Mi doble en los Alpes
Sinopsis de la película
Tras la muerte de su hijo en un accidente de esquí, Dan Slater, un agente de la CIA, viaja a los Alpes austriacos. Debido a las inconsistentes explicaciones que le ofrecen las autoridades del país, Dan empieza a sospechar que pueda tratarse de un asesinato. Sus sospechas se van confirmando poco a poco: la muerte de su hijo forma parte de un sofisticado plan de los servicios secretos rusos para atraer al agente hasta Austria.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Double Man
- Año: 1967
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
5.7
67 valoraciones en total
Lo mejor:
Dos calvorotas mejor que uno, espionaje genial ya nada convencional, personajes con alma y nada ridículos, la nieve no es artificial, el funicular siempre da juego, los esquiadores con las bengalas, diálogos para oídos inquietos, la belleza y ese final que ya quisieran muchos cineastas de postín.
Lo peor:
El amateur, la calidad de imagen y la anfitriona es un plomo.
Los 60 fueron los años del cine de espías y gracias a los filmes de Bond, de superagentes y euroespías. Por eso sorprende ver una película que combina la sobriedad del cine de espías más clásico con ciertos componentes fantásticos y que el título revela con un título que es puro spoiler.
Yul Bynner borda esa frialdad que desprende, más frío que el entorno alpino en el que sucede la historia. Lo borda. Es alguien que da lástima por su aparente (y falsa) falta de sentimientos, enfrentado a si mismo y al tipo de trabajo que tiene, un trabajo que considera los sentimientos como una debilidad peligrosa. Pero Brynner tampoco es un superagente, y todo el climax final evidencia que no se trata de un filme de Bond, y no hay gadgets ni coches submarinos.
La película mantiene la atención del espectador en todo momento, con un ritmo bien mesurado y unas situaciones bien llevadas y mejor resueltas, manteniendo la tensión hasta los minutos finales, con una resolución final que repetirá en 1970 Comando del mar de China de R. Aldrich.
Para ser del 67, tiene una tensión bien llevada.
Resalta el físico de Yul Brynner pero una actuación bastante inexpresiva en su papel de duro.
Buena trama, escenas curiosas, a veces un poco desfasadas pero curiosas. Britt Ekland la nota de color con esos ojazos.
Actuaciones y escenas desiguales, quizás el director hubiera debido incidir más en ellas.
La verdad es que Schaffner no es por ahora uno de mis directores favoritos.
Y ya no sólo el entramado en sí, que tras varias vueltas de tuerca no puede resultar más risible y carcajeante, porque hay que tener imaginación para inventar una conspiración de ese modo, y bajo esas premisas. O eso, o fumar mucho cannabis. Una de dos.
El film no es que empiece mal. La verdad es que hasta cierto punto se mantiene. Hasta el punto en el cual los guionistas empezaron a desvariar y liberaron a sus hámsters para que rematasen su pequeña joya en forma de guión.
Aunque en su favor hay que decir se sigue con interés, pese a algún desajuste en su ritmo, resulta sumamente entretenido y procede.
La realización en términos generales tampoco resulta excesivamente inspirada. Vaya, que se podría decir que estamos ante caspa con pretensiones.
También ciertas secuencias tienden a resultar esperpénticas por su traslado en pantalla, excesivamente acelerado y descuidado.
En último lugar, nos queda el papel protagonista, que si bien desarrolla su doble rol con la misma empatía, incluso resulta creible en determinados tramos, pese a la expresión de caucho reciclado que nos brinda con constancia.
Increible que un tipo así firmase años después un film como Papillon, entre otros…
Mi doble en los Alpes constituye una de las mejores muestras del cine de espías de aquellos años y sobre la época de la Guerra Fría. Su carácter dinámico de telefilm es inmejorable.
Encontramos en esta película los aires propios del cine de espías. La participación de Britt Ekland, sex simbol number one por entonces (inolvidable su simpático papel posterior de Goodnight, con Roger Moore) es un atractivo que no puede uno dejar de señalar.
Lloyd Nolan, un jefe de la CIA, hombre enérgico colocado aposta en una silla de ruedas, casi con mala leche diríamos, imprime desde su puesto la tensión perfecta a las investigaciones personales de nuestro espía en los Alpes. El jefe tiene su complemento en el secretario, el típico personaje bisagra para relajar la acción, tanto que se duerme en el trabajo:
-Si quiere usted dormir, haberse apuntado a la Marina.
El popular Anton Diffring proporciona otro personaje con cariz, con personalidad, no está porque tiene que estar, ni mucho menos, es alguien importante en el Bloque y así lo vemos. Aporta credibilidad al espectador con sus razonados planes.
Yul Brynner hace un papel auténticamente acertado como agente de campo. El plan del Bloque enemigo es muy del gusto de aquellos tiempos: agentes duplicados. Un relato lineal, sin saltos ni flashback, pero sobre todo, y sin ser una película especialmente de acción en la que se prodiguen los tiros o las peleas, cuenta con un dinamismo increíble con la música de sintonizadores.
Los paisajes nevados en contraste con el calor de la gente en vacaciones disfrutando de esa enorme chimenea en el amplio salón. Todo el mundo esquiando, divirtiéndose y nuestro espía tratando de escapar. Esto son los contrastes verdaderamente atractivos que uno encuentra, muy de vez en cuando, en películas olvidadas como ésta que deben recuperarse urgentemente.
Se culpa mucho a que si son o no creíbles las secuencias cuando en este caso, la película ofrece mucho más que el simple hecho de desmerecerla porque algo pueda desentonar. Si el espía no fuera así, como es, duro, estricto y serio, como el rostro de Yul Brynner, no estaríamos hablando de Mi doble en los Alpes.