De tu ventana a la mía
Sinopsis de la película
Tres mujeres, de edades y épocas distintas, que han fracasado en el amor, tienen que afrontar la vida en un ambiente cerrado y hostil. Son mujeres que no pudieron elegir su camino y tuvieron que vivir una vida soñada, imaginada, recordada, cosiendo junto a su ventana.
Detalles de la película
- Titulo Original: De tu ventana a la mía
- Año: 2011
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
6
98 valoraciones en total
Paula Ortiz presenta en la Seminci 2011 su primer largometraje, con alguna duda que para nada desvirtúa un digno resultado final. De tu ventana a la mía es un drama femenino y feminista enmarcado en un tríptico donde tres mujeres, de distintas generaciones, luchan por hacerse valer y por enarbolar orgullosamente su condición de personas independientes, y no simples comparsas erosionadas por el tiempo y las circunstancias.
Poética puesta en escena, aunque a veces roza lo pretencioso, para una obra que va in crescendo , y que cura la segunda parte de algunos innovadores excesos que tienen lugar en la presentación de los personajes. Estos desafortunados y breves instantes, que llegan a incluir una especie de video-clip con un tema de Pachi García, son borrados por un enérgico y esperanzador cierzo final.
Sería injusto acusar a Paula de partidista en una sociedad en la que las víctimas por violencia de género siguen lamiéndose sus heridas supurantes de las que, además de sangre, semen y pus, brotan la estupidez y el machismo a borbotones.
De tu ventana a la mía es poesía. No puede definirse de otra manera.
Poco diálogo, mucho simbolismo (las mariposas, las flores, el pelo). A ratos, Paula Ortiz parece querer convertirse en la Terrence Malick española.
Denuncia social, amor, miedo. Y esperanza. Mucha esperanza.
Porque aunque Ortiz saca a pasear la vara castigadora y golpea con ella a sus personajes, la película es tan bella, tan sentida e incide tanto en el mensaje esperanzador (resaltado por esos gritos finales de los manifestantes pidiendo libertad, y por el brillante y emotivo montaje), que la experiencia acaba por revestir un lado dulce que vence al amargo. Y de amargo en la película hay mucho….
Por supuesto, ayuda mucho el reparto. Maribel Verdú, Leticia Dolera, Luisa Gavasa. Las tres soberbias. Roberto Álamo, siempre maravilloso. Fran Perea, ya grande, ya nunca más el chico de Los serrano . Cristina Rota. Carlos Álvarez-Novoa. Actores prestándose a ser palabras en el delicioso y terrible poema visual de Paula Ortiz, aderezado con palabras escasas, a veces sólo murmuradas, a veces enterradas en la música y el viento que azota los campos aragoneses.
Defectos tiene. Cierta lentitud, quizás demasiada insistencia en la tragedia, y no saber muy bien si de verdad hay un mensaje que hilvane todas las historias. Pero merece la pena ser vista y disfrutada.
Lo mejor: El reparto, la música y la belleza de los planos que toma Ortiz (ojo: una debutante…)
Lo peor: ¿De verdad hacía falta tantísimo drama? Por momentos me he acordado de el casi sadismo de Alejandro González Iñárritu con sus propios personajes.
De tu ventana a la mía es un canto a la supervivencia que se eleva en el aire mediante el aleteo que marca el regreso de tres almas femeninas a sus respectivos cuerpos, para proseguir con el camino de sus vidas. Esas tres mujeres son Violeta, Inés y Luisa, cuyo abanico existencial se refleja en tres épocas y tiempos distintos. Las tres parecen estar diluidas en el paisaje donde integran sus vidas y miserias, arrebatos, pasiones, felicidad, temores y tragedias personales. Precisamente denota el retrato y hagiografía de una mujer por tres edades que están tejidas y unidas por el hilo de la vida, mostrado en ese ovillo que muestra el encuentro y el relevo. La juventud, la edad adulta y la madurez juntas en tres mujeres que nos dan piezas del puzzle que componen sus vidas y al mismo tiempo se unen, a través del tiempo y la distancia, entre sí. Ya sean mariposas, sueños de matrimonio y descendencia o el cine y mitos inalcanzables e inimitables de Hollywood, cada una de esas tres mujeres se encontrará ante la soledad y tendrá que volar hacia su libertad interior. A ese temido reencuentro con ellas mismas y su corazón.
Paula Ortiz ha hecho una película irregular, que se acerca peligrosamente a la Isabel Coixet de A los que aman, pero donde intenta buscarse a sí misma en ese compendio emocional de voces en off, clímax con canciones, estilismo visual desbordante y un gran uso del montaje. No todas las historias están igual de compensadas y creo que la que origina Luisa con su beso idealista de esas películas que enmudece, su pasión por Alfredo Kraus y su encierro físico y existencial que endurece una grave enfermedad, es la mejor de las tres. Un sufrimiento que enlaza metafóricamente con la transición, las ansias de libertad y la necesidad de amar. Historia que remarcan esos edificios en ruinas que muestran el interior vacío del personaje. De nuevo, el paisaje parece alzar la voz interior de las protagonistas y se convierte en el auténtico pasajero y pareja de sus vidas.
Puede que ese mal de amores de Violeta, que tal y como refleja su nombre se convierte en otra flor frágil a modo de amapola, no conduzca su buen potencial visual frente al narrativo. Tampoco esa tragedia terrible que sufre Inés posiblemente luzca plenamente pese a tener una perfecta puesta en escena muy a lo El viento de Victor Sjöström. Los tópicos que la rodean la maniatan para que solamente salga a flote detalles aunque el cliché ahonda en la idea y premisa inicial y le resta enteros al conjunto. Lástima que el tema nominado al Goya de Alis, ‘Debajo del limón’, no pegue ni con cola en la Posguerra y dote de cierta sensación de anuncio al filme en uno de sus momentos supuestamente más bellos.
Tres historias paralelas, con tres protagonistas femeninas y en diferentes épocas, que tratan sobre el amor.
Amor de quien ama y puede vivirlo, de quien lo tuvo pero no pudo retenerlo y de quien nunca lo tendrá y lo anhelará hasta el final.
Tres historias encabezadas por tres estupendas actrices cuya labor se ve boicoteada demasiado a menudo por un guión y una dirección tocada con la varita de la pretenciosidad.
Creo que la historia que más sufrió esos ataques fue la de Luisa Gavasa, transformada en un listado de enunciados lapidarios sobre lo divino y lo humano con los que anulan el trabajo y el placer del espectador (déjemelo a mí, no se meta en mi terreno, que ya sacaré yo mis propias conclusiones y decidiré lo qué es o no importante y lo que me llevo o dejo en la sala…).
Por otro lado, la dirección artística y la fotografía tienen un alto nivel. Y los saltos o transiciones entre historias (ovillo va, ovillo viene) eran muy delicados y envolventes. Y en el reparto se notan las buenas maneras de gente ya muy consolidada en el cine español.
Y con tanto y el film se merece aprobar, pero no brilla.
Posdata: Leticia Dolera (cuyo personaje me recordó ligeramente a la Virginia Woolf de Nicole Kidman en The Hours) se desenvolvió muy bien en algunas escenas especialmente duras.
Núria Vidal lo clava y Sibila de Delfos también: es poesía.
Tres historias entrecruzadas de mujeres en tres épocas convulsas. Violeta (dictadura de Primo de Rivera), Inés (postguerra inmediata) y Luisa (tardofranquismo). Paula Ortiz plasma su mundo interior desarrollando a su manera la experiencia vital, las ansias y la necesidad de amor de las protagonistas en el momento que les ha tocado vivir.
La gracia del tema está, efectivamente, en el poema que la directora novel es capaz de enhebrar con sus alegorías, sutilezas, amapolas, efectos sonoros, paisajes, el montaje, la dirección de actrices, la notable fotografía… Empieza aparentemente diluida y luce un crescendo muy satisfactorio hasta llegar a impresionarte.
Merece la pena. Y como decían en el Papus, el que no se lo crea que vaya a verla.
Solo una pega: se le podía sacar más partido a la Estación Internacional de Canfranc.