Crescendo
Sinopsis de la película
Cuando el famoso director de orquesta Eduard Sporck acepta el trabajo de crear una orquesta juvenil israelí-palestina, se ve rápidamente sumido en una tempestad de problemas sin solución. Habiendo crecido en un estado de guerra, represión y riesgo constante de ataques terroristas, los jóvenes músicos de ambos lados están lejos de ser capaces de formar un equipo. Alineados detrás de los dos mejores violinistas, la emancipada Layla (palestina) y el guapo Ron (israelí), forman dos grupos que desconfían profundamente unos de otros, tanto dentro como fuera del escenario. ¿Tendrá éxito Sporck y hará que los jóvenes olviden su odio, al menos durante las tres semanas hasta el concierto?
Detalles de la película
- Titulo Original: Crescendo
- Año: 2019
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
6
47 valoraciones en total
*Conflicto palestino-israelí
Dror Zahavi se adentra en uno de los conflictos bélicos más complejos de la historia contemporánea, que se remonta a un bagaje histórico muy profundo. Sin embargo, con Crescendo no se rebusca en las heridas que separan al pueblo israelí y palestino, sino que reflexiona acerca de la unidad y de la posibilidad de dar un paso al frente ante el perdón. Desde el principio se puede ver cómo recrea esas diferencias que separan a ambas sociedades, dejando claro que no hay una edulcoración de las realidades que se esconden detrás de sus personajes. A pesar de ello, el discurso se plantea desde una luminosidad positiva, que consigue utilizar ese dolor como el principio de la necesidad de sentarse, por lo menos, a dialogar. Además, está el influjo de orientar la mirada principal del film ante una visión más juvenil.
Por lo cual, el libreto ha sabido plasmar la diversidad entre los distintos jóvenes que forman parte de esta comunidad. No obstante, sigue poniendo el foco en cuatro personajes principales, de los cuáles realmente se sabe el trasfondo de dos de ellos. Por lo cual, a cierta parte de los espectadores les puede dejar con ganas de profundizar más. Lo que sucede es que el relato cambia el registro pronto, dejando claro que la intención es dar un mensaje de unión y no personalizarlo en un solo personaje. De esta manera, permite crear una conexión especial con el público, dado que otorga una humanidad a su historia que hace que cada espectador coloque las figuras que se desee en cada lugar. También hay que destacar un buen uso del maestro Sporck, quién ejerce de hilo de unión y en su propia historia se halla una emoción interesante.
*La orquesta
Hay que aplaudir la gran elección de Peter Simonischek como principal sostén dramático de Crescendo, dado que desde el principio se enfrasca en una energía sutil, elegante, pero también cercana y familiar. Por lo tanto, el actor se sumerge en esas heridas emocionales, lo que le permite hacer un buen uso de la expresividad y de canalizar el efecto de lo visual en cada escena. Gracias a ello, hay un equilibrio sensitivo muy propicio para el film, lo que hace que se vaya gestando esa cotidianidad, pero sin dejar apartado el mundo musical. Además, no se puede negar la personalidad arrolladora del alemán, con un carisma que se hace patente en pantalla. Asimismo, es importante mantener un contraste escénico ante un equipo artístico mayoritariamente juvenil. Recuerda, guardando las distancias, al papel de Francesc Orella en la serie Merlí.
Por otro lado, Sabrina Amali tiene ese carisma diferente, que le da un toque especial a su interpretación. Aun así, hay algunas secuencias donde esa firmeza se ve algo más forzada, no fluye con naturalidad. Se puede ver su potencial, pero todavía le quedan ciertas pinceladas por pulir. Después, Daniel Donskoy aborda su personaje desde la socarronería y el orgullo. Sin duda, da esa sensación ante el espectador, aunque su validez actoral se gesta en la transformación que ejerce hacia el final del film. Luego, el dúo formado por Eyan Pinkovich y Mehdi Meskar son la parte más ingenua. Por este motivo, los dos actores se dejan invadir por una química más cercana al descubrimiento, a una visión más blanca y no tan madura. En consecuencia, ambos dan esa pizca de inocencia, que también necesita para no caer en la oscuridad dramática.
*La música unifica
La música es uno de los menesteres artísticos con más poder, ya que su influjo en aquellos que lo escuchan es certero. Por lo tanto, en Crescendo toda esa vorágine de búsqueda de la paz, se sublima en una buena ejecución de la composición sonora, que transfiere esa melancolía tranquila. A ello se une la propia realización musical de forma diegética, donde la trama gira en torno a la orquesta y a su formación. De esta manera, el sentido expresivo y creativo se une al narrativo, mostrando cómo la unión de las personas en disciplinas artísticas pueden ser los puentes que permitan, al menos, sentarse a escuchar al otro. Después, hay que apreciar la buena selección de las piezas escogidas, unos clásicos para muchos, pero que siguen siendo un regalo para los oídos. Una vez más, se demuestra que el poder de la música es inconmensurable.
Por otro lado, la dirección de fotografía se mueve en unos colores bastante luminosos a lo largo de la película. A pesar de la situación que se describe, la cámara encuadra un conflicto hacia la paz, más que a seguir construyendo paredes y heridas entre los protagonistas. Con lo cual, el objetivo se coloca de tal forma que sabe captar esa batalla interna. Sin embargo, la dirección artística no obtiene tanta potencia en la iconografía alrededor de los personajes, algo que suple con la grandeza de los espacios exteriores. Por ende, los escenarios naturales permiten compensar aquellos aspectos artísticos menos desarrollados. Por último, el montaje se cierne ante una tranquilidad dinámica, que se encuentra en constante movimiento y deja al espectador pegado a la pantalla. Es conveniente decir que no necesita de grandes sobresaltos, pero que sabe llegar a un clímax emocional y muy humano.
*Conclusión
Crescendo es una película que busca el diálogo, la necesidad de ponerse en la piel del otro y construir puentes. De esta manera, aborda el conflicto palestino-israelí pero sin ahondar en las fracturas tan complejas que se encuentran dentro de ambos pueblos, sino que llama a la sociabilización primigenia. Gracias a ello, hay una luminosidad importante de escuchar, donde la música se convierte en el principal nexo de unión. Aun así, hay parte del público que puede sentir que necesita mayor profundidad en su contexto sociohistórico, mientras que para otros no es necesario mayor detalle.
Escrito por Diego Da Costa
El conflicto entre israelíes y palestinos ha sido abordado por el cine desde distintas perspectivas, con películas que van desde Una botella en el mar de Gaza hasta Los limoneros , pasando por Omar o El hijo del otro . En Crescendo se aborda a través de la música, con el intento de creación de una orquesta de jóvenes músicos palestinos e israelíes.
Las dificultades para entender al otro o la incapacidad para resolver el dolor que siguen proporcionando hechos del pasado, se abordan a través de la creación de esa orquesta, en la que la música intenta establecer nexos de unión entre las personas.
La película posee una realización solida y se plantea como un flashback que nos hace esperar el desenlace de lo que vemos en los primeros minutos de la cinta. A esta pequeña nota de intriga se añaden algunos apuntes sobre el pasado del director de orquesta, del que progresivamente iremos conociendo informaciones que van perfilando su situación personal.
Junto a ello vemos los ensayos y la relación entre los músicos, en la que no solo influyen los conflictos políticos, sino también la vanidad o la necesidad de reconocimiento.
Crescendo no es una película perfecta, pero se agradecen sus buenas intenciones y su capacidad para sugerir al espectador ideas en torno a uno de los conflictos que permanece enquistado desde hace décadas y nadie parece querer que se resuelva.
Muy loable este intento por parte del director Dror Zahavi de acercamiento a las tensiones y odio entre árabes e israelíes a través de la música, todo ello mediante un concierto que se va a ofrecer en unas próximas negociaciones de paz.
La orquesta estará formada por miembros de las dos comunidades enfrentadas y le asignan esta problemática labor a un prestigioso director alemán llamado Eduard Sporck, interpretado por Peter Simonischek, el inolvidable Toni Erdmann, que cuenta con otra película estrenada recientemente entre nosotros titulada Sin Olvido .
Con tres semanas para formar la orquesta y después de la selección, todos marchan a un retiro en las montañas austriacas, pero los problemas no tardaren en llegar con continuas broncas, algo que hace difícil que la banda se comprometa totalmente, Sporck tendrá por delante un gran trabajo para que formen piña y se unan, dejando atrás las rencillas políticas.
Tiene un buen elenco destacando a Layla palestina y Ron israelí, interpretados por Sabrina Amali y Daniel Donsko, también hay una entrañable historia de amor y unas buenas elecciones musicales en los temas que interpretan.
Una película interesante con un buen mensaje, muy entrañable y a la vez entretenida.
Destino Arrakis.com
La nueva película del director israelí Dror Zahavi es una producción alemana, que tiene como punto de partida la audición para formar parte de una orquesta juvenil integrada por palestinos e israelíes, y que está inspirada libremente en la West-Eastern Divan Orchestra, un proyecto creado hace más de 20 años por el músico Daniel Barenboim y el filósofo Edward Said, y que se inicia con un prólogo en donde conocemos a Omar y Shira en una situación crítica para después volver hacia atrás 7 semanas en Frankfurt. La propuesta se presentó en los festivales de Múnich y en el de cine judío de Varsovia.
El proyecto aborda la historia central desde diferentes puntos de vista, el primero desde el momento en el que Karla intenta convencer al famoso director de orquesta alemán Eduard para que esté al frente de ese proyecto musical y se traslade a la audición en Tel Aviv.
Los otros puntos de vista es seguir a esos dos jóvenes a los que nos presentaron al inicio, y que acuden a ese casting. Pero también abordan las rivalidades dentro de esta orquesta, con el conflicto político entre Israel y Palestina de fondo, teniendo en cuenta que los jóvenes protagonistas son ciudadanos de una de esas dos partes del conflicto, poniendo su foco en el enfrentamiento entre Layla y Ron.
Nos encontramos con una película que se ve bien, pese a sus casi dos horas de duración, aunque cada una de las soluciones del guion no sorprenden y tira de los tópicos de ese cine de denuncia con la música como trasfondo que tanto gusta al público de mediana edad y a los más mayores, pero que se nota en exceso que el director ha desarrollado casi toda la carrera en proyectos televisivos.
El reparto en general está bien, con una gran interpretación como es la de Sabrina Amali, que interpreta a Layla, y que tiene unas escenas con una gran carga dramática que saca adelante sin necesidad de estar exagerada. Del resto del reparto destacan Peter Simonischek que interpreta al director de orquesta, Bibiana Beglau en el papel de Klara y Daniel Donskoy como Ron.
Un proyecto que destaca por su sencillez y que no necesita un gran despliegue a nivel técnico y artístico, en una película que es fácil de recomendar y que pretende concienciar de hacer la música y no la guerra , y que en su segunda mitad se desarrolla en una zona montañosa alpina de gran belleza. Se podía haber sacado algo más de partido al tema central, y falta algo de profundidad en algunos personajes que se abordan de manera superficial, pero de vez en cuando no viene mal ver este tipo de propuestas tan convencionales, pero que se ven con agrado.
LO MEJOR: La sencillez narrativa. La actuación de Sabrina Amali.
LO PEOR: El desarrollo de la trama no sorprende y tira de los tópicos del género.
Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net y http://habladecine.com
El conflicto entre palestinos y judíos en Israel es uno de los temas más sangrantes de los últimos cien años. Su virulencia, su permanencia en el tiempo y la poca esperanza en que se resuelva no deja de llamar la atención a quien le interese mínimamente el mundo en que vivimos.
El cine ha tratado esta cuestión desde muchos ángulos y posiciones. Es interesante constatar cómo, en los últimos años, han aparecido producciones que abogan por una pronta salida al conflicto, motivadas quizá por el inagotable carácter soñador de los artistas. Es cierto que, en su mayoría, están realizadas con el impulso y la financiación de países extranjeros, como si no fuese posible que el intento surja de dentro. Sea como fuere, títulos como El hijo del otro, Todo pasa en Tel-Aviv, Los informes sobre Sara y Saleem o la que ahora se presenta, Crescendo, ponen su granito de arena para la resolución del conflicto y, al menos, nos recuerdan al resto lo que en esas zonas se está sufriendo.
En este caso, el realizador germano-israelí Dror Zahavi parte de una iniciativa que, en 1999, llevaron a cabo el director de orquesta Daniel Baremboim y el filósofo Edward Said: organizar una orquesta con jóvenes músicos judíos y palestinos. Crescendo no está basado en dicha experiencia real, pero sí que recoge el guante del ideal que la motivó y el resultado es sorprendentemente realista.
Con gran sobriedad, para mantener el tono objetivo y equidistante, nos va situando en los lugares de procedencia de algunos de los músicos, las dificultades que tienen para su educación y el proceso de admisión por medio de una audición a ciegas. Poco a poco, in crescendo, se va ahondando en los problemas conforme aparecen los roces, recelos y prejuicios de los dos «bandos» hasta que la inevitable tragedia estalle.
A pesar de las intenciones del equipo de guionistas, el ritmo del film es desigual y, sin embargo, creo que esta falta de ritmo beneficia al conjunto de la película. La pretendida línea ascendente de la trama no acaba de despegar y parece como si el inmovilismo de las posiciones ideológicas y vitales de los protagonistas fuesen las que pusiesen la zancadilla al desarrollo del guion, de un modo similar a las dificultades que se encuentran las conferencias de paz u otras iniciativas de ese tipo. Es desalentador asistir al dolor que se auto-infligen, cegados por un pasado y un presente cargado de odio que les incapacita para, si quiera, luchar por la paz y la concordia.
Crescendo es consciente de esa situación y es lo que muestra. Encarnada en el rol del director de orquesta, apuesta por seguir trabajando a pesar de las reticencias de los propios jóvenes protagonistas. El diálogo y el amor, con trama Romeo y Julieta incluida, se revela como el único camino que, quizá, podría llegar a buen puerto siendo conscientes de los cadáveres que puedan quedarse en el proceso. Y de esa manera, un largometraje que podría resultar excesivamente buenista o, por momentos, cursi, se convierte en un amargo testimonio acerca de una realidad en la que se ha desdibujado el propio concepto de lo que es la persona.
Hay momento sublimes, por supuesto, donde se acaricia la esperanza y uno se admira de lo que el ser humano es capaz de hacer cuando mira más allá y más dentro del otro. El muy bien traído ensayo de la Sinfonía del Nuevo Mundo, la segunda encuesta acerca del sí o el no y, cómo no, el final nos recuerdan que merece la pena seguir trabajando por el bien y la paz.
http://www.contraste.info