Déjame salir
Sinopsis de la película
Un joven afroamericano visita a la familia de su novia blanca, un matrimonio adinerado. Para Chris (Daniel Kaluuya) y su novia Rose (Allison Williams) ha llegado el momento de conocer a los futuros suegros, por lo que ella le invita a pasar un fin de semana en el campo con sus padres, Missy (Catherine Keener) y Dean (Bradley Whitford). Al principio, Chris piensa que el comportamiento demasiado complaciente de los padres se debe a su nerviosismo por la relación interracial de su hija, pero a medida que pasan las horas, una serie de descubrimientos cada vez más inquietantes le llevan a descubrir una verdad inimaginable.
Detalles de la película
- Titulo Original: Get Out
- Año: 2017
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
6.7
32 valoraciones en total
¿Terror? ¿Se nos ha olvidado lo que significa esa palabra? ¿Necesitamos un diccionario?
La idea está bien. El planteamiento es original, y parece que la película se las promete. La trama va tan despacio que te da la sensación de que de repente te va a sorprender tanto que te vas a horrorizar. Pero sigues esperando, y esperando, y esperando. Acaba la película, y sigues esperando.
Que me la hagáis pasar como Thriller, vale. Como comedia incluso, también. ¿Pero terror? Ni un solo susto, ni un poco de náuseas. La película nunca termina de despegar, y, aunque entretiene, es una trama que podría haber dado muchísimo más de sí. Al final los eventos se suceden a mucha más velocidad, pero son tan previsibles y parecen tan forzados, que decepciona.
Un producto fresco, actual, que nos enseña que no hace falta una gran cantidad de dinero para realizar una película de éxito que conecte con el público. Se trata de imaginación, de una buena historia y acertar con una dirección que sepa sacar partido a la gente con la que está trabajando. Lo fundamental, la historia. Lejos de denuncias actuales, superhéroes, biobics dramatizados y escabrosas acciones futuristas. Un alto para situarse.
En Déjame salir, el terror no es abusivo ni molesto, es el justo para acompañar el alucine completo que el espectador experimentará con la pareja protagonista. Tanto Daniel Kaluuya como Allison Williams, envidiablemente jóvenes de los que se puede afirmar que quedan ya consagrados y bien experimentados para que este mundo cinematográfico cuente con ellos desde ya, aportan una relación fundamental porque es la que sin duda, engancha con el espectador, una relación totalmente cercana y reconocible que es lo mejor del film. Sin echar mano de esas muestras tan falsas de momentos eróticos impuestos que no nos dicen nada, aquí predominan diálogos circunstanciales, como con el del policía en la carretera y muestras más evidentes y que dicen mucho más de una relación bien cuajada. Excelente.
Añadir igual el acierto en el resto de los personajes, su tratamiento, sus reacciones flipantes que te sumergen en el misterio sin que lo adviertas. No queda más que recomendarla, sabrás lo que es alucinar con la gente. Hay películas para disfrutar y otras por su naturaleza para discutir porque van de listas, ésta es para disfrutar.
El film de Jordan Peele esconde mucho más de lo que parece a simple vista. Así, la historia de una típica pareja interracial que van a conocer a los padres de ella, se torna en algo cada vez más inquietante y perturbador, una trama que va in crescendo.
Todo está a muy buen nivel: las actuaciones, el ritmo, los diálogos y un estudio medido de la fotografía que te mete de lleno en la historia, atrapándote sin remedio. La tensión es casi palpable, nosotros mismos nos sentiremos violentos ante lo que está sucediendo. Es imposible contar prácticamente nada de la trama, pues el mayor placer de este tipo de películas es ir atando cabos y desentrañando sus misterios desde la completa ignorancia sobre su argumento. En la medida de lo posible, intentad verla sin saber prácticamente nada, la disfrutaréis (y sufriréis) mucho más.
Desde luego, es una cinta que se te queda en la memoria, que trata de manera muy interesante el panorama actual sobre el racismo, al que mucha gente casi le da miedo tocar de la manera que se hace en esta película, aunque como ya digo, quedarse simplemente en ese aspecto sería menospreciar el grandísimo trabajo del director, que dota de una mayor profundidad a la historia de la que aparenta en un principio.
Cuál es la clave a la hora de provocar miedo: ¿lo que piense el espectador o lo que se está mostrando?
Una situación podría espantar a una persona, y a otra dejarla completamente indiferente. Las diferentes culturas, razas y creencias proporcionan una piscina demasiado amplia, donde sería posible que algunos espectadores hicieran pie.
¿No se trata en los medios demasiadas veces esa línea de ofensa, que establece que vivimos en una era tolerante, y que algunas quejas al respecto están exageradas ?
Terreno abonado para una película de terror donde la mayoría de sus personajes no tienen arraigados ciertos temores, mientras que la insignificante minoría se va ahogando en el silencio.
Get Out no es una historia demasiado original.
Las siniestralidades que atesora la élite social y geriátrica de la sociedad son ya un clásico con todo tipo de adaptaciones.
Y sin embargo, hasta ahora a nadie se le había ocurrido un tema en particular: la tensión racial existente entre una juventud realmente tolerante, y una cuasi tercera edad que ha tenido que moderar sus impulsos ante el avance de los tiempos.
Quizá nunca explorada antes por incomodidad o miedo, Jordan Peele convierte esa tensión en el centro de esta historia, dejando que se cuele por las rendijas de una rutinaria cita familiar, hasta que su evidencia ahoga la poca amabilidad que va quedando.
Chris es solo un joven negro, de camino a casa de los padres de su novia Rose, con la intención de presentarse por primera vez en familia. Sus reservas a la hora de ir son rápidamente acalladas por ella, que no presta ninguna atención a las consideraciones de raza, por más que Chris siga pensando que es un dato importante a señalar.
Sigue sin parecerlo, sin embargo, cuando por fin llegan: nadie menciona nada a Chris, nadie parece escandalizarse por su presencia. De algún modo, todas las dudas nos han predirigido a un malentendido que nunca sucede, porque en la finca familiar todo es tan normal y feliz como podría ser.
Y sin embargo… hay algo en esas apariencias, una inquietud oculta en las miradas y sonrisas de los que le rodean.
Una persona corre hacia Chris en plena noche, y este se prepara para el impacto, solo para descubrir que era alguien haciendo ejercicio. Nadie le puede culpar porque… ¿quién correría hacia un joven negro si no es para atacarlo?
Ese pensamiento de alerta racista impregna acciones banales de una comida entre familiares, dibujando poco a poco, sin pausa, un cuadro en el que algo no va bien. No sabemos qué es pero lo notamos… en misteriosos comportamientos, en fugaces vistazos, en insistentes sonidos crispando los nervios (una cucharilla perpetuamente arrastrada en su taza de té, un reloj marcando cada segundo de su aguja…).
Get Out se contagia de tópicos del terror como apariciones repentinas o siniestros subidones de volumen, y les da una razón narrativa, rompiendo una normalidad que, si nos hemos fijado bien, nunca ha sido normal.
Los viejos presentes no paran de señalar sutilmente la raza de Chris ( me gusta el golf, sobre todo Tiger Woods ), y hasta el hermano de Rose se refiere burlonamente a su maquillaje genético , como si de todos los temas posibles solo se pudiera sacar ese.
Pero eh, que todos están de broma, que somos muy tolerantes, no te lo tomes a mal, ven a celebrar con nosotros, que ya eres parte de la familia.
Entre sus mejores rasgos de género, Get Out habla de la tolerancia, y cómo las más de las veces es tan solo una sutil capa sobre el desprecio o el interés.
El racismo sigue presente, hasta el punto de que no es descabellado temer presentar un novio o novia de otra raza a una muy tradicional familia: vienen de otro siglo, donde las diferencias eran la excusa para separar una élite del resto.
Lo verdaderamente terrorífico, horroroso, es que esos tradicionales puedan llegar a adaptarse tan bien como para ocultar sus verdaderas opiniones, y mientras tanto sigamos aceptando esos comentarios inofensivos que reducen personas a meros objetos (… hasta que nos diéramos cuenta de que lo importante no es lo que se dice, sino cómo se dice ).
El silencio de los oprimidos empieza con una generalización, con una voz de alarma a la que nadie hace caso por considerarla demasiado irreal en pleno S. XXI.
Sería espantoso que normalizáramos esa situación, en la que la gente pueda reírse burlonamente de graves acusaciones, solo porque ya nadie es tan racista .
Todos son normales.
TAN normales que nadie será diferente.
O nadie tendrá permitido sentirse diferente.
La película comienza con una escena filmada con un gran pulso que es un homenaje a las películas americanas de terror ambientadas en los idílicos suburbios estadounidenses. O dicho más simple, un homenaje al original Halloween de Carpenter. Huele a Michael Myers, cuando un joven afroamericano es secuestrado en medio de la noche.
Pareciera que vamos a ver una película convencional, pero no: vamos a ver Get Out.
En una época donde la mayoría del cine se produce industrialmente, con guiones calculados que aseguran un buen costo/beneficio, es refrescante ver una película que apuesta por un guión original. Ahora tengamos en cuenta que original, no significa excelente. Significa, al menos diferente.
Qué tan diferente es Get Out? Muy diferente. Es un thriller, con toques de horror y comedia. Qué tan complicado es equilibrar estas cosas y mantener una trama y un ritmo decentes? Muy difícil, también.
Para mantener este osado equilibrio el actor cómico Jordan Peele se pone detrás de las cámaras firmando el guión y debutando como director. Daniel Kaluuya, el protagonista, es un actor inglés (perfecto en su personificación de afroamericano) que destacó en el excelente capítulo Fifteen Million Merits de la igual de excelente Black Mirror.
Es casi imposible comentar de esta película sin entrar en territorio spolier. Como reflexión, creo que una de las claves para ver la película con un foco más preciso es ser estadounidense. Haber nacido en un país donde la dinámica racista es parte del día a día, ayuda a paladear el guión de una manera más profunda. Y si vas a verla, no conviene ver ni el tráiler. Cuanto menos sepas, mejor. Y prepárate para ver algo diferente. En todo el sentido de la palabra.