Cyrus
Sinopsis de la película
Solitario y deprimido, John acaba de saber que su ex-mujer planea casarse de nuevo. A pesar de todo, inesperadamente, conoce en una fiesta a la guapa y encantadora Molly. Entre ellos surge una relación apasionada hasta que Cyrus, el hijo de Molly, entra en escena y se interpone entre ellos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Cyrus
- Año: 2010
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
Película
5.8
88 valoraciones en total
Si algo se le puede subrayar a esta dupla de directores es el haber hecho una peli sobria desde un tema que en otras manos, varias manos, hubiera terminado en un delirio hueco americano, con pastelazos y confesiones igualmente apasteladas.
Lo que prima aquí es un drama ligero salpicado de humor en donde tres personajes intentan convivir a pesar de sus, extremas, limitaciones a la hora de sociabilizar con lo externo. La dependencia parte del prota pero establece su dominio sobre todas las relaciones que se muestran: posesión, amor e inseguridad en medio de un contexto no evolucionado e inmaduro. Los tironeos hacen a la intensidad de la peli y por suerte no hay abuso de los mismos, puesto que no hay abuso de los recursos ni de los tonos utilizados. La cámara viaja junto a ellos como una testigo medio tímida, medio intrusa: ella también parece querer afincarse dentro de territorios que les son ajenos. La decisión de hacer reptar la trama entre el drama más mundano y la comedia picarona puede, eso sí, generar efectos dispares en el espectador puesto que esta no se decanta, juega por el medio y a veces retener tanto la pelota puede jugarle en contra.
Madre/hijo/amante-padre y las relaciones son, por suerte, bastante similares a lo que cabría esperar dentro de una situación así: algo de tensión, algo de incomodidad, algo de sabia chatura para este triángulo humano.
Salto de eje en la comedia romántica. La presentación del personaje principal es vía prurito en el culo (que no purito), de espaldas, en una casa sucia y pestosa. Solitario modo de enlazar con el compromiso de tu ex mujer y compañera de trabajo. También amiga. A uno le puede descolocar, en cierta medida, que una mujer atractiva como Marisa Tomei pueda sentir atracción por John C. Reilly (pese a ser ‘enculada’ por Philip Seymour Hoffman en Antes que el diablo sepa que has muerto y enseñar pecho-y-espalda a Mickey Rourke en El luchador). Pero cuando llega el objeto de ataduras uno lo entiende todo. No estamos ante una nueva Marty porque aquí no gravedades sociales ni madre… El filtro censor lo ejerce precisamente el planeta con mayor poder de atracción (por peso físico y emocional): el de Cyrus. No es el protagonista sino el rival, el hijo que al contrario que El noviazgo del padre de Eddie quiere quedarse con un botín bajo la atenta mirada del complejo de Edipo.
Estilo cuasidocumental y estética dentro de una puesta en escena abierta a la improvisación. El punto cómico aquí tiene su punto y contrapunto de ternura. El hijo ata y mata y conspira por el poder. Aparece un juego por el cetro llamado amor… y no dudarán en que en la guerra y Marisa Tomei vale todo. Se entiende que la posesión se cierne sobre carencias afectivas y dependencias mayores. Cuando dos personajes y seres disfuncionales como John y Cyrus tienen tan cerca el equilibrio emocional puede ocurrir cualquier evento que altere la sonrisa.
Sorprende que la producción corra a cargo de los hermanos Scott y que ese clásico con nombre y apellidos llamado ‘Dont You Want Me’ de The Human League cobre especial protagonismo. Sí, Cyrus tiene truco (y trato) porque una película en la que aparezca Catherine Keener está condenada a gustar a un bastardo en mayor o menor medida.
Desde la Seminci 2010:
Esta misma mañana se ha proyectado la hasta ahora mayor sorpresa del festival. Y es que a priori ver entre la selección una película protagonizada por Jonah Hill (sí, el gordo de las películas de humor gamberro de la productora Apatow), sonaba cuanto menos raro.
Pues bien, una vez vista ‘Cyrus’, que así se llaman la película y el personaje del citado actor, se ha comprobado que todo era un mero prejuicio, ya que esta obra de los hermanos Duplas es una inteligente y observadora comedia dramática en torno al, -de nuevo en esta Seminci- mentalmente inestable protagonista, con un complejo de Edipo de órdago, que ve peligrar su cómoda vida al lado de su -en todos los sentidos- admirada madre al iniciar esta una relación con un tipo que conoce en una fiesta (estupendísimo John C. Reilly), quien a su vez estaba al borde de la depresión.
Se inicia entonces una guerra psicológica entre ambos que provoca no pocas situaciones de esas que te hacen reir con ganas y que en un momento dado te congelan la carcajada, al entender que aquello que no están contando es en realidad mucho más chungo y dramático de lo que las cómicas situaciones hacen aparentar.
Afirmaban los responsables de esta película, los hermanos Mark y Jay Duplass, que una de sus intenciones al realizar este film era que el espectador no supiera en qué momento debía reir y en cual tomarse en serio las acciones de los personajes. Objetivo cumplido. Cyrus navega desde su inicio en una perfecta indefinición que hace prácticamente imposible esbozar una mínima sonrisa ante las supuestas situaciones ¿humorísticas? que plantea la historia. Tampoco es que funcione mucho mejor desde la óptica del melodrama. Los problemas de convivencia de un maduro divorciado y una madre soltera con hijo adulto no despiertan un interés excesivo, con un guión lastrado por un ritmo tedioso que no contribuye a que el film remonte el vuelo en ningún momento. Los personajes y las escenas resultan poco creíbles. Tanto como la escasa química existente entre John C. Reilly y Marisa Tomei.
Con tan pocos elementos a los que agarrarse, la película fluye como un río tranquilo sin apenas sobresaltos, abocada a un final que te deja como entraste, con la sensación de haber contemplado un telefilm casero (con inequívoca factura indie, eso sí) y con la abstoluta seguridad de estar delante de una de las comedias más anodinas que un servidor ha tenido la oportunidad de visionar.
Cyrus pertenece a aquel tipo de películas de las cuales te esperas otra cosa. Todo su envoltorio (trailer, cartel, sipnosis y la presencia de Jonah Hill en su reparto) hace pensar que nos vamos a encontrar con la típica comedia independiente que te va a dar unos cuantos gags algo conseguidos pero de la que no puedes esperar gran cosa más. La primera escena parece confirmar todas las sospechas, e incluso la escena siguiente reafirma la línea pero hay algo ya en esa fiesta que induce a pensar que la película va a tomar otros felices derroteros. Primeramente hay que advertir que Cyrus posee una serie de personajes más sólidos que los que acostumbran a pulular por este tipo de producciones. Aquí no se trata de apelar al chiste fácil y amenizarlo todo con cancioncitas de pop de autor. Cyrus va mucho más allá y apoyado en la espléndida interpretación de John C. Reilly, que carga con uno de los personajes más íntegros que uno ha tenido el placer de contemplar últimamente, destripa una relación a tres bandas en la cual salen a la superficia todas las miserias amorosas y sentimentales que marcan el devenir del ser humano de nuestra era. Desde los celos hacia la nueva pareja de tu ex, al miedo a la soledad y al daño emocional pasando el sentimiento de pertenencia madre-hijo. Los hermanos Duplass abordan la historia desde el convencimiento del que sabe lo que quiere contar y cómo lo quiere contar, haciendo un ejercicio de condensación narrativa en un ajustado metraje al que solo le falta algo más de intensidad dramática en algunos momentos y algo más de protagonismo por parte de una Marisa Tomei a la que se la encuentra algo desubicada. En todo caso una agradable sorpresa de dos directores a tener en cuenta que han sabido tratar al espectador como adulto alejándose de tópicos y de rasgos de género anquilosados,construyendo una historia que empieza como una comedia y acaba adquiriendo trazos mucho más dramáticos, y que culmina en una escena final de mágico sabor agridulce.
Lo mejor: John C. Reilly.
Lo peor: que la gente entre convencida de que va a ver una comedia sin más.