Tres monos

5 comentarios en «Tres monos»

1. Turquía, a alguna hora de la madrugada. Un hombre trajeado conduce a través de una carretera, siguiendo la luz de los faros mientras sus ojos se cierran poco a poco por el cansancio. La cámara se va alejando, la luz se va apagando, y con la pantalla en negro se escucha un frenazo y un grito. Un segundo después sabemos lo que ha sucedido: ha atropellado a una persona. El hombre es un político que, para no perder las elecciones, pide a uno de sus subordinados que se declare culpable a cambio de una cantidad de dinero. Este es el arranque de Tres monos, una absorbente película del mago de la imagen Nuri Bilge Ceylan, que firma aquí una película dura, cortante y profundamente emotiva.
   
   Siguiendo la historia de una familia (padre, madre e hijo) y un cuarto, el extraño , que no es sino quien atropelló a la persona, se nos lleva poco a poco por una tortuosa relación entre todos ellos de lo más cuidada, mostrando una clara evolución de cada personaje a lo largo de la cinta, algo a lo que ayudan las sobresalientes interpretaciones de todos ellos. Capaces de transmitir más con una mirada que con palabras, la película es lenta, pero poderosa a nivel visual, contando con una fotografía espectacular, realmente cautivadora pero algo recargada, especialmente en planos lejanos con elementos como nubes de fondo).
   
   Poco a poco la película se inmiscuye en el psique de cada personaje, se nos explica la reacción de cada uno, utilizando el atropello como un elemento trivial, que pese a todo, es el que desencadena el inicio de la historia. Una forma de narrar una historia con bastante maestría, y que descubren (al menos a mi) a Ceylan como un narrador inigualable, capaz de empapar sus imágenes de un tono lúgubre y en ocasiones onírico. Con decenas de escenas para el recuerdo, como todo el principio, el sueño del hijo de la familia o la escena del reencuentro entre la mujer y su marido, la cinta nunca deja de ser interesante a pesar de su lento desarrollo, bastante cercano a Gus Van Sant aunque sin llegar a extremos como Albert Serra.
   
   Tres monos es, en definitiva, una película excepcional, que narra una historia dura y sabe cómo tratarla para darle profundidad, energía, carisma. Personajes realmente bien dibujados e interpretados por todo el elenco, con escenas para el recuerdo y una dirección ejemplar. Una muestra de que con poco presupuesto y un equipo entregado, puede darse el milagro de que el espectador encuentre un poco de magia delante de una pantalla de cine. Totalmente recomendada.

2. -Imagen+sonido:
   
   Los medios cinematográficos por excelencia, Ceylan consigue una gama de tonalidades y encuadres apabullante, turbadora. Juega con la iluminación, los contraluces y las sombras para enfatizar la sensaciones de los personajes y, ante el absoluto silencio reinante, introduce una desesperante melodía de móvil que acaba por hacer despertar del aturdimiento que la historia produce.
   
   Los medios bailan al ritmo de la historia, acompañándola y llegando, incluso, a seducir por sí mismos.
   
   -Personajes:
   
   Son tres. No ven, ni oyen, ni hablan.
   
   Tres personajes que dibujan un poderoso y desolador retrato de la sociedad actual. Aislamiento, incomunicación. Sólo las figuras secundarias los ponen en contacto, sólo el político y el hermano desaparecido logran la comunicación, sea para bien o para mal.
   
   Naturalidad en las situaciones e intensidad en las actuaciones que se esconden detrás de sus disfraces para la farsa, piezas clave para conseguir una empatía forzosa por cercanía y cotidianeidad. Al final, uno sólo puede sentirse superado por lo que le rodea, sólo puede tomar conciencia de su propia vida. Al final, sólo queda esperar mientras la tormenta se acerca o salir a la terraza y ahorrarse la espera. Al final, sólo queda uno mismo.
   
   -Temática, conjunción y otras hierbas:
   
   Aparte del profundo individualismo que el turco dibuja con pulso firme, otro tipo de temas mucho más particulares como el degradante trato que la mujer recibe tanto de unos como de otros remarcan el trazo con que se dibuja el retrato.
   
   En definitiva, con unos buenos mimbres, sólo una buena dirección hace falta para tejer una gran historia, de largo alcance que llevó Bilge Ceylan a ganar por esta película el premio a la mejor dirección en Cannes08, premio del todo merecido observando el resultado obtenido, de una potente coherencia temática y artística.

3. Es que iba a hablar sobre el rollazo de cine lento, de miradas, de gestos y parco en palabras. Iba a soltar el rollo de planos larguísimos, actuaciones contenidas, de información sobreentendida o de narrativa casi visual. Iba a hablar de cine minoritario (desgraciadamente) de fuerza visual o helada fotografía. Y al final, todo lo que uno puede decir sobre Tres monos no son más que banalidades porque lo realmente importante es que la nueva película de Ceylan a quien le gusta, es a mí. Y que aburra de nuevo sobre lo que tantas veces he comentado o que me ponga con una exposición analítica sobre la película, al fin y al cabo, no sirve para casi nada. Porque el cine no es más que intensidad.
   
   Si tu batería está cargada pero no tiene amperios el coche no te arrancará, si tu chica está muy buena pero no te mete amperios acabarás por aburrirte de ella. Si la película es un prodigio técnico pero no tiene amperios, la película no me gustará.
   
   Tres monos tiene Intensidad: en cada gesto, en cada plano, en cada mirada, bla, bla, bla… Intensidad.

4. No sorprende que Three Monkeys se llevase el galardón al mejor director en la última edición de Cannes, puesto que Bilge Ceylan (autor de la aclamada Uzak, Lejano) imprime a sus imágenes una rara y opresiva belleza, a la par que se consolida como un virtuoso del encuadre estéticamente impactante y en definitiva logra para su obra un acabado visual (y acústico) excelente, muy acorde a la cruda historia de traiciones, secretos e incomunicación que narra… es una lástima que la morosidad del relato, su decepcionante tramo final (desde el regreso del padre) y su larga duración, hagan de Three Monkeys una cinta irregular, interesante, muy bien rodada pero fallida.

5. Me vienen a la cabeza muy pocas películas que expresen tanto con tan pocas palabras. Es raro encontrar tanto sentimiento, dolor y desánimo utilizando apenas una docena de diálogos.
   
   La historia de una familia deshecha, hastiada en la rutina y completamente hundida. Esclavos de un pasado desgraciado que les impide siquiera respirar, que los convierte en autómatas y extraños en su propia casa. Personas que viven como completos desconocidos y que hacen de la incomunicación su única forma de vida.
   
   Una película de una cadencia densa, incluso plomiza, pero acorde a lo que requiere el guión y sobre todo lo que expresan los personajes. Porque ese es uno de los grandes tesoros que posee esta película, su descomunal repertorio interpretativo. Tres personajes repletos de humanidad y pasión, tres seres humanos al límite de lo racional. Tres monos de feria que reflejan la realidad de cualquier casa, de cualquier ciudad, de cualquier país.
   
   Personajes que llegan dentro, que atraviesan cualquier barrera emocional gracias a la magnífica dirección de Nuri Ceylan. Portentosos encuadres, largos y meticulosos planos fijos y enormes e infinitos silencios, solo rotos por la estresante melodía de un teléfono móvil. Un magistral ejercicio de realización, mostrando lo fundamental, sugiriendo lo justo y evitando lo innecesario.
   
   Amor, odio, sumisión, perdón. Mentiras, falsedad y supervivencia. Un explosivo coctel molotov de grandes dimensiones.
   
   Ojito con esta película que va dar que hablar, pero cuidado, abstenerse los que no soporten la lentitud o los que solo busquen entretenimiento. En este caso no la soportarán.
   
   No se trata solo de cine. Es también un pedazo de vida.