Crónicas del bromuro
Sinopsis de la película
Las vicisitudes de un grupo de jóvenes preuniversitarios en los años sesenta que se van a hacer los ejercicios espirituales a Segovia. En el recorrido por la ciudad terminan en una casa de citas. Con estupor se dan cuenta que no funcionan, al volver al colegio se enteran de que en las comidas se les echa bromuro para que no tengan malos pensamientos. Ellos en venganza ponen un afrodisíaco en la comida de los profesores…
Detalles de la película
- Titulo Original: Crónicas del bromuro
- Año: 1980
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
Película
4
50 valoraciones en total
Crónicas del bromuro, es una película dirigida y guionizada por Juan José Porto en 1980, acompañada con el sugerente subtítulo ‘Mens sana, corpore sano’, donde la fotografía de Miguel Fernández Milla, y la música de varios autores entre los cuales Los Bravos, nos acerca a una historia donde la trama, cuidadosamente trabajada por su director, con algo más de una decena de películas y sus trabajos como guionista en su haber entre las cuales El florido pensil, Morir de miedo, o el metraje que nos ocupa. Porto ha trabajado en géneros tan dispares como la comedia, o el terror un género en el que colaboró en varias ocasiones con Paul Nachy.
En los tiempos del preu, como en cualquier otro, las inquietudes de los jóvenes se manifiestan de formas tan inesperadas como contradictorias frente sus propias hormonas, difícilmente controlables entre advertencias patriarcales y mensajes de salvación espiritual que la astucia del Rector (Antonio Gamero) con la inestimable ayuda del Hermano Eusebio (Carlos Lucas), tratan de ordenar, de forma algo fullera, la inesperada avalancha de contratiempos generados en el retiro espiritual impuesto donde se pretende alcanzar la rectitud de pensamiento según los cánones de la época.
Lo interesante en Crónicas del bromuro se mezcla con lo obvio, en una serie de guiños al cine de destape nada gratuito, bien intercalado sin excesos incontestables en los diferentes acontecimientos que el guión de Porto ha reflejado tan nítidamente en este metraje. Mostrar el pecado de la carne junto a lo moralmente prohibido en la época que narra la película, crea un derroche de emociones gratamente recibidas: el mensaje espiritual, el castigo o la reflexión impuesta choca frontalmente contra el aparente y recatado erotismo de las citas discreteas, el aflorar de los reprimidos sentimientos amorosos gratamente escenificados, entre otras, por Conchi (Azucena Hernández).
Visionar Crónicas del bromuro junto a su interesante y sobrio rodaje, nos acerca muy acertadamente al pensamiento moral heredado en los sesenta, donde las referencias al amor platónico encubierto, la atracción inconfesable o los deseos reprimidos, mediante la imposición de la moral, lleva a sus protagonistas a tomar decisiones inesperadamente contradictorias para lo socialmente establecido como es el caso de Elena (María Goyanes) destacado personaje que refleja fielmente los deseos ocultos no realizados.