Colombo: Sexo y el detective casado (TV)
Sinopsis de la película
Cuando una exitosa terapeuta sexual, con un Bestseller y un programa de radio número uno, se entera que su amante y socio la está engañando, decide tomarse una intensa venganza. Episodio Nº47 de Colombo.
Aunque Colombo tiende a ser definida o considerada como una serie de TV, nunca fue una serie propiamente dicha. Exceptuando la presencia recurrente del personaje principal, no presenta ninguna de las características de una serie tradicional (episodios semanales, de duración regular, con cast, dirección y equipo de producción fijo). Pensados como telefilms (de hora y media como promedio de duración), cada episodio cuenta con una historia independiente y con un director y un equipo de producción distinto. Los films tuvieron una transmisión irregular, pero con un mínimo de tres o cuatro producciones por año hasta 1978. Más de diez años después, Falk retomó su personaje por dos años (1989-1990). A partir de 1990, Columbo dejó de emitirse con regularidad, y los siguientes films fueron estrenados como especiales. Por estas razones, los 68 episodios de Colombo se dispersan irregularmente a lo largo de 35 años (1968-2003).
Detalles de la película
- Titulo Original: Columbo: Sex and the Married Detective (TV)
- Año: 1989
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
6.3
44 valoraciones en total
Sex and the married detective (Sexo y el detective casado) es un telefilm dirigido por James Frawley en 1989, tercero de la octava temporada y cuarenta y ocho de la serie, anteriormente había dirigido A que no me coges (1977), Hazme un asesinato perfecto (1978), Asesinato por teléfono (1978) y Asesinato, tabaco y sombras (1989). El inconfundible ruido de un dial y la sugerente voz de su locutora, la doctora Joan Allenby (Lindsay Crouse), nos introduce en el sugerente dialogo mantenido con los radioescuchas sobre su exitoso libro ‘El complejo de cortesana’ al mismo tiempo en el que un encadenado de exteriores con diferentes planos, nos lleva hasta la fuente sonora que mantiene tan atentos a tantos conductores a su dial: la voz de la doctora que habla sobre el contenido de su libro en el interesante programa radiofónico.
La realidad es otra cosa muy distinta, David Kincaid (Stephen Macht) la pareja de nuestra protagonista, es algo narcisista, entiende los mensajes de la doctora de manera interesada y diferente con alguna oculta variables sexual compartida que, en su desdichada aventura amorosa genera la situación y los acontecimientos necesarios para depararle al endiosado ególatra un inesperado final a sus amorosas aventuras en un torbellino de desenfrenada consciencia, entre sugerentes secuencias sexuales donde la absoluta insinuación amorosa llega al paroxismo amoroso…o quizás, al paroxismo del engaño reflejado en interesantes primerísimos planos del dolido y desolado rostro de la doctora.
La doble personalidad, ser dos en uno, hacer realidad los inconfesables deseos sexuales ocultos en la mujer (según la doctora), atrae hasta el lugar del asesinato a un distraído teniente de policía entre cafés y cigarros mal apagados: Colombo (Peter Falk). Un largo plano secuencia construido con seguimiento, general, americano, detalle y primeros planos, nos sitúa en las conversaciones del teniente con la impresionada doctora, entre el torbellino propio de los especialistas y las primeras deducciones de las que, algo de lo sucedido no le cuadra, le confunde, le despista al investigador.
Un conjunto de primeros planos, medios y plano contraplano nos muestra al sorprendido Colombo ruborizado, en mitad de un delicado entuerto matrimonial, intentando salir, debido a la perspicacia de la doctora Allenby, tras lo cual, retoma el hilo conductor de los sucesos siendo amablemente consultado por algunos de sus doctores en psicología y terapia sexual sobre su parecer en acciones pendientes con la doctora Allenby, entre los cuales Simon Ward (Peter Jurasik), Walter Neff (Ken Lerner), o la ofuscada secretaria Cindy (Julia Montgomery), sin salir de su sorpresa, Colombo en su generosidad, reparte sabiduría detectivesca a los especialistas y a la desconsolada secretaria.
Después de alguna generosa escena musical, el teniente retoma la pista de un misterioso personaje que algunos vieron en la fiesta de beneficencia…y otros no…Lujosos planos generales nos sitúa en el domicilio de la doctora, donde el teniente intenta aclarar algunos ‘cabos sueltos’ en sus investigaciones y compartir los nuevos.
Al parecer, la solución de la investigación comienza a vislumbrarse junto a las irrefutables pruebas y contundentes deducciones que desmontarán finalmente toda tensión entre el teniente y la doctora en un comprensivo gesto de caballerosidad y respeto, entendiendo (aunque no compartiéndo) la acción de la doctora Joan Allenby, en un final muy detectivesco para un premeditado asesinato en el que la humillación, el engaño, el desprecio y, un desafortunado toque gastronómico pone la guindilla a uno de los casos que más ha hecho sonrojar al teniente Colombo.
Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en dos ocasiones.
Este destacado episodio entronca directamente con dos de las perlas de Alfred Hitchcock, Crimen perfecto y Vértigo . El cómo es posible reducir a la más absoluta lógica matemática el número de personas que en teoría estaban presentes en el lugar y momento del crimen, es una brillante demostración que recuerda a las deducciones del jefe de policía que discute con Ray Milland en Dial D for murder . De De entre los muertos no mencionaré siquiera la influencia para no estropear no el episodio, sino la vida de los que no hayan visto una de las obras maestras del orondo director. Porque nunca una película se ve como la primera vez, aunque he de reconocer que en De entre los muertos el final consiguió sorprenderme hasta tres veces, e incluso a la segunda lo había olvidado.
Volviendo a Columbo después de este pequeño viraje por San Francisco, me pregunto muchas veces si hoy en día no queda ya bastante desfasada la imagen del detectivo desastrado yendo con un puro por todas partes. No me refiero a la pinta que hace, que es uno de los encantos de la serie, sino al maldito cigarro que tiene siempre en los labios. Columbo, te aprecio mucho, pero hoy en día, si te reencarnas en otro actor, voto porque nunca aparezcas con el puro, más que nada, porque ya la mayoría de la gente no esá dispuesta a tragarse el humo de los demás en espacios cerrados y no serías tan simpático. Nos pondríamos todos a favor del asesino, vaya, y te boicotearíamos tus continuas tocadas de huevos, en especial la que te encanta, dejar al sospechoso tranquilo y volver al segundo con tu eterno… Se me olvidaba, señor…