Baby Doll
Sinopsis de la película
Ambientada en el húmedo y caluroso Mississippi, narra la historia de Archie Lee, un hombre maduro que se ha casado con Doll Meighan, una joven de 17 años, y por tanto menor de edad, a cuyo padre, un rico terrateniente, ha prometido respetarla hasta que Doll cumpla la mayoría de edad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Baby Doll
- Año: 1956
- Duración: 115
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Opinión de la crítica
Película
6.8
45 valoraciones en total
Archie Lee Meighan (Karl Malden) es un cincuentón dueño de una desmotadora de algodón, el cual está casado con una joven de apenas veinte años. Archie Lee confronta serios problemas: su joven esposa lo desprecia, su negocio está en bancarrota y un socio obligado busca probarle un caso de incendio malicioso.
El film descansa en las espectaculares actuaciones de Karl Malden, Eli Wallach y Carroll Baker. Malden estuvo memorable en el personaje del patético marido deseoso de poseer a su esposa y recuperarse económicamente. Wallach actuó de forma magistral interpretando a un persuasivo y sutil seductor, y la Baker esta brillante en el personaje de la joven esposa con problemas de madurez emocional.
Este film de Tennessee Williams, igual que A Streetcar Named Desire (1951) y Sweet Bird of Youth (1962), sufrió la censura de los puritanos de la época por las escenas de insinuaciones relacionadas con el sexo. La película generó $3 millones por la venta de alquiler en los videoclubes, además recibió 14 nominaciones a diferentes premios y/o festivales de cine, de los cuales ganó dos de ellos.
Extraña cinta que traza deliberadamente personajes con los que el espectador difícilmente va a identificarse. Esta situación, unida al efecto de película confusa en sus objetivos y a la caducidad de sus inclinaciones sensuales -por muy bien que se acaricie el velo del paladar con el pulgar Carroll Baker-, pueden conferir al metraje sensación de premiosidad, como si la película careciera de finalidad y clímax bien definido. Algo que se apunta pero no llega. En ese sentido, pesan más las batallas interpretativas que una trama que apuntala el metraje sin enganchar.
Pero las bazas de la película, por si hubiera que defenderla, van por otro camino. El cariz de humedad e instintos típica de Tennessee Williams, la definición de caracteres perfectamente establecidos en ese sur arquetípico de boberías y ambiciones, y un tono de desenfado teatral muy de Kazan.
Muy de Kazan el efecto teatral de la peli, digo, no tanto el desenfado juguetón.
En todo caso, ese no tomarse en serio a los personajes le llega al espectador como separación y falta de implicación, por mucho que el realizador defendiera la opción de presentarlos desde una nada disimulada imbecilidad.
Lo mejor, como digo, son unas interpretaciones acertadas en sus intenciones paródicas y su efecto cómico a ratos logrado, pero que no evita un resultado general de cierta rigidez ya que, si bien el trío protagonista está en su salsa, el resto de elementos se dedican a orillar inseguros las intenciones de película alocada sin llegar a sumergirse plenamente en ellas.
Final de énfasis malogrado también, donde se ven típicas costuras de desenlace artificial que anda mejor en el texto que en su plasmación. Pero como siempre en Kazan, cineasta de calculada intelectualidad y dirigido compromiso artístico y social, más preocupado por construir obras que parirlas. Su cine es colección de efectos periféricos, era capaz de grandes logros con buenas interpretaciones, con un buen guión, y una buena fotografía. Como todos- diréis, pero en el caso de Kazan se quedaba ahí, no buscaba utilizar esos elementos para trascenderlos, sino que creía que en ellos debía concluir su mirada.
Filmada de modo cruel en la zona de Mississippi, es un relato sobre una novia niña, su marido estúpido y furioso y un hombre de negocios que se convierte en su rival y maltrata a ambos.
Como es habitual en Kazan, dirige a los actores extraordinariamente, y consigue excelente interpretaciones. Karl Malden, sin lugar a dudas uno de los grandes, está absolutamente sensacional como hombre desesperado tanto por hacerle perder la virginidad a su mujer, como recuperarse en el mundo del negocio del algodón al precio que sea. Carroll Baker interpreta a Baby Doll, una mezcla entre mujer perversa, inocente y estúpida, con toques de Lolita, Baker hizo aquí su primer papel protagonista, y está fantástica, logrando que todo hombre la desee, y al mismo tiempo la odie. El tercero en discordia es Eli Wallach, en su primer papel para el cine, quizá sea el más histriónico de los tres, pero está igual de fantástico.
Otro elemento importante es la pareja Kazan-Williams, uno en la dirección y el otro en el guión, poniendo el dedo en la llaga, con algunas escenas de una sutileza casi escandalosa, y siempre con fuertes referencias sexuales.
En definitiva, una buena película condenada en su día por la Legión de la Decencia y que nos sirve perfectamente para ver como se las gastaba este realizador, tan amado por unos, y tan odiado por otros, pero director sin el que la Historia del Cine sería otra, ya que le faltarían algunas obras maestras imprescindibles.
He buscado un lugar en el infierno, con una casa en ruinas y cinco juegos de muebles sin pagar.
Esta frase en boca del personaje interpretado por Karl Malden, nos da una clara idea de la profundidad de los guiones que se elaboraban cuando genios provenientes del mundo del teatro, se ofrecían a firmar un relato para el celuloide, como en esta ocasión ocurre con el trabajo de Tennessee Williams.
Con anterioridad a este trabajo, Williams había firmado, también para Kazan, la legendaria Un tranvía llamado deseo (1951) y, con posterioridad y junto a Gore Vidal, escribe el libreto De repente.el último verano (1959), para Joseph L. Mankiewicz.
Tanto en estas obras citadas, como en Baby Doll , el estilo de Williams trasciende la pantalla, para impregnar al espectador del peculiar carácter onírico que infunde a sus narraciones.
En el caso concreto de Baby Doll , el tándem formado por Kazan y Williams nos adentra en un ambiente cálido, sensual y decadente en el sur de los Estados Unidos, con la presencia fantasmal de los trabajadores negros de los campos de algodón.
En ese contexto se nos presenta Karl Malden, que habita con su joven y atractiva mujer (Carroll Baker) y una tía medio sorda en una casona prácticamente derruida. Una promesa nupcial efectuada a su suegro, es el detonante de la reprimida actitud del personaje de Malden y que se subraya elocuentemente en una secuencia insólita de voyeurismo ubicada en el prólogo (en la que se encuentra el famoso plano de Baker durmiendo en una cuna). En este sentido, la declaración de Malden en un momento dado es categórica: No hay tortura comparable a la que puede sufrir un hombre ante una mujer fría. No existe ninguna peor.
Elli Wallach hace su debut cinematográfico en este filme, interpretando al terrateniente que administra las plantaciones de algodón de la zona y que se las tendrá que ver con Malden, por ser el principal sospechoso de provocar un incendio que le favorecería en la venta del producto típico de la cuenca del Mississippi.
Precisamente, es Wallach quien interviene en la más tórrida secuencia de Baby Doll , cuando en el jardín de la casa de Malden, asedia a una estimulante Carroll Baker, haciendo que el mercurio del termómetro se dispare hasta su máxima cota.
Película poco nombrada y recordada en el conjunto de la obra de Kazan, pero sin embargo, un film sólido y hasta escandaloso en su día: un adulto (Malden) empresario algodonero al borde de la ruina, convive casado con Baby Doll (Baker), una jovencita de 19 años, que fuese dada por su padre a ese hombre para que la sostuviera económicamente, solo con la condición de que se respetase su virginidad hasta los 20 años. La acción comienza un día antes del cumpleaños…
Tennessee Williams adapta su propio texto y como no podía ser de otra manera, la película ostenta una atmósfera viciada, cargada y sucia, contaminada por el aliento de los frustrados personajes del gran escritor americano. Hay detalles de lo más sabrosos, como ver al principio de la película a Carroll Baker acostada en una cuna, con el dedo metido en su boca de Lolita.