Chevalier
Sinopsis de la película
En medio del mar Egeo, seis hombres se encuentran en pleno viaje de pesca, en un lujoso yate, para jugar a un juego. Durante este juego serán comparadas varias cosas, que serán medidas. Las canciones serán acribilladas, y la sangre analizada. Los amigos se convertirán en rivales. Pero al final del día, cuando el juego termine, el hombre que gane será el mejor hombre . Y podrá llevar en su dedo meñique el anillo de la victoria.
Detalles de la película
- Titulo Original: Chevalier
- Año: 2015
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
Película
5.9
62 valoraciones en total
Curiosa sátira sobre el machismo más rancio a cargo de la productora de Canino con la que también comparte guionista. La directora usa la ironía para hablar de la fragilidad y la falsa seguridad del macho alfa mientras suelta varios simbolismos sobre la actualidad griega con una clase obrera que acaba imitando patrones, pero no consigue que empaticemos con este grupo de ricachones que compiten hasta por quién la tiene más grande mientras su país se hunde en la crisis.
Interesante como todo este nuevo cine griego, lleno de humor negro, alegorías y autocrítica pero pierde algo de fuelle en su parte central debido a la repetición de situaciones y a la obviedad de su mensaje.
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Otra de esas películas de Efthymis Filippou tan equidistante del teatro del absurdo y Luis Buñuel como enclaustrada en sus propias obsesiones, a saber: personajes recluidos en un entorno concreto y/o mecánico (a la manera del coche de aquella L de Babis Makridis), atonalidad expresiva en sus protagonistas, diálogos marcianos cuasi aleatorios entre lo que suelta un emisor y lo que responde su interlocutor, violencia seca, polisemia interpretativa, uso de la cultura pop en la banda sonora y bailes…
Aquí unos cuantos mastuerzos de distinto pelaje y ralea social cada uno de ellos se ven recluidos en una embarcación recreativa de gran eslora, y nunca quedará claro del todo si es un viaje de ocio, una especie de gymkana por un puesto de trabajo de puta madre al que todos son candidatos o cúal es la razón última de su encierro durante varias jornadas en un yate y en un entorno francamente homosexual, pues ni un ambientador de coño lleva la barca y eso ha de oler a polla y a esmegma que raro será que no les guste la peli a Víctor Sandoval o Mariano Rajoy si la ven. El caso es que, sí, claro, por supuesto que la película puede versar sobre la competitividad inherente al ser humano que es aún más acusada cuando hablamos del género masculino y a la sociedad heteropatriarcal y blablablao, acabáramos, pues en sí toda Chevalier es una competición, hasta un cura ciego casa lo uno con lo otro, pero el detalle más interesante quizá sea otro.
En estos primeros veinte años del siglo XXI, hay algunas cinematografías que han experimentado un enorme salto cualitativo. Entre ellas, la cinematografía griega y Chevalier es un gran ejemplo de ello. Esta película logra que, con muy pocos recursos (una única localización, alrededor de 10 actores en total, etc.) establecer una profunda y ácida crítica de la estupidez existente en la masculinidad.
El filme de Athina Rachel Tsangari se podría resumir bajo esta pregunta, y lamento tener que ser tan obsceno: ¿Quién la tiene más grande? Es así se simple. Chevalier pone de manifiesto la existencia de un comportamiento infantil y estúpido en ciertos comportamientos del hombre y ese afán ridículo por ser mejor que el resto. Por tener que estar en la obligación de mirar a todos desde una torre de marfil a la que nadie más ha de tener acceso. Por lo tanto, el espectador se ha de enfrentar a una serie de escenas sumamente absurdas en las que, sin embrago, se muestra todo esto que estoy describiendo.
Y la directora griega, Athina Rachel Tsangari, lo consigue plasmar de una forma sumamente inteligente, a la vez que ácida. En Chevalier uno puede percibir esa sensación de estar ante una concatenación sucesiva de humor, bastante veces con tintes negros, pero que ayuda a aligerar cierta sensación de tedioso que transita en la película. Digo esto porque uno no ha de olvidar que la película gira en torno a pruebas a cada cual más estúpida, es decir, a una teórica repetición, pero es ese ingenio a la hora de sorprender con el tipo de prueba y la forma de filmarlo lo que evita la sensación de aburrimiento.
Además, si uno profundiza en el análisis, uno se podrá encontrar como el hombre está lleno de miedos, inseguridades y traumas, pero que esa falsa idea de lo que es la masculinidad fomenta su ocultación en lo más profundo de ese hombre. Es decir, que esa carcasa pseudoperfecta no permita ver aquello que mejor nos define. Y creo que esto le aporta valor a la película, ya que manifiesta cierta toxicidad existente entre los hombres y que repercute negativamente tanto en términos de hombre como individuo, como en términos de hombre y su relación con la sociedad.
Por otro lado, en cuanto a los términos formales, Athina Rachel Tsangari lleva a cabo una puesta en escena sumamente cuidada, buscando transmitir esa sensación de fragilidad y de falsedad existente en este grupo variopinto de amigos. Por ejemplo, si se hace uso de planos medios, el personaje está siempre localizado en los márgenes (si este se haya sólo en dicha escena), como si realmente no quisiese ser el centro de atención. Otro recurso empleado es la enorme presencia de espejos en todo el yate en el que está localizada la acción, como si esos espejos realmente permitiesen acercar al espectador a la verdadera imagen del personaje en cuestión.
Además, el reparto está formidable, logrando trasmitir esa ambivalencia entre la imagen ante el resto del grupo, tratando de ser el macho alfa en esta manada de parvulario, y la imagen real, en la oscuridad del camarote, donde nadie pueda ver nuestro verdadero y triste yo.
En resumidas cuentas, Chevalier es una película diferente, en línea con otras grandes películas de la cinematografía griega recientes (por ejemplo la filmografía de Lanthimos), pero que, sin embrago, resulta muy interesante. La película de Athina Rachel Tsangari, nos hace reflexionar sobre esa masculinidad tóxica, nada graciosa (pero que Chevalier sí logra hacerla gracias a un humor absurdo y negro y una puesta en escena adecuada), que todavía campa a sus anchas en nuestra sociedad y que realmente no produce ningún beneficio. Por todo ello, además de la notable calidad cinematográfica del filme, Chevalier es una película a la que merece darle una oportunidad.
Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos,
un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas.
Un yate anclado en el azul mar del Mediterráneo flotando al sol. El paisaje invita a la tranquilidad y al descanso y es ademas el único escenario de Chevalier. Un grupo de hombres pasados los 40 intenta desconectarse de la ajetreada vía ateniense pero la naturaleza humana se encarga de borrar cualquier posibilidad de relax. Encerrados en un espacio delimitado y hastiados por el aburrimiento plantean un juego simple: la sumatoria de distintas competencias para demostrar quien es el mejor de todos. El ganador de estos juegos olímpicos se llevara a casa un anillo Chevalier que deberá portar hasta la próxima competencia.
Lo que se plantea entonces es como una simple curiosidad nos termina destruyendo y rebajándonos. La competencia es algo inherente de la condición humana y aun mas del genero masculino. Desde chico se inculca los valores de superioridad, resistencia al dolor, dureza y agresividad que condicionan el desarrollo emocional de los hombres. Pareciera que existe incrustado en nuestro ADN la sed inacabable de demostrar que podemos vencer a quien quisiéramos.
Todo esto se comienza a vislumbrar en un yate que flota lentamente sobre las aguas mas tranquilas del mundo. Si afuera hay paz, adentro se cocina de a poco una guerra entre todos. La psicología humana puede haber evolucionado pero notablemente pero increíblemente todavía existe la necesidad de competir entre nosotros. La comparación actúa como reflejo de nuestra inseguridad y de nuestros miedos y estos hombres intentan exorcizar sus problemas a través de la conquista de ese titulo. Para ello no dudan en desarmarse y atacarse con los comentarios mas filosos posibles, aunque obviamente desde la seca y minimalista característica de los guiones griegos. Como suele ser característico de la filmografía de este país, lo vital no es como se dice sino su contenido. Pese a ser una feroz competencia en donde todo vale los personajes se muestran fríos y distantes analizando desde la distancia los puntos débiles y listos para atacar.
Atractivo e ingenioso drama griego en tono de comedia absurda que bucea en las masculinidad, las obsesiones ocultas, identidades travestidas y la disputa por el poder en la búsqueda de una perfección disimuladamente imperfecta. Un buen elenco sostiene una tensión grupal que oscila como el mar y que parece una bomba a punto de estallar, pero deja la sensación de faltarle una vuelta de tuerca mas.
La directora y coguionista Athina Rachel Tsangari (Attenberg, 2010) se las ingenia para crear en lugares reducidos climas tensos y maquiavélicos muy atractivos que fluctúan como un péndulo en medio del mar. Lo pausado y cambiante le aportan un especial atractivo que no termina de explotar nunca pero que consigue instalar una visión satírica y metafórica de la sociedad actual vista a través del prisma de la masculinidad y el machismo.
Con un paso sin premios por el Festival de Locarno y el Independent Spirit, la propuesta de la realizadora Athina Rachel Tsangari se vuelve muy interesante en la medida que se va desandando la cinta, aunque cae en pozos de inercia que le quitan méritos, distancian la empatía y aflojan los momentos de tensión que más atraen. Con su parsimonia y su final abruptamente interesante, resulta un producto que desde la ironía y la claustrofobia invita a la reflexión.
Calificación Fanaseriecine: 6 ½ sobre 10