Cuscús
Sinopsis de la película
Retrato de una familia norteafricana en el sur de Francia. Sillman, un padre de familia divorciado, es despedido de su trabajo en los muelles del puerto. Su futuro y el de su familia se presenta incierto, y su hijo le recomienda que vuelva al norte de África. Sin embargo, Sillman tiene una idea: abrir un restaurante en un viejo barco oxidado del puerto, aunque las autoridades no le pondrán las cosas fáciles.
Detalles de la película
- Titulo Original: La graine et le mulet
- Año: 2007
- Duración: 151
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Opinión de la crítica
Película
6.6
57 valoraciones en total
Una cinta que más parece la vida real de dos familias unidas por un hombre que una historia creada para la ficción del séptimo arte. Este realismo se le puede atribuir gracias a la excelente interpretación de todos los actores, destacando sin duda la de la joven Hafsia Herzi, así como a la verisimilitud con que se suceden los hechos y a la naturalidad de las conversaciones que mantienen los personajes que retratan de forma extraordinaria temas de los que puede hablar cualquier grupo personas y cualquier familia, las reacciones ante los mismos. Además, la forma de hilvanar dichos temas se ajusta completamente a la realidad de cualquier diálogo de la vida cotidiana. Todo lo hace más factible al incluir en el reparto a un conjunto de actores y actrices que ni si quiera rozan el canon estético estereotipado y se muestran tal y como son y tal y como se nos muestra ante los ojos la mayor parte de la gente.
Por otra parte, la banda sonora acompaña muy bien cada escenario y llega a su clímax en el baile final, una danza del vientre fantástica, bailada con un sentimiento que finalmente hace llegar a la joven y a los músicos a un estado de trance que el espectador también logra captar.
Tardé mucho en poner mi puntuación (que arrancó siendo un 7). Y me demoré en leer todas las críticas anteriores, de mucha gente que participa en este sitio, seguramente con más conocimientos cinematográficos que yo. Reconozco que, ni de lejos, se puede comparar esta película con otras a las que he puntuado con un 9.
Pero al leer el contenido de las críticas desfavorables, más favorable se fue volviendo mi valoración.
En primer lugar, lo que inclinó la balanza a favor, fue leer que a muchos les resultó aburrida .
Más allá de su contenido, siempre, siempre, he valorado que una película ENTRETENGA. Y ésta, pese a su larga duración, lo logra, y con creces. (Por supuesto, todo es subjetivo)
También he leído como innecesarios los primeros planos y lo prolongado del almuerzo familiar. Bueno, para mí han sido los mejores momentos de la película y, precisamente, lo agobiante de los primeros planos recrea lo agobiante de cualquier ambiente familiar (¡y que me desmienta el que tenga familia numerosa!). Los diálogos prolongados, minuciosos, me parecen una forma artística de plasmar lo que cualquiera de nosotros dice en nuestra vida cotidiana. Claro, choca un poco verlo así, porque desde algún lugar nos estamos viendo a nosotros mismos (los que se sienten sapo de otro pozo , por provenir de otras tierras, y los que los somos incluso en la tierra que nos vio nacer).
Aunque repetido, vale insistir en la brillante actuación de Hafsia Herzi (a lo largo de todo el film y no sólo en la danza final, que es sencillamente indescriptible, ¡bien por ella, por su audacia desprejuiciada!).
Todo el clima, desde el inicio, nos preanuncia que vamos a desembocar en una tragedia. Pero el director hasta tiene la sutileza de dejarnos con un asomo de duda en la escena final.
Me alegro mucho de haberla visto, y cuantos más minutos pasan, más bella me parece.
Kechiche realiza en La graine et le mulet un mosaico abierto a una familia de emigrantes árabes en Francia. Porque son muchas las puertas que el realizador ( también guionista) abre dentro de su arbitrariedad cotidiana. La lucha de un hombre a sus 61 años por emprender una vida nueva, más por su familia que por él mismo, el constante adulterio de uno de sus hijos, su relación con su ex-mujer y con la que ahora es su pareja, la figura de Rym hija de la anterior… Todo enmarcado con precisión por una cámara ágil, que sabe enfatizar, y con un tempo interno que da la impresión de vivir alejado de las convenciones cinematográficas. Sus personajes dialogan, evolucionan, callan, se odian, lloran tan líbremente que es casi imposible no admitir el poder de la obra de Kechiche para capturar fragmentos de auténtica verdad. Además raciona mejor esas dósis un poco cargantes de verborrea que intoxicaban en parte su anterior film Lesquive y que le alejaban de esa veracidad que sí está en ésta con más fuerza. Pero al márgen de todo están dos horas y media en las que se tiene la sensación de asistir a un pedazo de vida capturado, sin malas manipulaciones, doloroso y humano, en su justa medida. Y la sensación enigmática y perturbadora de haber asisitido en cambio a una gran obra muy compleja dentro de su naturalidad que habrá de ser revisitada.
El mundo de la gastronomía ha aportado muy buenas joyas al mundo del celuloide. Desde la famosa y sobrevalorada La Grande Bouffe de Marco Ferreri, la danesa El Festín de Babette, la taiwanesa Comer, beber, amar de Ang Lee o, más recientemente, la alemana Deliciosa Martha. En esta temporada, se suma a este ramillete una película francesa, Cuscús, título nada parecido al original (La Graine et le mulet), aclamada en el Festival de Venecia y premiada en los César franceses. Cuenta la historia de un inmigrante de origen árabe en Francia y sus dos familias (La oficial y la postiza, integrada por su amante que regenta un hotel y su hija). Despedido de su trabajo (Reparador de barcos de pesca en el muelle de un puerto), se lía la manta a la cabeza y decide, con la ayuda inefable y el empuje de su joven hijastra, montar un restaurante, especializado en cuscús, en un barco que está encallado en el puerto. Pese a las 2 horas y media de metraje, la película desborda frescura en todo momento, tanto en sus diálogos (En muchos momentos recuerda el cine de Ken Loach o de Robert Guediguian), como en su puesta en escena, música(Árabe, por supuesto) y fotografía. A nivel actoral, la película es coral, muy buena interpretación tanto de los papeles principales como secundarios, pero destacando, por encima de todos, la joven actriz Faridah Benkhetache, que interpreta el papel de Karima, la hijastra del protagonista, que debuta en esta película y que se marca , en la inauguración del restaurante, una danza del vientre de alto voltaje erótico.
Película muy recomendable, sin duda.
Slimane Beiji (Habib Boufares), un inmigrante tunecino en Francia desde los años 60, maduro y taciturno, es despedido de su trabajo de un astillero del puerto de Sète en el sur de Francia. Tiene una familia con su ex mujer Souad (Bouraouïa Marzouk), y una amante, Latifa (Hatika Karaoui) en el pequeño hotel donde vive solo como y con un pájaro enjaulado. La hija de esta mujer, bellísima muchacha y talentosa actriz de 19 años, Rym (Hafsia Herzi) lo quiere como un padre y lo acompaña en su proyecto, que consiste en poner un restaurante de cuscús y pescado en un barco viejo junto al muelle. La cocinera será su ex mujer Souad que cocina delicioso para parientes y amigos. Personajes encantadores, bellas muchachas, animadas comidas familiares y tertulias de hombres del pueblo dan mucho encanto a esta excelente película del tunecino Abdellatif Kechiche, nacido en 1960. Slimane no se deja vencer y trata de obtener la habilitación de la legendaria burocracia francesa. Hay problemas, pero también la solidaridad de parientes y amigos y, sobre todo, la danza del vientre de la deliciosa Hafsia Herzi. Una película sobre el drama y el encanto de la vida.