De amor también se muere
Sinopsis de la película
Helen Wright (Joan Crawford) es una seductora mujer que siempre consigue lo que quiere: vestidos, hombres, joyas… Un día conoce a Paul Boray (John Garfield), un joven y brillante violinista, que no se deja manipular. Al contrario: en esta ocasión y, por primera vez, Helen es víctima de su amor por un hombre.
Detalles de la película
- Titulo Original: Humoresque
- Año: 1946
- Duración: 125
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Opinión de la crítica
Película
7.1
98 valoraciones en total
Esta película fue la siguiente que hizo Joan después de ganar su único Oscar en 1945. Se nota que buscaba un papel diferente, un poco de femme fatale, pero con sentimientos, aunque parezca fría. Curioso que ella no aparezca en la película hasta pasados un poco más de 30 minutos… Joan Crawford en cabecera de la película y tarde en salir.
Hace de mujer mayor, pero quizás no tanto, ya que hay que aparentar que se tiene unos treinta y tantos cuando ella ya tenía 42 cuando hizo esta película. El joven violinista, que parece mayor que ella, realmente tiene 9 años menos que ella. Y de un papel de hombre duro, de boxeador (en la película incluso hay una pequeña conversación que dice que parece que sea boxeador), pasa a ser un sentimental violinista, hombre duro, pero violinista, no pega mucho pero…
No está mal… la parte final empalaga bastante. Buena música y bien orquestada, pero…. no llega a ser una película de domingo tarde, por mucho dramatismo que le metan.
Como curiosidad, Madonna en su videoclip The Power of Goodbye hace una escenas calcadas de la película. Cuando sale de la casa de la playa hasta el final, e incluso el hombre con el perro se le parece muchísimo. Eso sí, el final no es el mismo por la crítica de los años 90… curioso… que aún se censure cosas a día de hoy.
Un merecidísimo Oscar a la ineptitud puede muy bien otorgarse a quien tradujo el título original de la película al castellano. Kaput el suspense. Y debió quedarse tan tranquilo el buen señor…
Spain is diferent , ¡Ay Señor! …Bueno, a lo que vamos.
Negulesco nos regala un magnífico cuadro de caracteres, especialmente los femeninos. Madre, novia y amante son tres personajes cuya fuerza trasciende desde la pantalla a la sensibilidad del espectador. La autoridad materna, evidente desde la compra del primer violín, la ilusoria debilidad de la novia que estalla en mil pedazos en pleno concierto y la aparente independencia de la amante, supeditada a la fuerza del amor.
Sentimientos en tres dimensiones en los que se sumerge el espectador y a los que se doblegan el elenco masculino del film, el padre, el amigo pianista, el marido aparentemente engañado e incluso el propio actor protagonista.
La interpretación de ellos y ellas es francamente buena. A destacar el trabajo de Joan Crawford
Como no podía ser menos en una película sobre un genio de la música clásica, la elección de las piezas musicales es un factor fundamental en el éxito ó fracaso de la obra. Y en este caso las partituras elegidas son de una calidad contrastada y lo que es más importante, se integran plenamente en el argumento y en el sentimiento de la película.
Tal vez fuesen películas pensadas para un público femenino pero les aseguro que pueden ser disfrutadas por cualquier persona con sensibilidad, independientemente de su género.
Un reparo: Esa frialdad del protagonista, fruto y consecuencia de su obsesión vital por la música. Pero esa es la historia que quiere contar Negulesco y la que figura en el guión. C´est la vie.
Paul Boray y Helen Wright, son dos seres muy diferentes. Él, ama a su violín, y ella -que parecía amar sólo el dinero-, fascinada con sus interpretaciones, de repente, siente que está enamorada de él. Paul, quiere triunfar porque lleva la música en la sangre y, la sra. Wright, quiere ayudarle a alcanzar sus metas porque, su felicidad, es la suya propia. Helen, tiene a su lado a un marido que la ama sin exigir nada… y, Paul, sabe que es amado por Gina, la muy joven y bella chelista… y también lo ama su madre, quien quiere su éxito sin obstáculos y con transparencia. ¿Podrá haber entre, Paul y Helen, esa compatibilidad necesaria para formalizar una buena relación?
>, cuenta con una selección de temas clásicos inolvidable (Humoresque de Antón Dvorák, Fantasía de Carmen, de Georges Bizet, Liebestod de Tristán e Isolda de Richard Wagner, el concierto para violín en E menor Opus 64 de Felix Mendelssohn…) y el uso que hace el director de cada fragmento es de un excelente gusto que consigue emocionarnos profundamente.
Un magnífico estudio de caracteres es el que ha logrado el director, Jean Negulesco, con este exquisito drama donde, diversas formas de amor se entremezclan para causar tantos conflictos como alegrías… y tantos logros como desventuras, y quizás, en lo que respecta a la pareja protagonista, cuente el que, cada uno, piensa más en lo que desea que en lo que puede dar.
Basada en, Humoresque (1919), la novela corta de esa inmensa escritora llamada, Fannie Hurst (1889-1968), la historia fue adaptada al cine por, Clifford Odets y Zachary Gold, lo cual aseguraba que el buen gusto permaneciese en el carácter de los personajes como en los diálogos, y, Negulesco, daría lo mejor de sí para asegurar una puesta en escena brillante y con efectivas metáforas (Boray enmarcado en la copa de Helen… Victor jugando a acertar al blanco y con la infidelidad de su esposa… el bullicio de la ciudad convertido en música…), logrando, además, unas soberbias interpretaciones tanto de, John Garfield (sus escenas con el violín fueron todo un reto de montaje y de trucaje), como de, Joan Crawford, a quien se cuidó con total esmero como la gran diva que era. Junto a ellos, J. Carroll Naish y Ruth Nelson, resultan magníficos como los padres que se sienten bendecidos con el triunfo de su hijo, Oscar Levant, en otro de sus divertidos roles como el virtuoso pianista que da la mano al artista de turno… y el pequeño Paul, estuvo a cargo de Robert Blake, el actor que haría historia cuando, años después, protagonizase, In Cold Blood, y Tell them Willie Boy is Here.
Como historia semi-musical, <
Mención especial para, Isaac Stern, el prodigioso intérprete del violín que oiremos a lo largo de la película.
Una frase para recordar: No es lo que eres lo que te duele, sino lo que no has llegado a ser
Dirigida por Jean Negulesco, fue nominada al Oscar a la mejor música (Franz Waxman). Fue rodada en NY y en los estudios de la Warner. Constituye una obra emblemática del cine destinado al público femenino ( Cine para mujeres ) de los años 40. Se inspira en una novela de Fannie Hurst.
La acción tiene lugar en NY en los años 30. Relata, en flashback, la historia de un violinista, Paul Boray (John Garfield), de familia modesta, que logra el triunfo gracias a su tenacidad. Recibe el apoyo de una dama adinerada, Hellen Wright (Joan Crawford), que se enamora de él sin ser correspondida en la medida que ella desea. Paul vive volcado en la música, por la que lo sacrifica todo. Hellen es frívola, caprichosa, solitaria y atormentada, casada con Victor (Paul Cavanagh) por conveniencia, se entretiene con galanes jóvenes, hasta que concibe un amor obsesivo por el violinista, al que somete a una fuerte presión posesiva. La madre del protagonista, Esther (Ruth Nelson), de carácter intrusivo, le asedia y presiona para que olvide a Hellen, a la que considera malvada y perversa. Entre la música, Hellen y su madre, Paul vive un drama interior que le llevará al borde del desfallecimiento. La película exalta la dedicación al trabajo de Paul e incluso su tensa dedicación a la música. La obra mueve a compadecer a Helen: su maldad, su alcoholismo y la pasión exagerada por Paul responden a una personalidad enfermiza, que no le permite ser dueña de si misma. El asedio de la madre se presenta como una manifestación maternal erróneamente orientada a las exigencias y sanciones (el enfado), en lugar de tender al razonamiento y al consejo. Los momentos más destacados de la película son el encuadre de la actuación de Paul a través de la copa de brandy de Hellen, el absceso de lágrimas de Gina en el teatro y su salida al exterior, la iritación de Hellen cuando ve su rostro reflejado en los cristales.
La música prolonga el metraje unos 40 minutos. Se oyen fragmentos del concierto para piano nº 1, de Tchaikovsky, Humoresque , de Dvorak (de ahí el título original de la obra), la adaptación de Carmen , de Bizet, a cargo de Vaxman, la Sinfonía española de Edouard Laló, la Romanza de amor , de Tristán e Isolda, de Wagner. La interpretación de Paul al violín está doblada por Isaac Stern. La fotografia, iluminada con moderación, muestra unas escenas nocturnas excelentes. La cámara, con numerosos primeros planos, se detiene en el rostro de los personajes para trasmitir sus sentimientos. El guión define acertadamente a los personajes y contiene unos diálogos vibrantes. La interpretación de Crawford llena la pantalla de belleza, sensualidad, misterio y dramatismo. La dirección realiza una magnífica puesta en escena.
Melodrama romántico de los años 40, que ofrece buena música y una interpretación excepcional de Crawford, una de las mejores de su carrera.
Notable filme en blanco y negro sobre un joven violinista (John Garfield) al que una mujer millonaria (Joan Crawford) lo ayuda como mecenas a la vez que se enamora de él.
La historia está muy bien, salvo en la últimos cuarenta minutos en que se hace lenta pesada y aburrida.
A mi modo de entender, Joan Crawford es la principal causante de que la historia de amor de este filme sea poco atractiva, porque en verdad cuando hizo esta película tenía 41 ó 42 años y una cara de palo inmensa que encima se le resaltaba aún más con un peinado horroro que parece que se lo recomendó alguna enemiga para quitarle la poca belleza que aún pudiera tener en la cabeza y hacerla aparecer como una loquita vieja.
Lo mejor de esta película son las representaciones de música clásica a violin, piano y orquesta, donde podemos escuchar piezas como la Sinfonía Española (Synphonie Espagnole) op. 21 (del compositor francés con orígenes españoles, Édouard Lalo), Romanza de Amor de la ópera Tristán e Isolda de Richard Wargner o Humoresque (que da título a este filme) op. 101, nº. 7 del compositor Antonin Dvorak, entre otras, lo cual es un aliciente para los oídos.
Aunque John Garfield tiene más cara de boxeador que de violinista (y así se lo hace notar algún personaje del filme), su interpretación haciendo como que toca ese instrumento es más que aceptable. Como es lógico fue doblado en las escenas donde se ven unas manos magistrales tocando de forma maravillosa el violín, por el brillante violinista estadounidense de fama mundial, Isaac Stern.