Clave: Omega
Sinopsis de la película
La mujer de Lawrence Fassett, un agente de la CIA, es asesinada por dos enmascarados que, según todos los indicios, obedecían órdenes de Maxwell Danforth, poderoso jefe de la Central de Inteligencia Americana. Fassett sigue la pista de la organización clandestina Omega, posiblemente vinculada con el KGB.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Osterman Weekend
- Año: 1983
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
Película
5.5
72 valoraciones en total
La película es inentendible, y violenta, a lo sumo logras entenderla al final cuando te largan toda una gran explicación falopa y acelerada, pero antes te tenés que aguantar a gente corriendo por todos lados mientras son filmados, el tipo que los filma riéndose de los que corren.
En fin no me gusto, creo que le falta detalles, me parece que prevalecieron las escenas de violencia antes que la historia, y es por eso que se vuelve semejante confusión.
Clave omega, es la última película del singular realizador Sam Peckinpah, famoso por la violencia que imprimió a la mayoría de sus películas (sobre todo sus westerns), sus excesos con el alcohol y drogas, y sus problemas con las productoras a la hora del montaje final.
Ignoro si Clave Omega, tuvo estos susodichos problemas con el corte final, pero no me extrañaría ya que el final resulta absurdamente abrupto.
Por otra parte, este es un thriller la mar de entretenido, y que cuenta con un reparto espectacular: Hurt, Hauer, Hopper, Lancaster, T. Nelson,..
La tensión está bien llevada, y la acción muy bien rodada (como no, siendo Peckinpah!). De los actores destaco a Craig T. Nelson. El pero como ya digo viene de ese final altamente insatisfactorio, pero al margen de ello, un thriller bastante más que reseñable.
Recomendable.
Debo admitir, en primer lugar, que me cuesta horrores creer que Clave: Omega sea una peli de Peckinpah. Pero lo es. Concretamente, la última. Me cuesta creerlo -así, a bote pronto- porque no atisbo en ella ni el menor rastro de su poética. Ni el menor rastro de su desaliento, ni de su desconsuelo, ni de su amargura, ni de su nihilismo. Ni el menor rastro de ese discurso descarnado y pesimista que siempre caracterizó al cine de Pecki. Un cine tosco y bruto, sí, pero terriblemente intenso y visceral.
Clave: Omega, en cambio, es el típico thriller concebido única y exclusivamente para entretener al personal. Un thriller efectivo, sí, pero un thriller -en definitiva- en el que solo aflora el Pecki más frívolo y superficial. El de la cámara lenta, el de la violencia a destajo, el de la misoginia más inicua, el de la acción más trepidante… Solo ese Pecki es el que aparece en su último film.
Aún así, si te van las pelis de espionaje, los repartos con muchas caras conocidas y unas breves pinceladas de denuncia político-social, probablemente pasarás un buen rato viendo Clave: Omega. Pero poco más. La mera curiosidad, quizás, de escuchar un último balazo. El último de Sam.
La primera parte es bastante interesante, a pesar de las ridículas grabaciones del asesinato de la mujer de Fasset. Nos ofrece buenas dosis de tensión, intriga y sentido del humor –la entrevista al tardo militar, o cuando Fesset no es capaz de cambiar la señal del televisor y se ve obligado a actuar como improvisado hombre del tiempo–.
Pero a partir de la mitad, la acción toma demasiado protagonismo y, lo que es peor, el argumento degenera bastante.
La música es regular tirando a mala.
Fasset vuelve a ser otro personaje demencial en la irregular carrera de John Hurt, un actor impredecible, capaz de regalarnos en el mismo año trabajos soberbios y detestables.
Tengo un amigo que siempre me recuerda lo placentero que resultan algunos directores. Unos pocos son capaces de ser ellos durante toda su obra, y en cada película cifran su voluntad, incluso aunque cambian más de guionistas que de cuchilla de afeitar, como es el caso. Sam Peckinpah es uno de estos privilegiados. En Clave Omega apunta su mirada hacia su fin como realizador, pero no destierra su forma de hacer cine.
Muchos son los puntos flojos de la película, pero tiene encanto. La televisión como elemento de control y confusión es el hilo conductor de una historia de espionaje, venganza y crítica social. Vuelve a aparecer la casa tomada por la violencia de Perros de paja . La cinta comienza con buen ritmo, marcado por la tensión dramática de los personajes de Fassett y Tanner, con persecuciones en las que la cámara lenta muestra el polvo levantado por los vehículos, las magistrales caídas, el savoir faire del director califoniano. Está presente la misoginia característica de Peckinpah: en esta histoira las mujeres parecen estorbar, y nunca toman el protagonismo si no es para enredar aún más una trama de la que no están enteradas.
Pero la cosa empeora cuando se le pide al argumento un cambio tan brusco: no termina de encajar. Naturalmente, el final está deslucido por lo anterior. Contribuye a los enganchones del film una banda de sonido realmente deplorable, de esas ochenteras y cutres.
Mas merece la pena si lo que se pretende es reencontrarse con Peckinpah, con uno algo pobre, pero el bueno de Sam al fin y al cabo.