante y cada escena aporta puntos de vista valiosos que hablan con sencillez -pero de manera rotunda- acerca de pulsiones psicológicas individuales, de avatares sociales y de requerimientos que implican la esfera de lo místico y de lo trascendente.
Una excelente interpretación, una banda sonora muy bien calculada y pequeños detalles jalonados a lo largo de toda la cinta ponen broche de oro a esta magnífica producción.
Único largometraje realizado por Philippe Agostini (1910-2001), reputado director de fotografía. El guión, del propio Agostini, adapta la obra teatral Le dialogue des Carmélites (1949), de Georges Bernanos (1888-1948), inspirado libremente en el relato breve Die Letzte am Schaffott (La última del cadalso) (1931), de Gertrude von Le Fort, que a su vez se inspira en la historia de las 16 monjas carmelitas de Compiègne que fueron guillotinadas en la plaza del Trône-Renversé (hoy, de la Nación), de París, el 17-VII-1794. Se rueda en escenarios reales de Compiégne y Sanlis (Oise, Francia) y en los Studios de Boulogne (Boulogne-Billancourt). Producido por Jules Borkon para Champs-Élysées Productions (París) y Titanus (Roma), se estrena el 1-VI-1960 (Italia).
La acción dramática tiene lugar en Compiégne y París, entre mayo de 1789 (unos dos meses antes de la toma de la Bastilla) y el 17-VII-1794 (10 días antes de que fuera guillotinado M. Robespierre y con ello finalizara en el país el reinado del terror impuesto por los jacobinos). María Genoveva Meunier (Doat) y Blanca La Force (Audret) son dos muchachas jóvenes, postulantes del convento de clausura de las carmelitas de Compiègne, que han sido admitidas como novicias. La primera escena del film recoge la ceremonia de incorporación de las dos jóvenes al noviciado y el cambio de nombre de las mismas. En el convento se relacionan, sobre todo, con la priora (Renaud), María de la Encarnación (Moreau), Teresa de San Agustín (Valli) y el capellán (Wilson). Son testigos de las reiteradas visitas del Comisario del pueblo (Brasseur) al convento. María Genoveva (luego, Constance) es ingenua, alegre, confiada y se siente feliz. Blanca es miedosa, padece crisis de angustia, teme a la muerte y necesita ayuda, que rechaza.
El film suma drama, religión e historia (Revolución Francesa). Bernanos escribe la obra de teatro en Túnez, cuando la enfermedad le enfrenta a la muerte. La escribe en forma de guión cinematográfico, pero finalmente opta por el formato teatral. Tras su muerte (1948), el manuscrito íntegro se encuentra entre sus papeles y poco después (1949) es publicado por los herederos. Se inspira libremente en la novela breve de Gertrude von Le Fort, a la que añade un fuerte componente trágico, acorde con su concepción de la vida y la religión y su situación personal. Es su último trabajo literario importante y en él deja constancia de sus posiciones sobre algunas cuestiones que no han perdido actualidad (libertad, tiranía, manipulación de los ciudadanos, uso del terror, etc.). Admirado y denostado por sectores de la derecha y de la izquierda, con sus artículos en tiempos de la IIGM condenó la ocupación de Francia y trabajó por el triunfo de las libertades. Su concepción trágica de la vida se refleja en la presencia constante y próxima de la muerte, los gritos de agonía, la concepción de la divinidad como amo y señor del espanto, etc.