Cimarrón
Sinopsis de la película
Año 1889. Millares de pioneros ansiosos de colonizar nuevas tierras se dirigen hacia el punto de partida de la gran carrera que ha de abrir el territorio de Oklahoma a la civilización. Entre ellos se encuentra Yancey Cravat y su mujer Sabra, que ha decidido dejar la ciudad y acompañar a su marido en esta aventura. Nueva adaptación de la novela de Edna Ferber, ya llevada a la gran pantalla en 1931 por Wesley Ruggles, con Richard Dix e Irene Dunne como protagonistas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Cimarron
- Año: 1960
- Duración: 147
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Opinión de la crítica
Película
6.8
75 valoraciones en total
Gracias, Mann. Gracias por esta película. Cuando llevaba una racha insoportable de malísimo cine clásico, me encuentro con esta joya de los sesenta para recordarme por qué siempre me ha gustado lo clásico. Un diamante en medio del fango, aunque parece que pocos (vista el número de críticas que tiene y la nota que se le da) se han dado cuenta.
«Cimarrón» no es un sólo western, o mejor: es más que un western. «Cimarrón» es, por encima de todo, una historia de amor. Una gran historia de amor que impresiona desde el primer minuto hasta el último. Una historia de amor verdadero, una historia de un hombre y una mujer condenados a amarse, a volverse locos mutuamente, a herirse sin querer, a desearse sin medida, a esperarse, a encontrarse, a sentirse en la cercanía y en la distancia. «Cimarrón» es un larga, profunda, amarga y hermosa declaración de amor a dos bandas, donde unos inmensos Glenn Ford y Maria Schell forman una de las parejas más conmovedoras del Cine.
Como conflicto que sustenta toda la película la lucha entre lo práctico y lo idealista, entre el beneficio y la fidelidad a unos principios. En este caso, ella es la mujer de negocios y él el aventurero que quiere arreglar el mundo. Él es el que lucha por todos y por nadie, y ella la que antepone su familia al mundo entero. Decir quién está en lo cierto es casi una traición a este maravilloso matrimonio, porque eso sería culpar a uno y liberar al otro. Ambos son sensacionales, cada uno a su manera, con un retrato de personajes absolutamente genial, sin una falla.
Diría que el único error que comete es el paso del tiempo, es decir: narrar veinte años en la vida de unas personas siempre tiene sus complicaciones, aunque también es cierto que Anthony Mann lo resuelve con mucho estilo. Así, tiene una primera parte estupenda, pero a medida que las canas van apareciendo la historia parece perder algo de alma. Luego, en la recta final, vuelve la apoteosis.
Y, por supuesto, también hay duelos, indios, tierras inmensas, forajidos, tiroteos, rifles, caballos, aridez, salones de vida alegre, caballeros y canallas, petróleo, pueblos, ciudades y periódicos. Toda una vida, una sociedad y una época retratada en unas horas.
Gracias, Mann, por el gran cine clásico.
Último de los once westerns de Anthony Mann. Escrito por Arnold Schulman, se basa en la novela Cimarron (1929), de Edna Ferber. Se rueda en escenarios naturales de Arizona y en los MGM Studios, con un presupuesto estimado de 1,5 M dólares. Es nominado a 2 Oscar (dirección artística y sonido). Producido por Edmund Grainger para la MGM, se proyecta en première el 1-XII-1960 (Oklahoma City).
La acción dramática tiene lugar en Wichita (Kansas), Oklahoma y Osage City (localidad de ficción), entre 1889 y 1914. Yancey Cravat (Ford), recién casado con Sabra (Shell), hija de padres adinerados de Kansas de origen francés, participa en la ocupación del territorio ( land rush ) de Oklahoma del 22-IV-1889. En el camino a Oklahoma se topa con Tom Wyatt (OConnell), su esposa Sarah (McCambridge) y su numerosa prole, a los que cede uno de sus carros cubiertos. Yancey, apodado Cimarrón , es de espíritu aventurero y amante del riesgo y la novedad. Es idealista, generoso, apasionado y valeroso.
El film suma western, drama y referencias históricas. Es un remake de la cinta del mismo título realizada en 1931 por Wesley Ruggles. Se aparta un tanto de la novela y de su primera adaptación al cine. Trata con respeto a los indios y condena la discriminación y la violencia racial. Pese a tratar las situaciones con cierta superficialidad y presentar un desarrollo escaso y esquemático de los personajes, la historia resulta entretenida. Incluye una amplia galería de caracteres próximos a los estereotipos comunes: racista intolerante y violento, judío atemorizado, antigua novia despechada, políticos corruptos, madame del prostíbulo, etc. Se someten a la consideración del espectador diversos temas de interés: la improcedencia y sinrazón de los prejuicios raciales, el valor de la solidaridad, los problemas de relación de los padres con los hijos, tensiones conyugales por diferencias de definición del proyecto de vida en común, antecedentes familiares y sociales de la criminalidad juvenil, valor de la libertad, etc.
Son escenas espectaculares, resueltas con la eficacia narrativa de Mann, la concentración de 10.000 colonos a la espera de la hora de salida para ir a ocupar los lotes de tierra libres (22-IV-1889), la estampida de carromatos, jinetes, bicicletas, triciclos, tartanas, personas a pie y coches que se produce a la hora señalada, la desesperación de la viuda del editor, la reunión nocturna de fuego y muerte, la cínica expulsión de la pequeña india de la escuela, etc. Se incluyen citas y observaciones de interés: guerra de Cuba (guerra hispano-norteamericana), el apoyo que se da a las opciones independientes de los hijos, etc. No faltan escenas emotivas, como la del rechazo de la recompensa por la muerte de tres jóvenes.
He aquí lo que es un carácter sólido, sin grietas. Un espíritu libre, comprometido con mujer e hijo pero aún más con su método de vida: la aventura, la honradez y la valentía.
Maravillosa película para tenerla presente, indispensable verla. Es una película que pasa a lo largo de los años sobre la figura de un pionero, una persona honrada a carta cabal y sus proyectos al lado de su mujer, pero el film transcurre con entretenimiento y con mucha emoción. Cuando ella espera que llegue él en el tren con los que vienen de conquistar colinas españolas, (bastardos que nos llevaron a la guerra con una excusa falsa los muy hijos de puta yanquis, babosos comerciantes y tramposos), y tras la decepción, cae un sombrero en el suelo, se logra una de esas escenas emotivas que hace del cine algo grande. (Soy forofo de Glenn Ford). Puede que se te escape alguna lagrimita en escenas como esas.
En el mundo actual este tipo de voluntad y disciplina sería demasiado complicado de encontrar, pero para eso está el cine… y Cimarrón.
Cimarrón pertenece a uno de los grandes clásicos basados en la mítica conquista del Oeste. La película nos muestra, a grandes rasgos, la transición ocurrida en Estados Unidos desde las clásicas carreras para conseguir un pedazo de tierra en Texas hasta la Primera Guerra Mundial, mostrando la importancia que tuvo el proceso de modernización, pasando de ser auténticos vaqueros hasta llegar a la era del petróleo. El hilo conductor del film es la vida de su protagonista, Glenn Ford, que interpreta magníficamente un personaje indómito, para quien lo más importante en la vida es ser fiel a sus principios, aunque éstos le conlleven múltiples problemas. Ford da vida a un espíritu libre, que pondrá en peligro incluso su matrimonio por una defensa a ultranza de la honestidad, la integridad y el valor. Con un reparto de lujo que sabe estar a la altura, una magnífica fotografía y un guión que sabe hacer entretenida la historia, Anthony Mann realiza una magnífica película que si bien no llega a la altura de producciones similares como Gigante , merece la pena ser vista.
Parece mentira que después de haber tenido que tragarme unas cuentas películas tachadas casi de obras maestras pero en realidad, regulares, mediocres y hasta lamentables del maestro John Ford, de James Stewart o de cualquier otro intocable del cine clásico, me encuentra con un verdadero peliculón y, sin embargo, pase tan desapercibida. Que no llegue al 7 y que solo cuente con 7 críticas es para pellizcarse y ver que uno no está soñando.
Cimarrón no es un western típico. Aunque hay peleas, tiros e indios, la trama se sustenta en la relación entre el matrimonio formado por Yancey (Glenn Ford) y Sabra (Maria Schell). Admitiendo que es difícil contar una historia de tantos años sin incurrir en algo que me desagrada, que es la mera biografía, Anthony Mann resuelva estupendamente este planteamiento gracias al perfecto retrato psicológico de la pareja protagonista, un cuidadoso guión y la tensión dramática que va dosificando hasta el final. Igualmente los diálogos tienen una importancia singular tanto para construir los personajes como generar tensión y conflicto.
Aunque Cimarrón es sobre todo una película romántica, en realidad no deja de ser una obra río pues se tocan con gran solvencia una cantidad de temas asombrosos. Desde el racismo al abuso de los ganaderos, desde la conquista del oeste al mal trata a los indios, desde la corrupción de los políticos a la prensa como arma de protesta. Claro que en esta línea resulta prioritario los temas existenciales, el sentido de la vida, la lucha por los ideales, el honor, la fe en las personas, etc.
Pese a lo dicho, Yacey y Sabra son la base de esta cinta. Sus antagónicos personajes, él idealista y ella realista, nos dejan para la historia una de las parejas más hermosas de todos los tiempos. A mi me encantan los dos, pese a los fallos que puedan cometer (SPOILER). La relación está retratada con una sensibilidad, con un amor, como el que se profesan, que resulta precioso. Aun así Cimarrón es una película triste, amarga, que te desata un punto de rabia por la situación que se va generando. Por ese motivo quizás los espectadores prefieran ver y valorar obras más ramplonas y superfluas como las que suele dirigir John Ford e interpretar James Stewart.