Dauna. Lo que lleva el río
Sinopsis de la película
Dauna, se enfrenta a las convenciones de una cultura milenaria. Arrastra consigo la marca de ser diferente y con ella, un dilema: escoger entre amar a Tarcisio, con todas las responsabilidades que eso implica para una mujer warao o por el contrario, seguir su vocación, aún a riesgo de pagar las consecuencias.
Detalles de la película
- Titulo Original: Dauna. Lo que lleva el ríoaka
- Año: 2015
- Duración: 104
Opciones de descarga disponibles
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No sólo la película está muy bien filmada: la fotografía, la actuación, la dirección, el guion son muy buenos. Me pareció particularmente destacable la problemática que plantea: la mayoría de las comunidades originarias o ancestrales tienen una estructura cultural en donde la mujer ocupa un lugar de subordinación y de entrega, su único valor como individuo es reproductivo, y este rasgo cuadra perfectamente en la cosmovisión warao, lo que otorga una uniformidad al pensamiento del pueblo y por ello son modos que no entran en conflicto.
Dauna no quiere violentar el curso ancestral de su comunidad pero tampoco quiere donarle su vida, tiene otras inquietudes que su comunidad no considera valiosas para una mujer. La película transcurre en esta tensión entre el propio deseo y el deber al origen en un escenario selvático donde el río no sólo es un personaje sino casi un co-protagónico que hace fluir a Dauna en toda su dimensión.
Internacionales
Estreno Mundial en Berlinale 2015 Sección NATIVe
Postulada por Venezuela para los premios OSCAR 2016
Postulada por Venezuela a los premios GOYA
PREMIOS.
Sección Oficial Festival de Cine Iberoamericano de Huelva (Premio de RNE- RTV-E MEJOR LARGOMETRAJE FICCIÓN y Mención especial del Jurado)
Festival Latinoamericano y Caribeño de Margarita ( FILMAR 2015) Mejor Largometraje de Ficción.
Premio Sara Gómez / Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Premio Mejor Dirección Festival de Cine Latino de San Diego.
Mención honorífica en el Festival ECOFALANTE de Sao Paulo. Brazil.
Mejor Música Original en Festival Cine Bajo la Luna 2016 Islantilla. Huelva.
Mejor Largometraje en Festival FICFUSA. Colombia 2016
SELECCIONADO A :
Selección oficial Festival del Films du Monde. Montreal.
Selección Oficial Trinidad y Tobago Film Festival
Selección Oficial Festival de Cine de Sao Paulo
Selección Oficial Festival de Mar del Plata
Festival de Cine Venezolano en Nueva York. ( Premio Mejor Largometraje de Ficción)
Pantalla Latina ( Suiza)
Selección Oficial Festival de Cine Bajo la Luna Islantilla.
Selección Oficial en el Festival Internacional Presencia Autóctona 2016. Quebec. Canadá.
PREMIOS NACIONALES
Festival del Cine Nacional de Mérida 2015
Premio prensa especializada.
Mención especial del Jurado.
Mejor música.
Mejor montaje y edición.
Mejor fotografía.
FESCIVE. Venezuela 2015
Mejor director.
Mejor actriz.
Mejor música.
Mejor sonido
Premio del público mejor personaje femenino.
Premio Román Chalbaud del Concurso de Cine y Video Municipio Libertador 2015
Mejor largometraje de ficción
Mejor sonido y mejor banda sonora.
Mejor actor. Eddie Gómez.
Mención honorífica al actor Alí Bolaños.
Festival Entre Cortos y Largos. ELCO 2015.
Mejor producción
Mejor fotografía
Dauna, lo que lleva el río TRADICIÓN O MODERNIDAD, por Alfonso Molina
25 de Marzo de 2015
A primera vista parece un documental antropológico pero no lo es. Se trata, esencialmente, de un drama de fuerte carácter femenino ambientado en la comunidad warao del Delta del Orinoco, desde mediados de los cincuenta hasta nuestros días, aunque en rigor esta historia podría suceder en cualquier sociedad o cultura de los cinco continentes. El poder de la tradición labrado desde la perspectiva masculina sobre las necesidades físicas y emocionales de la mujer es universal,como universal es también la lucha de la mujer para cambiar sus condiciones de limitación. Allí reside el concepto principal de Dauna, lo que lleva el río, primer largometraje de ficción de Mario Crespo, cineasta cubano asentado en Venezuela desde hace décadas, con una larga trayectoria en el documentalismo y el cine para televisión tanto en Cuba como en Venezuela. Su film trata de la lucha eterna entre tradición y modernidad, dos conceptos distintos pero necesarios. La historia de una mujer que requiere avanzar y ampliar sus horizontes permite comprender las limitaciones conceptuales ybprácticas de una sociedad, ya sea warao, criolla o universal.
Narrada de forma multitemporal, la película de Crespo expone el ansia de superación y la triple condición de sometida de su personaje: la tradición familiar indígena, la hegemonía masculina y la ausencia de institucionalidad educativa en la región. Gracias a un sacerdote que habla warao el padre Julio la Dauna niña comprende sus posibilidades de abrirse camino en el plano intelectual y creativo, fuera del Delta del Orinoco. Tradición o modernidad. Ese dilema inicial se convierte en postulado de liberación con el tiempo. Y Dauma es fiel a sí misma, a su cultura y a sus posibilidades de crecer. Este proceso personal está muy bien contado en la medida que Crespo ha rechazado el folclorismo y la visión maniquea para construir la densa red emocional de su Dauna y los personajes que la rodean.
De cierta manera la película propone un parábola entre el destino de Dauna y su comunidad warao. Ambos deben conservar sus raíces pero también deben plantearse los retos de la globalidad. Borrar las fronteras artificiales, establecer vínculos culturales, ampliar sus miradas, cuando la tecnología ha transformado de manera radical las relaciones entre los seres humanos y ha ofrecido mayor acceso al conocimiento. Pero ese choque no sólo lo registra la tradición warao.También lo sufre la Iglesia, cuyas autoridades limitan la vocación transformadora del padre Julio y más no su fe. Curiosamente, quien más apoya a Dauna es su padre, quien no habla español pero entiende las necesidades de su hija.
En Venezuela hay una larga tradición de documentales sobre el tema de las etnias originales. Pocas obras de ficción. Antes vimos Tokyo Paraguaipoa, de Leonardo Henríquez, Cenizas eternas, de Margarita Cadenas, y Wayú, la niña de Maracaibo, de Miguel Curiel. Las tres están narradas desde una perspectiva foránea. Un japonés, una caraqueña o un vasco actúan en la Goajira o el Orinoco. Ahora cambia la visión. Dauna, lo que lleva el río es la segunda película venezolana de ficción hablada en idioma indígena. La primera fue El regreso, de Patricia Ortega, en lengua wayu con subtítulos en castellano. Ambas comparten el punto de vista interno, en el espacio de los
warao o de los wayú. Las dos hablan sobre el futuro de sus etnias.
Crespo logró una admirable unidad de estilo que se expresa en el trabajo de la imagen de Gerard Uzcátegui, el ritmo de la narración de Fermín Branger, la precisión de la ambientación de Yvo Hernández, la expresividad sonora de Gustavo A. González y la cadencia de la música de Alonso Toro. También esa unidad se apoya en las muy convincentes actuaciones de Francia Torres, Yordana Medrazo, Tibisay Torres y Teresa Farrera, en las cuatro etapas de la vida de Dauna, y de Diego Armando Salazar como el padre Julio, y Alí Bolaños como el padre de Dauna. No hay que olvidar a Marco Antonio Figuera, Yonh Maikel Figuera y Eddie Gómez en las tres etapas de Tarcicio. Los intérpretes warao contaron con el asesoramiento del reconocido actor venezolano Dimas González. Pero esa unidad debe sobre todo su armónica coherencia al trabajo guionístico, nada fácil, muy complejo, de Isabel Lorenz y el propio Crespo. La película está contada desde la mirada subjetiva de su personaje principal. Toda la trama se arma alrededor de ella. Los tiempos se alternan, las circunstancias cambian, el drama se desarrolla y serpentea, pero siempre Dauna
está allí, con su razón y su lucha, también con su afectividad.
Una reflexión final. Varias de las últimas óperas primas nacionales no todas, afortunadamente han querido universalizarse y abstraerse de la realidad venezolana. En un país donde la cotidianidad nos abofetea. Ejecutan una suerte de ruptura con la tradición de cine social que se ha hecho en Venezuela desde los años sesenta. Siento que hay un mayor vínculo con la técnica narrativa que con lo que nos sucede como país. Un distanciamiento no brechtiano sino vergonzoso. En ese panorama se presenta, en cambio, Dauna, lo que lleva el río, como un film referido directamente a una etnia y un país, a una cultura y una realidad muy concreta, muy local pero también universal. Una película importante que se aparta del camino de las convenciones.
http://www.ideasdebabel.com/home/dauna-lo-que-lleva-el-rio-tradicion-o-modernidad-por-
alfonso-molina/
A primera vista parece un documental antropológico pero no lo es. Se trata, esencialmente, de un drama de fuerte carácter femenino ambientado en la comunidad warao del Delta del Orinoco, desde mediados de los cincuenta hasta nuestros días, aunque en rigor esta historia podría suceder en cualquier sociedad o cultura de los cinco continentes. El poder de la tradición labrado desde la perspectiva masculina sobre las necesidades físicas y emocionales de la mujer es universal,como universal es también la lucha de la mujer para cambiar sus condiciones de limitación. Allí reside el concepto principal de Dauna, lo que lleva el río, primer largometraje de ficción de Mario Crespo, cineasta cubano asentado en Venezuela desde hace décadas, con una larga trayectoria en el documentalismo y el cine para televisión tanto en Cuba como en Venezuela. Su film trata de la lucha eterna entre tradición y modernidad, dos conceptos distintos pero necesarios. La historia de una mujer que requiere avanzar y ampliar sus horizontes permite comprender las limitaciones conceptuales ybprácticas de una sociedad, ya sea warao, criolla o universal.
Narrada de forma multitemporal, la película de Crespo expone el ansia de superación y la triple condición de sometida de su personaje: la tradición familiar indígena, la hegemonía masculina y la ausencia de institucionalidad educativa en la región. Gracias a un sacerdote que habla warao el padre Julio la Dauna niña comprende sus posibilidades de abrirse camino en el plano intelectual y creativo, fuera del Delta del Orinoco. Tradición o modernidad. Ese dilema inicial se convierte en postulado de liberación con el tiempo. Y Dauma es fiel a sí misma, a su cultura y a sus posibilidades de crecer. Este proceso personal está muy bien contado en la medida que Crespo ha rechazado el folclorismo y la visión maniquea para construir la densa red emocional de su Dauna y los personajes que la rodean.
De cierta manera la película propone un parábola entre el destino de Dauna y su comunidad warao. Ambos deben conservar sus raíces pero también deben plantearse los retos de la globalidad. Borrar las fronteras artificiales, establecer vínculos culturales, ampliar sus miradas, cuando la tecnología ha transformado de manera radical las relaciones entre los seres humanos y ha ofrecido mayor acceso al conocimiento. Pero ese choque no sólo lo registra la tradición warao.También lo sufre la Iglesia, cuyas autoridades limitan la vocación transformadora del padre Julio y más no su fe. Curiosamente, quien más apoya a Dauna es su padre, quien no habla español pero entiende las necesidades de su hija.
En Venezuela hay una larga tradición de documentales sobre el tema de las etnias originales. Pocas obras de ficción. Antes vimos Tokyo Paraguaipoa, de Leonardo Henríquez, Cenizas eternas, de Margarita Cadenas, y Wayú, la niña de Maracaibo, de Miguel Curiel. Las tres están narradas desde una perspectiva foránea. Un japonés, una caraqueña o un vasco actúan en la Goajira o el Orinoco. Ahora cambia la visión. Dauna, lo que lleva el río es la segunda película venezolana de ficción hablada en idioma indígena. La primera fue El regreso, de Patricia Ortega, en lengua wayu con subtítulos en castellano. Ambas comparten el punto de vista interno, en el espacio de los
warao o de los wayú. Las dos hablan sobre el futuro de sus etnias.
Crespo logró una admirable unidad de estilo que se expresa en el trabajo de la imagen de Gerard Uzcátegui, el ritmo de la narración de Fermín Branger, la precisión de la ambientación de Yvo Hernández, la expresividad sonora de Gustavo A. González y la cadencia de la música de Alonso Toro. También esa unidad se apoya en las muy convincentes actuaciones de Francia Torres, Yordana Medrazo, Tibisay Torres y Teresa Farrera, en las cuatro etapas de la vida de Dauna, y de Diego Armando Salazar como el padre Julio, y Alí Bolaños como el padre de Dauna. No hay que olvidar a Marco Antonio Figuera, Yonh Maikel Figuera y Eddie Gómez en las tres etapas de Tarcicio. Los intérpretes warao contaron con el asesoramiento del reconocido actor venezolano Dimas González. Pero esa unidad debe sobre todo su armónica coherencia al trabajo guionístico, nada fácil, muy complejo, de Isabel Lorenz y el propio Crespo. La película está contada desde la mirada subjetiva de su personaje principal. Toda la trama se arma alrededor de ella. Los tiempos se alternan, las circunstancias cambian, el drama se desarrolla y serpentea, pero siempre Dauna
está allí, con su razón y su lucha, también con su afectividad.
Una reflexión final. Varias de las últimas óperas primas nacionales no todas, afortunadamente han querido universalizarse y abstraerse de la realidad venezolana. En un país donde la cotidianidad nos abofetea. Ejecutan una suerte de ruptura con la tradición de cine social que se ha hecho en Venezuela desde los años sesenta. Siento que hay un mayor vínculo con la técnica narrativa que con lo que nos sucede como país. Un distanciamiento no brechtiano sino vergonzoso. En ese panorama se presenta, en cambio, Dauna, lo que lleva el río, como un film referido directamente a una etnia y un país, a una cultura y una realidad muy concreta, muy local pero también universal. Una película importante que se aparta del camino de las convenciones.
http://www.ideasdebabel.com/home/dauna-lo-que-lleva-el-rio-tradicion-o-modernidad-por-
alfonso-molina/
Venezuela es un país complicado de retratar en la gran pantalla. El llanero, el gocho, el maracucho, el pescador y el citadino tienen a su vez subdivisiones que se pierden en interminables ramajes. Caer en lugares comunes o escarbar en una primera capa es algo muy sencillo cuando queremos explicar qué es ser venezolano. Ni hablar de esas fotografías de postal que enseñan a Venezuela en todo su esplendor, pero que terminan transformándose en una muletilla visual cuando se graban ciertos paisajes del país. Sin lugar a dudas, uno de los temas más susceptibles de caer en el cliché visual es el indígena, sobre todo por el gran trabajo documental que se ha hecho al respecto, abrumando cualquier intento de hacer ficción del mismo. Una labor que encaró con valor Mario Crespo y que comienza a cosecharle frutos. Después de su merecido estreno en Berlinale llega a nuestra cartelera Dauna, lo que lleva el río, la primera película venezolana hablada casi por completo en warao y cuya localidad sirve de reflejo para contar una historia harto universal: la lucha de una mujer contra la sociedad y sus ganas de trascender en el tiempo.
Dauna, lo que lleva el río narra la vida de Dauna (Yordana Medrano), una joven warao que desde muy pequeña se interesó por aprender castellano y ver más allá de las fronteras que le imponen las tradiciones de su etnia. Algo que le traerá choques con su familia, su etnia y su amor platónico Tarsicio (Eddie Gómez). A través de un guión diacrónico, conocemos la infancia, adolescencia, adultez y vejez de Dauna, sus triunfos, contratiempos y a todo lo que tuvo que enfrentarse para salir de su comunidad y cumplir sus sueños. Contrario a lo que podría pensarse, el fin último de Dauna no es viajar a la ciudad y olvidarse de sus raíces: sus ansias por aprender son precisamente para darle a conocer al mundo la cultura warao, investigarla y dejar registros de sus ancestros. Una labor que parece encomiable, pero que será mal interpretada por su comunidad, haciendo que Dauna sea rechazada por todos. Por suerte, la joven warao contará con el apoyo de un pastor (Diego Armando Salazar) y su padre para lograr sus metas y hacerle frente a todas las contrariedades que le suceden.
Desde su primer plano hasta el último, Dauna, lo que lleva el río transpira sinceridad. Más allá de su historia, la película tiene una puesta en escena sencilla, austera e intimista. La cámara de Mario Crespo se pasea casi de forma documental a través de la vida y tradiciones de los warao, pero sin sucumbir a la belleza del paisaje o la curiosidad antropológica. Por supuesto, en su metraje conseguimos retratados varios aspectos de esta etnia indígena (como su mitología, ritos, comidas y tradiciones), pero todo esto sirve como el telón de fondo en el cual Dauna se mueve, separándose por completo de cualquier tentación de perder el hilo narrativo de la ficción. Un esfuerzo encomiable al ser muy fácil el sumergirse en una cultura tan interesante y con paisajes que hipnotizan. A esto se suma un casting de primera y actuaciones convincentes que logran expresarse más a través del silencio y de los gestos que por el diálogo. El éxito de Dauna, lo que lleva el río, radica en no quedarse en la anécdota local y utilizar una historia pequeña para reflejar algo muchísimo más grande de lo que parece. La lucha de Dauna es la misma que la de muchas mujeres que intentan superar los límites que la sociedad les impone. Una batalla que, a su vez, fácilmente podría ser el espejo de cualquier persona en cualquier contexto, identificándonos con la joven warao desde que conocemos su historia. Gracias a esto, la película logra esa difícil tarea -y que tanto tenemos que trabajar en nuestra filmografía- de poseer sabor venezolano, ser autóctona y local, pero sin por eso perder su universalidad. Una de las grandes películas de este año y de las que se han atrevido a sumergirse en la cultura indígena para ver más allá de lo evidente. Esperemos que el recorrido por festivales de de Dauna, lo que lleva el río siga su curso para que nos siga representando en el extranjero como debe ser.
Lo mejor: El guión diacrónico que engancha desde el principio. La dirección de fotografía. El casting de toda la película. Las actuaciones de los principales. Su puesta en escena casi documental. La utilización del recurso de la animación para explicar los mitos indígenas.
Lo malo: Llega con muy pocas copias a nuestra sala. Su trailer no engancha y la pinta como si fuese una película por encargo para promover la cultura indígena. Por su tempo, puede llegar a ser lenta para algunos.
Por: Luis Bond // Twitter: @luisbond009
Crítica publicada originalmente en: http://www.ideasdebabel.com/dauna-lo-que-lleva-el-rio-la-universalidad-de-una-historia-local-por-luis-bond/