Conociendo a Jim
Sinopsis de la película
Jim (Cassey Affleck) es un joven de 28 años que vuelve a su pueblo natal en Indiana, a vivir de nuevo con sus padres. Allí conocerá a una joven madre (Liv Tyler) cuyo hijo verá en él a su figura paterna.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lonesome Jim
- Año: 2005
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
5.8
66 valoraciones en total
Como ese tren que vemos desde el interior de nuestro vehiculo cruzarse en el camino que erróneamente decidimos tomar, embocando una dirección transversal a la nuestra y que nos muestra la senda que igual debiéramos iniciar y que finalmente no hacemos por miedo, abulia o simplemente imposibilidad.
Como ese tren que vemos desde nuestra propia indolencia y que nos devuelve el reflejo de todas nuestras miserias, se nos presenta esta modesta película, sobre un tipo que padece de desánimo crónico y que irradia como un mal contagioso a todo aquel con el que se pueda encontrar.
Así y de esta forma, inesperadamente, como ese tren que se nos cruza a toda velocidad, aparecen los personajes de este film, excéntricos, auténticos parias de lo que se entiende por normal, desangelados, desdibujados de un cuaderno que pasa las páginas de sus vidas, inclemente y sin cesar.
Con un padre que no se entera de casi nada lo que acontece, ni quiere, una madre que finge no entender, un hermano sin alicientes por los que continuar viviendo, y con un propio Casey sin ganas si quiera de intentar a comenzar una atisbo de vida normal, se va desgranando poco a poco esta película, excelentes ingredientes, en principio, para aliñar un magnifico drama existencial, pero que bajo la mirada de un gran Steve Buscemi se transforma en algo radicalmente diferente, proponiéndonos una mirada inteligente, sincera y poco condescendiente, extrayendo un punto positivo a cada avatar sufrido por sus patéticos protagonistas, enjugando de liviana pero balsámica comedia cada una de las escenas que con otro director y con otra mirada se resolverían de forma muy distinta.
Película que diserta sobre la eterna incertidumbre existencial acerca de nuestra propia presencia en un mundo que carece de un sentido lógico, y que condena sin clemencia a los que manifiestan con más intensidad esa duda, película que cavila sobre la búsqueda de los necesarios asideros con los que reconfortar una existencia que no termina de cuajar como nos hubiese gustado, película que reflexiona sobre todos esos momentos que podrían suponer un punto de inflexión en hasta ese instante un errático deambular, que vivisecciona, en definitiva, sobre las cosas que de verdad tienen importancia en medio de este secarral existencial.
La carrera de Steve Buscemi (Trees Lounge (Una última copa), 1996) en el cine ya empieza a adquirir ciertas tonalidades faraónicas, pues no sólo es uno de los actores más reputados de Hollywood, ya como secundario o con primeros papeles que sabe sacar del paso extraordinariamente, sino también como director, productor, guionista, compositor de bandas sonoras, etc. En este caso veremos, y no por primera vez (lleva ya su tiempo detrás de muchos proyectos cinematográficos y de series para la televisión) su faceta como realizador.
Y tengo que reconocer que aunque haya creado un filme que en ciertos momentos puede pecar de excesiva liviandad y/o corrección (por lo menos para lo que uno se puede esperar de alguien que actor suele dar vida en muchas ocasiones a personajes que más que peculiares, parecen desquiciados. Véase: Fargo, 1996), ha dado de lleno en el centro de la diana de la melancolía. De esa tristeza que cuando llama a la puerta es para quedarse -o al menos, intentarlo- eternamente. Pocas veces en el cine he encontrado un retrato tan fiel, acertado y tan bien representado sobre la tristeza más profunda que el que aquí nos ocupa. Además, se podría decir que el encargado de dar vida a estas cuestiones, el actor Casey Affleck, nació para realizar este papel.
Para poder llegar a las entrañas de la melancolía, Buscemi ha apostado por una historia que transpira verismo en cada uno de sus fotogramas, desde una película tan seca, fría y cruda como el propio sentimiento que ese desánimo crónico produce sobre las personas. Aquí, Jim (Casey Affleck) encarna a un joven solitario que regresa -después de un período de dos años en Nueva York- al hogar familiar situado en Indiana, junto a sus padres y su hermano (este último también sumido en la infelicidad permanente). Jim no puede asegurar por qué se fue de allí, pero tampoco puede confirmar la razón de su regreso. Busca algo, pero no sabe qué es. Quizá sea su lugar en este mundo, una pregunta que se formula constantemente. La vida del pueblo al que vuelve es tan tranquila como la del mismo protagonista. Jim no trabaja, se levanta tarde y sorprendentemente, desprecia el cariño familiar: las únicas personas que parecen preocuparse de él en este mundo (al menos su madre lo parece) no merecen para Jim, la dedicación y el amor que debiera corresponderles. Pero esta opción no es algo que nuestro protagonista pueda escoger libremente. Es lo que el demonio de la melancolía le impone, obligando a que sus actos confundan a la gente, pareciendo que su desinterés por la vida y por las personas sea propio de un carácter prepotente, cuando en realidad todo tiene su explicación en esa tristeza infinita que… no tiene explicación.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
Gran película en la que pasan muchas cosas cotidianas a gran velocidad sin que apenas se note.
Affleck está simplemente genial, el guión lleno de giros tipo clerks , y Lyv Tyler enganchada a un perdedor.
Bueno, la peli es sobre perdedores que nadan lo mejor que pueden para no ahogarse. Pero en absoluto es un drama, curiosamente el humor negro salva la situación casi siempre.
Como decía otra crítica, nunca una depresión fue tan entretenida.
Los padres del prota merecen una mención aparte, son secundarios con mucho arte.
Muy cercana e interesante.
Me gusta Buscemi. Se nota que es un tío preocupado por algo más que lo de siempre. Los fondos de sus secuencias parecen de verdad, su gusto por los pequeños detalles siempre me encandila. En esta historia, va de menos a más, no me gusta demasiado la primera parte pues no acabo de creerme al personaje principal, pero poco a poco voy aceptando lo que ocurre, más que nada porque no me insiste, parece darle igual que pare la película, él quiere contar de todos modos y va a hacerlo sin utilizar casi más anzuelo que ese llamado Liv Tyler. Casi nada.
El final es como yo deseaba, edulcorado. Todavía quiero posponer el suicidio.
Encantador artefacto de Buscemi, ninguneado hasta el delirio, y para mi gusto su mejor obra junto a Interview, ese juego del gato y el ratón tan cubierto de elogios por Canuté.
Robert Ford, una vez más, vuelve a merendarse sin contemplaciones una película, aquí dando vida a un pobre diablo deprimido y desorientado. Es hasta cierto punto lógico que el inútil de Ben Affleck, tras ver a su hermano actuar, orientara una buena parte de sus esfuerzos a ponerse detrás de la cámara, porque el contraste es humillante. Por su parte, Liv Tyler, que lucha por sacarle del fango, con una vehemencia que raya lo inverosímil, cumple, todo hay que decirlo.
Y sí, ese gusto por el detalle, por la sencillez, por los vapores agridulces de la cotidianeidad salpica un entrañable drama, teñido de humor, que pese a su edulcorado final sin duda mereció mas suerte.